Ilustraciรณn: Martรญn Kovensky

Las dagas de Borges

Dos de los mรกs importantes narradores latinoamericanos fueron tambiรฉn dos profesores notables. Las transcripciones de sus clases, disponibles actualmente en libro, permiten corroborar que la enseรฑanza de la literatura puede ser tambiรฉn una โ€œforma de la felicidadโ€.
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A lo largo de su vida, Jorge Luis Borges entablรณ un diรกlogo con la violencia. Contรณ a un entrevistador1 sobre su infancia en Palermo, entonces un barrio a las afueras de Buenos Aires: โ€œLlamar a un hombre, o considerarlo, cobarde, eso era lo รบltimo; el tipo de cosa que no podรญa tolerar.โ€ Segรบn su biรณgrafo, Edwin Williamson, el padre de Borges le dio una daga cuando era niรฑo, e instrucciones para que superara su actitud โ€œgeneralmente derrotadaโ€ y le demostrara a los niรฑos que lo molestaban que รฉl era un hombre.

Espadas, dagas โ€“armas con filoโ€“ tenรญan un significado misterioso, talismรกnico para Borges; estaban impregnadas de cรณdigos de conducta y honor predeterminados. La daga de hoja corta tenรญa un poder particular, porque requerรญa que los combatientes mataran de cerca, en un abrazo final. De joven, en la dรฉcada de los veinte, Borges recorriรณ los barrios oscuros de Buenos Aires buscando la compaรฑรญa de los cuchilleros, que representaban para รฉl una forma autรฉntica del nativismo criollo que querรญa conocer y absorber.

Los criollos, y sus descendientes gauchos, fueron los primeros colonizadores espaรฑoles de la pampa. Por lo menos desde hace un siglo, la palabra ha adquirido el sentido de un ideal de pureza cultural que, segรบn sus defensores, fue corrompida con la privatizaciรณn de la pampa y, mรกs adelante, con la avalancha de inmigrantes de Europa hacia finales del siglo XIX y principios del XX.

Borges, entre los veinte y los treinta aรฑos, intentรณ escribir un poema รฉpico de largo aliento que mitificara โ€œa este mi Buenos Aires innumerableโ€, como lo llamaba; una obra, en palabras de Borges, โ€œconversador[a] del mundo y del yo, de Dios y de la muerteโ€. La veรญa como una manera de reflejar la esencia de la ciudad, como habรญa hecho Joyce con Dublรญn; una manera de establecer una identidad cultural duradera ante el mundo que hasta entonces Argentina no poseรญa. Su propรณsito, en parte, era consagrar al descendiente urbano del criollo, con su ubicuo puรฑal y sus supuestos modales de bandido honorable. Algunas de sus mejores ficciones โ€“incluidas โ€œEl surโ€, โ€œEl muertoโ€ y โ€œLa intrusaโ€, por nombrar solo unas cuantasโ€“ fueron animadas por el cuchillo.

La naturaleza profundamente argentina de la obra de Borges se esconde con frecuencia detrรกs de sus preocupaciones metafรญsicas y sus complejas referencias literarias. Pero su involucramiento con la historia y la polรญtica argentina, y su convicciรณn de que el destino del paรญs estaba entrelazado con el suyo duraron toda la vida. La polรญtica era un asunto emocional. Su familia no era acaudalada, pero su linaje era ilustre. Algunas de las calles prominentes de Buenos Aires llevaban el nombre de sus ancestros; el mรกs notable entre ellos Isidoro Suรกrez, su bisabuelo materno y un hรฉroe de la batalla de Junรญn en 1824, la cual servirรญa para cambiar el rumbo de la guerra sudamericana por independizarse de Espaรฑa. La batalla se librรณ en los Andes peruanos, con lanzas y espadas. โ€œNo retumbรณ un solo tiroโ€, escribiรณ Borges en un poema para conmemorar a Suรกrez. Esta โ€œbatalla de lanzasโ€ tuvo un gran significado para Borges, como lo tuvo tambiรฉn el que su bisabuelo atravesara a un espaรฑol โ€œcon el hierroโ€.

