Para JosƩ Rubinstein
La idea de ampliar los cauces de participaciĆ³n ciudadana a travĆ©s de una consulta popular sobre la Reforma EnergĆ©tica suena muy bien. LĆ”stima que sea falsa. Es falso, en principio, que se quiera recabar la opiniĆ³n del pueblo sobre el destino de nuestra industria petrolera. Se trata, mĆ”s bien, del siguiente capĆtulo de la obra de demoliciĆ³n institucional que viene escenificando desde hace tiempo el Frente Amplio Progresista: reventar el sistema, poner de rodillas al gobierno de CalderĆ³n, exigir su renuncia y tomar el poder. Como Tejero en EspaƱa, primero intentaron clausurar el Congreso. La estrategia no les funcionĆ³ porque la sociedad se negĆ³ a secundar sus propĆ³sitos. Ahora pretenden llevar a cabo una consulta imposible (como han demostrado, con argumentos legales suficientes, el ex procurador Daniel Cabeza de Vaca y JosĆ© Woldenberg), sin ningĆŗn efecto vinculante, organizada por gobiernos perredistas (los mismos que, tres meses despuĆ©s de haber realizado sus fraudulentas elecciones internas, han sido incapaces de determinar un ganador) y en la que, presumiblemente, sĆ³lo votarĆ”n sus fieles.
En vez de lanzarnos como sociedad al ejercicio suicida de “mandar al diablo nuestras instituciones” (en este caso concreto, al Congreso y su carĆ”cter representativo), convendrĆa fortalecerlas, valiĆ©ndonos de los mĆ©todos democrĆ”ticos que consigna la ConstituciĆ³n. Mi modesta proposiciĆ³n es la siguiente: invitemos a los ciudadanos a que manifiesten su parecer sobre la Reforma y hagan llegar esa opiniĆ³n a sus representantes en el Congreso. Debemos exigir que los legisladores actĆŗen de manera consecuente; debemos romper, de una vez por todas, la vergonzosa tradiciĆ³n de los votos de bancada. Los legisladores no se deben a sus partidos sino a los ciudadanos que los elegimos. Reclamemos entonces que los legisladores lleven al Congreso la opiniĆ³n de quienes los eligieron.
Instrumentar esta propuesta no es complicado. Existen sitios en internet (como el del IFE, el de las CĆ”maras legislativas y Lupa Ciudadana) a travĆ©s de los cuales el ciudadano puede obtener fĆ”cilmente los datos de los legisladores para entrar en comunicaciĆ³n con ellos. Pero como es obvio que no todos tienen acceso a internet, bastarĆ” que el IFE publique en cada uno de los 300 distritos del paĆs (con la profusiĆ³n que caracteriza a los procesos electorales) la direcciĆ³n, el correo electrĆ³nico, el fax y los telĆ©fonos de oficina, casa, celular, etc… de los congresistas respectivos. A travĆ©s de una campaƱa intensiva en los medios masivos de comunicaciĆ³n, la ciudadanĆa puede entender el mensaje y participar de manera entusiasta en este ejercicio inĆ©dito. Si a la postre los ciudadanos se percatan de que sus legisladores reflejaron su parecer, refrendarĆ”n su confianza en las elecciones intermedias del 2009. Si descubren que traicionaron la opiniĆ³n mayoritaria en su distrito, sabrĆ”n corregir su voto en los prĆ³ximos comicios.
ĀæSabe usted quiĆ©n es su diputado? Probablemente no, y no lo culpo. Luego de pedirnos nuestro voto, jamĆ”s los volvemos a ver. Nos enteramos, eso sĆ, de sus viajes, de sus prebendas, de sus pleitos. En la escala de aprecio social, los legisladores estĆ”n por debajo de los policĆas, lo cual es mucho decir. ĀæConviene entonces, como exigĆa el FAP, clausurar el Congreso y pasar a un tipo de democracia directa en la que un lĆder iluminado pide en la plaza pĆŗblica que “el pueblo” alce la mano unĆ”nime para refrendar sus propuestas? Por supuesto que no. Lo que en verdad conviene al paĆs es fortalecer nuestra incipiente democracia representativa. Empecemos por ese principio elemental: promovamos que nuestros ciudadanos llamen a cuentas a sus representantes, promovamos que nuestros representantes nos representen.
– Enrique Krauze
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial ClĆo.