Ilustraciรณn: Bela Renata

La ansiosa espera de dos velorios

Alberto Montaner analiza en este ensayo la extraรฑa simbiosis polรญtica e ideolรณgica entre Chรกvez y Fidel Castro, al tiempo que formula los posibles escenarios sin la presencia de ambos lรญderes.
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La Revoluciรณn cubana y la bolivariana cuelgan de dos precarios hilos. Uno es la muerte de Fidel. Nadie dentro o fuera de Cuba puede predecir quรฉ sucederรก en la isla cuando el caudillo cubano desaparezca y Raรบl solo dependa de su propia legitimidad para dirigir la dictadura. El otro es la muerte de Hugo Chรกvez. El venezolano es el รบnico arquitecto, junto a Fidel, de una alianza en la que Caracas subsidia copiosamente a su metrรณpolis a cambio de servicios de inteligencia, direcciรณn polรญtica, visiรณn ideolรณgica y misiรณn histรณrica, bajo la coartada de contingentes sanitarios y entrenadores deportivos.

 

URSS-Cuba: el modelo de dominio

Para entender las relaciones entre Venezuela y Cuba hay que conocer cรณmo fueron los vรญnculos entre la URSS y la isla durante tres dรฉcadas. Ese fue el modelo original.

Fidel decide insertarse en la historia mediante una revoluciรณn colectivista basada en el marxismo, y a combatir incesantemente a Estados Unidos y a sus “lacayos capitalistas” en todo el planeta. En ese momento tiene unos objetivos precisos, pero le falta un mรฉtodo de gobierno y un modo de lograr sus metas. Esto es lo que le proporcionarรกn los soviรฉticos.

En 1975, Cuba ya tiene un Partido Comunista y una constituciรณn calcados del modelo ruso, la policรญa polรญtica ha sido adiestrada por la KGB y la Stasi alemana, el paรญs forma parte del CAME, y la Revoluciรณn ha adoptado el modus operandi  de los satรฉlites de Moscรบ. Los cubanos, pues, viven the Russian way of life  y se sostienen, pese a la legendaria improductividad del sistema, gracias al subsidio soviรฉtico, entonces calculado en cinco mil millones de dรณlares anuales, sin contar los armamentos y los crรฉditos nunca satisfechos otorgados por los demรกs paรญses comunistas.

Poco despuรฉs, en 1979, Fidel, dominado por la euforia –ha triunfado en Angola, Etiopรญa y Nicaragua–, le comunica al historiador venezolano Guillermo Morรณn, de visita en La Habana, su convicciรณn de que en una dรฉcada รฉl estarรญa paseรกndose triunfalmente por Washington. El Caribe, ante la derrota total de Estados Unidos, serรญa el Mare Nostrum  cubano.

A principios de la dรฉcada de los noventa, todos esos sueรฑos se evaporaron. Sรบbitamente desaparecieron los satรฉlites europeos de Moscรบ, el subsidio soviรฉtico, la URSS y hasta la referencia ideolรณgica marxista, que pasรณ a ser una reliquia intelectual. Pero Fidel insistiรณ en la supremacรญa moral del marxismo-leninismo y en el fin eventual del corrupto Occidente capitalista.

De aquella รฉpoca son sus discursos en los que advierte que primero la isla se hundirรก en el mar antes que abandonar el comunismo, mientras propone a Cuba como vivero de la ideologรญa comunista: el paรญs quedarรญa como un fรณsil viviente de lo que fue el luminoso destino comunista, hasta que la especie recobre la cordura polรญtica y se curen las cicatrices de la traiciรณn moscovita a los ideales de la gran patria de los trabajadores. Cuando llegue esa gloriosa parusรญa roja, ahรญ estarรก el modelo cubano para el rearme polรญtico y moral del planeta.

 

Y en eso se aparece Hugo Chรกvez

En 1995, Hugo Chรกvez, amnistiado por el presidente Rafael Caldera tras el intento de golpe militar de 1992, que dejรณ varios centenares de muertos en las calles de Caracas, viaja a La Habana invitado por Fidel Castro.