El abuelo paterno de Borges, coronel en las guerras contra los indรญgenas, muriรณ en batalla. Otro de sus ancestros comandaba la vanguardia en el ejรฉrcito de Josรฉ de San Martรญn en contra de Espaรฑa. โ€œYa el primer golpe, / ya el duro hierro que me raja el pecho, / el รญntimo cuchillo en la gargantaโ€, escribiรณ Borges en โ€œPoema conjeturalโ€. El narrador de este poema es otro de sus ancestros famosos, Francisco Laprida, asesinado en 1829 por รณrdenes de un caudillo gaucho.

El poema no es una celebraciรณn de la muerte violenta, sino una respuesta angustiada al golpe de Estado de 1943 en Argentina, que tenรญa simpatรญas nazis. Borges fue un declarado antifascista durante esos aรฑos crรญticos. Pero su lealtad estaba dividida. Culturalmente era un nacionalista; polรญticamente era un liberal. En 1934, una facciรณn de nacionalistas de derecha lo atacรณ por encubrir furtivamente su herencia judรญa. Borges respondiรณ al ataque con un ensayo titulado โ€œYo, un judรญoโ€, en el que se mofaba del antisemitismo y la intolerancia generalizada de los nacionalistas. โ€œQuisiera tener algunos ancestros judรญosโ€, le dirรญa despuรฉs a un entrevistador; quizรก porque le habrรญa permitido tomar posesiรณn psicolรณgica de una tradiciรณn libresca que admiraba.

Para el inicio de la dรฉcada de los cuarenta, los nacionalistas marchaban en las calles de Buenos Aires, gritando consignas de apoyo a los nazis. Durante la Segunda Guerra Mundial, Borges estaba claramente del lado de escritores tanto socialistas como liberales. Y durante los aรฑos mรกs opresivos del gobierno de Juan Domingo Perรณn, al principio de los aรฑos cincuenta, se le asignรณ a un detective que vigilara sus movimientos y monitoreara sus lecturas, con frecuencia acerbas crรญticas en contra de Perรณn.

En el enredo que era la polรญtica argentina en aquellos dรญas, su liberalismo estaba atravesado por la ambivalencia. En principio, era partidario de una democracia centralizada, al estilo europeo, pero le preocupaba que tal โ€œprogresismoโ€ terminara en โ€œsometernos a ser casi norteamericanos, casi europeos, siempre casi otrosโ€; una amenaza a la precaria maduraciรณn cultural argentina. Tambiรฉn sabรญa por experiencia que, con elecciones libres, las mรกs de las veces los argentinos votarรญan por un caudillo tirรกnico a quien no le interesara promover un sistema judicial independiente o ninguna otra instituciรณn democrรกtica confiable. Perรณn, elegido presidente en 1946, cuando Borges tenรญa 47, fue el principal ejemplo de esto. โ€œNuestra imitaciรณn vernรกcula del fascismoโ€, llamaba รฉl al peronismo, con su banda itinerante de trabajadores consentidos, modelada en los camisas negras de Mussolini, que actuaban como vigilantes y golpeadores no oficiales.

Este enredo llevรณ a Borges a creer errรณneamente que lo que Argentina necesitaba era una dictadura iluminada que educara a sus ciudadanos en los modos de la verdadera democracia, y que despuรฉs organizara unas elecciones libres. Su apoyo pรบblico a las juntas militares violentas y represivas de los generales Jorge Rafael Videla, en Argentina, y Augusto Pinochet, en Chile, durante los setenta dejรณ una mancha permanente en su reputaciรณn. Sin querer justificarlo, uno puede entenderlo como un acto de desesperaciรณn mientras Argentina se precipitaba a la bancarrota y la guerra civil, y una serie aparentemente interminable de gobiernos ineptos colapsaba. En ese momento, ninguna facciรณn polรญtica ofrecรญa nada parecido a una soluciรณn.

