Bernard Lewis comenzรณ a impartir clases sobre el Oriente Medio en 1938, cuando el Oriente Medio estaba lejos de convertirse en el polvorรญn teolรณgico-polรญtico que es hoy. Desde entonces, con el solo parรฉntesis de la Segunda Guerra Mundial, ha dedicado su vida a estudiar el mundo musulmรกn en todas sus facetas, primero en la Universidad de Londres, en su nativa Inglaterra y, a partir de 1974, en la Universidad de Princeton, en Nueva Jersey.
En la revista Vuelta, Octavio Paz y sus colaboradores no fuimos indiferentes a la vuelta histรณrica —la revuelta— del islam. La vimos con una suerte de fascinaciรณn y temor. En el รกmbito espiritual, parecรญa una crรญtica necesaria a la vacuidad posmoderna y una reafirmaciรณn del misterio de la condiciรณn humana, pero representaba tambiรฉn, en lo polรญtico, una peligrosรญsima reapariciรณn del virus totalitario por una vรญa aรบn mรกs profunda que la ideologรญa: la religiรณn. Para arrojar luz sobre el tema, en 1982 publicamos un ensayo de Bernard Lewis que se harรญa justamente cรฉlebre: "El retorno del Islam". (Vuelta 64, marzo de 1982). Partiendo de la centralidad y universalidad del factor religioso por sobre cualquier otro (รฉtnico, nacional, ideolรณgico) en la identidad colectiva de los paรญses de Oriente Medio, Lewis hacรญa un cuidadoso recuento de los sucesivos y crecientes movimientos radicales islรกmicos del siglo XIX y XX, y sostenรญa que el islam podรญa convertirse en una fuerza polรญtica de considerable alcance por poco que apareciese un poder capaz de galvanizar al pueblo adepto: "El islam es en principio una religiรณn de poder y es justo y normal, dentro de la concepciรณn musulmana del mundo, que el poder sea detentado por ellos y sรณlo por ellos […] hay que recordar que la comunidad islรกmica estรก todavรญa por reponerse de la รฉpoca traumรกtica en la que los gobiernos y los imperios musulmanes fueron derrocados —y los pueblos del islam sometidos— por la fuerza a la autoridad de extranjeros impรญos."
Lewis fue un profeta respetado pero desoรญdo, incluso cuando publicรณ ese texto que se tradujo a varios idiomas. De pronto, el 11 de septiembre de 2001 (dรญa en que comenzรณ el siglo XXi) su nombre resonรณ en los medios de muchos paรญses. Esta sรบbita celebridad entraรฑaba una paradoja: con algunas excepciones, los medios acadรฉmicos de Occidente (sobre todo en Estados Unidos) habรญan derrochado recursos en el estudio de la Uniรณn Soviรฉtica con la consigna de "conocer al enemigo", sรณlo para darse cuenta que la Guerra Frรญa (que, por fortuna, nunca estallรณ) habรญa sido a fin y al cabo una lucha interna de Occidente y que una amenaza mayor, inadvertida en medios acadรฉmicos y de inteligencia, habรญa crecido a la sombra del mundo islรกmico. Lewis, conocedor de la cultura islรกmica (de su literatura y sus artes, de su historia y su sociedad), vio con claridad esa tendencia inquietante. Ademรกs de excelente traductor de textos clรกsicos, habรญa publicado una veintena de libros, impartido innumerables cursos y dirigido varias tesis. El reconocimiento como scholar lo tuvo siempre; la reivindicaciรณn como profeta del desastre le llegรณ tarde y รฉl, por supuesto, habrรญa preferido no recibirla.
Una sofocante maรฑana de agosto viajรฉ al campus de Princeton a conocerlo. Hablamos en su pequeรฑo cubรญculo del Jones Hall, rodeados de edificios de estilo medieval. Lewis es un hombre suave, cortรฉs y reservado. Un inglรฉs en tierra yanqui. No ha perdido la pronunciaciรณn ni la ironรญa. Me intriga su vocaciรณn, el estudio amoroso de una cultura que de pronto se vuelve contra la propia (la cultura de quien la estudia, en el sentido de una frase macabra que circulรณ alguna vez en el mundo musulmรกn: "Primero la gente del sรกbado, despuรฉs la del domingo"). Le pregunto cรณmo se interesรณ en los estudios รกrabes, pero ataja la vรญa biogrรกfica: "Prefiero no personalizar." Su vida son sus libros y sus ideas. Ellas son la sustancia de nuestra conversaciรณn.
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Enrique Krauze: Si usted hubiera tenido lectores mรกs atentos y pertinentes en Occidente, quizรกs el conflicto que vivimos se habrรญa previsto —o al menos se habrรญa visto— de manera distinta. Allรญ estaban todos los avisos, aun antes del arribo de Jomeini. Pero me interesa saber algo sobre sus lectores en los paรญses รกrabes.
Bernard Lewis: Varios libros mรญos se han traducido al รกrabe y al persa; se han publicado en paรญses รกrabes y en la Repรบblica Islรกmica de Irรกn. Hace algunos aรฑos escribรญ un libro sobre los ashishin [la tribu de cuyo nombre proviene la palabra "asesino"] que se tradujo tres veces al รกrabe. ¿Quรฉ tan amplio es ese pรบblico lector? No hay modo de saberlo. Sin embargo, la cantidad de libros publicados es bajรญsima. No sรฉ si usted vio el reporte de Naciones Unidas sobre el desarrollo humano. Segรบn ese estudio, la cantidad de libros traducidos y publicados en todo el mundo รกrabe es extraordinariamente escasa; incluso, comparada con la de los mรกs pequeรฑos paรญses europeos, el nรบmero de libros traducidos para todo el mundo de lengua รกrabe es cinco veces menor que la de los libros traducidos en Grecia. Es casi nula su curiosidad por el mundo exterior.