El comandante cubano quiere vengarse de Caldera, quien ha recibido al lรญder opositor exiliado Jorge Mas Canosa. Los amigos de Castro, encabezados por Josรฉ Vicente Rangel, le sugieren que no le dรฉ esa legitimidad revolucionaria a quien no es otra cosa que un golpista, confuso y autoritario, mentalmente abducido por Norberto Ceresole, un fascista argentino antisemita, procedente del peronismo de izquierda, enamorado del “modelo libio” montado sobre la base de un caudillo supremo, un ejรฉrcito que le sirve de correa de transmisiรณn y una masa que lo acompaรฑa en la aventura mediante asambleas locales de ratificaciรณn de la voluntad del lรญder.

Fidel no les hace caso. A partir de ese primer contacto, Hugo Chรกvez, se subordina de manera creciente al liderazgo emocional e ideolรณgico de Fidel Castro y comienza a desechar el discurso islamofascista de Ceresole (eventualmente, acabarรก expulsรกndolo de Venezuela).

Fidel convence a Chรกvez de que la verdad รบltima estรก en el colectivismo marxista y en la necesidad de enterrar el imperialismo yanqui y a sus vasallos capitalistas, pero le advierte que todo eso hay que hacerlo lentamente y con sumo cuidado, porque los enemigos son muchos y muy poderosos. Fidel posee una visiรณn y una misiรณn y se la transmite a Chรกvez.

En 1999, Chรกvez, tras ganar las elecciones, comienza a gobernar a los venezolanos. Ya tiene el propรณsito de trasladar a su paรญs al “mar de la felicidad” en que flotan los cubanos, pero llega al poder dentro de las estructuras legales de una repรบblica convencional y ello le impone limitaciones a sus planes. Da inicio, eso sรญ, a la ayuda masiva a la isla y al intercambio de petrรณleo por mรฉdicos y tรฉcnicos sanitarios cubanos que prestarรกn labores sociales y montarรกn un esquema de gobierno asistencialista dirigido a conquistar al electorado a cualquier costo, sin reparar en las limitaciones econรณmicas del paรญs.

En abril de 2002 se produce el golpe contra Hugo Chรกvez. Entre los factores que contribuyeron a ese curioso desenlace estuvo la ayuda de Fidel. Febrilmente, en aquellas horas azarosas, el Mรกximo Lรญder se dedicรณ a tratar de coordinar algunos factores para salvar a su discรญpulo venezolano. Llegรณ al extremo de llamar al entonces presidente de Espaรฑa, Josรฉ Marรญa Aznar, para pedirle que intercediera por la vida de Chรกvez, algo que hizo el espaรฑol.

A partir de ese punto, Chรกvez se entrega totalmente en manos de Fidel Castro. Solo encuentra lealtad segura entre los cubanos. Durante los dรญas del golpe, hasta su mรกs รญntimo camarada de armas, el exteniente coronel Francisco Arias Cรกrdenas, lo acusa de asesino y corrupto y se suma a los golpistas. Cuando Chรกvez restablece su autoridad no toma represalias contra Arias Cรกrdenas. Lo asciende y calla. Es decir, otorga.

Chรกvez ya no confรญa en los venezolanos. No confรญa en sus militares ni en sus cuerpos de inteligencia. Tampoco en los empresarios a los que enriquece. Llegado el momento, cuando se enferme gravemente, no creerรก ni en los mรฉdicos venezolanos. Solo cree en Fidel Castro y en algo bastante evidente: dentro de la isla, el comandante cubano ha creado un fรฉrreo sistema de control a prueba de conspiraciones y un modo muy eficaz de proyectar la imagen de su gobierno. Es una dictadura implacable, pero el aparato de propaganda ha logrado que se perciba como un pequeรฑo y heroico paรญs enfrascado en una lucha titรกnica por ejercer la equidad distributiva enfrentado a un Estados Unidos empeรฑado en aplastarlo.