En 1976, invitado oficial de Augusto Pinochet, Borges hablรณ de โ€œuna honrosa espadaโ€ que sacarรญa a la Repรบblica Argentina โ€œde esa ciรฉnagaโ€, justo como habรญa sucedido en Chile. Al referirse a los grupos de guerrilla clandestina que combatรญan a la Junta en Argentina, dijo que รฉl preferรญa โ€œla espada, la clara espada, a la furtiva dinamitaโ€ del enemigo. Mientras que en Espaรฑa, llamรณ a la Junta de Videla โ€œun gobierno de militares, de caballeros, que son gente decenteโ€.

Resguardado para ese momento por su fama, por la ceguera y por una mitologรญa privada del honor que habรญa cultivado a lo largo de cincuenta aรฑos, no parecรญa comprender hasta quรฉ grado llegaba el reinado de terror de Videla. Cometiรณ el error de prestar el lustre de su nombre a una versiรณn mรกs virulenta del estado fascista de Perรณn que habรญa condenado. En lugar del culto a la personalidad del peronismo, la Junta de Videla ofrecรญa una justificaciรณn impersonal del asesinato patriรณtico. Mรกs tarde, cuando se aligerรณ la censura a la prensa y Borges se enterรณ de las atrocidades de la Guerra Sucia, se arrepintiรณ de su apoyo y llamรณ a los miembros de la Junta โ€œmafiososโ€ y โ€œlocosโ€ que debรญan ser juzgados por sus crรญmenes.

Borges profesor2 es la transcripciรณn literal de un curso de literatura inglesa dictado por Borges en la Universidad de Buenos Aires en 1966. El curso comienza con Beowulf y termina con Robert Louis Stevenson y Oscar Wilde; un total de veinticinco clases. No sorprende que la discusiรณn de las antiguas รฉpicas anglosajonas sean los capรญtulos mรกs inspirados del libro. Con sus toscas consonantes y vocales abiertas, y su vocabulario preciso de cosas que โ€œcorresponden al fuego, a los metales, al hombre, a los รกrbolesโ€, el anglosajรณn se ajustaba perfecto a la poesรญa de la batalla.

Borges habรญa leรญdo traducciones al inglรฉs de las รฉpicas a lo largo de toda su vida, pero cuando tenรญa 59 aรฑos se dedicรณ a aprender sajรณn, un proceso que llamรณ โ€œpura contemplaciรณn / de un lenguaje del albaโ€. Las รฉpicas le entregaban una especie de ideal literario: concreto, preciso e inundado del brillo de la espada como un objeto mรกgico. Su ojo lector era agudo e impredecible de la manera mรกs interesante. Admiraba el โ€œFragmento de Finnsburhโ€ mรกs que Beowulf, por ejemplo, aun cuando se compone de apenas unas sesenta lรญneas, que formaban parte de un poema mucho mรกs largo y que fueron compuestas alrededor del siglo vii. A Borges lo anima el lenguaje directo, que va hacia el lector con un poder iluminado, sin estar oscurecido por kennings โ€“un manierismo literario comรบn de la Edad Mediaโ€“. Los kennings eran una forma de la metรกfora hecha principalmente de palabras compuestas: โ€œcamino de la ballenaโ€ para el mar, por ejemplo, y โ€œpotro del marโ€, para la nave, y โ€œtormenta de espadasโ€, para la batalla.

En esencia, el โ€œFragmento de Finnsburhโ€ trata de una princesa danesa que se ha casado con Finn, el rey de Frisia, para evitar una guerra. El hermano de la princesa, el rey de los daneses, va a visitarla al castillo de Finn durante el invierno. Ahรญ son atacados por los frisios y el rey danรฉs logra repelerlos, pero mata a su propio sobrino en el proceso, una tragedia (aunque el poeta no la llamarรญa asรญ) que sugiere un conflicto futuro sin resoluciรณn aparente.

