Dios misericordioso,
escoge a otras personas,
elige a otros más.
Nos encontramos cansados de la muerte y de morir.
Ya se nos terminaron las plegarias.
Escoge a otras personas,
elige a otros más.
Ya no tenemos sangre
para ofrecernos en sacrificio.
Nuestra casa se convirtió en desierto.
Ya no alcanza la tierra para nuestras tumbas.
No más lamentación para nosotros,
no más endechas
en los libros antiguos y sagrados.
Dios misericordioso,
santifica otro país,
otra montaña.
Hemos regado todos los campos y las piedras
con ceniza, con sagrada ceniza.
Con ancianos,
con jóvenes
y con recién nacidos, pagamos
cada letra de tus Diez Mandamientos.
Dios misericordioso,
alza tu fiera frente
y mira a las personas de este mundo;
dales las profecías, los Días del Temor.
Cada lengua balbuce Tu palabra.
Enséñales los hechos milagrosos
y los caminos de la tentación.
Dios misericordioso,
danos prendas sencillas
de pastores que están con sus ovejas,
de herreros que trabajan con martillos,
de lavanderas y desolladores,
y hasta de alguien inferior, incluso.
Y haznos un favor:
Dios misericordioso,
despójanos del genio y su Divina Presencia. ~
Versión de Hernán Bravo Varela
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