EK: Al revรฉs de lo que ocurriรณ en el siglo XIX, y sobre todo en la Edad Media…
BL: En efecto. Una de las diferencias mรกs notables se encuentra en la ciencia. Durante la Edad Media, el mundo islรกmico tuvo un avance mucho mรกs amplio que el europeo. Los europeos acudรญan a las naciones islรกmicas para estudiar. Traducรญan los libros รกrabes al latรญn. Luego, la balanza cambiรณ. Conforme avanzaba la ciencia, la investigaciรณn y el estudio se desarrollaron mรกs en la Europa cristiana y se estancaron en el mundo musulmรกn. Cuando los europeos estuvieron retrasados, fueron a aprender con los musulmanes, pero cuando los musulmanes se retrasaron no buscaron aprender de los cristianos.
EK: Su libro mรกs reciente, What went wrong?, alude a una falla cardinal en el mundo islรกmico, una falla en el acceso a la modernidad. ¿Podrรญa referirnos dรณnde estuvo esa falla?
BL: Resulta a veces muy difรญcil desbrozar entre las causas, los sรญntomas y los efectos. Sin embargo, creo que podemos hacer una lista de asuntos, aunque sea en desorden. Yo dirรญa que la falla principal es el trato a las mujeres. Si se observan las diferencias entre la civilizaciรณn cristiana y la musulmana, el contraste mรกs notable y dramรกtico entre ambas es el trato dado a las mujeres. Y esto afecta a todos y cada uno de los individuos de una sociedad. Las mujeres constituyen la mitad de la poblaciรณn y son, por supuesto, las madres de la poblaciรณn entera, incluyendo a la otra mitad. La posiciรณn de las mujeres afecta pues a todos los individuos. Este dato le va a divertir: en el siglo XVII hubo un embajador marroquรญ en Espaรฑa que se mostraba sumamente sorprendido por la liberalidad de las costumbres entre las mujeres espaรฑolas y la ausencia de los celos masculinos, ¡y era la Espaรฑa del siglo XVII! ¿Se imagina lo que habrรญa dicho de Versalles, por ejemplo? Ahora bien, como problema de trรกnsito a la modernidad fue visto por primera vez, que yo sepa, a mediados del siglo XIX, con un artรญculo de un escritor turco —en 1867 si no mal recuerdo— en el que se decรญa que el principal motivo de su retraso era el trato que daban a las mujeres. Luego se extiende sobre el asunto y termina con una metรกfora sorprendente: dice que, comparada con Occidente, su sociedad era como un cuerpo humano paralizado de un lado, un hemiplรฉjico. Una estupenda imagen. De modo que, si buscamos una causa en particular, creo que รฉsta es: si bien no la รบnica, sรญ la primordial.
EK: Otra, segรบn se desprende de sus libros, es la relaciรณn entre la religiรณn y el Estado, la difรญcil secularizaciรณn en ese mundo sacralizado.
BL: En efecto. Es algo que los musulmanes jamรกs han puesto en tela de juicio.1 Hay acaso una explicaciรณn. Todas sus guerras religiosas se libraron contra enemigos no islรกmicos, los infieles de la "Casa de la guerra". En cambio, los cristianos hicieron guerras de religiรณn en contra de otros cristianos. Y ahรญ estรกn las conflagraciones de la cristiandad: primero entre catรณlicos y ortodoxos, luego entre catรณlicos y reformadores protestantes. Cientos de aรฑos en guerras, hasta que al fin dijeron: "Basta, tenemos que hacer algo." Y surgiรณ la idea de la separaciรณn entre la Iglesia y el Estado, para proteger al Estado de las interferencias religiosas y a la Iglesia de la interferencia estatal. Pero los musulmanes no tuvieron que hacer esta distinciรณn porque ni siquiera se plantean la cuestiรณn. Si hace siglos alguien hubiera propuesto a los musulmanes la separaciรณn entre la Iglesia y el Estado, ellos habrรญan respondido que รฉse era un remedio cristiano para una enfermedad cristiana y que no es un problema que les incumba.
EK: En Islam and the West, usted sostiene la necesidad de un remedio cristiano para una enfermedad universal. En su Tratado teolรณgico polรญtico (1670), Spinoza dijo al respecto que "un gobierno no debe prescribir a cada uno lo que debe aceptar como verdadero y rechazar como falso, y las creencias que cada uno debe profesar para satisfacer el culto de Dios. Todas estas cosas son el derecho propio del individuo que aunque quisiera enajenarle no podrรญa".
BL: Sรญ, allรญ estรก el origen.
EK: Pero entonces, ¿cรณmo explicarles la necesidad del remedio? Los mรกs liberales entre ellos ¿entienden el problema?