Borges se deleita con la imagen de la sala de Finn iluminada โ€œcon el brillo de las espadas โ€˜como si Finnsburh estuviera en llamasโ€™โ€. Este brillo no es producto del fuego, como lo suponen originalmente los guardias del rey, sino de la luna โ€œโ€˜brillante bajo las nubesโ€™, sobre los escudos y las lanzas de los frisios que vienen a atacarlosโ€. Borges seรฑala una metรกfora anรกloga en la Ilรญada que compara la batalla con un fuego โ€“la comparaciรณn se refiere al โ€œbrillo de las armas y, ademรกs, por su carรกcter mortalโ€โ€“ y tambiรฉn en el mito escandinavo del Valhalla, โ€œiluminado no por candelabros, sino por espadas, que brillan con un brillo propio, sobrenaturalโ€.

โ€œSobrenaturalโ€ es la palabra clave. En la creaciรณn literaria ideal de Borges, las letras del alfabeto serรญan en sรญ mismas sobrenaturales. Las letras rรบnicas del sajรณn, diseรฑadas con sus gruesos bordes para ser talladas en el metal de las espadas y la madera de los escudos, poseรญan un poder fรญsico especial. En cuanto al origen de la palabra โ€œrunaโ€, Borges les dice a sus estudiantes:

La palabra โ€œrunโ€ en sajรณn quiere decir โ€œcuchicheoโ€, โ€œlo que se dice en voz bajaโ€. Y por ello quiere decir โ€œmisterioโ€, porque lo que se dice en voz baja es lo que no se quiere que oigan los otros. De modo que โ€œrunasโ€ quiere decir โ€œmisteriosโ€. Misterios son letras.

Sin duda esta es la idea detrรกs de su famoso cuento โ€œEl Alephโ€, que es la primera letra del alfabeto hebreo. Cuando en el cuento el protagonista mira el Aleph, la confusiรณn del universo se vuelve coherente y clara.

Borges se considera a sรญ mismo un lector โ€œhedรณnicoโ€ โ€“busca el placer en los libros, y mรกs allรก de eso, una โ€œforma de la felicidadโ€โ€“. Le aconseja a sus estudiantes que abandonen un libro que los aburra: โ€œese libro no ha sido escrito para ustedesโ€, sin importar su reputaciรณn o su fama. Como lector, estรก al acecho de pasajes especรญficos, o incluso รบnicamente de frases que lo conmuevan. โ€œUno se enamora de una lรญnea, despuรฉs de una pรกgina, despuรฉs del autorโ€, dice. โ€œยฟBueno, por quรฉ no? Es un hermoso proceso.โ€

Entonces, en la โ€œOda de Brunanburhโ€, una รฉpica del siglo X que se incluye en la Crรณnica anglosajona, Borges destaca la descripciรณn tรกctil de un cuervo, โ€œde pico โ€˜duro como el cuernoโ€™, que come, devora los cadรกveres de los hombresโ€. Borges, con aprobaciรณn, nos recuerda que โ€œen la Edad Media no se inventaban rasgos circunstancialesโ€. Eran conmemorados por su veracidad como experiencia o no se mencionaban en absoluto.

Beowulf, la รบnica รฉpica sajona que ha sobrevivido completa, estรก, en opiniรณn de Borges, โ€œmal inventadaโ€. Contrario al โ€œFragmento de Finnsburhโ€, con su tragedia familiar implรญcita, Beowulf simplemente nos presenta a un hรฉroe โ€“โ€œun Hรฉrcules septentrionalโ€, lo llama Borgesโ€“ y luego nos lo muestra haciendo cosas heroicas antes de morir. El autor, como sabemos, muy probablemente fue un monje que se propuso escribir una Eneida germรกnica, y lo que le irrita a Borges es que imita las reglas sintรกcticas del latรญn. Para la รฉpoca en la que Beowulf fue compuesto, probablemente durante el siglo VIII, habรญa รบnicamente alrededor de quinientas palabras latinas en sajรณn, la mayorรญa de ellas palabras religiosas que describรญan conceptos abstractos y desconocidos para los sajones. A Borges le molesta la beaterรญa y el tono โ€œceremoniosoโ€. Borges, claro, escribรญa en una lengua latina; las duras palabras sajonas que representaban cosas โ€œesencialesโ€ en inglรฉs tenรญan para รฉl un poder sรณnico exรณtico. Las palabras derivadas del latรญn en el sajรณn parecen derivativas y diluidas. En la mayorรญa de sus cuentos y poemas metafรญsicos, Borges buscaba en el espaรฑol palabras primigenias, materiales. En la alquimia de la composiciรณn, la claridad de su significado producรญa el efecto de acentuar mรกs el misterio general del cuento.

