La negaciĆ³n del Holocausto

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La
negaciĆ³n del Holocausto judĆ­o por parte de los cĆ­rculos
del extremismo de derecha en Europa parte de la necesidad de
reescribir la historia para justificar, de una u otra forma, las
polƭticas del Estado nacionalsocialista alemƔn durante
ese periodo, de manera tal que sea posible rescatar algunos de sus
postulados para introducirlos como parte del debate nacional en la
Europa unificada. Aquellos que perciben como indispensable la
reafirmaciĆ³n de los nacionalismos locales, frente al fenĆ³meno
de integraciĆ³n polĆ­tica, econĆ³mica y social del
viejo continente, requieren reivindicar las acciones del
totalitarismo alemƔn en tƩrminos de sus propuestas de
crecimiento, superioridad en todos sentidos, y capacidad de liderazgo
internacional.

Para
esta propuesta de reconstrucciĆ³n histĆ³rica resulta
imposible conciliar la ā€œgrandeza del nazifascismoā€ con un proceso
sistemĆ”tico de aniquilaciĆ³n de una minorĆ­a
Ć©tnica, cultural y religiosa, como lo era el judaĆ­smo
europeo. Es por ello que este tipo de planteamiento requiere hacer
desaparecer de la memoria histĆ³rica la ā€œShoahā€
(destrucciĆ³n del mundo judĆ­o) no tanto por las
expresiones de antisemitismo racial que conlleva, sino por las
consecuencias prƔcticas en tƩrminos de la existencia de
campos de exterminio cuyo funcionamiento no puede ser justificado de
ninguna manera. Auschwitz no puede existir como una creaciĆ³n
de la cultura europea, y por lo tanto nunca operĆ³ como campo
de muerte, dirĆ­an los abanderados del revisionismo histĆ³rico.

Es
mĆ”s, el discurso de la negaciĆ³n del Holocausto en la
Europa posterior a la caĆ­da del Muro de BerlĆ­n intenta
minimizar las consecuencias de la presencia judĆ­a en la Europa
de hoy, para atender problemas relacionados con las nuevas ā€œminorĆ­as
peligrosasā€ que amenazan la existencia misma de una ā€œEuropa para
los europeosā€. Y es que mĆ”s allĆ” de la
interiorizaciĆ³n del antisemitismo en la cultura europea en
distintos niveles, el aumento de inmigrantes musulmanes provenientes
de Asia y Ɓfrica se presenta como el peligro mƔs
importante en este momento por sus dimensiones demogrƔficas e
ideolĆ³gicas, y ha llegado a sustituir al antisemitismo
tradicional como el agente destructor del mundo europeo. Negar el
Holocausto judĆ­o para legitimar la expulsiĆ³n de
musulmanes sin consideraciĆ³n alguna es la consigna.

La
gran paradoja que presenta este fenĆ³meno es que, a la par del
reforzamiento del movimiento xenĆ³fobo europeo negador del
Holocausto, se ha ido construyendo un espejo con caracterĆ­sticas
semejantes en el mundo musulmĆ”n. Como sucede comĆŗnmente,
los extremos se juntan, y de esta forma la extrema derecha europea se
une al fundamentalismo islĆ”mico en el objetivo comĆŗn de
desconocer el exterminio judƭo de los aƱos 39 al 45. No
importa que los ultras europeos vean al islam en su conjunto como una
amenaza, y los fundamentalistas consideren a Occidente un enemigo por
destruir fĆ­sica e ideolĆ³gicamente. Los dos se
encuentran en ese absurdo histĆ³rico destinado a borrar de la
memoria universal el genocidio mƔs brutal y extenso que se
conozca.

