Iba a cumplir cinco años cuando ocurrió la matanza de Tlatelolco. Un tío mío, que en ese entonces vivía con nosotros, terminó, como buen estudiante rebelde que era, con sus huesos en Lecumberri. Lo visitamos varias veces. Su estrecha celda la compartía con compañeros que cantaban canciones de protesta. Esa fue la primera vez que escuché hablar del PRI, en no muy buenos términos. Mis padres, ambos abogados, representaban a diversas firmas norteamericanas en México. Una mañana ingrata e inolvidable de 1976 nos amanecimos con la noticia de que el peso se había devaluado 53%, pasando de 12.50 a 19.50 por dólar. El PRI se volvió a colocar en el centro de mi vida, tampoco esta vez por buenas razones. Mi familia, y no solo ella, quebró. Tardó algunos años en recuperarse, pero con López Portillo, cuando nos preparábamos para “administrar la abundancia”, el peso volvió a devaluarse, ahora 562%, con lo que sobrevino una nueva quiebra familiar. Del PRI ya no podíamos hablar en casa. Cursé la preparatoria en Torreón y por las tardes tomaba clases de mecanografía con un maestro estricto, Juan de Dios Castro, que más tarde llegaría a ser consejero jurídico de la Presidencia durante el gobierno de Vicente Fox. En ese entonces mi maestro había ganado por vez primera para el PAN una diputación federal por el distrito de Lerdo. Los priistas, en represalia, quemaron su casa y golpearon a su familia. Cuando cursaba la universidad, ya de nuevo en la ciudad de México, y era mi turno de ser un buen estudiante rebelde, De la Madrid devaluó el peso 1,555% y, por si fuera poco, remató su gobierno con un vistoso fraude electoral a favor de Carlos Salinas de Gortari, que prometió llevarnos al primer mundo y acabó consolidándonos en el tercero. Mis primeras manifestaciones callejeras las hice contra el PRI. Como puede verse, mi vida con el PRI puede resumirse en matanzas, devaluaciones, golpizas, crisis y fraudes. Ahora viene de regreso el PRI, con Peña Nieto a la cabeza. Dicen que se trata de un PRI renovado. Pero no tengo el menor indicio de que así sea. ~
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