Hace unas semanas salió del aire “El Mañanero, Noticiero chacotero”, conducido por “Brozo el Payaso Tenebroso”, también conocido en la vida civil como Víctor Trujillo, y en Canal 13, antaño, como la (inolvidable) “Beba Galván”, entrevistadora íntima e intimidante.
De lunes a viernes, de seis a diez de la mañana, Brozo y sus amigos transmitían y apostillaban las noticias; reproducían las mejores caricaturas de los periódicos nacionales; glosaban con ingenio los titulares de la prensa, y entrevistaban a políticos, cantantes, actores, cineastas, gente de teatro, deportistas y (poquísimas veces) gente de pluma. Siempre, el payaso panzón de los pelos verdes y la nariz roja y las camisetas nacas tenía algo ocurrente o puntual que opinar o preguntar, en sabroso español culto o vernáculo.
A veces uno se hartaba de alguno de los miembros del (muy desigual) equipo de Brozo, o de los invitados, o de él mismo, y cambiaba de canal para enterarse de las ingratas novedades de la patria en los noticiarios más “serios”; pero yo, en todo caso, acababa regresando con Brozo. Su chispa volvía jocoso el espectáculo de la vida nacional. Vistos a través del guiñol de “El Mañanero”, nuestros políticos parecían menos temibles, por lo que la risa resultaba menos visceral, estomacal y cardiaca que en la sobremesa con los cuates.
En la historia de la televisión mexicana como de la radio, cuando en las mañanas de los ochentas casi no había taxista que no sintonizara su programa, Brozo abrió nuevos caminos que fueron sólo suyos, pero que a muchos otros periodistas les sirvieron. “El Mañanero” en Canal 4 podía aburrir y exasperar por momentos, sobre todo en su última hora; la misoginia del conductor hacía que al que escribe se le subiera la espuma; su egocentrismo acalambraba a muchos, y no faltaron los que indignábanse de que un payaso enjuiciara las payasadas de la vida política… Pero era un programa de lo más original en un medio, la tele, que inhibe la originalidad y en una televisión, la mexicana, que ha interpretado la nueva desinhibición verbal como un pretexto para ¡por fin! difundir los chistes machistas, racistas, sexistas y tarados de siempre.
Me quedan algunos recuerdos regocijados del programa de Brozo y los suyos. Por ejemplo, el equipo cantando, cada vez que se mentaba el nombre de la esposa del Presidente, “No llores por mí, Martita, el pueblo te necesita” (al son de Evita). La imagen inverosímil de Cuauhtémoc Cárdenas riéndose. El chacoteo con Joaquín Sabina alguna mañana. Brozo diciéndole al senador Bartlett algo así como “Usted es uno de los villanos favoritos. Nadie lo querría como abuelo”. Rosario Robles, cuando era la cara agradable del prd, riéndose a carcajadas. El gobernador Murat, al día siguiente de su misteriosísimo atentado, declarando de entrada que sus asesores le habían recomendado no acudir con Brozo, y éste diciéndole al rato algo como “¿No deberías renunciar, gobernador? No parece que entiendas lo que pasó”. Y desde luego, aquel momento en que, habiendo balconeado a don René Bejarano con los videos donde empaca fajos de dólares como representante de ventas que arregla muestras gratis de medicamentos, como don René retobara, el Payale le espetó el célebre “¡No me pendejees!”
Por lo demás, le veo un buen lado a esto. Ya me libré de mi adicción a las noticias (news junkie) y apenas si las veo en la mañana. Son tan deprimentes… –
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