¿Quiรฉn, con total cordura, se atreverรญa a pensar que alguno de nuestros comportamientos estรกn determinados genรฉticamente? Que al sonreรญr se me dibuje una mueca similar a la de mi abuela no implica que las mismas cosas nos causen gracia, enojo, o que tengamos los mismos intereses. Hace unos aรฑos, un estudio de la Universidad de Rice trataba de demostrar que las inclinaciones polรญticas tienen un fuerte componente genรฉtico. Al medir las diferencias de ideologรญa encontraron que entre gemelos las posturas ideolรณgicas concordaban un tercio mรกs de las veces que entre hermanos. El problema fue que no compararon las tendencias polรญticas de gemelos que crecieron separados. Por ejemplo, quรฉ habrรญa sido de Barbara y Jenna Bush si alguna de ellas hubiera crecido en Cuba. ¿Lucirรญa camisetas del Che?
A pesar de esto y evitando la cautela caracterรญstica de los cientรญficos, dirรญa que sรญ existen comportamientos determinados genรฉticamente. Lo descubrรญ circunstancialmente al estudiar los ritmos circadianos de las moscas de la fruta, una de las adaptaciones comportamentales mรกs antiguas. Y es que, desde que la Tierra es Tierra y gira sobre sรญ misma, la fauna y flora se adaptaron a sus revoluciones. Y sรญ, este comportamiento cรญclico estรก en nuestros genes, se hereda. No significa que nuestro adn tenga incrustado un reloj interno aferrado a seguir los giros diarios con la precisiรณn e inmutabilidad de un reloj atรณmico. Nuestros estados fรญsicos y anรญmicos modulan las oscilaciones dรญa-noche, pero de estar encerrados por meses en un cuarto oscuro, llevarรญamos naturalmente ritmos de veinticuatro horas. Sin saberlo, mis estudios coincidรญan de alguna manera con las ideas de Sociobiologรญa del gran entomรณlogo E. O. Wilson, quien sostiene que diferencias comportamentales y culturales podrรญan encontrarse en los genes. En mi caso tan solo se trata de una ciclicidad que incluso tienen las apolรญticas plantas.
En su reciente libro, Una herencia incรณmoda. Genes, raza e historia humana (Ariel, 2014), Nicholas Wade, reportero cientรญfico con una respetada carrera en The New York Times, lleva al extremo las ideas de Wilson. Segรบn Wade el genoma no solo influye en la cultura y el comportamiento sino que define las razas y las diferencias entre las sociedades humanas. Tales afirmaciones han causado revuelo en la comunidad cientรญfica y han llevado a que decenas de especialistas publiquen una carta negando que una reciente selecciรณn natural sea la causa de diferencias humanas de coeficiente intelectual, desarrollo econรณmico o instituciones polรญticas.
La premisa del libro de Wade es muy interesante: la ciencia no se atreve a tocar el tema tabรบ de la raza, pero la revoluciรณn genรณmica y los enormes volรบmenes de informaciรณn que genera abren la posibilidad de afrontar la cuestiรณn. El problema es que Wade, lejos de explorar los resultados cientรญficos, hace de su libro una guerra ideolรณgica en todos los niveles. Contrapone la importancia que da el historiador Francis Fukuyama a la naturaleza humana para el desarrollo de las sociedades con la premisa geogrรกfica de Jared Diamond, las ideas de E. O. Wilson con las de los naturalistas Stephen Jay Gould y Richard Lewontin. Ademรกs acusa a Steven Pinker de cobardรญa por no admitir que la principal conclusiรณn de su libro Los รกngeles que llevamos dentro –la disminuciรณn global de la violencia en los รบltimos diez mil aรฑos– se debe a una selecciรณn natural de genes pacificadores. Wade no es el primero en caer en la trampa del determinismo genรฉtico-racial. James D. Watson, descubridor de la estructura del adn, declarรณ que basta abrir los ojos para ver que las razas existen. Por fortuna, Watson se retractรณ de inmediato.
La bรบsqueda de raรญces genรฉticas para comportamientos sociales es un tema polรฉmico. No se trata de negar su existencia, pues se han inducido mutaciones en moscas para copiar los efectos del Parkinson, el alcoholismo o el insomnio. La misma hipรณtesis chomskiana de la existencia de una gramรกtica universal innata implica orรญgenes genรฉticos del lenguaje. El acertijo es entender cรณmo las complejas interacciones con el medio ambiente han moldeado la arcilla genรฉtica y han provocado adaptaciones. Existe el famoso caso del oso panda que, ante la necesidad de sostener las ramas de bambรบ, transformรณ una excrecencia รณsea en un pulgar extra.
Se cuentan con los dedos de la mano los rasgos donde un solo gen diferencia una supuesta raza de otra: forma de los dientes, color de piel, cabello, viscosidad de la cerilla, intolerancia a la lactosa o resistencia a la malaria. Otros rasgos, incluyendo los comportamentales, podrรญan ser determinados por cientos de genes pero hasta ahora la genรณmica no ha podido encontrarles pies o cabeza.
A pesar de aceptar esta falta de evidencia, Wade insiste que en los รบltimos cincuenta mil aรฑos la selecciรณn natural explica el origen de las razas. Para รฉl la existencia biolรณgica de razas se sustenta en que en el componente racial subyace 15% de la variabilidad genรฉtica entre individuos. En un alarde puro de sociobiologรญa concluye que incluso los diferentes tipos de gobierno son producto de la selecciรณn natural. Asรญ la democracia no funciona en รfrica –o, para el caso, en Amรฉrica Latina–, porque no ha habido suficiente presiรณn evolutiva para alejarse de la organizaciรณn tribal. Es una suerte que los hermanos argentinos con sus genes europeos nos hayan hecho el favor de probar lo contrario.
Mรฉxico, sin duda otro paรญs racista, es buen ejemplo de que la raza es universal. Si como dice Wade las variaciones genรณmicas concuerdan con la distribuciรณn geogrรกfica de las razas en los cinco continentes, ¿cรณmo es posible que un estudio reciente muestre que el genoma mexicano es de los mรกs diversos del mundo y que la distancia genรฉtica de 13.6% entre seris y lacandones sea tan grande como entre chinos y europeos? Si la rama mexicana es tan extensa como el รกrbol de las razas, el รกrbol no existe, las razas no existen. La mueca que viene de mi abuela chichimeca no conlleva la razรณn de mi sonrisa. ~
Vive en Nueva York con el corazรณn en Mรฉxico, estudiรณ fรญsica en la UNAM y es Doctor en Biologรญa por la Universidad Rockefeller.