El
fundamentalismo islƔmico logra llegar al poder a travƩs
de la revoluciĆ³n que en 1979 derroca al sha Muhamed Reza
Palevi en IrƔn y establece un Estado teocrƔtico
dirigido por el ayatola Jomeini. Esta corriente polĆ­tica del
Medio Oriente pretende erradicar cualquier vestigio de cultura
occidental por considerarla parte de una herencia colonial que debe
ser desterrada en su totalidad. AdemƔs, como consecuencia de
una interpretaciĆ³n literal del CorĆ”n, el
fundamentalismo islĆ”mico no permite adecuaciĆ³n alguna
ante la modernidad, y la separaciĆ³n entre lo pĆŗblico y
lo privado se vuelve inexistente como corresponde a un rƩgimen
totalitario.

Con
la derrota de las corrientes reformistas dentro del fundamentalismo
iranĆ­ en los Ćŗltimos aƱos, se reforzĆ³ la
tendencia hacia un mayor radicalismo en la figura del presidente
Mahmud Ahmadineyad. Un hombre formado en el primitivismo religioso
extendido al pensamiento polĆ­tico, lleva a sus Ćŗltimas
consecuencias el postulado fundamentalista segĆŗn el cual no
existe espacio en el Medio Oriente para una naciĆ³n que no sea
musulmana. De ahĆ­ la agresiĆ³n constante contra Ć”rabes
cristianos y principalmente contra un Estado judĆ­o que, en su
concepciĆ³n, se presenta como un ente externo, daƱino y
letal para la identidad musulmana.

Con
las diferencias propias de ser una expresiĆ³n islĆ”mica,
el fundamentalismo encuentra un sinnĆŗmero de puntos de
contacto con la ideologĆ­a del nacionalsocialismo. Los judĆ­os
son elementos externos y contrarios al islam y, por lo tanto, su
erradicaciĆ³n se ubica en el contexto de la ā€œguerra gantaā€,
asĆ­ como el racismo alemĆ”n definĆ­a ā€œel
problema judĆ­oā€ en tĆ©rminos semejantes, y encontraba
en la ā€œsoluciĆ³n finalā€ una alternativa de exterminio
masivo. La diferencia estƔ dada bƔsicamente en el hecho
de que, mientras el nazismo hitleriano se referĆ­a a la
necesaria desapariciĆ³n de la ā€œraza judĆ­aā€, el
fundamentalismo islĆ”mico hace alusiĆ³n a la
indispensable ā€œdisoluciĆ³n de la entidad sionistaā€, con
referencia al proyecto de largo plazo cuyo objetivo es la destrucciĆ³n
de Israel. Diferencias histĆ³ricas y similitudes ideolĆ³gicas
entre el totalitarismo nazifascista y el islƔmico.

Todo
esto en el marco de un proceso de rearme por parte del gobierno
iranĆ­, con la intenciĆ³n explĆ­cita de desafiar a
Occidente e iniciar una estrategia de fortalecimiento de su posiciĆ³n
en el Medio Oriente, ante la debacle iraquĆ­, y el crecimiento
cada vez mƔs acelerado del fundamentalismo en sectores
populares del mundo Ɣrabe y musulmƔn. La convocatoria
de una Conferencia para ā€œdesmentirā€ el Holocausto en TeherĆ”n
se ubica en esta tĆ³nica de confrontaciĆ³n con Occidente,
cuyo objetivo es mostrarse como el reconstructor de la historia y el
representante Ćŗnico de los intereses del mundo musulmĆ”n
en la regiĆ³n. Culpar a Occidente de todos los males de la
humanidad y especĆ­ficamente del infortunio de las masas
musulmanas es la parte primordial del discurso.

Y
es que, en el tema de la negaciĆ³n del Holocausto, convergen
desde la ultraderecha estadounidense del Ku Klux Klan hasta los
representantes del revisionismo histĆ³rico europeo, pasando por
el propio fundamentalismo islƔmico. Por ello estos tres grupos
aparecieron en la Conferencia sobre el Holocausto en TeherƔn,
anulando sus enormes diferencias con respecto a la relaciĆ³n
entre Oriente y Occidente, en donde todos asumen posiciones
excluyentes que impedirĆ­an la coexistencia pacĆ­fica
incluso entre ellos mismos.