BL: Claro que sรญ, con frecuencia. Particularmente en Turquรญa y en Irรกn. Ambos son estados soberanos y nunca han sido gobernados por poderes externos, de modo que para ellos los temas del imperialismo y del nacionalismo carecen de importancia. Fueron gobernados por compatriotas turcos e iranรญes y, por tanto, pueden ir directamente a sus asuntos internos sin distracciones ni intervencionismos externos. Son estados soberanos de tiempo atrรกs. Por eso creo que el pensamiento mรกs claro y las discusiones mรกs francas se pueden dar con los turcos y los iranรญes. Entre ellos han discutido estas cuestiones y han llegado a dos respuestas. La turca es la de la separaciรณn entre el Estado y la religiรณn, la libertad de las mujeres y la adopciรณn del sistema democrรกtico; la otra, la soluciรณn dada por los actuales gobernantes de Irรกn (porque yo no la llamarรญa soluciรณn iranรญ), es exactamente la contraria. Los turcos dijeron: "Necesitamos modernizarnos mรกs"; los iranรญes: "Padecemos un exceso de modernizaciรณn. Nos hemos dejado llevar por el corrupto Occidente, hemos abandonado nuestra civilizaciรณn y necesitamos restaurarla" —y esto aparece en distintas formas: la de Bin Laden, la de Jomeini, etcรฉtera: una serie de versiones que ahora, de manera no del todo adecuada, llamamos fundamentalismo.
EK: En su ensayo "Coexistencia religiosa y secularismo", usted parece trazar un perfil histรณrico del islam como una religiรณn relativamente tolerante, de estructuras horizontales, no jerรกrquicas. ¿Cรณmo explicar, entonces, la exacerbaciรณn de actitudes intolerantes en el islam?
BL: Es mucho mรกs sencillo ser tolerante cuando se estรก arriba. Hay quienes gustan de hacer la comparaciรณn entre la Guerra Frรญa del siglo XX y la confrontaciรณn entre Europa y el Imperio Otomano. Y, en varios sentidos, es una comparaciรณn pertinente, pero lo principal es que, en aquel entonces, el desplazamiento de los refugiados era siempre desde la cristiandad hacia el islam, y nunca en sentido contrario. Y no sรณlo los refugiados judรญos sino muchos cristianos: catรณlicos, protestantes, ortodoxos que huรญan de unos gobiernos que los consideraban falsos cristianos. Aquel imperio fue tolerante mientras se sentรญa fuerte y seguro. Pero no nos equivoquemos. Hay quienes juzgan que aquellas รฉpocas fueron una suerte de moderna utopรญa en la que cristianos, musulmanes y judรญos convivรญan en armonรญa y total cooperaciรณn. No es eso lo que sucediรณ. Hubo tolerancia, es cierto, y la tolerancia es mucho mejor que la intolerancia. Pero entendamos lo que significa la tolerancia: significa que te voy a otorgar algunos, pero no todos los derechos y privilegios de los que yo disfruto, y esto bajo la condiciรณn de que te comportes segรบn las leyes que yo imponga. รsa me parece una definiciรณn aceptable de tolerancia. No es, por supuesto, una prรกctica aceptable segรบn las ideas democrรกticas modernas, pero era infinitamente mejor de lo que habรญa en la mayor parte de Europa.
EK: Comprendo: un marco de derrota, repliegue e inseguridad propicia la intolerancia. Pero avancemos, ¿dรณnde ubica usted, en tiempos modernos, el retorno del islam, el momento o la situaciรณn en que la intolerancia latente se volviรณ beligerante?
BL: Me resulta muy difรญcil seรฑalar una fecha precisa, pero dirรญa que el verdadero movimiento se hace evidente y poderoso ante la percepciรณn de los Estados Unidos, paรญs frente al cual sienten los musulmanes no tanto odio ni miedo sino desprecio. Juzgan que los americanos se han vuelto blandos, degenerados, mimados; que su cultura es hedonista y destructiva. Y por lo tanto, peligrosa. Cuando Jomeini llama "gran Satรกn" a los Estados Unidos, no quiere decir que Satรกn sea un conquistador, ni un imperialista, ni tampoco un explotador econรณmico, sino un tentador. Eso es lo que indicaba Jomeini. Y, en un sentido, tenรญa razรณn. Sabemos que en Irรกn las antenas parabรณlicas estรกn prohibidas, pero mucha gente las consigue, sobornando a los guardias, a la policรญa; y tengo entendido que, actualmente, el programa mรกs popular en Irรกn es "Baywatch". Ellos perciben a los Estados Unidos como dรฉbiles y degenerados; dicen que huyeron de Vietnam, de Irรกn y de Somalia, y que cuando les volaron las embajadas americanas en รfrica oriental no hicieron nada. Y puede hallar esto explรญcitamente dicho por Bin Laden y por otros: los norteamericanos se volvieron blandengues. Pรฉgales y huyen: tal es la percepciรณn.
EK: Usted ha escrito que, en el islam, la "ortopraxis" es mรกs importante que la ortodoxia. Es decir, los dogmas tienen una rigurosa traducciรณn en la vida cotidiana. ¿Cuรกl es el lugar de la guerra en esa ortopraxis?
BL: De acuerdo con la Santa Ley, existen cuatro clases legรญtimas de guerra. Las demรกs estรกn prohibidas. Se puede declarar una guerra contra los infieles, contra los herejes, contra bandidos y contra los rebeldes. Las guerras contra los infieles no musulmanes y contra los herejes —que son incluso peores, por haber abandonado el islam— cuentan como guerra santa; las otras son guerras legรญtimas, pero no califican como santas. Ahora Occidente sigue siendo la "Casa de la guerra". Y Bin Laden y sus semejantes han declarado la guerra tambiรฉn a los actuales gobernantes del mundo islรกmico, porque los ven como herejes.
EK: Un aspecto perturbador de esta guerra es el del martirio ligado al suicidio. ¿Puede usted decir algo al respecto, dentro de la tradiciรณn islรกmica?