Chรกvez importa de Cuba esa “tecnologรญa represiva y propagandรญstica”. Es muy eficiente y es el principal legado de las relaciones entre la URSS y su satรฉlite caribeรฑo. La Seguridad cubana, experta en colocar micrรณfonos, escuchar telรฉfonos y filmar subrepticiamente, espรญa a militares, empresarios y polรญticos venezolanos, especialmente a los chavistas. Con esos informes se consolida la entrega de Chรกvez a Cuba. El venezolano se sabe rodeado de traidores potenciales. En realidad, corazรณn adentro, nadie lo respeta o teme en Venezuela. Cuba se lo subraya a Chรกvez constantemente para asegurarse su fidelidad a La Habana.

Fidel, ademรกs de atemorizantes informes de inteligencia, tambiรฉn le transmite a Chรกvez el proyecto revolucionario: con los petrodรณlares venezolanos y la misiรณn, visiรณn y metodologรญa soviรฉticas, ahora pasadas por La Habana y rebautizadas como “socialismo del siglo XXI”, Chรกvez heredarรก una revoluciรณn llave en mano por parte de los cubanos. Esa mercancรญa  les cuesta mucho dinero a los venezolanos.

Chรกvez y Castro, de manera inconsulta, estรกn incluso decididos a unir los dos paรญses. Para Chรกvez, la cubanizaciรณn de Venezuela es una manera de conservar el poder. Los petrodรณlares, por la otra punta, son para Cuba la garantรญa de supervivencia econรณmica sin necesidad de hacer unas reformas que acabarรญan por barrer del mapa a la nomenklatura  que ordena y manda.

Los dos lรญderes, incluso, ponen a trabajar a varios abogados en la adecuaciรณn legal de ambos Estados para intentar ese difรญcil apareamiento. Son dos especies parecidas, pero diferentes. Hay resistencia al plan. El aparato cubano de poder no reaccionรณ bien cuando el entonces vicepresidente cubano Carlos Lage, a fines de 2005, anunciรณ en Caracas que la isla tenรญa dos presidentes: Fidel Castro y Hugo Chรกvez. Para los venezolanos tambiรฉn era una uniรณn incรณmoda. El 80% de esa sociedad, incluidos muchos chavistas, no estรก interesado en subsidiar la improductividad legendaria de los cubanos bajo el comunismo. A los venezolanos no les gusta regalar su plata a una naciรณn en la que mรกs del 30% vive en la pobreza. Incluso, cuando les preguntan a los venezolanos si quieren un sistema como el de Cuba, tambiรฉn lo rechazan abrumadoramente.

 

Rebeliones intestinas

Ese panorama comenzรณ a cambiar el verano de 2006. Hasta ese momento, cuando se hablaba de “rebeliones intestinas”, se trataba de una metรกfora que describรญa las conspiraciones polรญticas domรฉsticas. Pero en julio y agosto de ese aรฑo la frase se convirtiรณ en una descripciรณn real: los intestinos de Fidel Castro, aquejados de divertรญculos, entraron en crisis y por poco lo matan.

Irรณnicamente, en el verano del 2011 su discรญpulo Chรกvez, con solo 57 aรฑos, pasarรญa por un episodio parecido, pero mucho mรกs grave. Se trataba de un cรกncer, aparentemente desarrollado en el colon y fatalmente extendido a otros รณrganos y zonas de su organismo. Asรญ, los planes del “socialismo del siglo XXI”, acaudillados por Chรกvez y bendecidos por Fidel Castro, queden quizรก abocados a desaparecer como consecuencia de la muerte cercana de sus dos รบnicos protagonistas.

 

Siete consecuencias de la posible muerte de Chรกvez en las relaciones cubano-venezolanas

En efecto, tras la muerte de Chรกvez, cualquiera que ocupe Miraflores, incluso si se trata de un chavista, entenderรก que la subordinaciรณn a Cuba y la entrega de cuantiosos subsidios a esa isla carece totalmente de sentido. ¿Por quรฉ? Por varias razones:

Primero: No se trata de un pacto entre estados o entre partidos, sino un vรญnculo personal surgido de las peculiares relaciones entre dos caudillos. Esos nexos no son transferibles.

