Los van a agarrar y a deportar”, pensé. Era una locura. Cuatro estudiantes, tres de ellos indocumentados, habían decidido caminar desde Miami hasta Washington –2,414 kilómetros– para llamar la atención del país y del Congreso sobre la urgencia de una reforma migratoria. Era enero del 2010 y para ese momento el gobierno de Barack Obama estaba deportando, en promedio, a más de mil inmigrantes por día. Ellos podrían ser los próximos.
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Los sin miedo
Estados Unidos debate la posibilidad de legalizar a once millones de indocumentados. El costo amenaza con ser alto. Jorge Ramos explica los claroscuros de una reforma que podría hacer historia.