BL: Uno debe distinguir entre la teorรญa y la prรกctica. En teorรญa, la religiรณn cristiana es pacifista. A los cristianos se les ordena poner la otra mejilla, amar a sus enemigos, etcรฉtera. Los musulmanes no tienen mandamientos semejantes. Nada en el Corรกn, ni en las tradiciones primitivas, indica que los musulmanes deban amar a sus enemigos; tampoco ponen grandes expectativas en las palabras de Isaรญas, de cuando llegue el tiempo de fundir las espadas en azadones y las lanzas en hoces.2 No tienen ninguna esperanza semejante. Al contrario: el Corรกn habla muchas veces de guerra y de aniquilamientos. Pero cuando se lo mira en tรฉrminos prรกcticos, lo que de hecho sucede en el mundo occidental no difiere gran cosa. A pesar de su catecismo y de la doctrina, la sociedad cristiana es bastante belicosa. Mรกs hacia su interior que hacia afuera. Por eso dirรญa que la perspectiva islรกmica no es mรกs beligerante que la cristiana; es simplemente mรกs pragmรกtica, mรกs acorde con la realidad. Ahora bien, la doctrina de la guerra santa es importante, en tanto que se trata de una obligaciรณn religiosa meticulosamente regulada, y los libros sobre la guerra santa suelen ser muy precisos sobre quรฉ mรฉtodos son permisibles y cuรกles no, quรฉ armas son permitidas y las que no lo son, etcรฉtera. Hablan del trato a los civiles, a los niรฑos: son en verdad reglas muy elaboradas las de las leyes de guerra, desde los mรกs antiguos textos religiososislรกmicos. El caso especรญfico del suicidio estรก expresamente prohibido por la ley islรกmica. Y no sรณlo prohibido sino visto como pecado grave. El castigo para el suicidio es la condenaciรณn eterna. Incluso aunque haya vivido una vida de irrefutable virtud y se hubiera ganado diez veces el Paraรญso, el suicida irรก al infierno. O sus bienes se perderรกn. Y aรบn mรกs: de acuerdo con las enseรฑanzas tradicionales, el castigo que el infierno depara al suicida es la eterna repeticiรณn del acto del suicidio. Si se ahorcรณ, una asfixia eterna; si se envenenรณ, una pรณcima fatal e inagotable, y de ahรญ en adelante. Eso dice la tradiciรณn. Sin embargo, la idea de marchar hacia una muerte cierta en perjuicio del enemigo no es la misma que la del suicidio. Eso estรก permitido. La pregunta se planteรณ, y se adujo que sรญ, que es permisible marchar hacia una muerte segura cuando se enfrenta a un enemigo mucho mรกs poderoso, si con ello se beneficia la causa. Si la muerte viene del enemigo y no de propia mano; pero en caso de ser por propia mano, el infierno es inevitable.
EK: Aunque hubo actos suicidas en la guerra entre Irรกn e Irak, y episodios aterradores como el de los "niรฑos de la llave" —que enviaban los iranรญes a los campos enemigos para detectar minas (provistos de una llave para abrir el cielo en caso de topar con una mina)—, creo que hay un salto cualitativo en nuestros dรญas: ¿cuรกl es la raรญz en la actitud del moderno suicida, del shahid?
BL: Shahid es una palabra รกrabe que significa mรกrtir, es decir, "testigo". En la idea que tienen los judรญos y los cristianos, el martirio consiste en aceptar la tortura y la muerte antes que abjurar de la propia fe. Para los musulmanes, el martirio significa morir en la batalla. La justificaciรณn que aducen para los actos suicidas es reciente. Lo de morir en la batalla viene de atrรกs.
EK: Toquemos, por un momento, el terrible, acaso insoluble conflicto entre israelรญes y palestinos. Al margen de las indudables justificaciones de ambos pueblos y sus legรญtimas aspiraciones sobre una misma tierra, ¿podrรญa esbozar algรบn elemento de psicologรญa histรณrica que estรฉ en juego para explicar la actitud รกrabe frente a Israel?
BL: Hace poco leรญ una declaraciรณn que me parece esclarecedora. El autor, un palestino, decรญa que ya era suficientemente malo haber sido conquistados y dominados por el imponente imperio de Occidente, pero acabar dominados y conquistados por un puรฑado de judรญos constituye una intolerable humillaciรณn. Creo que, en tรฉrminos psicolรณgicos, lo que dice tiene verdadero sentido. Hay que recordar que toda sociedad tiene clases inferiores y minorรญas. Segรบn el estereotipo europeo, la imagen hostil del judรญo es la del usurero codicioso. Pero no es igual para el musulmรกn; para ellos, el chiste comรบn contra el judรญo lo presenta como un cobarde, y por eso resulta mucho mรกs humillante.
EK: Volvamos al mundo islรกmico en general. Hay una falta de libertad en esos paรญses, eso es obvio, pero ¿cuรกl es la acepciรณn de la palabra "libertad" en aquellas culturas?
