Hace no tantos aรฑos, cuando la ciudad de Mรฉxico ya no era "la regiรณn mรกs transparente del aire", quedaba todavรญa una transparencia musical en el aire de media docena de frecuencias: dos de XELA, dos de Radio Universidad, una de Radio Mil, la de Radio Educaciรณn y, por momentos, alguna mรกs. Luego apareciรณ Opus 94.
Quizรก ninguna otra ciudad del mundo tuvo esa riqueza, que no luce en el PIB, pero sube el "nivel de vida". Lo cotidiano se transparentaba en una libertad que aligeraba todo. Sin congestionar la ciudad para ir a tomar clases, sin obligaciones, sin certificados, habรญa de hecho una paideia maravillosa, libre y gratuita que desarrollaba la inteligencia musical. Ejercicio feliz, juego que ponรญa en juego la capacidad de atenciรณn, que llevaba la vida a mรกs, que liberaba.
Cuando empezรณ la radio en Mรฉxico, parecรญa natural difundir buena mรบsica. No habรญa expertos maximizadores de las finanzas pรบblicas y privadas que dijeran: es absurdo, no hay mexicanos para esto. La inocencia sirviรณ para que los hubiera: para que muchos descubrieran la buena mรบsica. Constantino de Tรกrnava, fundador de la radio mexicana (en Monterrey, 1919), difundiรณ muchos aรฑos una "Velada Clรกsica: Joyas Musicales de la Relojerรญa Suiza", de nueve a once de la noche. Tuvo tambiรฉn, a las nueve y cuarto de la maรฑana, un "Concierto en Miniatura de la Manteca Regia". Y, ademรกs, sin patrocinio, un "Teatro Sinfรณnico" de una a dos de la tarde, con รฉxito sorprendente, porque el joven poeta Ramiro Garza resultรณ un genio de la animaciรณn cultural.
Recuerdo perfectamente ir caminando por la calle y escuchar casi de casa en casa la Tocata y fuga de Bach, con que empezaba el programa. El รฉxito llegรณ al extremo de restarle pรบblico a las novelas de Colgate Palmolive en la XEFB, y de que, tontamente, la Colgate, en vez de anunciarse en el "Teatro Sinfรณnico" de la XEH, quisiera suprimirlo, comprando el tiempo para difundir ahรญ sus novelas. Cuando se anunciรณ lo que venรญa, hubo tal avalancha de cartas y llamadas que el ingeniero de Tรกrnava (¡bendito subdesarrollo!) decidiรณ rechazar la oferta lucrativa y continuar ennobleciendo la vida de la ciudad, sin patrocinador.
En Mรฉxico, Josรฉ Vasconcelos creรณ en 1924 la primera estaciรณn cultural de tiempo completo, antecedente de Radio Educaciรณn. En 1937, apareciรณ la segunda: Radio Universidad. En 1940, empezรณ la XELA, dedicada primero a la mรบsica popular instrumental y despuรฉs convertida en la Estaciรณn de la Buena Mรบsica. Parece haber sido la primera estaciรณn cultural a tiempo completo de la iniciativa privada. Luego hubo otras, como la XEN, que tambiรฉn dejรณ la mรบsica popular y se convirtiรณ en la Radio Mundial de la รpera unos siete aรฑos. Todo esto ademรกs de programas aislados, como "La Hora Clรกsica de H. Steele y Compaรฑรญa" en la XEW o el "Concierto para la Juventud" de Radio 620.
Cuando llegรณ la frecuencia modulada, en 1952, muy pocos aparatos (mรกs caros) podรญan sintonizarla. Por lo mismo, habรญa pocos anuncios (limitados a productos de lujo, porque los populares se anunciaban en am). Lo cual no daba presupuesto mรกs que para transmisiones grabadas. Y se preferรญa la mรบsica instrumental o clรกsica, porque la calidad del sonido en FM luce mรกs con este tipo de mรบsica y porque de cualquier manera el pรบblico era minoritario. Hasta la voz y la dicciรณn (en las escasas intervenciones de los locutores) querรญan ser diferentes, seรฑalarse con un aire distinguido. La calidad fue todavรญa mayor con el nuevo sonido estereofรณnico. Era el paraรญso: buena mรบsica, sonido extraordinario, poco rollo y pocos anuncios.
