EntraƱable Bioy

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En el restaurante La Biela, en la Recoleta, en Buenos Aires, siempre almorzaba con un bife de chorizo y una dama inolvidable. Cuando ella se levantaba Ć©l tambiĆ©n se levantaba para esperarla y acercarle la silla y continuar la charla, inteligente, traviesa, grata. El niƱo bien que amaba el tenis y las coristas era ahora un fauno sosegado con un apartamento vasto y cĆ³modo en la calle Posadas y una estancia en Pardo, rincĆ³n viejo.
Ā Ā Ā Ā Ā Sus antepasados eran vascos y franceses pero Ć©l ahora podĆ­a pasar por la quintaesencia mejorada del porteƱo: fino, irĆ³nico, humano. Al recordar a su familia escribĆ­a:

Cuando mi padre muriĆ³, el 26 de agosto de 1962, sentĆ­ que tantas cosas que podĆ­an hacerme gracia ya no iba a poder comentarlas con nadie. Soy el Ćŗltimo Bioy. No me queda sino aburrirme y aun asĆ­, tan solo, ni vale la pena. Hablaba tanto con Ć©l. Y ahora pienso en la enorme cantidad de cosas de las que no he hablado. Uno vive tan distraĆ­do al lado de su padre.
Casado con Silvina Ocampo, una poeta excelente y una cuentista mĆ”gica, no compartĆ­a las devociones del mundo de su cuƱada, la legendaria Victoria Ocampo. A Gide, ValĆ©ry, Virginia Woolf, Eliot, Tagore, Keyserling y el ilegible Waldo Frank opuso los suyos, considerando una aberraciĆ³n olvidar, o mejor dicho, ignorar a Wells, Shaw, Kipling, Chesterton, Georges Moore, Conrad.
Ā Ā Ā Ā Ā En esta rebeliĆ³n contra la directora de Sur, que divulgĆ³ generosamente la obra de ambos, lo acompaƱaba su amigo y cĆ³mplice, Jorge Luis Borges. La primera imagen suya que perdura es la que Emir RodrĆ­guez Monegal atribuyĆ³ a un Ćŗnico escritor bifronte llamado biorges, que amparĆ”ndose en los serviciales apellidos de antepasados suyos urdiĆ³ los cuentos, crĆ³nicas y enigmas policiales de H. Bustos Domec y B. SuĆ”rez Linch. Uno de ellos comienza con esta sabia dedicatoria: “A estos tres grandes olvidados: Picasso, Joyce, Le Corbusier”.
Ā Ā Ā Ā Ā Esa labor en equipo, que comenzĆ³ con un folleto sobre bacilos bĆŗlgaros, tuvo uno de sus momentos mĆ”s fecundos cuando los tres, Borges, Bioy y Silvina, publicaron en 1940 la celebĆ©rrima AntologĆ­a de la literatura fantĆ”stica que acogĆ­a hospitalaria tanto a Petronio como a LeĆ³n Bloy, tanto a Chesterton como a RamĆ³n GĆ³mez de la Serna. A partir de allĆ­ la literatura fantĆ”stica adquiriĆ³ carta de ciudadanĆ­a en el continente americano y se comenzĆ³ a configurar toda una escuela en el RĆ­o de la Plata.
Ā Ā Ā Ā Ā En el mismo aƱo, con prĆ³logo de Borges, apareciĆ³ La invenciĆ³n de Morel, la primera obra que Bioy consideraba verdaderamente suya, dejando atrĆ”s una copiosa prehistoria literaria que Ć©l consideraba hecha “a costa de los lectores”.
Ā Ā Ā Ā Ā El controlado narrador cientĆ­fico que, en islas abandonadas, proyecta cinematogrĆ”ficamente los Ć”vidos fantasmas enamorados de su deseo, podĆ­a ser tambiĆ©n el exacerbado y parĆ³dico co-autor de “La fiesta del monstruo” (1947), donde una manifestaciĆ³n peronista le permite exacerbar su prosa hasta el mĆ”s grotesco de los delirios. El inventor de ficciones perfectas siempre tendrĆ” un oĆ­do alerta para escuchar las modulaciones y dibujar las siluetas de personajes tan graciosamente locales como compasivamente universales.