BL: El tรฉrmino "libertad" es conocido y usado, pero en el รกmbito legal y social, no en el polรญtico. En la tradiciรณn literaria islรกmica, ser libre significa no ser esclavo. La instituciรณn de la esclavitud existiรณ, desde luego, y libre era el esclavo que dejaba de serlo. Un hombre libre era un no esclavo. Los musulmanes, a diferencia de los europeos, no utilizaban los tรฉrminos de libre y esclavo como metรกfora para designar un buen o mal gobierno, que es como comenzรณ nuestro uso del tรฉrmino "libertad". Hasta donde sรฉ, el uso del tรฉrmino libertad en su sentido polรญtico comenzรณ, en รกrabe, a partir de la llegada de los franceses a Egipto en 1798: lanzaron allรญ, en รกrabe, una proclama en la que decรญan venir en nombre de la Repรบblica Francesa, basada en los principios de la libertad y la igualdad. En algรบn lugar de su trayecto extraviaron la fraternidad. Solamente mencionaron la libertad y la igualdad. No tuvo impacto alguno, porque en 1820 aparece un libro muy interesante, de un egipcio que pasรณ varios aรฑos en Parรญs, y le dedica varias pรกginas a esa idea francesa de la libertad. Hace una observaciรณn muy sagaz: dice que lo que los franceses quieren decir con libertad es "lo mismo que nosotros decimos cuando hablamos de justicia". Y tenรญa razรณn. En el pensamiento musulmรกn, y en la prรกctica, el ideal de un buen gobierno es la justicia. Lo cual significa que las cosas se hacen de acuerdo con la ley y que el gobernante mismo debe acatarla. รsa es la idea tradicional islรกmica del buen gobierno.
EK: ¿Quรฉ tan difรญcil, o quรฉ tan incompatible resulta la democracia con la cultura polรญtica del mundo islรกmico?
BL: No creo que sea tanto un asunto de cultura polรญtica sino de ciertos aspectos de la sociedad. Uno de ellos es la ausencia de lo que se llama sociedad civil. Es un tรฉrmino que actualmente reviste muy diversos significados, asรญ que permรญtame definir lo que quiero decir por sociedad civil: un cuerpo de personas que se han avenido por propia voluntad. En el fondo de todo individuo subyace una lealtad involuntaria que se debe a la familia o la secta, a la Iglesia o el lugar donde se ha nacido. Entre estas instancias se establecen asociaciones voluntarias, formadas ya por intereses econรณmicos, ya por aficiones o deportes o lo que sea. Las sociedades occidentales estรกn capacitadas para hacer funcionar las fuerzas de esta tremenda red de asociaciones libres que, reunidas, hacen posible una sociedad libre. Una sociedad en la que no hay nada entre las lealtades involuntarias subyacentes y la obediencia total al Estado no puede ser una sociedad libre. รste es el punto al que quiero llegar: allรก no existe esta tradiciรณn. Occidente cuenta con una larga tradiciรณn de agrupaciones corporativas. En Roma estaba el Senado; en Grecia, varios cuerpos, establecidos mediante elecciones, gobernaron las ciudades. Por doquier hallamos cuerpos colegiados, corporaciones de distintos cuรฑos, despuรฉs las agrupaciones comerciales y, en fin, resulta que es esto de donde, con el tiempo, surge la sociedad libre. En Medio Oriente, como le dije, la sociedad se desenvuelve entre las asociaciones y lealtades involuntarias de la familia, el lugar de nacimiento…
EK: ¿Con todo, la vida moderna ha llegado de diversas maneras a esos paรญses, por lo menos a travรฉs de la informaciรณn, los cambios tecnolรณgicos. ¿Cuรกl ha sido el efecto de la modernizaciรณn econรณmica o material en estos paรญses?
BL: La modernizaciรณn, lejos de mejorar las perspectivas de progreso polรญtico, las ha empeorado. La modernizaciรณn hizo dos cosas. Una, fortaleciรณ enormemente el poder del gobernante, que ahora tiene a su disposiciรณn todo un aparato moderno de tecnologรญa para vigilar y reprimir, de modo que hasta un gobernante de pacotilla, como Bassar Al Assad en Siria, puede tener mรกs poder que Suleimรกn el Magnรญfico o Harรบn Al Rashid. Lo segundo que trajo consigo la modernizaciรณn fue la destituciรณn de los pequeรฑos poderes inmediatos. En la sociedad tradicional existรญan รณrdenes sociales de toda especie. Habรญa lo que podemos llamar las familias patricias de las ciudades; tambiรฉn una nobleza rural, y organizaciones militares y de religiosos. En el Estado moderno, estos รณrdenes sociales no resultan ni desplazados ni sus funciones son retomadas por nadie. La modernizaciรณn tuvo al mismo tiempo dos efectos: fortaleciรณ los poderes soberanos y debilitรณ o hizo desaparecer todas las limitaciones que antes restringรญan el poder soberano, de modo que las sociedades actuales son mucho mรกs autocrรกticas y despรณticas de lo que nunca fueron en sus formas tradicionales. Y desde luego, la gente estรก consciente de esto, y es una de las razones por las que muestran tanta amargura, porque no se equivocan cuando perciben que esto es resultado de la modernizaciรณn u occidentalizaciรณn, que en la prรกctica tienden a ser una misma cosa.
EK: ¿Cuรกl es el papel del lรญder carismรกtico en esa estructura de dominaciรณn? Un lรญder carismรกtico podrรญa encabezar la modernizaciรณn polรญtica, la secularizaciรณn, la introducciรณn de libertades. Fue el caso de Atatรผrk.
BL: Ya no tienen necesidad de los lรญderes carismรกticos. La tuvieron, pero ya no tienen ninguna necesidad. Me parece que Nasser y Gaddafi fueron los รบltimos. Nasser ya muriรณ y Gaddafi ha perdido la cabeza. El carisma es รบtil en una sociedad donde la gente vota y elige o escoge, o por lo menos sigue de alguna manera a sus lรญderes. Lo decisivo en estas sociedades es la estructura de poder tradicional…
EK: Y ahora estรก Bin Laden, el otro polo del carisma…
BL: Exacto, aunque no estรก a la cabeza de ningรบn Estado, pero sรญ, es carismรกtico, sin duda alguna. Acabo de escribir para el Wall Street Journal un artรญculo en ese sentido. Allรญ exploro las fuentes de su popularidad. Una es su elocuencia (la elegancia verbal clรกsica es una virtud muy apreciada en el mundo รกrabe desde tiempos ancestrales). Por otra parte, Bin Laden es un hombre que abandona sus enormes privilegios para asumir una vida ascรฉtica y una misiรณn religiosa. Una especie de Robin Hood del pueblo islรกmico. Pero, claro, Robin Hood no era un terrorista.
