A lo largo de La verdad incómoda, el notable documental de Davis Guggenheim, Al Gore recuerda más a un personaje de una novela de Philip K. Dick que a un político de cepa. Como protagonista de la cinta, Gore recorre el mundo con el rostro contrahecho y la mirada entristecida. Como en esa hipotética novela de ciencia ficción, el Vicepresidente de Estados Unidos lleva consigo un secreto apocalíptico que, para mayor sazón dramático, nadie parece creer. Por desgracia, una cosa son las evocaciones narrativas y otra muy distinta las verdaderas consecuencias de la historia. Con un ímpetu persuasivo inédito, el otrora acartonado Vicepresidente expone, sin más, la inminente destrucción de la vida en la Tierra. ¿La causa? Nuestra obstinada irresponsabilidad ambiental. Valiéndose de gráficas, fotografías y proyecciones francamente aterradoras, Gore pone sobre aviso: el planeta está en terapia intensiva. De todos depende que el final de la historia no nos remita, también, a los mundos sombríos de Dick. ~
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