Estadística de valores y creencias mundiales

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     Ronald Inglehart, Miguel Basáñez, Jaime Díez-Medrano, Loek Halman y Ruud Luijkx, eds., Human Beliefs and Values, México, Siglo xxi Editores, 2004, 498 pp.

 
     El libro de los profesores Ronald Inglehart, Miguel Basáñez y sus asociados ofrece un rico acervo de información sobre las metas y creencias del ser humano, a partir de encuestas de valores aplicadas hasta en 81 países que abarcan aproximadamente 85 por ciento de la población del mundo.
     Las respuestas de las encuestas, que ocupan la mayor parte del trabajo, se presentan en más de trescientos cuadros, asociados al mismo número de preguntas, las cuales se organizan por tema y contienen el porcentaje del público que manifestó el mayor acuerdo con las mismas. El lector puede encontrar en el CD Rom adjunto las proporciones de respuesta para las otras opciones.
     Sin duda, este trabajo abre un inmenso campo de investigación para entender mejor los determinantes de las actitudes humanas en diferentes sociedades. Su utilidad se manifiesta a partir de la consulta directa de los cuadros, que permite adquirir una primera aproximación a aspectos tan diversos como las percepciones de la vida, el trabajo, la familia, la política, la religión y la identidad nacional.
     Como siempre ocurre con la disponibilidad de información nueva, surgen de inmediato preguntas provocativas: ¿por qué en México 80 por ciento de la gente se siente muy satisfecha con su vida, mientras en Hungría este porcentaje es menos de la mitad? ¿Por qué en Nueva Zelanda 84 por ciento del público considera muy importante tener un trabajo interesante mientras que en nuestro país esta proporción es de la mitad?
     Desde luego, las interrogantes pueden multiplicarse de acuerdo con la curiosidad del lector. La indagatoria se puede agrandar si se comparan las respuestas de las encuestas y lo observado en la realidad: ¿Por qué solamente 9 por ciento de los hombres en edad de trabajar en México dice pertenecer a un sindicato, cuando éste es la forma más común de organización laboral formal? ¿Por qué casi 70 por ciento de los mexicanos entrevistados considera que nunca es justificable evadir impuestos, mientras la evasión fiscal es tan alta en nuestro país?
     Además, la información recabada permite abordar relaciones y causalidades sustantivas: ¿están conectados el bienestar material y la felicidad humana? ¿Determina la religión el crecimiento económico, es al revés, o la influencia ocurre en ambas direcciones? ¿Qué es primero, el desarrollo económico o los derechos políticos en las sociedades?
     Obviamente, el propósito de la obra no es responder a este potencialmente infinito número de preguntas, ni explicar la frecuente discrepancia ente las metas y la realidad. Ésta es la tarea del análisis que es posible realizar gracias a la disponibilidad de datos nuevos, como los proporcionados por este trabajo.
     Como resultado natural, cualquier investigación invita a la controversia. Especialmente en las ciencias sociales, las conclusiones de los estudios tienden a ser provisionales, y se mantienen hasta que se encuentra otra hipótesis mejor fundamentada, en ocasiones gracias a la generación de información nueva.
     Por eso, en la introducción de este libro, los autores nos alertan sobre la dificultad de identificar patrones muy precisos sobre los valores y las creencias. Correctamente, señalan que existen grandes diferencias entre los atributos de los países, lo que dificulta las comparaciones y predicciones.
     No obstante, identifican algunas regularidades básicas a partir de la información que sintetizan. Tal vez, la más clara sea la variación de los valores y creencias de acuerdo con el nivel de ingreso de la sociedad. Advierten que los países ricos tienden a parecerse culturalmente, como también lo hacen las naciones pobres.
     Esta asociación la encuentran coherente con las diferentes versiones de la llamada Teoría de la modernización, según la cual los cambios económicos, políticos y culturales tienden a ocurrir al mismo tiempo. La prosperidad económica suele coincidir con el mayor nivel educativo y el avance democrático, por ejemplo.