EK: En alguna parte de su libro Islam and the West refiere usted el miedo centenario de Europa a la invasiรณn musulmana, el miedo antes del sitio de Viena en 1683, que marcรณ el repliegue del islam. Al leerlo pienso en el miedo actual de Occidente, en particular de Europa, a la presencia islรกmica en el continente.
BL: Bueno, conquista no es lo mismo que migraciรณn.
EK: Pero, justamente, algunas naciones europeas perciben la migraciรณn como una silenciosa conquista.
BL: No mantengo mucho contacto con lo que sucede en Europa. Pero tengo la idea de que es un asunto que les preocupa cada vez mรกs, y tienen la impresiรณn de que los musulmanes lo han intentado varias veces antes. Los moros en Espaรฑa, los tรกrtaros en Rusia, los turcos en los Balcanes. Ahora probablemente estรฉ sucediendo por cuarta vez, ya no por medios militares sino por vรญa de la migraciรณn. Sรฉ de estas preocupaciones, pero lo que me alarma es la clase de personas que las expresan.
EK: Sรญ, me parece claro: la derecha extrema en Holanda, Heider en Austria, Le Pen. En fin, es el viejo fascismo europeo, y el antiquรญsimo rechazo, tรญpicamente europeo, hacia lo otro, hacia los otros. Ayer fueron los judรญos, hoy los musulmanes. Por otra parte, conozco la obra de varios intelectuales islรกmicos, autรฉnticamente liberales y tolerantes, que viven fuera de los paรญses musulmanes, pero ¿los hay adentro?
BL: Los hay, claro que sรญ, pero estรกn obligados a tomar una dolorosa decisiรณn: callarse o emigrar, porque los gobiernos de esos paรญses tienen dos enemigos internos: los modernizadores y los fundamentalistas; y de entre ellos, los fundamentalistas son los mรกs peligrosos. Es decir, si Egipto o Arabia Saudita tuvieran elecciones libres maรฑana, lo mรกs probable es que llegara al poder un gobierno parecido al iranรญ.
EK: ¿Abriga usted alguna esperanza en la introducciรณn del pensamiento polรญtico moderno,como en Turquรญa? ¿Cuรกl es el papel de la educaciรณn? Hemos leรญdo mucho acerca de lo que sucede en las madrazas: una educaciรณn fundamentalista que reproduce y multiplica el desencuentro y el conflicto con Occidente. ¿Es eso lo que buscan?
BL: El resultado de esa polรญtica es la mรกs desafortunada combinaciรณn de wahabismo saudita y dรณlares. El wahabismo es una forma muy radical, que apareciรณ en Arabia en el siglo XVIII. Tuvo algunos seguidores fuera, pero no muchos. Es un culto muy fanรกtico, sumamente intolerante y muy destructivo. Hasta el siglo XX, estaba confinado en la regiรณn de Najd, en el norte de Arabia, de donde viene la familia saudรญ. En el siglo XX sucedieron dos hechos que cambiaron radicalmente las cosas. Uno fue la creaciรณn del reino saudรญ; la casa de Saud gobernaba un grupo de tribus de Najd. En los aรฑos veinte fueron conquistando tierras hacia el sur y, poco a poco, terminaron por establecer su reino, que incluรญa dentro de su territorio tanto La Meca como Medina, las dos ciudades santas. Y adquirieron una enorme autoridad, en su calidad de guardianes de los lugares santos. El otro hecho fue el petrรณleo. A principios de los treinta, Arabia Saudita comenzรณ a exportar petrรณleo. Desde su primer contrato —que si no me equivoco fue firmado en 1933 por Ibn Saud y la Standard Oil de California—, la exportaciรณn se ha incrementado enormemente y ha generado una riqueza inconmensurable. Esto da una mezcla de wahabismo, reino saudita y billones de dรณlares, y el resultado es la amplia diseminaciรณn de una versiรณn violenta e intolerante del islam a lo largo y ancho del mundo musulmรกn: no sรณlo de los paรญses islรกmicos, sino incluso entre las minorรญas musulmanas en los paรญses ajenos a dicha fe. Tengo entendido que, por ejemplo, el noventa por ciento de las mezquitas en los Estados Unidos son financiadas por los wahabรญes. Esto es muy peligroso.
EK: No deja de ser extraรฑo que los sauditas, para quienes los negocios con Occidente resultan indispensables, se preocupen por financiar una educaciรณn que opera justamente en sentido contrario.
BL: Bueno, porque tienen la esperanza de apoderarse del mundo en algรบn futuro.
EK: Pero ¿verdaderamente cree usted en ese designio?
BL: En realidad no sรฉ si el imperio saudรญ planea tal cosa, pero รฉse es desde luego el objetivo wahabรญ. El primer paso es expulsar a los infieles de las tierras del islam; el segundo es apoderarse de las tierras de los infieles. Los gobernantes de Arabia Saudita estรกn en la cuerda floja. La casa de los Saud es wahabรญ, pero tiene aperturas hacia Occidente. El equilibrio es precario. Yo personalmente creo que la mayorรญa de los sauditas prefiere a Bin Laden que a los poderes modernos.
