Desde enero de 1979, el poeta Makoto Ooka (1932) publica todos los días en la primera plana del diario japonés Asahi Shinbun, en más de diez millones de ejemplares, una columna que comenta, en no más de 180 caracteres, poemas y fragmentos de poemas de diversas épocas y lenguas: Oriori no uta (Poemas de todos los tiempos), luego compilada en libros. Con permiso del autor, tomamos los ejemplos que siguen de la antología Oriori no uta. Poems for All Seasons, texto original y versión inglesa, prólogo y notas de Janine Beichman (Kodansha, Bilingual Books, Tokio, 2000, 304 pp).
1
Como una teta busco a tientas la tristeza.
Si se me fuera la tristeza, moriría.
Yagi Juukichi
De Mazushiki Shinto (El creyente pobre, 1928). El poeta Yagi Juukichi murió a los 29, con sólo un libro publicado, Aki no Hitomi (Ojos de otoño). Mazushiki Shinto fue el primero de varios libros póstumos compilados a partir de los manuscritos que dejó. Hoy es un poeta popular muy leído. Muchos de sus poemas son, como éste de dos líneas, muy cortos, pero su pensamiento es rico en paradojas aparentes que súbita y sorpresivamente revelan la verdad. En este poema el corazón humano aparece al desnudo.
2
Lo ido y por venir
leve fulgor de nieve.
Taneda Santooka
De Soomokutoo (La pagoda de hierba y árbol, 1940). Tras una juventud atormentada y tormentosa, Santooka tomó los hábitos budistas y desde 1925 hasta poco antes de su muerte, en 1940, recorrió Japón como monje mendicante. Este haikú es de mediados de diciembre de 1939, cuando se había finalmente instalado en Matsuyama, en una casita a la que llamó "Hoja de hierba". Pasado y futuro son vastos e ilimitados pero en ambos brilla una luz leve, como el leve fulgor de la nieve en la noche. Santooka murió diez meses después de mudarse a la Hoja de hierba.
3
Una luciérnaga
desperdicia su luz
tan elevada
Kishida Chigyo
De Momijiyama (Colinas de otoño, 1989). El autor murió en noviembre de 1988, a los setenta años. La colección de haikú que se publicó para conmemorar el primer aniversario de su muerte, en la que aparece el poema anterior, también incluye: "Hacia el final / del camino la vida, / canto de insectos" (yukidomari made koshi waga yo mushi no koe); y "Muerte dichosa: / fluye la Vía Láctea / allá en lo alto" (shinaru koto no saiwai ginga nagare ori). Poemas como éste dan testimonio de lo que Chigyo logró como poeta autobiográfico, al enfrentarse con la muerte. El que da título a la colección es también interesante: "Qué coloridas / las colinas de otoño / que no descansan" (momijiyama ironna iro ni ochitsukazu). Después de esos poemas, el de arriba se lee como un autorretrato y una plegaria. ~
Makoto Ooka ~