La buena mรบsica fue cada vez mรกs importante, a lo largo del primer medio siglo de la radio en Mรฉxico. En ese mismo lapso, el desarrollo econรณmico, educativo y cultural del paรญs fue notable. Esto harรญa pensar en fenรณmenos paralelos, pero el cuadro cambiรณ despuรฉs de 1970. Aunque subiรณ extraordinariamente el gasto en educaciรณn superior y se ha multiplicado la poblaciรณn universitaria, aunque se formaron empresas de un poder econรณmico nunca visto y abundan los funcionarios pรบblicos con doctorado, la buena mรบsica en la radio ha disminuido, en vez de aumentar. Como si el Mรฉxico de hoy tuviera una pequeรฑez que no tuvo aquel Mรฉxico menos escolarizado.
En el sector privado, no queda una sola estaciรณn de buena mรบsica. Se perdieron primero las de frecuencia modulada (Stereo Mil, XELA), porque multiplicaron su valor comercial (el auditorio de FM llegรณ a ser mayor que el de am). Se perdiรณ finalmente la XELA en amplitud modulada: terminรณ con el aรฑo 2001. Sรณlo quedan las del sector pรบblico, y cada vez transmiten menos mรบsica. El paraรญso quedรณ atrรกs. Si alguien dejรณ marcadas las frecuencias en su aparato, y oprime, uno tras otro, los botones, difรญcilmente escucharรก buena mรบsica, sino radio hablada. Y no, desgraciadamente, uno de esos hallazgos creadores como la sustituciรณn de un comercial por la lectura de un poema (en Radio Universidad) o la dicciรณn inteligente de poesรญa, en la voz de Eduardo Lizalde (Opus 94). Se escuchan sobre todo noticias (las mismas que repiten todas las estaciones), editoriales, entrevistas, mesas redondas, cรกtedras, divulgaciรณn, comerciales, propaganda institucional, campaรฑas bien intencionadas (anunciamos mil veces nuestro buen corazรณn pidiendo juguetes para los niรฑos pobres), letanรญas detalladas de la programaciรณn en las diez horas siguientes (como si el pรบblico fuese a tomar nota) y hasta boletines caseros (lamentamos profundamente la irreparable pรฉrdida sufrida por una tรญa de nuestro distinguido colaborador del รกrea de controles tรฉcnicos). Dar y tomar el micrรณfono parece una lenta negociaciรณn polรญtica en la cumbre, con infinitos protocolos que distraen del asunto para concentrarse en la ceremonia: Es un honor inmenso cederle el micrรณfono a esta personalidad incomparable, de la cual recitaremos su currรญculo como un cรกlido aplauso. Por el contrario, es un honor inmerecido recibir este micrรณfono sagrado, que me da la invaluable oportunidad de hablar en este importantรญsimo programa, ante un pรบblico maravilloso.
El colmo es que la mรบsica, cuando llega a escucharse, tiene prรณlogos interminables, que dicen una sola cosa: ¿Para quรฉ quieres escuchar a Bach, si puedes escucharme a mรญ? El verdadero jazz no estรก en los tres minutos de una grabaciรณn maravillosa, pero grabaciรณn; estรก en los quince minutos de geniales improvisaciones verbales que sostengo ante el pรบblico (si todavรญa sigue ahรญ) con deslumbrante creatividad y en vivo. Asรญ como el aire de la ciudad de Mรฉxico se ha convertido en una sopa inmunda, la mรบsica del aire padece el vรณmito del yo que no suelta el micrรณfono.
Dicen los que saben historia litรบrgica que las oraciones prescritas en la misa fueron estableciรฉndose porque, en la ceremonia original, que era muy libre, los rolleros espontรกneos se volvieron abusivos e insoportables. En los buenos tiempos de Radio Universidad, Joaquรญn Gutiรฉrrez Heras impuso una liturgia semejante con presentaciones sobrias y muy informativas, escritas de antemano. Ademรกs, corregรญa la dicciรณn, anticipรกndose a Robert A. Fradkin, que trata de lograrlo en su libro The well-tempered announcer: A pronunciation guide to classical music. (Alguien deberรญa patrocinar que Guido Gรณmez de Silva produzca un diccionario sonoro de nombres extranjeros, en cederrรณn o en lรญnea: tecleando un nombre, se escucharรญa la pronunciaciรณn.) Pero ya no estamos en los buenos tiempos. La radio hablada, que en las estaciones populares fue decisiva para el avance democrรกtico, se extendiรณ a las estaciones donde no hacรญa falta, a costa de la buena mรบsica. La logorrea se apoderรณ de Radio Universidad (860 am, 96.1 fm), Radio Educaciรณn (1060 am) y Opus 94 (94.5 fm).
