Durante los primeros aรฑos de la Revoluciรณn cubana, Mรฉxico y Cuba se enorgullecรญan de su relaciรณn fraternal, que se basaba en las perspectivas compartidas de relaciones internacionales y acercamientos al poder polรญtico. En los aรฑos ochenta y principios de los noventa, aparentemente estos plazos diplomรกticos tan fuertes podรญan complementarse con intercambios econรณmicos. Pero en la รบltima dรฉcada, Mรฉxico y Cuba han atravesado un “divorcio difรญcil”.[1] Y los dos “ex” perdieron el interรฉs mutuo y buscaron horizontes distintos.
En la dรฉcada de los sesenta, Mรฉxico fue la รบnica de todas las repรบblicas latinoamericanas que permaneciรณ junto a la joven revoluciรณn cubana cuando votรณ en contra de la resoluciรณn de 1962 que suspendรญa la participaciรณn de Cuba en la OEA y se negรณ a obedecer la resoluciรณn de la OEA de 1964 que instaba a sus miembros a romper relaciones diplomรกticas con La Habana. En esos aรฑos, la diplomacia mexicana se arraigaba en los principios de no intervenciรณn y soberanรญa nacional, y era eternamente recelosa del poder coercitivo de los Estados Unidos. El gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) aรบn recordaba sus orรญgenes revolucionarios y el estilo polรญtico de Castro no ofendiรณ su propio estilo autoritario. De manera pragmรกtica, el PRI y Castro hicieron un trato: Mรฉxico no criticarรญa a Cuba y Castro no buscarรญa incitar a la izquierda mexicana contra el PRI que estaba en el poder. Retrospectivamente, este pacto mutuo de no agresiรณn sugerรญa que el matrimonio Mรฉxico-Cuba no era tan romรกntico por naturaleza, y que alterar las corrientes polรญticas podrรญa hacer que cada uno de los esposos revisara sus propios intereses.
Al menos dos presidentes mexicanos encontraron en Fidel Castro un amigo รบtil. En 1975 el presidente Luis Echeverrรญa visitรณ la isla, como parte de sus esfuerzos por proyectarse como un lรญder de izquierda del Tercer Mundo. Trece aรฑos despuรฉs, en 1988, el presidente Carlos Salinas recibiรณ a Castro en su toma de posesiรณn, complacido por este respaldo despuรฉs del clarรญsimo fraude de los comicios presidenciales. Salinas promoviรณ el comercio y la inversiรณn con Cuba; Castro le habรญa expresado al saliente presidente de Mรฉxico, Miguel de la Madrid, que รฉl era partidario de que su paรญs invirtiera en Cuba, y Salinas convocรณ a una cena a la que asistirรญan Castro y los principales empresarios mexicanos.[2]
Las inversiones mexicanas comenzaron a llegar a Cuba, principalmente en los rubros de turismo, textil, telecomunicaciones y fabricaciรณn de cemento. Las exportaciones mexicanas de mercancรญas treparon de 104 millones en 1990 hasta 432 millones de dรณlares en 1995. Sin embargo, estos nuevos flujos comerciales estuvieron lejos de augurar una prometedora sociedad econรณmica que afianzara el matrimonio diplomรกtico, y a mediados de los noventa se alcanzรณ un pico, despuรฉs del cual las relaciones se deterioraron rรกpidamente.
Por su parte, Mรฉxico empezรณ a cambiar. El mismo Carlos Salinas que habรญa coqueteado con Fidel Castro decidiรณ que el futuro econรณmico de Mรฉxico serรญa junto a los Estados Unidos y en 1990 se acercรณ al presidente George Bush para negociar la apertura del comercio bilateral que luego se convertirรญa en el Tratado de Libre Comercio de Amรฉrica del Norte (NAFTA). Mientras el mismo Salinas se adherรญa a las formas polรญticas del tradicional PRI, sus reformas econรณmicas abrรญan el camino del cambio polรญtico. Ernesto Zedillo, su sucesor, economista disciplinado que insistiรณ en las normas democrรกticas, comenzรณ a distanciar a Mรฉxico de Cuba. Cuando en 1999 Zedillo visitรณ La Habana, abiertamente se expresรณ a favor de la democracia, y Rosario Green, su ministra de Relaciones Exteriores, rompiรณ con todo el protocolo previo y se reuniรณ con destacados disidentes cubanos. Castro tomรณ estas nuevas conductas como seรฑales de que Mรฉxico estaba abandonando su posiciรณn “independiente” por una mรกs pro Estados Unidos y, por tanto, contraria a Cuba.