Segundo:Para Hugo Chรกvez, ponerse en manos “de los cubanos” tal vez tenรญa cierto sentido prรกctico. Fue en esa alianza donde encontrรณ alguna seguridad para sustentar su gobierno. Para su heredero, estas relaciones de dependencia carecen de sentido y no agradecerรก la presencia en el paรญs de un servicio de inteligencia extranjero espiando a los venezolanos.

Tercero:Es posible que Cuba, en una primera fase, se convierta en el gran elector del sucesor de Chรกvez, pero la consecuencia oculta de esa decisiรณn es que habrรก media docena de venezolanos importantes, dotados de capacidad para intrigar, agraviados por la excluyente decisiรณn de La Habana. Esos venezolanos preteridos por los Castro serรกn una fuente permanente de agitaciรณn.

Cuarto:Los venezolanos, chavistas y antichavistas, son nacionalistas y les irrita que unos extranjeros se conviertan en los grandes รกrbitros de la polรญtica nacional. Cualquier lรญder (insisto: chavista o antichavista) que esgrima la causa nacional frente a la injerencia extranjera tendrรก un fuerte apoyo de las masas y el gobierno cubano no tendrรก la menor posibilidad de evitarlo.

Quinto:Hay dos maneras de que un poder extranjero ejerza su dominio sobre otra naciรณn, como ocurre en la Venezuela de Hugo Chรกvez. Una de ellas es porque existe un caudillo todopoderoso que lo permite y estimula. La otra, como sucedรญa en los paรญses satรฉlites de la URSS, porque el Ejรฉrcito Rojo era capaz de aplastar cualquier expresiรณn de independencia, como sucediรณ en la Alemania comunista en 1953, en Hungrรญa en 1956 y en Checoslovaquia en 1968 durante la “Primavera de Praga”. Cuba, especialmente bajo Raรบl Castro, no tiene la fuerza, la capacidad o la voluntad que se requiere para ejercer ese papel imperial.

Sexto:La manera mรกs sencilla de ponerle fin al oneroso trato econรณmico dado a Cuba es exigir que la isla pague sus deudas. Al fin y al cabo, es asรญ como los chinos se relacionan con la dictadura. Es posible que Pekรญn tengan simpatรญas ideolรณgicas, pero los negocios son los negocios.

Sรฉptimo: Cuando se produzca el fin del subsidio venezolano a Cuba, miles de cubanos tendrรกn que regresar a su paรญs. Algo parecido ya sucediรณ a principios de los aรฑos noventa con varios millares de estudiantes y trabajadores que vivรญan en la URSS y en otros paรญses comunistas que abandonaron el sistema. Muchos optaron por quedarse en Europa y, poco a poco, la mayor parte logrรณ emigrar a Estados Unidos. Es presumible que un buen nรบmero de los cubanos que estรกn en Venezuela elija quedarse en el paรญs y cortar las amarras con Cuba.

Cuando tal cosa ocurra y Cuba sufra la pรฉrdida del inmenso subsidio venezolano, para los cubanos serรก como un dรฉjร  vu. La sociedad volverรก a principios de la dรฉcada de los noventa, cuando la URSS eliminรณ su ayuda a la isla y el consumo disminuyรณ un 50%. En ese punto, Raรบl Castro deberรก decidir si continรบa insistiendo en el disparate comunista de partido รบnico, dictadura policiaca y planificaciรณn estatal, o si acaba de enterrar de una vez ese engendro. Si su hermano estรก vivo, probablemente vete los cambios que el paรญs necesite. Si ya ha muerto, tal vez (nadie puede asegurarlo) se imponga el sentido comรบn. ~

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(La Habana, 1943) es periodista y ensayista. En 2010 recibiรณ el Premio Juan de Mariana en defensa de la libertad. Su libro mรกs reciente es la novela La mujer del coronel (Alfaguara, 2011).


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