Serรญa injusto no decir de esta รบltima que es, por ahora, la mejor opciรณn (la menos mala, me corrigen algunos amigos, quejosos de tanto parlanchรญn). Ademรกs de la mรบsica suelta (que deberรญa ser lo principal), programas como "La Otra Versiรณn" (donde se tocan sucesivamente varias interpretaciones de una misma pieza) son educativos y revelan imaginaciรณn radiofรณnica. "Desde el Corazรณn de la Mรบsica" (con interpretaciones en vivo, deteniรฉndose en pasajes que permiten observar tรฉcnicamente algo importante) estรก en el mismo caso, aunque serรญa mejor editarlo para recortar a los intรฉrpretes que no saben hablar.
Con sobriedad, la voz puede estar al servicio de la mรบsica. La voz misma puede ser mรบsica en el canto y la buena dicciรณn. La interpretaciรณn sonora en sus mรบltiples formas (en el foro, las grabaciones, los medios audiovisuales) rebasa a la lectura de la mรบsica en el papel pautado, o la lectura silenciosa del teatro. Pero, a su vez, la lectura rebasa a la radio como fuente de informaciรณn o reflexiones (fuera de casos como la ceguera o las noticias para automovilistas sobre la situaciรณn del trรกfico en este momento). Mรกs aรบn si habla gente que no tiene el sentido de la composiciรณn oratoria (admirable en algunos comentadores como Miguel รngel Granados Chapa): que no ve la diferencia entre producir un texto oral digno de atenciรณn y manifestarse en chanclas por telรฉfono, de improviso y a la buena de Dios. O gente que habla estudiadamente, pero no en funciรณn de un asunto digno de atenciรณn, sino del propio ser en acto de relaciones pรบblicas.
En la radio y la televisiรณn habladas, como en los medios impresos, abunda la gente que no tiene mucho que decir, ni sabe decirlo. Pero leer permite saltarse los rellenos, las pausas, el blablรก, los comerciales, cosa imposible al escuchar. El contenido aprovechable por minuto es incomparablemente superior al leer, con la ventaja adicional de que uno marca el paso, puede variar la velocidad, volver atrรกs, levantarse a consultar un diccionario, hacer un apunte, recortar algo interesante; y todo esto a la hora que uno pueda, en vez de sujetarse al horario impuesto por la transmisiรณn.
La radio hablada, con excepciones, tiene poco que ofrecerle a un lector activo. Naturalmente, para el lector fodongo, para la mayorรญa que no lee (despuรฉs de tantos aรฑos de escolaridad costosa para sus padres y el paรญs), para los que se sienten acompaรฑados por la presencia oral de otras personas, para la gente cuyo tiempo vale poco y no tiene dinero para comprar periรณdicos y revistas, la radio hablada ofrece gratuitamente periรณdicos y revistas orales que tienen una ventaja inmensa: no hace falta leer. Pero sobran las estaciones que ofrezcan eso. La sustituciรณn de la lectura no tiene por quรฉ sustituir tambiรฉn la buena mรบsica.
El mercado de la publicidad (que configurรณ a la AM como populachera) y la calidad del sonido (mucho menos exigente en el caso de la radio hablada) favorecen que las noticias pasen por am. En un anuncio del Grupo Radio Centro (agosto 2002) que celebra el primer lugar en la ciudad de Mรฉxico del noticiero de Jacobo Zabludovsky (en am), los dos lugares siguientes corresponden a noticieros que pasan simultรกneamente por AM y fm, y llama la atenciรณn que en ambos casos son mรกs escuchados por am. Llama la atenciรณn, porque segรบn las encuestas de INRA en la ciudad de Mรฉxico (enero 2002), el pรบblico de FM es casi tres veces mayor que el de am, proporciรณn que sube a 10.8 en el nivel de ingresos A/B y baja a 2.6 en el C/D. Pero se entiende recordando que la compra de periรณdicos se concentra en el nivel A/B. Es decir: el mayor auditorio de los noticieros estรก entre la gente que no lee los periรณdicos.
Esta realidad fundamental (la inmensa mayorรญa de los mexicanos no lee) se impone mรกs aรบn en la televisiรณn, que es el medio fundamental de informaciรณn, educaciรณn y entretenimiento del paรญs. Por eso, en Mรฉxico la publicidad se concentra en la televisiรณn. Segรบn las cifras de la International Federation of Periodical Press para 1998, en los Estados Unidos y en Espaรฑa el gasto publicitario en los medios electrรณnicos era un poco mayor que en los medios impresos (1.1 veces): en Mรฉxico era 4.4 veces mayor. Y el grueso se lo lleva la televisiรณn, de la cual la radio se ha vuelto la pariente pobre; como es obvio en el caso de Televisa, cuyas estaciones de radio (que dominaron el cuadrante y fueron el origen de su fortuna) tienen aรฑos de perder dinero. Esto tiene que ver, desde luego, con la fuerza de lo visual; pero tambiรฉn con la fragmentaciรณn del pรบblico. Una frecuencia de televisiรณn requiere mรกs ancho de banda que una de radio, por lo cual caben muchas menos en el cuadrante. Si en el cuadrante de frecuencias disponibles para el pรบblico (y los anunciantes) hay diez de radio por cada una de televisiรณn, los programas de radio nunca podrรกn reunir el pรบblico que tienen los de televisiรณn.