โ€œMe ha conmovido mรกs la poesรญa รฉpica que la lรญrica o la elegรญa โ€“le dijo Borges a The Paris Review en 1966โ€“ quizรก porque vengo de un linaje militar.โ€ De hecho, lo conmueven las elegรญas sajonas del siglo ix y x cuando ahรญ sucede, en palabras de Borges, โ€œquizรก lo mรกs importante que puede ocurrir en la poesรญa: el hallazgo de una entonaciรณn nuevaโ€. Estos no son poemas de batalla, sino poemas personales de soledad y tristeza. โ€œThe Seafarerโ€,3 por ejemplo, tiene un comienzo desconcertante que anticipa siglos de literatura por venir, incluido, obviamente, Walt Whitman: โ€œPuedo cantar sobre mรญ mismo un canto verdadero; puedo narrar mis viajes.โ€ Borges se deleita en el modo sencillo y coloquial con el que, mรกs adelante en el poema, el poeta describe una tormenta de nieve que viene del norte: โ€œAnocheciรณ, nevรณ desde el norte y cayรณ sobre la tierra el granizo, la mรกs frรญa de las simientes.โ€ Esta pareja metafรณrica de opuestos es novedosa โ€“el granizo trae muerte, las simientes traen vidaโ€“, sin embargo no se siente que el poeta estรฉ esforzรกndose para conseguir el efecto; parece ser la manera en la que veรญa las cosas.

De las elegรญas, la mรกs sobresaliente es la segunda parte de โ€œEl sueรฑo de la cruzโ€, en la que un รกrbol del que se hizo la cruz para crucificar a Cristo nos habla directamente. La madera del รกrbol derribado siente y estรก viva. Nos cuenta su historia, pide nuestro perdรณn y sentimos la extraordinaria novedad imaginativa del poeta convirtiรฉndose en la voz de un รกrbol. No hay nada piadoso o diligentemente cristiano acerca de esta parte del poema. Es la voz misma de la tierra que expresa una pena que la desgarra. โ€œLa cruz tiembla cuando siente el abrazo de Cristo โ€“apunta Borgesโ€“. Es como si la cruz fuera la mujer de Cristo, su esposa, la cruz comparte el dolor de Dios crucificado.โ€

Lo que cautiva a Borges es la aparente pureza de sentimiento en estos versos, el sentido de que los escritores no estaban al tanto de la originalidad de sus poemas. โ€œEstaban obligando a un idioma de hierro, a un idioma รฉpico, a decir algo para lo cual ese idioma no habรญa sido forjado, a expresar tristezas y soledades personales. Y sin embargo lo hicieron.โ€

Los lectores de Borges profesor pueden sorprenderse, como me pasรณ a mรญ, cuando Borges salta de la conquista normanda de 1066 directo al siglo XVIII, esquivando a Chaucer, Milton, Shakespeare y todo escritor inglรฉs en un periodo de setecientos aรฑos. El escritor al que Borges retoma despuรฉs de este salto en el tiempo es Samuel Johnson, quien lamentรณ la pรฉrdida del carรกcter teutรณnico en el inglรฉs, con la creencia de que el lenguaje habรญa sido degradado por los galicismos del francรฉs. Esta invasiรณn de palabras de origen latino expandirรญa el lenguaje de una manera inconmensurable, y terminarรญa componiendo casi dos tercios del inglรฉs moderno. Pero para Borges esto significaba el sacrificio de una lengua austera, de precisiรณn y acciรณn, a favor de una compuesta por locuciones abstractas, vagas y sobretrabajadas โ€“los elementos bรกsicos del espaรฑol contra los que รฉl luchaba en su propia obra.

