Denle un mapa a un español culto y pídanle que señale Minsk, Varsovia y Kiev. O mejor: que les diga el nombre de tres personalidades húngaras. ¿Un pintor rumano? ¿El presidente de Croacia? ¿Un búlgaro que no sea futbolista? ¿Cualquier cosa relacionada con Eslovaquia? ¿Existe realmente Moldavia?
Para decirlo con un símil conocido, Europa del Este es el backyard de la Unión Europea. Quizá con la excepción de Alemania, los europeos hemos mostrado un descomunal desinterés por esa docena de países, y nuestro conocimiento medio de su historia podría resumirse en los siguientes puntos: primero fueron masacrados por los nazis, luego por los soviéticos, hicieron una revolución pacífica –aunque en Yugoslavia acabaron a tiros– y se volvieron hiperconservadores; después, todas las multinacionales radicadas en la Unión se fueron allí porque les resultaba más barato, y los que no encontraron trabajo en esas fábricas de nueva creación se vinieron aquí, a trabajar en la construcción ellos y en la prostitución ellas.
Sin embargo, y si los libros que se publican son indicadores de algo, la cosa está cambiando. Ciertamente estuvieron antes Kundera, Hável o Hrabal, pero ahora un lector español que no entienda una palabra hablada al otro lado del Danubio ya puede acercarse a una librería y, por diez o doce euros, ir sabiendo qué es Ucrania (ahí están Adam Zagajewski y Yuri Andrujovich), qué les sucedía a los escritores húngaros más indóciles (Imre Kertész), cómo vivía un rumano la barbaridad burocrática (Norman Manea), en qué consistía la vida de un polaco encastillado (Stanislaw Lem), cómo se llegó al nacionalismo serbio (Danilo Kis), o qué sufrimientos padecieron los transilvanos (Ádam Bodor).
Los países del Este –que se reclaman del Centro, se van democratizando y cada vez son más objeto de interés económico– van a darle la vuelta a lo que entendemos por Europa, tal como hace tiempo dicen escritores de nuestro lado como Timothy Garton Ash o Tony Judt. Ahora que podemos leer con facilidad su literatura (bravo por sus editores) y los vamos situando en el mapa, parece casi seguro.
– Ramón González Férriz
(Barcelona, 1977) es editor de Letras Libres España.