Segรบn las estimaciones de la Asociaciรณn Mexicana de Agencias de Publicidad, el gasto nacional en publicidad de radio el aรฑo 2001 fue de unos $2.6 millardos, o sea $215 millones de pesos mensuales. Esto quiere decir que todas las estaciones comerciales de la radio mexicana (mรกs de mil) facturaron prรกcticamente lo mismo que una sola empresa regional como la Embotelladora La Favorita de Guadalajara ($2.5), y mucho menos que la Cervecerรญa Modelo ($32.2), Telรฉfonos de Mรฉxico ($111) y un centenar de las quinientas mayores empresas listadas por Expansiรณn. Es de suponerse que las cifras de la AMAP se refieran exclusivamente a la publicidad contratada por medio de las agencias, ignorando las ventas directas (al gobierno y una multitud de pequeรฑos anunciantes) que quizรก representen otro tanto. Esto llevarรญa las ventas anuales a $5.2 millardos para todas las estaciones del paรญs, que sigue siendo poquรญsimo: $430 millones mensuales.
Segรบn la Cรกmara Nacional de la Industria de Radio y Televisiรณn, hay 1,142 estaciones comerciales de radio en el paรญs: 758 de AM y 384 de fm. Esto quiere decir que cada una vende $377,000 mensuales de publicidad en promedio ($430 millones entre 1,142). Naturalmente, las que tienen mรกs pรบblico venden mรกs: las de FM mรกs que las de am, las de mayor potencia y cobertura geogrรกfica mรกs que las de menos, las de una gran ciudad mรกs que las de una pequeรฑa, las imaginativas mรกs que las copionas, las de mรบsica popular mรกs que las de mรบsica clรกsica. El costo de operar tambiรฉn es muy variable. Si el promedio anda por los $300,000 mensuales, es de suponerse que una simple repetidora cueste mucho menos (digamos, $50,000) y una estaciรณn con producciรณn costosa, mucho mรกs (digamos, un millรณn). Estas cifras pueden parecer despreciables para los altos ejecutivos que tienen sueldos mayores a lo que cuesta sostener toda una estaciรณn. (Por eso muchas estaciones aisladas son manejadas directamente por el dueรฑo: un alto ejecutivo ganarรญa mรกs que el dueรฑo, si al dueรฑo le quedara algo.) Tambiรฉn son despreciables para los anunciantes de televisiรณn que pagaron (Reforma, 5-III-02) $167,000 por cada veinte segundos en "Big Brother" (cuarenta segundos al mes costaron mรกs que sostener toda una estaciรณn). Pero ahรญ estรก la oportunidad cultural: las estaciones de buena mรบsica son un lujo muy barato para la sociedad. Producen felicidad y educaciรณn a un costo ridรญculo.
Cuando los aparatos de radio eran relativamente caros y se compraban en abonos, el negocio estaba en los aparatos, no en la estaciรณn. Por eso existiรณ Radio General Electric, una estaciรณn que sostenรญa el fabricante, para interesar al pรบblico en los aparatos. No fue la รบnica, ni la primera, estaciรณn sostenida por una empresa. El Buen Tono tuvo su estaciรณn, para volver mรกs chic su nueva marca de cigarros Radio. El Universal y Excรฉlsior tuvieron cada uno su estaciรณn, en sociedad con tiendas de aparatos de radio (los socios de El Universal fueron, precisamente, los primeros Azcรกrraga, distribuidores de la RCA Victor). Constantino de Tรกrnava empezรณ sus transmisiones como un hobby que podรญa pagarse y compartir con sus amigos. Todavรญa hoy existen (por ejemplo, en Italia y ocasionalmente en Mรฉxico) estaciones de barrio y estaciones piratas que difunden para los vecinos o los simpatizantes de una causa, con presupuestos mรญnimos. Son de hecho proyectos caseros de radioaficionados. En el otro extremo tecnolรณgico, pero tambiรฉn con poco presupuesto, en los Estados Unidos hay estaciones comerciales muy automatizadas y manejadas รญntegramente por una sola persona, en vez de diez o cincuenta. Hasta hubo una empresa (Satellite Network) que por quince mil dรณlares mensuales, o algo asรญ, ofrecรญa un amplรญsimo menรบ de contenidos musicales, noticiosos, educativos, de entretenimiento, para que la estaciรณn suscriptora armara su programaciรณn completa y se limitara a vender anuncios locales (los nacionales llegaban vendidos por intermediarios).