     Aunque reconocen el debate sobre si algunos cambios propician otros en esta evolución, los autores admiten que la congruencia entre las variaciones en los tres ámbitos mencionados tiene como tronco común la ampliación de las posibilidades de elección del ser humano.
     Advierten que el avance de la sociedad rebasa los medios materiales, y que ganan en importancia los valores del espíritu, como la autoexpresión, a medida que aumenta el progreso económico. Acertadamente, citan la hipótesis de la escasez relativa, piedra angular de la ciencia económica, como una herramienta útil para explicar la relevancia asignada a los diferentes valores.
     Así, en las sociedades agrarias lo más valioso es la subsistencia y la consecución de los alimentos, mientras que en las llamadas sociedades posmodernas, caracterizadas, entre otros factores, por una elevada esperanza de vida, aumenta la importancia de los valores del espíritu, como la lectura, el conocimiento y las actividades en el retiro laboral. De forma semejante, el elevado desempleo vuelve prioritaria la obtención de trabajo, y en un sistema con pocos días laborales las vacaciones adicionales son menos valoradas.
     En la descripción de la modernización tengo algunas diferencias de matiz con los autores. Caracterizan el paso de la sociedad moderna a la posmoderna como un cambio de los valores materiales a favor de los no materiales, como si ambos conjuntos fueran antagónicos. Sin embargo, más que una sustitución, se trata de una complementariedad creciente de los mismos en el anhelo del bienestar. El mayor desarrollo económico ha generado los medios materiales que aumentan la calidad de vida, y la posibilidad de disfrutar los bienes del espíritu. Estos avances, por otra parte, no significan un menor interés por lo material.
     Con este enfoque complementario puede leerse el mapa contemporáneo en el que los autores colocan a los países según dos dimensiones de la cultura, las percepciones sobre la autoridad y la supervivencia. Por ejemplo, los países más ricos tienden a concebir la autoridad según normas racionales, y preocuparse más por la autorrealización que los pobres. Esto es posible gracias a la creciente abundancia y mayor calidad de los bienes materiales como los electrodomésticos, los teléfonos celulares, las televisiones, las agendas electrónicas, las computadoras, etcétera.
     Una regularidad menos clara es el agrupamiento de las naciones, manteniendo su posición en el mismo mapa, según la religión. Las sociedades históricamente protestantes parecen valorar más la libre expresión que las de tradición católica. Sin embargo, la coincidencia de naciones ex comunistas, asociadas con una autoridad basada en normas, que son a la vez islámicas y, por tanto, favorables a una autoridad basada en la fe, es el caso de Azerbaiyán, complican la interpretación.
     Los agrupamientos de los países en el mapa cultural tal vez podrían ser más claros si se recurriera a un criterio político, como los orígenes de los sistemas jurídicos prevalecientes en los países. Así, se ha encontrado que, controlando por otros factores como el nivel de desarrollo y las divisiones etnolingüísticas internas, la tradición jurídica (ley común, código civil francés, código civil alemán, ley escandinava y ley socialista) es un determinante de importancia del crecimiento económico de las naciones, según proteja los derechos de propiedad. Incorporando estas variables, el tipo de religión predominante (protestante, católica, musulmana y otras) no resulta, por lo general, estadísticamente significativo.1
     Finalmente, los autores endosan cierta causalidad entre los cambios que caracterizan la modernización. Afirman que la cultura contribuye a la democracia más que al revés, y que el desarrollo económico propicia una nueva cultura a favor de la democracia.
     Sin embargo, en estos temas existe un amplio debate y las relaciones señaladas son difíciles de derivar a partir de los datos presentados. De hecho, algunos estudios empíricos han encontrado indicios de que la influencia entre el crecimiento económico y la democracia va en ambas direcciones.2
     Indudablemente, la información de este libro permite extender la investigación sobre éstas y otras interesantes cuestiones. Por otra parte, los autores no buscan cancelar el debate, y la tarea propuesta de ofrecer una magnífica base de datos se ha cumplido muy bien. –

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