Tijuana, B.C.– Faltan unos minutos para las seis. La agitación en la redacción del periódico Frontera es enorme. Como de una colmena, salen y entran reporteros y llamadas a la oficina de Jorge Morales, director editorial de ese diario fronterizo. Tiene Morales los resultados de la encuesta de salida en la mano, que coloca por casi cuatro puntos a José Guadalupe Osuna Millán, candidato del PAN al gobierno de Baja California, por encima del polémico abanderado del PRI, Jorge Hank Rhon. Las seis de la tarde es la hora en que el Consejo Estatal Electoral citó a los medios para dar a conocer los resultados de las encuestas. El propio CEE, presidido por Víctor Alarcón, pocos días antes había anunciado la contratación de una encuesta de salida, cuyos resultados daría a conocer poco después de que se hubieran cerrado las casillas de votación. La tensión en la redacción de Frontera es evidente. Luego de tres meses de una agitada campaña electoral en la que hubo de todo –publicidad negativa de ambos bandos; un excesivo gasto de campaña: no hay rincón del estado que no esté saturado de publicidad roja (Hank) o azul (Osuna); compra de votos por medio de regalos (útiles escolares, materiales de construcción, dinero sin más); el intento de descalificación de un candidato (Hank quedó fuera de la campaña por quince días, mientras el Tribunal Federal Electoral, presidido por el ahora cuestionado Flavio Galván, decidía si había o no violado la famosa ley antichapulín), y su regreso a la contienda– la elección había llegado a su fin de manera pacífica. A lo largo del día el portal de Frontera ha venido reportando incidentes menores. Ésta es la elección más vigilada en la historia del estado: más de setecientos observadores se registraron para vigilar la limpieza de los comicios. El propio Frontera, al que el CEE no quiso aceptar como observador electoral sino como medio de comunicación, desplegó por todo el estado a más de seiscientos observadores independientes.
Con las cifras en la mano, Jorge Morales esperaba a que dieran las seis. Suena el teléfono, en la línea está un funcionario del Consejo Electoral quien pide a Morales que no dé a conocer su encuesta de salida, argumentando que la elección está muy pareja, que sus números marcan un empate. Morales no cede. Pide que le notifiquen por escrito la disposición del Consejo. El funcionario, que primero exigía detener la publicación de la encuesta, ahora pide por favor, luego suplica. Morales insiste: quiere la notificación por escrito. Dan las seis. Morales ordena entonces que suban la encuesta de salida en la página de internet de Frontera. Pocos minutos después podemos ver por la televisión que Manuel Espino, con Osuna Millán a su lado, improvisa una conferencia de prensa en la que señala que, según Frontera, el candidato panista va arriba por cuatro puntos en el conteo de salida. Parecido a un pequeño chisguete que se convierte en poco tiempo en un chorro incontrolable, el flujo de información ya no se puede detener. A las seis y cuarto, por fax, llega la orden del Consejo de quitar la encuesta de internet. Morales acata –aunque la nota queda registrada y disponible en la sección “Lo más visto” que el sistema de su portal coloca de manera automática y no hay forma de retirar… Minutos más tarde, un conjunto de organizaciones civiles daría una conferencia de prensa en la que denunciaría la inexplicable opacidad del Consejo, su sospechosa cerrazón.
A las nueve de la noche, ante la presión de más de ochocientos reporteros de todo el mundo acreditados para cubrir la elección, comienzan a darse a conocer los resultados del prep. Nadie sabe nada de la millonaria encuesta de salida que días antes anunció el CEE. Víctor Alarcón, de tendencia marcadamente priista, no daba la cara. Los números, trasmitidos por televisión, comienzan a fluir. Desde el principio Osuna va a la cabeza, y esa distancia no hace sino incrementarse con el paso de las horas. Un poco antes, alrededor de las ocho, en su casa de campaña, con gesto adusto, Mario Madrigal, líder del PRI en el estado, había anunciado que las tendencias favorecían a su candidato. Lo mismo hicieron desde la sede panista, con una diferencia: el ambiente era de fiesta, los rostros felices. Desde las once de la noche, hileras de coches comenzaron su recorrido por las principales avenidas de Tijuana, con banderas, con bocinas, con gritos y porras a favor del PAN. Al mismo tiempo, en el cuartel de Hank Rhon todo era desolación, pese a la música y la cerveza gratis. El hijo del legendario Profesor se negó a aparecer esa noche. Proceso, días después, reportaría que, desde las cuatro de la tarde, los priistas supieron que habían perdido la elección. “ ‘¿Estoy perdido?’, inquiría Hank Rhon a gritos mientras alzaba un pequeño garrafón de agua y lo vaciaba sobre su boca, pero bañándose el rostro… ‘Todo lo que gasté, las encuestas, los cierres de campaña, ¿no sirvió de nada? ¡Contéstenme! ¡Esta vieja me chingó!’, preguntaba, fuera de sí, refiriéndose a Elba Esther Gordillo. Pero no hubo respuesta. El empresario estaba vencido…” (Proceso, 1,606).
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Han pasado dos semanas desde la elección. El Consejo Estatal Electoral ha reconocido el triunfo de Osuna Millán por una diferencia de 57,184 votos. Los resultados de la encuesta de salida del CEE todavía no se hacen públicos. ¿Qué pasó esa tarde? Desde mi punto de vista, sabiéndose perdidos, los priistas intentaron frenar la información para tratar de repetir el escenario del 2006. Especulo que el plan consistía en que, al dar las once, y amparado en esa encuesta fantasmal, el presidente del CEE alegaría que no era posible dar a conocer los resultados por el estrecho margen que separaba a los candidatos punteros sino hasta tres días después, cuando se realizara el recuento en los distritos electorales. En esos tres días el PRI intentaría por todos los medios anular la elección. Pero esos quince minutos, y la decisión de Frontera de transparentar los resultados que tenía a mano, modificaron la situación, que pronto se les salió de control.
Ganó el PAN. ¿Por qué ganó el PAN? Es claro que Osuna Millán, candidato más bien gris, no derrotó con sus propuestas a Hank Rhon, el hombre leyenda. Ganó el PAN la elección porque decidió convertirse en el PRI: el aparato del gobierno local y federal apoyando a su candidato, regalos y obras del gobernador a unos días de la elección, recolección de credenciales, juntas con tamales en la mañana y voto organizado al mediodía, logística electoral del SNTE en apoyo de Acción Nacional. En Baja California perdió el PRI pero ganó la cultura priista.
¿Ganó la democracia? ~