Una estaciรณn de radio cuesta poco y deja poco. Esto explica que las estaciones aisladas vayan desapareciendo. No pueden pagar una producciรณn costosa que atraiga al pรบblico (y a los anunciantes), no pueden pagar una administraciรณn costosa. Para que salgan estos gastos, hay que repartirlos entre muchas estaciones: tener cadenas radiofรณnicas con programas comunes que interesen a un pรบblico amplio, vendible a grandes anunciantes. La producciรณn de contenidos propios (reporteros en helicรณpteros que observen el trรกfico, un concierto con grandes figuras, como los tuvo en su mejor momento la XEW) cuesta mucho, no siempre genera ingresos publicitarios suficientes y (cuando los genera) puede terminar en que el productor amenace con irse a otra estaciรณn o acabe convirtiรฉndose de hecho en otra empresa, que vende su programa a los anunciantes y alquila tiempo de la estaciรณn. El negocio de las grandes producciones y el negocio normal de la estaciรณn aislada son distintos, y รฉste es mucho menor. De lo cual surge otra consecuencia: un productor o una cadena que estรฉn haciendo un buen negocio (o crean que van a hacerlo) pueden pagar por el uso de una estaciรณn aislada cantidades que รฉsta nunca generarรก por sรญ misma. De ahรญ resultan las ofertas irresistibles, que sรณlo un hombre libre como el fundador de la radio en Mรฉxico era capaz de resistir.
Un tercer negocio distinto es haber obtenido una concesiรณn federal, por suerte o por enjuagues nada pรบblicos: el procedimiento ha sido y sigue siendo poco transparente. Aunque en Mรฉxico las concesiones son gratuitas (teรณricamente, porque los trรกmites, compromisos polรญticos y mordidas tambiรฉn cuestan), a diferencia de otros paรญses, donde el Estado las subasta al mejor postor (que cumpla ciertos requisitos, por ejemplo: nacionalistas; en los Estados Unidos, hay lรญmites a la participaciรณn extranjera, asรญ como hubo lรญmites al tamaรฑo de las cadenas, que no podรญan tener mรกs de doce estaciones); lo cierto es que la propiedad de una frecuencia concesionada por el Estado puede valer (si aparece un tercero interesado) mรกs que todo el negocio y las instalaciones de una estaciรณn. El traspaso de una concesiรณn de AM en la ciudad de Mรฉxico puede costar seis millones de dรณlares; de fm, el triple. ¿Por quรฉ? Porque el cuadrante estรก saturado y ya no caben mรกs, con la tecnologรญa actual.
Cuando llegue a Mรฉxico la radio digital arruinarรก este negocio, porque el nรบmero de estaciones comerciales de la ciudad de Mรฉxico (31 de AM y 22 de fm) se podrรก duplicar y porque un receptor satelital podrรก ademรกs sintonizar estaciones de todo el mundo, como si fueran locales. No estamos hablando de las estaciones que ya pueden escucharse (con una serie de problemas) en la internet: mรกs de seis mil, con dos centenares de mรบsica clรกsica (veรกse www.virtualtuner.com), sino de las formas de recepciรณn que aparecieron con las antenas parabรณlicas: una antena mรณvil orientable a diversos satรฉlites o una antena fija, contratada con un distribuidor local (como Sky o Directv) que vende un paquete de canales. De hecho, los paquetes de televisiรณn incluyen tambiรฉn canales de mรบsica continua, y hasta algunos de mรบsica clรกsica, mรกs o menos ligera. La novedad consiste en que, por ejemplo, XM Satellite Radio ofrece para el pรบblico (no las estaciones) de los Estados Unidos cien canales de radio (30 hablados y 70 de mรบsica, entre los cuales tres de mรบsica semiclรกsica) por diez dรณlares mensuales y un receptor de trescientos dรณlares que se puede instalar en el automรณvil (el Cadillac Seville 2002 es el primer modelo en traerlo de fรกbrica). Con esto, el pรบblico se fragmentarรก todavรญa mรกs. Lo cual es bueno para la diversidad, pero devaluarรก las concesiones y harรก mรกs difรญcil vender publicidad.