Ā Ā Ā Ā Ā La urbana compostura de Bioy se deleita al mĆ”ximo con los descalabros amorosos que los galanes argentinos padecen en el extranjero, va dejando atrĆ”s los artilugios cientĆ­ficos de sus comienzos y se entrega, intenso y a la vez travieso, a las sorpresas convincentes de elĆ­xires que otorgan poderes sobrenaturales, como sucede con el simpĆ”tico taxista de Un campeĆ³n desparejo (1993), su Ćŗltima novela.
Ā Ā Ā Ā Ā Entre una y otra, Plan de evasiĆ³n (1945), El sueƱo de los hĆ©roes (1954), Diario de la guerra del cerdo (1969), Dormir al sol (1973), La aventura de un fotĆ³grafo en La Plata (1985), corroboran cĆ³mo la plana neutralidad de un tono cada vez mĆ”s transparente oculta asombros, fantasĆ­as, eternos retornos y mundos paralelos. Los fantasmas van y vienen por sus pĆ”ginas y un tĆŗnel en el Delta puede desembocar en una calle de Punta del Este, entre rudos contrabandistas y amores tan eternos como fugaces. Es un inventor nato. El cuentista por excelencia que, alusivo, reticente, enriquece la torpe brutalidad de la vida en su estĆŗpida labor, con destellos de inteligencia y la luz de un humor afectuoso. De ahĆ­ los variados e inagotables libros de cuentos, siempre profundos, siempre risueƱos: La trama celeste (1948), Historia prodigiosa (1956), El lado de la sombra (1962), El gran serafĆ­n (1967), El hĆ©roe de las mujeres (1978), Historias desaforadas (1986), Una muƱeca rusa (1991), Una magia modesta (1997).
Ā Ā Ā Ā Ā Su encantador libro de ensayos La otra aventura (1968), donde anota: “todo en nosotros va envejeciendo, salvo la aficiĆ³n por los relatos”, su Breve diccionario del argentino exquisito (1978), donde palabras como “desfasaje”, “fĆ”ctico” “optimizar” y “relevante” encuentran su merecido, luego de la resignada observaciĆ³n en el prĆ³logo: “El mundo atribuye sus infortunios a las conspiraciones y maquinaciones de grandes malvados. Entiendo que subestima la estupidez”, complementan esas joyas variadas, esas miscelĆ”neas que nos deleitan, al abrirlas en cualquier pĆ”gina:
Conozco a una muchacha generosa y valiente, siempre resuelta a sacrificarse, a perderlo todo, aun la vida, y luego a recapacitar, a recuperar parte de lo que dio con amplitud, a exaltar su ejemplo, a reprochar la flaqueza del prĆ³jimo, a cobrar el Ćŗltimo centavo (Guirnalda con amores, 1959).
Y esta cita, de Jardines ajenos (1997), atribuida a Roger Ascham (c. 1515-1568): “Ignoro plenamente tal asunto; ni siquiera he dictado clases sobre Ć©l”. Si a esto aƱadimos su nostĆ”lgica Memoria sobre la pampa y los gauchos (1970), sus diarios de viaje y sus hermosas Memorias (1994), tendremos su retrato. QuizĆ”s tambiĆ©n Ć©l hubiese preferido, como los gauchos, que su vida se contase no por libros ni por aƱos sino por los caballos que tuvo, las muchas mujeres que amĆ³, o los partidos de tenis que pudo haber ganado. Pero quizĆ”s por ello mismo este cabal hombre de letras no vio jamĆ”s sus pĆ”ginas abaratadas por el Ć©xito ni deformadas por los compromisos polĆ­ticos. Sigue siendo un ser entraƱable. –

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(BogotƔ, 1948-2022) fue poeta, periodista y diplomƔtico.


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