Nos dio el gato y el tigre para que supiéramos la distancia entre lo que se puede tocar y lo intocable.
Quizás los conejos, para que no confundiéramos gato con liebre.
Al leopardo le debemos la belleza de la caza solitaria y los lobos fueron el don para que aprendiéramos a cazar en jauría. La red de la araña,
dicen los chinos,
nos la dio
para que aprendiéramos
a viajar por hilos de seda
y hacer sopa de nidos de golondrina.
Sin los animales
seguiríamos en la planicie de la especie.
¿Por qué nos hizo nacer?
¿Por qué nos devora?
Hay que darle las gracias,
sin preguntarse demasiado,
y bendecir a las presas
que pasan,
como pasaremos nosotros,
por su vientre. ~
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