Shakespeare, en particular, desconcertaba a Borges. Parece haberlo visto con una mezcla de asombro y recelo estรฉtico instintivo. Sus comentarios improvisados sobre Shakespeare pueden parecer simplistas, ideados para sorprender. โ€œSiempre he sentido algo italiano, algo judรญo en Shakespeare โ€“le dijo al entrevistador de The Paris Review 4โ€“ y quizรก los ingleses lo admiran por eso, porque es tan poco parecido a ellos.โ€ Sinceramente objetaba lo que caracterizaba como las exageraciones de Shakespeare, su hรกbito de โ€œacumular las agonรญasโ€.

Es fรกcil imaginar que los bullentes soliloquios de Lear o de Leontes en El cuento de invierno molestaran la sensibilidad frรญamente metafรณrica de Borges. Sin embargo, รฉl estaba de acuerdo con Coleridge en que โ€œShakespeare sacรณ todo de sรญโ€, que era una fuerza panteรญstica โ€œcapaz de asumir todas las formasโ€ y que tenรญa la capacidad de convertirse incluso en sus personajes menores cuando los escribรญa.

En Borges profesor, durante una clase sobre el Roman- ticismo, les dice a sus estudiantes: โ€œUna de las obras mรกs importantes de un escritor โ€“quizรก la mรกs importante de todasโ€“ es la imagen que deja de sรญ mismo a la memoria de los hombres, mรกs allรก de las pรกginas escritas por รฉl.โ€ Habla de Coleridge, cuya fama pรณstuma es igual a la de, digamos, Wordsworth, aunque โ€œla obra de Coleridge, que abarca muchos volรบmenes, consta en realidad de unos pocos poemas […] y de algunas pรกginas en prosaโ€. Dice que esto es asรญ porque pensar en Coleridge โ€œes pensar en un personaje de novelaโ€.

En cierta manera, cuando nosotros pensamos en Borges pensamos en alguien hechizado: un hombre ciego y oracular que imaginรณ un mundo lleno de doppelgรคngers y repeticiones cรณsmicas sin fin, y que escribiรณ un puรฑado de โ€œensayos- ficciรณnโ€ que lo convirtieron en uno de los escritores mรกs influyentes del siglo XX.

A esta imagen de Borges como una figura inventada contribuye su propia preocupaciรณn con la idea de un yo alternativo. Algunas veces hablรณ de un segundo Borges, nacido el mismo dรญa que el primer Borges, que utilizaba su mismo nombre pero que era una persona distinta. Este segundo Borges era un observador o un espectador del Borges โ€œrealโ€ โ€“el Borges mรกs profundoโ€“ con quien el segundo Borges se habรญa ido identificando, igual que uno hace con un personaje en una pelรญcula o una obra de teatro, porque sus acciones estaban siempre a la vista. Tomรณ esta idea de una escuela de pensamiento hindรบ, un intento teolรณgico por reconciliar nuestra autoconciencia con nuestro yo interno e inmutable.

En 1973 asistรญ a una cรกtedra impartida por Borges en un salรณn elegante de cierta sociedad histรณrica de Buenos Aires. Acudรญ una hora antes porque el aรฑo anterior en Nueva York me habรญa sido imposible entrar a una de sus plรกticas โ€“la multitud, en la Universidad de Columbia, habรญa sido tan grande que se desparramaba hasta la avenida Broadwayโ€“. En Buenos Aires el pรบblico estaba compuesto por cuatro personas; una de ellas era el asistente de Borges, y otra un amigo cercano. La broma en Buenos Aires en ese entonces era que si Borges hubiera sido checo o francรฉs, los argentinos habrรญan estado leyendo sus traducciones a carretadas.

La conferencia a la que asistรญ versรณ sobre el poema รฉpico de Josรฉ Hernรกndez El gaucho Martรญn Fierro, de 1872. En el poema, Martรญn Fierro entra al servicio militar durante las Guerras indias; deserta y vive con los indios durante un tiempo; mata a un hombre en una pelea a cuchillo en un bar y se vuelve un forajido perseguido por las autoridades. Fierro tiene dos opciones: convertirse en un peรณn de rancho para uno de los grandes ganaderos que estaban fraccionando la pampa o entregarse a la policรญa โ€“ambas, formas de encarcelamiento.