Si Castro desconfiaba de Zedillo, su relaciรณn con el sucesor de Zedillo, el mรกs conservador Vicente Fox, provocรณ un enojo que se hizo demasiado pรบblico. Jorge Castaรฑeda, el combativo secretario de Relaciones Exteriores de Fox (que habรญa pasado de la izquierda marxista al campo socialdemรณcrata antiizquierdista), creรญa que Mรฉxico podรญa usar sus nuevas credenciales democrรกticas para fortalecer su diplomacia. Segรบn parece, Castaรฑeda se excediรณ criticando las polรญticas de derechos humanos de Cuba. Y como es sabido, en el aรฑo 2002, antes de una cumbre de las Naciones Unidas sobre desarrollo internacional que se celebrรณ en la ciudad de Monterrey, Fox, a pedido de la Casa Blanca, le pidiรณ a Castro que “almorzara y se fuera” para que no estuviera presente cuando llegara el presidente George W. Bush, conversaciรณn telefรณnica que un ofendido Castro se encargรณ de hacer pรบblica. Para el 2004 ambos paรญses habรญan retirado a sus embajadores, lo que en tรฉrminos diplomรกticos equivale a un desagradable divorcio.
Las empresas mexicanas ya habรญan sido desafectadas de la gestiรณn econรณmica cubana[3] y se quejaban de la falta de leyes o normas que obligaran a los funcionarios cubanos a honrar los acuerdos o hacer pagos en tรฉrmino. Algunas empresas sentรญan la presiรณn de lo que consideraban una competencia injusta o desleal por parte de las empresas estatales. Otras se quejaban de las inseguridades de tipo legal y administrativo, de las normas del gobierno que arbitrariamente estaban hechas para limitar cualquier ganancia visible, o de las repentinas auditorรญas oficiales que buscaban intimidar o extorsionar (y de las constantes escuchas telefรณnicas de las autoridades cubanas). Para algunos, estas restricciones antagรณnicas tenรญan una motivaciรณn polรญtica: vengarse de las crรญticas a las prรกcticas polรญticas de Cuba por parte del gobierno mexicano. Algunos de los mayores inversores mexicanos se retiraron; por ejemplo, los intereses de telecomunicaciones de Mรฉxico se vendieron a una empresa italiana.
Los empresarios e inversores mexicanos tambiรฉn vieron que los pagos de Cuba en divisas eran irregulares. Los exportadores mexicanos descubrieron que Cuba no honraba sus notas de crรฉdito, y a los inversores se les avisรณ que se habรญan congelado sus cuentas en divisas; aun cuando los depรณsitos por repatriaciรณn de dividendos se habรญan hecho en bancos cubanos, las autoridades no autorizaban las operaciones en divisas. Como se acumulaban los pagos atrasados, el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext), organismo semiautรณnomo de crรฉdito para exportaciones, aceptรณ reestructurar unos cuatrocientos millones de las deudas cubanas. Como parte del acuerdo, Bancomext volviรณ a abrir una lรญnea de crรฉditos renovables aunque en cantidades pequeรฑas, como indicio de la confianza perdida en la capacidad y la voluntad de Cuba de cumplir con sus obligaciones externas.
En un punto, cuando Cuba se atrasรณ en sus pagos a la petrolera mexicana, Pemex, sugiriรณ que Pemex pensara en asumir la administraciรณn de las refinerรญas de petrรณleo cubanas. Pemex rechazรณ la oferta porque no confiรณ en que Cuba honrarรญa el acuerdo. (Ademรกs, a diferencia de otras petroleras nacionales como Petrobras y PDVSA, Pemex concentrรณ sus actividades en casa. Es probable que Pemex tambiรฉn tuviera algรบn recelo por las leyes estadounidenses que imponen sanciones en los mercados estadounidenses a las empresas que en cierta manera operan con Cuba.)
Comercio de mercancรญas entre Cuba y Mรฉxico
En el aรฑo 2010, las exportaciones mexicanas de mercancรญas apenas alcanzaron 307 millones de dรณlares, menos que el pico de 1995. Las ventas de productos quรญmicos, plรกsticos, fertilizantes y metales por parte de Mรฉxico reflejaban la prioridad de Cuba de procurarse los insumos necesarios para la agricultura, el nรญquel, el turismo y otras industrias. Estas ventas tan modestas reflejan la insolvencia de Cuba y la decisiรณn de las autoridades mexicanas de no otorgar crรฉditos subsidiados. Los funcionarios de Mรฉxico argumentan que hacerlo serรญa ir en contra de las estrategias de desarrollo orientadas al mercado que Mรฉxico lleva adelante. “Nosotros no seguimos la lรณgica de regalar el dinero.” Ademรกs, para los mexicanos, el comercio basado en subsidios econรณmicos no puede sostenerse en el tiempo.
Las importaciones mexicanas desde Cuba son รญnfimas, y desde 1990 solo dos veces superaron los 50 millones de dรณlares anuales (vรฉase tabla). Expertos mexicanos en comercio explican que lo poco que Cuba tiene para exportar se suele asignar a otros mercados como, por ejemplo, cigarros a Espaรฑa o ron a Europa. “¿Quรฉ mรกs tienen? ¡No van a vender la Plaza de la Revoluciรณn!” Los productos farmacรฉuticos cubanos podrรญan exportarse pero las empresas cubanas no actuaron con la rapidez suficiente para adquirir las patentes y los permisos del gobierno de Mรฉxico necesarios. Mรฉxico no demostrรณ interรฉs alguno en comprar personal mรฉdico cubano ni otros profesionales calificados en gran escala, como lo hizo Venezuela.
