Modos de envejecer

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1969, Paris

Una anciana elegante y tierna mantiene en alto Le Figaro en la Brasserie Lipp de St.-Germain-des-Prรฉs pero no lo lee. Dos mesas mรกs acรก, una muchacha de esbelta figura y cortรญsimo vestido se concentra impertรฉrrita en el suyo. La dama mira con escrutinio a su joven vecina. La reconoce atractiva, con seguridad le parecerรก una revoltosa mรกs, acaso la juzgue y repruebe, incluso podrรญa envidiarla. Una ceja hostil la delata…, y Henri Cartier-Bresson estuvo allรญ para capturar el instante preciso.

Si la viejecita de la Brasserie Lipp conociera Sun City, habrรญa sido โ€“supongoโ€“ menos severa. Delbert E. Webb (1899-1974), un magnate californiano, copropietario de los Yankees, materializรณ esta utopรญa cuyo nombre recuerda aquella otra propuesta por Tommaso Campanella. Webb inaugurรณ el complejo residencial el primer dรญa de 1960 a las afueras de Phoenix con tanto รฉxito que poco despuรฉs mereciรณ un reportaje de portada en Time. Sun City es el autรฉntico paraรญso (artificial) de los snowbirds, como se llama en Norteamรฉrica a las personas mayores, generalmente pensionados, que huyen en los inviernos hacia el sur. Esta red de ciudades sol serpea por los estados del sur: California, Arizona, Nevada, Tejas, Florida, Carolina del Sur… Tan sรณlo en las localidades desarrolladas en Arizona habitan mรกs de cuarenta mil personas.

En la inigualable Sun City todo sucede excepto el tiempo. Hoy dรญa ha devenido, para efectos prรกcticos, en una marca comercial exclusiva para los mayores de 55 aรฑos โ€“la media de edad estรก arriba de los 73 aรฑosโ€“. Mudarse allรญ (no hay cabida para retirarse, sรณlo para mudarse) significa algo mรกs que eludir el frรญo: se escapa a la impiedad de la vejez. Como lo delata su propio nombre, el verano es eterno, y tambiรฉn la juventud. โ€œAquรญ no hay tiempo para envejecerโ€, constata Ria Schwรคrzel.1 He ahรญ su รฉxito. A diferencia de la parisina pillada por Cartier-Bresson, los ancianos de Sun City no miran con resquemor a los (inexistentes) jรณvenes porque, al imitarlos, viven en un eterno fin de semana: campos de golf, bolos, piscinas, talleres para el trabajo artรญstico y manual, centros de ocio, gimnasios, jardines, teatros y cines, recintos musicales, tiendas… nada falta en esta arcadia solar.

Sin embargo, ante la perspectiva demogrรกfica actual y sus tendencias, que rebasan las estructuras hoy existentes, resulta imperioso imaginar nuevas soluciones. De este lado del Atlรกntico preocupa la articulaciรณn de tres factores: la decreciente tasa de natalidad, la longevidad de las nuevas generaciones y la cada vez mรกs temprana jubilaciรณn. Los analistas calculan โ€“por referir el caso alemรกnโ€“ que hacia el 2050 la poblaciรณn mayor de sesenta aรฑos se duplicarรก en el paรญs, para representar a mรกs de cincuenta por ciento del total. Mantener las estructuras aรบn vigentes implicarรญa doblar el personal al cuidado de los ancianos, algo econรณmica y estadรญsticamente inviable.

La profesora Christa Olbrich (Maguncia, Alemania) sugiere que la solidaridad serรญa la respuesta adecuada a dicha problemรกtica. Consecuentemente dirige un programa piloto en una comunidad multigeneracional donde muchas personas de edades diferentes comparten zonas comunes y se ayudan entre sรญ. El trato con gente joven ofrece a las personas de mรกs edad la posibilidad de mantenerse activos, de prestar ciertos servicios a otros, en una palabra, de enriquecer a otros con sus aรฑos y experiencia. No son pocos los que han encontrado un sentido a cada dรญa. A cambio, alguien cuida de ellos. Los niรฑos, por su parte, aprenden a respetar y valorar a los mayores.

El Foro para la Vida en Comรบn2 constata que los ancianos evaden ahora las residencias de retiro y buscan nuevas opciones para continuar integrados en la sociedad. En el transcurso de este aรฑo, por ejemplo, ha recibido alrededor de quince mil solicitudes. Dicho foro agrupa no sรณlo a los interesados en compartir su vida con otros, sino a todos aquellos relacionados por una u otra razรณn con estos hogares multigeneracionales como abogados, arquitectos o constructores. Poco a poco toma cuerpo una pequeรฑa revoluciรณn que redefine aspectos legales y tรฉcnicos de construcciรณn: rampas para sillas de ruedas y carriolas, supresiรณn de escaleras, espacios generosos, e incluso detalles prolijos como la instalaciรณn de picaportes y apagadores a una altura cรณmoda para todos. Otros complejos mรกs ambiciosos incluyen tiendas, รกreas recreativas y consultorios mรฉdicos.

Tambiรฉn en Estados Unidos comenzaron a multiplicarse a partir de 1990 los hogares multigeneracionales. A diferencia de los alemanes, ellos se reรบnen ante todo con parientes en diferentes grados sin albergar a desconocidos. Segรบn el รบltimo censo, ya cuatro por ciento de los hogares en el paรญs son de este tipo, y el porcentaje aumenta sin pausa.3 Este fenรณmeno revierte la tendencia de los ciento cuarenta aรฑos anteriores, en los que el nรบmero de habitantes de cada casa se encogiรณ siempre.

Nos son desconocidos los sentimientos que habitaban a la anciana de la Brasserie Lipp. Cabe tan sรณlo conjeturarlos. Sรญ podemos asegurar, en cambio, que en este nuevo modelo de vida un anciano alemรกn difรญcilmente reprobarรก con la mirada a su vecina, aun cuando vista faldas tan cortas como las octogenarias tenistas de Sun City. ~

Berlรญn, octubre de 2007


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1 Cfr. Nina Rehfeld, โ€œZum Sterben hat man in Sun City keine Zeitโ€, Frankfurter Allgemeine Zeitung-Feuilleton, octubre 18, 2007, p. 46.

2 Forum Gemeinschafiliches Wohnen e.V. (www.fgwa.de).

3 Cfr. Mireya Navarro, โ€œFamilies Add 3rd Generation to Housecholdsโ€, The New York Times, mayo 25, 2006.

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Doctor en Filosofรญa por la Humboldt-Universitรคt de Berlรญn.


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