Crímenes revolucionarios

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Señor director:
     Quiero hacer un comentario y una corrección al dramático artículo del señor Jesús Díaz ("Una cárcel rodeada de agua", Letras Libres, 30).
     El comentario. En vano busqué, en el relatorio de crímenes de la historia cubana listados por Jesús Díaz, referencias a las acciones criminales de revolucionarios, premonitorias de las emprendidas por Castro, como el decreto de los dirigentes independentistas José Martí y Máximo Gómez en 1895 condenando a ejecución inmediata a todo cubano que militara en las fuerzas realistas; la orden de quemar poblados en la Invasión de Occidente por los generales insurgentes Gómez y Maceo; o los asesinatos del grupo terrorista ABC durante el gobierno del brutal presidente Gerardo Machado. Esas omisiones son importantes, porque tanto los orígenes como las proclamas del gobierno cubano actual se basan en la tradición revolucionaria cubana.
     La corrección. A pesar de lo que dicen los señores Kotek y Rigoulot en su libro Le siécle de camps, los campos de concentración (campos cercados y custodiados donde son internados civiles) fueron inventados por los ingleses durante su conquista de los estados de Orange y Transvaal, en África, entre 1899 y 1902. Lo que el general Valeriano Weyler hizo en Cuba en 1896 y 1897 fue la cruel reconcentración forzada de los campesinos en pueblos y ciudades. Eso es lo que ordenan sus bandos y lo que describen los testigos del horrible hacinamiento de la población rural en áreas urbanas. He estudiado la historia del Imperio Británico bajo la reina Victoria I y la doctrina llamada anglosajonismo como para poder afirmar que ningún oficial británico de esa época hubiera copiado nada de España, una nación a la que se tenía como bárbara e inepta. –

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