En este contexto se entiende una declaraciรณn de la XELA a Reforma (30-I-02): que la estaciรณn costaba al Grupo Imagen cien mil dรณlares mensuales. Esta cifra no puede corresponder al negocio de las grandes producciones, porque no las habรญa. Menos aรบn al negocio normal de una estaciรณn aislada: quizรก es el triple de lo que costaba operar XELA. Una prueba de esto es que la programaciรณn no desapareciรณ: sigue difundiรฉndose por internet. (Para escucharla, hay que tener una computadora con mรณdem y sonido, una lรญnea telefรณnica, una cuenta de internet y un programa como Real Player para sintonizar www.XELA.com.mx con la mรบsica de siempre, los locutores de siempre y hasta las campanitas de siempre; pero con un sonido inferior y otros efectos indeseables: ocupar la lรญnea telefรณnica y no poder hacer otra cosa en la computadora, sin perder velocidad y por momentos el sonido). Esta transmisiรณn sigue costando: la programaciรณn no se ahorrรณ, sacรกndola del cuadrante. Mรกs aรบn: ahora el desembolso es mayor, porque no tiene anuncios. Lo cual indica que el costo declarado se refiere al tercer negocio: el costo de perder la oportunidad de alquilar la concesiรณn a un tercero, que paga cien mil dรณlares mensuales por ocuparla. Gastarse, digamos, treinta mil dรณlares mensuales en una estaciรณn que vende menos que eso, hace irresistible la oferta de alquilarla en cien mil, para que otro la opere, aunque se mantenga el costo de la transmisiรณn por internet.
Es como tener una librerรญa en una buena esquina comercial, con un contrato de arrendamiento a largo plazo y una renta bajรญsima. Pasan los aรฑos, la librerรญa saca los gastos, porque son bajos, pero no es un gran negocio; y, si las ventas se desploman, resulta mรกs negocio subarrendar el local. Cabe discutir de quiรฉn debe ser este negocio: si del inquilino que traspasa o del propietario (la sociedad, en el caso de las frecuencias). Pero la cuestiรณn de fondo es otra: aunque el negocio del traspaso fuese para la sociedad, ¿se justifica abandonar un uso noble del espacio por otro mรกs lucrativo? La pequeรฑez que hoy se enseรฑa en las facultades de economรญa y administraciรณn dice que sรญ. Pero una ciudad se degrada si vende sus jardines pรบblicos para construir algo mรกs lucrativo, aunque el lucro se reparta entre todos sus habitantes. Finalmente, la asfixia de no tener jardines es un mal negocio, que incluso llega a reflejarse en los valores inmobiliarios: valen mรกs las propiedades en un contexto noble que chafa. De igual manera, una ciudad se degrada si pierde sus librerรญas y estaciones de buena mรบsica, en favor de actividades mรกs lucrativas. Tambiรฉn el saber econรณmico y financiero se degrada, cuando olvida lo que siempre han sabido los mejores empresarios, economistas y estadistas: que el verdadero negocio de la sociedad es vivir mejor.
Lo deseable es que el mercado, los precios y la contabilidad sepan apreciar este negocio; pero, si fallan al apreciarlo, si no saben premiar con utilidades el magnรญfico servicio que la XELA le dio a la sociedad durante medio siglo (sin cargo al presupuesto federal, y hasta pagando impuestos), la sociedad no debe perderlo de vista. No hay que permitir que desaparezcan los servicios pรบblicos independientes que, por el hecho de ser independientes, no son entendidos como servicios pรบblicos. Si el saber econรณmico, financiero, fiscal, es incapaz de ver la diferencia entre las actividades independientes que suben de nivel la vida social, las que simplemente la mantienen y las que la degradan; si todas son vistas como meros negocios, algo estรก mal en el saber universitario. No sabe hacer cuentas, aunque aplique mรฉtodos supuestamente avanzados.
El auditorio para la buena mรบsica puede parecer despreciable frente a los grandes ratings, pero no es tan pequeรฑo en una ciudad tan grande y con tantos aรฑos de buenas estaciones. Segรบn las encuestas de inra, casi once (de un total de catorce) millones de personas de ocho aรฑos y mรกs escuchan la radio en la ciudad de Mรฉxico, de las cuales el 36% en promedio estรก escuchando en una hora equis (entre las 7 y 20 horas de lunes a viernes). La suma de Opus 94, Radio Universidad (am + fm) y Radio Educaciรณn da unas 62,000 personas en una hora equis, lo cual (si es el 36% del pรบblico) implica un pรบblico de 172,000 personas: menos del 2% del total, pero un pรบblico nada despreciable, repartido entre Opus 94 (46 %), Radio Universidad (37%) y Radio Educaciรณn (17%).