Para
el fundamentalismo islĆ”mico, la creaciĆ³n del Estado de
Israel es producto de una conspiraciĆ³n surgida desde Occidente
con la finalidad de introducir una cuƱa capaz de penetrar y
destruir el mundo musulmƔn en su conjunto. El argumento de
Ahmadineyad se muestra en este sentido lleno de contradicciones. Por
un lado establece la inexistencia del Holocausto, por lo cual no
habrĆ­a razĆ³n para la creaciĆ³n del Estado judĆ­o,
y por otro asume que es responsabilidad de los paĆ­ses europeos
solucionar la situaciĆ³n de sus judĆ­os afectados por las
persecuciones nazis, para entonces proceder a desmantelar a Israel.
Intenta demostrar que no existieron campos de exterminio, pero al
mismo tiempo culpa a los europeos y a los estadounidenses de haber
impulsado la migraciĆ³n de sobrevivientes hacia Palestina.

El
totalitarismo islƔmico de Ahmadineyad expresa, como todo
discurso de este tipo, una serie de contradicciones que sirven para
usar cada pieza oratoria en funciĆ³n del pĆŗblico al que
se dirija. AsĆ­ puede hablar de la destrucciĆ³n de Israel
ante las masas que lo aclaman, mientras en foros internacionales
utiliza el tĆ©rmino de ā€œdisoluciĆ³n de la entidad
sionistaā€ al estilo de la UniĆ³n SoviĆ©tica; y al
defender su polĆ­tica de desarrollo de la energĆ­a
nuclear, insiste en que jamƔs producirƔ armamento de
este tipo para atacar a Israel, a menos que sea agredido por otra
potencia. La misma adecuaciĆ³n que la retĆ³rica
hitleriana fue construyendo en funciĆ³n del momento polĆ­tico,
pero siempre bajo la lĆ³gica de un proyecto de expansiĆ³n
territorial y de exterminio de sus enemigos reales o ficticios.

En
la mentalidad fundamentalista islƔmica, la idea de la
desapariciĆ³n del contrario se legitima en funciĆ³n de
conceptos vinculados con la lectura ahistĆ³rica del CorĆ”n,
y la extrapolaciĆ³n de costumbres y valores aceptables en el
mundo antiguo, pero que en la actualidad significan el retorno a la
barbarie y a una guerra de exterminio. El cuestionamiento sobre la
existencia de un genocidio judĆ­o no es, en esta concepciĆ³n
del mundo, un intento por defender a la civilizaciĆ³n
occidental por crĆ­menes que, segĆŗn su razonamiento, no
se produjeron. Se trata de anular un argumento que pudiera justificar
la existencia propia de un Estado judĆ­o en la regiĆ³n.
Es decir, si no hubo Holocausto, no tiene porque existir Israel, y
por lo tanto su destrucciĆ³n es legĆ­tima, aunque esto
implique necesariamente un nuevo genocidio.

En
este sentido, podrĆ­amos encontrar un paralelismo entre la idea
de una ā€œsoluciĆ³n finalā€ formulada por el nazismo, y la
propuesta de ā€œguerra santaā€ que el fundamentalismo islĆ”mico
propone para hacer desaparecer del mapa a sus enemigos. Ambas
interpretaciones legitiman aniquilar al adversario, y la dominaciĆ³n
de una cultura considerada como una verdad absoluta, sin dudas ni
cuestionamiento alguno.

La
necesidad de insistir, a travĆ©s de pruebas histĆ³ricas
irrefutables, en que el mundo europeo fue capaz de exterminar a seis
millones de personas por el sĆ³lo hecho de ser judĆ­os
sigue siendo un llamado de advertencia frente a totalitarismos que,
en pleno siglo XXI, pretenden hacer del genocidio una prƔctica
legƭtima en el marco de regƭmenes de carƔcter
teocrƔtico, cuya amenaza al mundo entero es real. ~

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