Borges admiraba el poema por su riqueza y autenticidad coloquial. Una muestra de esta autenticidad, decรญa รฉl, era que el protagonista nunca describรญa el cielo, tan ubicuo en la pampa que no necesita menciรณn. La vastedad del paisaje estรก implรญcita en el modo en que los personajes van por la vida.

El ritmo de Martรญn Fierro fue tomado de la payada, una canciรณn gaucha en octosรญlabos. La payada serรญa la base de las baladas cantadas con guitarra conocidas como milongas, que a su vez darรญan pie al tango.

La vida criolla de los gauchos, como la de los personajes de las รฉpicas sajonas, estaba marcada por un cรณdigo inexpugnable. La muerte nunca estaba lejos; ni el gaucho โ€“quien, por lo menos de manera ideal, vivรญa bajo un cรณdigo de valor que Borges celebraba y admirabaโ€“ querรญa que estuviera lejos. Esta presencia de la muerte, como en las รฉpicas sajonas, incentivaba una expresiรณn elemental que รฉl querรญa emular. Buscaba una estatura parecida a la del guerrero, o su equivalente, en su obra, y creรญa que nos podรญa elevar por encima de lo que llamaba โ€œla nada de la personalidadโ€, con sus neurosis insignificantes y sus quejas personales.

Cuando tenรญa poco menos de ochenta, vivรญa aรบn en el modesto departamento de Buenos Aires que compartรญa con su madre hasta que ella muriรณ. Su biรณgrafo, Edwin Williamson, describe que su habitaciรณn se parecรญa a โ€œuna celda de monje con su estrecha cama de metal, una sola silla y dos pequeรฑos libreros donde guardaba su colecciรณn de libros sajones y escandinavosโ€. Aquellos libros antiguos eran una parte fundamental del ethos que daba sostรฉn a este, el mรกs moderno de los escritores.

Borges profesor es una contribuciรณn importante a su obra. No son conferencias acadรฉmicas sino ensayos en voz alta. Los estudiantes de Borges no grabaron estas clases motivados por la reverencia que sentรญan por su maestro, sino porque les ayudarรญa a prepararse para los exรกmenes. Esa aproximaciรณn casual y desordenada es una de las fortalezas mรกs grandes del libro. Los editores con gran habilidad han limpiado el texto, han explicado las referencias casi indescifrables que los estudiantes habรญan transcrito fonรฉticamente โ€“โ€œWado Thoubeโ€ era, por ejemplo, el poeta Robert Southey, y โ€œBartleโ€ era el filรณsofo George Berkeley. Al final, lo que tenemos es el tono de la voz de Borges, con sus digresiones espontรกneas y su entretenida soltura; sus influencias y preocupaciones literarias mรกs profundas, no mediadas por la naturaleza revisada y pulida de la palabra escrita. ~

 Traducciรณn de Pablo Duarte.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 Ronald Christ, โ€œJorge Luis Borges, The art of fiction, No. 39โ€, The Paris Review, nรบm. 40, 1967. (Todas las notas son de la redacciรณn.)

2 Borges profesor. Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, ediciรณn, investigaciรณn y notas de Martรญn Arias y Martรญn Hadis, Buenos Aires, Emecรฉ, 2010, 400 pp. La ediciรณn comentada por Greenberg es la traducciรณn de Katherine Silver para New Directions, Professor Borges: A course on English literature.

3 Un fragmento de este poema fue traducido por Borges en Breve antologรญa anglosajona con el tรญtulo โ€œEl naveganteโ€.

4 Ronald Christ, โ€œJorge Luis Borges, The art of fiction, No. 39โ€.

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es columnista del Times Literary Supplement y colaborador frecuente de The NEw York Review of Books y The Village Voice. Autor de Hurry down sunshine (2008) y Beg, borrow, steal (2009)


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