Llama la atenciรณn que, a pesar del tiempo transcurrido, haya aรบn tanta gente que estรก de luto por la ausencia de XELA (no lo estarรญa por la ausencia de Radio Educaciรณn) y que, finalmente, haya aparecido un grupo que no se resigna y recaba firmas para que el Estado intervenga. Pero no olvidemos que en este seXENio la verdadera Secretarรญa de Cultura es la Secretarรญa de Hacienda, cuyo proyecto cultural es imponer la pequeรฑez. No olvidemos que, aunque el Poder Legislativo se ha vuelto muy independiente, sus comisiones de Hacienda no son tan independientes: estรกn dominadas por legisladores que fueron empleados de la Secretarรญa o aspiran a serlo. Tradicionalmente, Hacienda recompensaba la lealtad de los que se portaban bien e investigaba fiscalmente a los que se portaban mal. No es inconcebible que esa tradiciรณn inspire todavรญa esperanzas y temores.
1. En el fondo, el problema no es de dinero, sino de juicios de valor. Hace cincuenta aรฑos, a un fabricante de manteca de cerdo en Monterrey (que entonces tenรญa menos de cien mil habitantes) le parecรญa muy bien patrocinar un Concierto en Miniatura de buena mรบsica. Ahora, dos instituciones culturales multimillonarias del sector pรบblico, la SEP y la UNAM, sienten que es un desperdicio dedicar demasiado tiempo a la buena mรบsica, habiendo tantas cosas mรกs importantes. Este es el problema, no la falta de dinero: Radio Educaciรณn y Radio Universidad seguramente cuestan diez veces mรกs de lo que costaba la XELA. Por eso, la soluciรณn mรกs sencilla para rescatar la XELA serรญa conseguir una docena de grandes anunciantes que se comprometieran a sostenerla, para ennoblecer la vida de la ciudad y ennoblecer sus empresas. Bastarรญa con que le dedicaran muchรญsimo menos que el 1% de su gasto publicitario. Una sola empresa como la Cervecerรญa Modelo, que patrocinaba una hora diaria, puede patrocinar la XELA a tiempo completo con una parte infinitesimal de su presupuesto publicitario. Hasta un periรณdico puede hacerlo, como lo hace The New York Times, que desde 1936 tiene una estaciรณn de mรบsica clรกsica en Nueva York (no mejor que la XELA, como puede comprobarse en www. wqxr.com).
2. Mรกs complicado serรญa conseguir tres mil suscriptores que pagaran cien pesos al mes. Naturalmente, deberรญan aceptar que el beneficio fuera para toda la ciudad, aunque ellos lo paguen. Paralelamente, pudiera obtenerse que alguna instituciรณn (privada, pรบblica, mexicana, extranjera) ponga uno o dos pesos por cada peso conseguido. Y falta regatear el tercer negocio: el costo de sacar a Radio Capital que ocupa ahora la frecuencia.
3. La Universidad Iberoamericana tiene un canal (90.9 fm) donde difunde mรบsica continua de rock (lo cual confirma que el problema no es de dinero, sino de juicios de valor). Serรญa de agradecerse que la sustituyera por mรบsica clรกsica continua. O que cediera su frecuencia a la programaciรณn de XELA que se difunde ahora por internet. Serรญa un gran servicio pรบblico, sin costo adicional para la Ibero, ni para el Grupo Imagen.
4. Radio Educaciรณn parece un caso perdido. Ha dado bandazos en la transmisiรณn (saliรณ del aire de 1928 a 1933, de 1940 a 1947, de 1952 a 1968) y en los contenidos. Ha tenido รฉpocas de mรบsica folclรณrica, รฉpocas de mรบsica clรกsica, รฉpocas de tutti frutti. Hoy es una mezcla de radio hablada, mรบsica popular norteamericana de otros tiempos (bien escogida) y tutti frutti. Esto seguramente refleja bandazos de poder dentro de una Secretarรญa demasiado grande para una operaciรณn tan pequeรฑa. Serรญa mejor transferirla al Conservatorio Nacional de Mรบsica, para que difundiera buena mรบsica, con la dรฉcima parte de su personal. El resto de las personas que ocupa (nada menos que 248, segรบn declarรณ a Proceso, 8-ix-02) puede ser reacomodado en la sep.
