Los resultados, llamรฉmoslos โcoyunturalesโ, de la elecciรณn estรกn a la vista: un claro triunfo del pan (que no de su triste aliado, el prd) que le abre a este partido perspectivas poderosas rumbo a 2018 y, al mismo tiempo, le presupone una enconada contienda para determinar quiรฉn serรก el candidato; una severa advertencia al pri, derrotado a causa de sus malos gobiernos estatales y la incuestionable impopularidad de Peรฑa; la apariciรณn de Morena como tercera fuerza electoral, pero tambiรฉn la evidencia de que este partido carece de una cobertura realmente nacional; la elecciรณn en Chihuahua, de Javier Corral, un polรญtico de alcance nacional que seguramente adquirirรก un nuevo e importante protagonismo; un nuevo fracaso de las empresas encuestadoras y nuevos รฉxitos electorales y la eficacia demostrada en las urnas de la estrategia del pan–prd de postular a expriistas para ganar en las urnas. Pero mรกs allรก de estas consideraciones, sin duda importantes, debe interesarnos en quรฉ condiciones queda la calidad de la democracia mexicana. Un segundo despuรฉs de que se conocieran los resultados electorales, la clase polรญtica y muchos analistas empezaron a preocuparse por la elecciรณn de 2018, y en ese preciso momento nos olvidamos de que las pasadas campaรฑas fueron un espectรกculo vergonzoso. El clientelismo, la compra del voto y el derroche ilegal de recursos pรบblicos fueron sus protagonistas mรกs destacados y constantes. A estas estrategias recurrieron prรกcticamente todos los partidos. Los ciudadanos vieron correr una avalancha de caudales destinados a objetivos electorales, en una naciรณn que padece un ingente dรฉficit en materia social. Quedรณ patente la irresponsabilidad de actores polรญticos que no ven mรกs allรก de sus propios intereses cuando por lo menos dieciocho candidatos se autoproclamaron ganadores minutos despuรฉs de cerradas las urnas. Nadie piensa en construir, proyectar, utilizar las virtudes propias y las ideas para atraer. Todo lo contrario, solo se trabaja para destruir al adversario, por dar a conocer sus errores, sus descalabros, sus bajezas, aunque ello en nada beneficie a los ciudadanos y sรญ lastime el prestigio y legitimidad de quienes, eventualmente, habrรกn de gobernar. Las campaรฑas no aportan nada o casi nada en tรฉrminos de contribuciones concretas para la soluciรณn de los problemas comunes. Es significativo que, en muchos casos, la promesa mรกs relevante de los candidatos consistiera en โmeter en la cรกrcelโ al contrario. La alternancia puede atribuirse al castigo a malos gobiernos y como manifestaciรณn de ese ya famoso โmalhumor socialโ, pero no a las virtudes de los triunfadores.
Las campaรฑas negativas y guerras sucias terminan por fomentar apatรญa y desconfianza en los sistemas polรญticos. Muchos analistas piden no dar demasiada importancia a estas tรกcticas โde contrasteโ e incluso afirman que sin ellas las elecciones serรญan aรบn mรกs aburridas. Es posible, pero los denuestos y vituperios en campaรฑa producen una excesiva polarizaciรณn con bandos que se desgastan en continuos fuegos cruzados. No en balde las campaรฑas negativas son el instrumento favorito de demagogos y populistas, y Donald Trump es un magnรญfico ejemplo de lo anterior. El clima de desconfianza y apatรญa resultado de las guerras sucias no aporta nada a la consolidaciรณn de una democracia tan exigua como todavรญa lo es la nuestra porque devalรบa a las instituciones gubernamentales y de representaciรณn polรญtica y da lugar al abstencionismo.
Pese a toda la sobrerregulaciรณn que impera en Mรฉxico en materia electoral, no hemos sido capaces de suprimir las viejas reglas no escritas y modelos viciados. Vamos ordenadamente a las urnas, presenciamos cรณmo unos partidos sustituyen a otros en los gobiernos, pero nuestro sistema polรญtico no estรก sirviendo como un mecanismo eficaz de transformaciรณn social, al contrario, se ha divorciado de los ciudadanos y ha hecho del poder por el poder mismo el objetivo central del juego polรญtico. Alternancias en el poder sin resultados plausibles pueden servir como sanciรณn moral y polรญtica a gobiernos ineficientes, pero terminan por ser huecas.
Desde luego, jamรกs debe pensarse en la democracia como una panacea. Es un sistema engorroso y lleno de complejidades. Una sociedad madura siempre entiende que la democracia no solo desilusiona sino es de suyo mediocre, sempiterna rehรฉn de equilibrios frรกgiles y dinรกmicos. No se trata de un ideal que se realice de una vez, para siempre y para todos. Es un proceso inestable, impreciso e impredecible que adopta diferentes ritmos. Pero su desarrollo y supervivencia dependen de que el conjunto de los actores y las instituciones que le dan vida encajen y se guรญen por un mรญnimo de valores sustantivos. ~
Es escritor. Este aรฑo publicรณ de Winston Churchill a Donald Trump: auge y decadencia de las elecciones.