Una falsa amalgama

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Un barril enterrado o un barril producido fuera de tiempo y presupuesto es un barril ilusorio. En la exploraciรณn de aguas profundas en el Golfo, igual que en otros รกmbitos de la operaciรณn energรฉtica, la situaciรณn real y concreta de Pemex es similar: no basta que fluyan los fondos, hace falta una capacidad de ejecuciรณn (tecnolรณgica, empresarial y, hasta ahora, legal) que estรก fuera de su alcance. Por eso se necesita una nueva legislaciรณn que permita alianzas estratรฉgicas con empresas privadas o estatales. Esto lo entienden perfectamente los gobiernos de izquierda, no sรณlo Brasil (para quien nuestra santificaciรณn estatista de Pemex es un misterio) sino Venezuela. El presidente Chรกvez ha anunciado no sin orgullo -o al menos con naturalidad- proyectos de coinversiรณn con empresas europeas en el Orinoco y alianzas con empresas portuguesas que han desarrollado energรญa eรณlica. Y como el Estado venezolano retiene el porcentaje mayoritario de la operaciรณn, nadie lo estรก acusando de “privatizador”.

De haber triunfado en los comicios de julio de 2006, Lรณpez Obrador hubiera hecho exactamente lo mismo. A estas alturas, el sector energรฉtico estarรญa abierto al capital privado, como lo propuso en su Proyecto Alternativo de Naciรณn, y el electorado de izquierda lo estarรญa aplaudiendo. Un gobierno perredista hubiera reconocido la declinaciรณn acelerada de Cantarell, las restricciones y prioridades presupuestarias, y las dificultades tรฉcnicas, y esto lo habrรญa conducido a la participaciรณn de empresas extranjeras como Petrobras, consorcio de un paรญs “hermano” encabezado por un lรญder de izquierda moderno.

Pero la realidad es otra. La izquierda radical no estรก en el poder y por ese motivo su oposiciรณn a la apertura energรฉtica es irreductible. La consigna es no ceder, aun si en un futuro esa misma oposiciรณn se llegara a encontrar en Los Pinos imposibilitada para ejercer el 40% de su eventual presupuesto. Se trata, pues, de una reversiรณn suicida del viejo refrรกn: no despuรฉs, sino antes de mรญ, el diluvio.

Ademรกs de estas razones de mezquindad polรญtica (que son las fundamentales), la oposiciรณn radical a la apertura energรฉtica tiene, en algunos casos, un origen distinto, equivocado pero menos innoble: la amalgama ideolรณgica entre el nacionalismo y el estatismo. Para sus paladines esta equivalencia es un acto de fe, pero se trata de un hecho relativamente nuevo en nuestra historia. Lรกzaro Cรกrdenas, a quien se ha invocado tanto estos meses, fue sin duda el mayor exponente del nacionalismo revolucionario, pero nunca lo confundiรณ con el estatismo. Cรกrdenas no era -en absoluto- un ideรณlogo sino un hombre pragmรกtico que ensayaba soluciones concretas a problemas concretos en circunstancias concretas. Luis Gonzรกlez narraba esta anรฉcdota: a final de su sexenio, al visitar San Josรฉ de Gracia, Michoacรกn, y atestiguar la productividad de las pequeรฑas parcelas individuales (no ejidales) provenientes del reparto instrumentado aรฑos atrรกs por el legendario padre Federico Gonzรกlez, Cรกrdenas dijo: “de haber conocido antes lo que aquรญ se ha hecho, lo hubiera aplicado en el resto del paรญs”.

Como corriente ideolรณgica, el estatismo es muy posterior: arraigรณ en รกmbitos polรญticos, acadรฉmicos y burocrรกticos que crecieron exponencialmente durante los gobiernos de Echeverrรญa y Lรณpez Portillo. A partir de entonces, cientos de miles y quizรก millones de personas asumieron la conciencia falsa de que su condiciรณn material particular (“hacer patria” viviendo del Estado) podรญa y debรญa generalizarse. Apenas sorprende que con esa รณptica juzguen ahora el problema petrolero.

La mejor manera de deshacer la amalgama entre nacionalismo y estatismo es arribar a una Reforma Petrolera por consenso entre el PAN el PRI y el sector moderno del PRD. Todos saldrรญamos ganando, todos menos los miembros del FAP que seguirรกn apostando por lo que uno de sus lรญderes mรกs conspicuos ha llamado abiertamente “la ruptura que viene”. Si la “ruptura que viene” en verdad viene, perderemos la paz polรญtica y nos precipitaremos en una severa e innecesaria crisis social, tras la cual volveremos al punto de partida y abriremos el sector energรฉtico. Pero si la “ruptura que viene” finalmente no viene, lograremos la hazaรฑa de reformar poco a poco nuestra estructura energรฉtica, sin romper la paz pรบblica ni la invaluable continuidad institucional de casi noventa aรฑos (1920-2008).

– Enrique Krauze

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.


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