5. Radio Universidad ha sido mรกs estable. Su deterioro no ha sido por bandazos, sino progresivo. Los intereses del auditorio pesan poco, frente a los intereses en pugna de los que no sueltan el micrรณfono desde hace muchos aรฑos, de los que por fin consiguieron micrรณfono y de los que tambiรฉn quisieran conseguirlo. Esta pugna se ha venido resolviendo dejando hablar a mรกs, a costa del tiempo dedicado a la mรบsica. Utรณpicamente, habrรญa que reducir al mรญnimo todo lo que no es mรบsica y recuperar la sobriedad que impuso Joaquรญn Gutiรฉrrez Heras; pero lo prรกctico, para no meterse en la guerra de intereses blablaรญstas, serรญa separar completamente las frecuencias de AM y fm, en vez de difundir lo mismo en ambas. Esto duplicarรญa la oferta musical, cuando se difundiera mรบsica, y reducirรญa el daรฑo a la mitad, en los programas hablados. ¿Quรฉ caso tiene difundir en ambas frecuencias un noticiero a las siete y media de la maรฑana, otro a las ocho, etcรฉtera? El pรบblico de Radio UNAM no es el pรบblico de las estaciones populares: sรญ lee los periรณdicos. Y la prensa de la ciudad ya no es la de hace dรฉcadas, cuando escaseaban las noticias independientes.
6. El Instituto Mexicano de la Radio, de la Secretarรญa de Gobernaciรณn, no sรณlo tiene Opus 94, sino muchas otras estaciones (una veintena), ademรกs del programa "La Hora Nacional".
a) Empecemos por el programa, que nadie escucha, ni tendrรญa especial importancia, si se transmitiera por una sola estaciรณn. Pero que todas las estaciones del paรญs se encadenen todos los domingos a las diez de la noche para encadenar al pรบblico y despojarlo de su libertad es imperdonable en un rรฉgimen democrรกtico.
b) Por otra parte, el IMER tiene muchas estaciones comerciales. ¿Para quรฉ? Serรญa mejor que fueran de buena mรบsica y nada mรกs. No hacen falta como estaciones comerciales (hay muchรญsimas), ni como radio hablada cultural (abundan las estaciones universitarias, donde todo yo quiere un micrรณfono). Serรญa mejor hacer cambalaches de concesiones con las grandes cadenas de radio para que, en las mayores ciudades del paรญs, haya cuando menos una estaciรณn de buena mรบsica, la cual pudiera privatizarse, bajo un rรฉgimen de concesiรณn que obligue a la difusiรณn de mรบsica clรกsica a tiempo completo.
c) Otra posibilidad: integrar un รณrgano como el Public Broadcasting System (PBS) de los Estados Unidos, con estaciones de radio y televisiรณn patrocinadas por el Estado y la iniciativa privada.
d) Ademรกs, el famoso 12.5% de su tiempo, que todas las estaciones comerciales del paรญs deben pagar como impuesto en especie (y que el Estado aprovecha mal, porque la producciรณn es costosa), pudiera aprovecharse mejor en favor de la mรบsica clรกsica, distribuida gratuitamente por IMER (el costo para el Estado serรญa mรญnimo). En el caso de las cadenas, otra soluciรณn consistirรญa en obligarlas a dedicar una de cada ocho estaciones (el 12.5%) a difundir mรบsica clรกsica a tiempo completo.
7. ¿Quรฉ es lo que justifica el gasto en noticieros del sector pรบblico (IMER, Radio Educaciรณn, Radio Universidad)? Huele mal polรญticamente, y sale sobrando, porque la radio estรก llena de noticieros y (a diferencia de los periรณdicos, donde es rarรญsimo que un lector compre todos) el auditorio tiene a su disposiciรณn gratuita todas las estaciones. Para dar a conocer los puntos de vista oficiales, basta con los voceros oficiales.
Las cosas han cambiado desde los aรฑos en que Clemente Serna Alvear, contra la tradiciรณn oficialista de los concesionarios de frecuencias, leyรณ bien los signos de los tiempos y se lanzรณ al destape democrรกtico de los medios populares. El micrรณfono abierto en los noticieros de "Monitor", conducido por Josรฉ Gutiรฉrrez Vivรณ, le dio resonancia a la opiniรณn popular, que no sรณlo querรญa hablar sino escucharse hablando pรบblicamente. Lo cual saliรณ muy bien econรณmicamente, porque favorecรญa el rating y la venta de publicidad.
Pero el destape democrรกtico ya no es novedad. La informaciรณn libre, las opiniones independientes, las discusiones pรบblicas, la participaciรณn amplรญsima, se extendieron por la radio, los periรณdicos, la televisiรณn, hasta la saturaciรณn y el cansancio. Lo รบnico que faltaba es que la televisiรณn se sumara (y se sumรณ) con programas que son de hecho radio hablada. Finalmente, los ratings han bajado. Mucha gente ya no tiene interรฉs en el constante parloteo: necesita una cura de silencio. O de buena mรบsica, creadora del silencio perfecto. ~
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.