El presidente Calderรณn ha intentado reducir las tensiones bilaterales, e instรณ a sus ministros a mejorar el intercambio econรณmico entre Mรฉxico y Cuba. Pero el comercio global de Mรฉxico hoy representa 600 mil millones de dรณlares, y el pequeรฑo mercado de Cuba casi pasa inadvertido: el momento romรกntico pasรณ y hoy Cuba es una prioridad baja desde el punto de vista comercial. Nuevamente se acumulan los pagos atrasados y en el horizonte no asoma ninguna inversiรณn importante de Mรฉxico. Mรฉxico observa los desarrollos de Cuba muy de cerca, pero entre los observadores experimentados hay cierto escepticismo sobre la capacidad de reformarse del rรฉgimen actual. Incluso, un funcionario mexicano bastante comprensivo preguntรณ: “¿Cuรกn lejos y cuรกn rรกpido llegarรกn las reformas? Todo es muy incierto.”
La Ley Helms-Burton de 1996, que amenaza con sanciones contra las empresas y sus ejecutivos que operen con Cuba, impidiรณ que algunas empresas grandes de Mรฉxico como Cemex y Pemex, que tienen mucho en juego en el mercado estadounidense, invirtieran en Cuba. (Una ley de Mรฉxico prohรญbe a sus empresas cooperar con Helms-Burton pero no alivia el dolor de cabeza corporativo que significa litigar en los tribunales estadounidenses. Muchas compaรฑรญas internacionales, incluso algunas mexicanas, intentaron burlar las sanciones Helms-Burton estableciendo entidades legalmente independientes inscritas en paraรญsos fiscales como, por ejemplo, las islas del Caribe.) Muchas compaรฑรญas mexicanas que operan con Cuba son pequeรฑas y medianas empresas con poca o ninguna exposiciรณn en los mercados estadounidenses. Para los observadores, en casi todos los casos en que las empresas mexicanas decidieron no hacer negocios con Cuba, fueron otros los factores decisivos mรกs allรก de Helms-Burton, a saber: el riesgo paรญs, el riesgo crediticio, los mercados pequeรฑos y estancados o las incertidumbres polรญticas.
Una excepciรณn notable al retiro mexicano de Cuba es el Grupo Altex, cuya empresa conjunta IMSA, dedicada a la molienda de trigo para la producciรณn de harina, satisface gran parte del consumo diario de PAN en La Habana. Alguna vez la planta perteneciรณ al Grupo Bimbo de Mรฉxico, pero la multinacional de alimentos temiรณ que su gran exposiciรณn en los Estados Unidos la volviera vulnerable a las sanciones Helms-Burton. Aunque asociado con Bimbo, el Grupo Altex estรก formado como una entidad legal separada. Como su rentabilidad se ve asegurada por el sistema del precio de coste incrementado (el gobierno cubano fija los precios de venta sobre los costos de insumos y producciรณn), Altex expandiรณ su actividad. Pero la exitosa experiencia de Altex contrasta mucho con la mayor decepciรณn mexicana.
Los mexicanos interesados en Cuba recuerdan lo afligidos que se sintieron cuando Carlos Lage y Felipe Pรฉrez Roque, funcionarios orientados al campo internacional que representaban la generaciรณn de una potencial transiciรณn, fueron depurados sin ninguna explicaciรณn convincente en marzo del 2009. Quizรก estos cubanos tan capaces hicieron que los mexicanos se acordaran de su propia generaciรณn de reformistas que habรญan impulsado a Mรฉxico durante los รบltimos veinte aรฑos. Las encuestas de opiniรณn revelan que a los mexicanos mรกs jรณvenes, que apenas saben de la Revoluciรณn de 1959, Cuba les interesa menos y ademรกs apoyan menos al rรฉgimen de La Habana.[4] Al igual que Cuba, hoy Mรฉxico tiene otros intereses. ~
[1] Estoy en deuda con la profesora Ana Covarrubias, de El Colegio de Mรฉxico, por su frase oportuna. Entrevista en la ciudad de Mรฉxico, 29 de julio de 2011.
[2] Ana Covarrubias, “Mexico and Cuba: the end of a convenient partnership”, en Marifeli Pรฉrez-Stable, The United States and Cuba: intimate enemies (Nueva York, Routledge, 2011), p. 200, nota 19.
[3] Estas observaciones se basan en entrevistas que ocurrieron en Washington d. c. y la ciudad de Mรฉxico en 2011, con expertos comerciales, diplomรกticos, acadรฉmicos y periodistas que prefirieron no revelar sus nombres. Vรฉase tambiรฉn Demetria Tsoutouras y Julia Sagebien, “Mexico-Cuba commercial relations in the 1990s”, en Cuba in Transition, vol. 8., procedimientos de la reuniรณn anual de la Asociaciรณn para el Estudio de la Economรญa Cubana (ASCE), Miami, 1998.
[4] Centro de Investigaciรณn y Docencia Econรณmicas (CIDE), “Mรฉxico y el mundo”. Disponible en: http://mexicoyelmundo.cide.edu.