EK: Hemos hablado de la importancia central, universal, de la religiรณn en el mundo musulmรกn. Pero ¿quรฉ hay respecto de su nacionalismo? ¿Puede operar el nacionalismo como una salvaguarda de Occidente?
BL: No es particularmente importante. Nosotros pensamos en un paรญs dividido en religiones; ellos, en una religiรณn divida en paรญses. Actualmente el nacionalismo estรก derrotado. Durante la segunda mitad del siglo XX hubo dos ideologรญas dominantes: el nacionalismo, que supuestamente traerรญa la libertad, y el socialismo, que debรญa traer la prosperidad. Ambos han caรญdo en el descrรฉdito. El socialismo por su fracaso, el nacionalismo por su รฉxito. En 1945, a todo mundo le quedaba claro que el socialismo era la marejada que llevaba al futuro. La Uniรณn Soviรฉtica habรญa obtenido gloriosas victorias en Europa oriental; el Partido Laborista inglรฉs habรญa derrotado en las urnas al imponente Winston Churchill, y todos los paรญses รกrabes practicaban una u otra forma del socialismo; hubo mucha discusiรณn pรบblica en aquellos aรฑos: que si debรญan desarrollar un socialismo รกrabe, mรกs de acuerdo con sus propias circunstancias; otros decรญan que no, que debรญan adoptar el socialismo cientรญfico, que era el autรฉntico. Hoy, creo, todos los รกrabes dirรญan que no importa si el socialismo es รกrabe o cientรญfico, que simplemente no funciona y ha dejado tras de sรญ una serie de economรญas en ruinas. Todo aquel socialismo no fue sino el enriquecimiento privado por vรญa de los poderes pรบblicos. Supuestamente, el nacionalismo debรญa traer la libertad, cosa muy distinta a la independencia. Durante mucho tiempo habรญan creรญdo que la libertad y la independencia eran una y la misma cosa. No lo son. La independencia, lejos de venir aparejada con la libertad individual, frecuentemente acababa con la poca que tenรญan bajo los gobiernos imperiales. Muchas veces desembocรณ en la mera deposiciรณn de los mandamases extranjeros para colocar tiranos locales, mucho mรกs hรกbiles y con menos restricciones para sus tiranรญas. De modo que en el mundo รกrabe ambos, el socialismo y el nacionalismo, fallaron y quedaron desacreditados. Ahora la duda consiste en dรณnde hallar a los lรญderes nacionalistas รกrabes: uno busca y no se los ve por ningรบn lado. Ya no queda nadie como Nasser o el Gaddafi de sus primeros aรฑos. No hay liderazgo alguno. Saddam se ha convertido en lรญder solamente porque personifica la lucha contra Occidente. Osama Bin Laden es lo mรกs parecido a un lรญder.
EK: Su visiรณn es sombrรญa. En verdad sombrรญa.
BL: Es una mala situaciรณn. Nuestros tiempos son malos tiempos y, de no hacer algo al respecto, empeorarรกn notablemente.
EK: En este panorama, ¿ve usted algรบn indicio de esperanza? Y si es asรญ, ¿dรณnde?
BL: Bueno, es muy difรญcil, porque recuerde usted que estos paรญses viven bajo distintos niveles de dictadura, de modo que no hay discusiรณn libre ni pรบblica. Ni en los periรณdicos ni en revistas como la suya. No tienen nada de eso. Sin embargo, hay algunos indicios. En primer lugar, hoy existe un periodismo รกrabe fuera de los paรญses รกrabes, principalmente en Londres y en Parรญs, asรญ como en otros lugares. Aunque eso no sea siempre del todo bueno —a veces resulta peor que el periodismo oficial—, de vez en cuando se pueden ver artรญculos notablemente independientes en estos periรณdicos. No se trata de una prensa emigrรฉ, sino de periรณdicos que circulan a travรฉs de la mayorรญa de los paรญses รกrabes. Operan desde Londres o Parรญs porque les resulta mรกs conveniente. De modo que sรญ, veo indicios y veo varios signos. Obviamente, estรก Turquรญa, que es el รบnico paรญs musulmรกn que, de vez en vez, cambia de gobierno por vรญa electoral… En fin, hay semillas. Creo que un cambio de rรฉgimen en Iraq y en Irรกn serรญa un muy buen comienzo.
EK: Al cabo de esta conversaciรณn recuerdo, en sentido distinto, el tรญtulo de aquel cรฉlebre libro de Lenin, ¿Quรฉ hacer?
BL: A mi juicio, lo primero que deberรญan preguntarse los occidentales no es sรณlo quรฉ debemos, sino quรฉ no debemos hacer. Me temo que habrรญa que persuadir a los cancilleres de Europa y Amรฉrica de abandonar esa perniciosa polรญtica que consiste en "ganar tiempo". La filosofรญa que subyace en esta postura es que estas personas, los musulmanes, son incapaces de transformar sus regรญmenes en gobiernos democrรกticos y que, hagamos lo que hagamos, seguirรกn regidos por tiranos. Siendo asรญ, se piensa que una buena polรญtica consiste en asegurarnos de que sean tiranos amistosos en lugar de hostiles, de modo que lo mejor es ir y sobornarlos. Conocemos esa historia: resultรณ desastrosa en Centroamรฉrica, desastrosa en elSudeste asiรกtico, y no serรก distinta enMedio Oriente. Simplemente, no es la vรญa. Pero parecen incapaces de aprender nada. Insisto, debemos dejar de alentary subsidiar a los truhanes y tiranos. Abunda la corrupciรณn. Quienes tienen el poder se abstienen muy bien de enviar a sus propios hijos en misiones de bombardeo suicida. Siempre son los hijos de otros. No quiero decir que debamos entrar yderrocarlos. Pero tampoco debiรฉramos tratarlos con ese respeto absurdo. Cuando el presidente Bush hablรณ del "eje del mal", el presidente Assad de Siria se ofendiรณ mucho de que no se haya incluido a su paรญs. Hay, entre los palestinos, indicios de un movimiento democrรกtico. Hay quienes se han manifestado en contra de Arafat y han exigido elecciones verdaderas y libres. Creo que podemos hacer mรกs para alentar ese movimiento. Es otro de los aspectos del conflicto รกrabe-israelรญ que con frecuencia queda sin mencionarse, pero que resulta realmente importante: he aquรญ una sociedad abierta —con todas las caracterรญsticas, buenas y malas, de unasociedad abierta— rodeada por รกrabes, tanto dentro como fuera. Y cuando tuve oportunidad de visitar Jordania, el aรฑo pasado o el antepasado, algunos profesores jordanos me comentaron que muchos estudiantes estรกn aprendiendo hebreo moderno. Les preguntรฉ por quรฉ querrรญan aprender hebreo, y me respondieron que pasan mucho tiempo viendo televisiรณnisraelรญ y miran a todas estas grandes figuras de la polรญtica, como Sharon o Peres, golpeando la mesa y gritรกndose unos a otros, y quieren saber quรฉ estรกn diciendo. Nunca vieron nada semejante en su propia sociedad.
EK: En Mรฉxico, el primer debate que vimos en la televisiรณn fue el que sostuvieron Clinton y Bush, y tuvo un efecto similar. Si tienen eso allรก, ¿por quรฉ no acรก?
BL: Un ejemplo de la televisiรณn israelรญ. Habรญa un niรฑo palestino que, durante los disturbios, fue golpeado por un policรญa o soldado israelรญ y resultรณ con un brazoroto. Al dรญa siguiente saliรณ, llevando su brazo en un cabestrillo enorme, y denunciando a los israelitas en la televisiรณn israelita. Un iraquรญ dijo: "Con gusto dejo que Saddam Hussein me rompa los dos brazos y las piernas, a cambio de que me permita hablar asรญ en televisiรณn." Por eso la clave estรก en la democratizaciรณn. Necesitan libertad. Libertad en la economรญa. Necesitan liberarse de la corrupciรณn y de los eternos malos manejos en las administraciones. Necesitan libertad en elterreno cientรญfico y, en general, en el pensamiento, para alcanzar una comprensiรณn del mundo moderno. Las mujeres necesitan liberarse de la opresiรณn masculina. El Estado requiere liberarse de la religiรณn y viceversa.
EK: ¿Estรกn mรกs conscientes las mujeres que los hombres de su particular situaciรณn?
BL: Asรญ lo creo. Resulta muy difรญcil de estudiar porque no se puede conversar con las mujeres, pero tengo la impresiรณn de que las muy pocas que han podido emanciparse —de hecho una muestra no representativa— son indicadoras de una tendencia general. Y recuerde: las mujeres son las madres de estos niรฑos. Un niรฑo que crece en el seno de una familia tradicional, donde los hombres son los seรฑores de la creaciรณn, y las mujeres sus sirvientas, estรก mal preparado para lavida democrรกtica.
EK: ¿Viven las minorรญas musulmanas en Europa el dilema de convertirse en modernos o revertir hacia el fundamentalismo?
BL: Subsisten ambas tendencias. Sinembargo, los llamados fundamentalistas duros operan mucho mรกs libremente en Europa y los Estados Unidos que en sus paรญses, porque se aprovechan de las libertades. Cuando los bombarderos suicidas entraron en las embajadas norteamericanas en Kenia y Tanzania, iban en doscamiones bomba; mataron a doce norteamericanos y a mรกs de doscientos africanos que, por casualidad, andaban por allรญ. Pero eso les importa un comino. Tambiรฉn murieron, creo, diecinueve suicidas, y una revista de lengua รกrabe, publicada en Pittsburgh, Pensilvania, hablรณ en honor de los diecinueve que habรญan sacrificado su vida por el islam, diciendo que: "Pronto, Alรก nos dispensarรก el honor de reunirnos con ellos en el paraรญso." ¡En Pittsburgh! No se hubieran atrevido a publicar eso mismo en El Cairo.
EK: Pero, insisto, esas minorรญas musulmanas en los Estados Unidos, en Inglaterra, en Francia —aquellas que poco a poco han ido entendiendo los valores de libertad y tolerancia que disfrutan en Occidente, libertad y tolerancia sobre todo para practicar su religiรณn—, ¿podrรกn tal vez influir sobre sus paรญses de origen?
BL: Es la pregunta clave. Me parece que hay dos elementos. Uno es aritmรฉtico: si la minorรญa es amplia, estarรก menos dispuesta al cambio que una minorรญa pequeรฑa. Porque hay minorรญas grandes y pequeรฑas, y las grandes son mucho mรกs reacias al cambio que las pequeรฑas. El segundo elemento es la influencia del dinero del petrรณleo y el wahabismo.
EK: Consolรฉmonos entonces, porque en el horizonte apunta un nuevo remedio: las fuentesalternas de energรญa, ¿no es asรญ?
BL: Absolutamente. Oj-Alรก.3 ~
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.