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Las listas de preferencias —obras, autores, personajes— parecen ser bien recibidas, sobre todo en los últimos tiempos. Estamos, como es bien sabido, en una época de inventarios y valoraciones, lo cual se presta inmejorablemente a exhibir nuestros pequeños y respetables gustos personales, y a confrontarlos con las apreciaciones deleznables de nuestros congéneres.
     Por esta vez aspiro nada más a lo primero. Como es natural, la cosa se pone de verdad buena cuando interviene un número decoroso de personas, a fin de obtener finalmente sumas que, si en ocasiones serían predecibles, resultan otras veces —reconozcámoslo— más o menos sorprendentes. Ahora no será para tanto.
     Para variar un poco, en lugar de literarios vamos hoy a ponernos musicales, lo cual no deja de ser un alivio. El juego lo inventó, detalle más detalle menos, Jomi García Ascot en su libro Con la música por dentro. Fue reanudado mucho después por Luis Ignacio Helguera en Atril del melómano. Se trata de repartir la música en gruesas tajadas —música orquestal, música para piano…— y de hacer la lista de las diez obras que uno prefiere en cada grupo, sin repetir el nombre de ningún compositor dentro de un grupo dado.
     Este último requerimiento ameniza mucho el juego. En efecto, todos tenemos, por supuesto, dos, tres, cuatro nombres de compositores que no sólo nos resultan esenciales, sino que escribieron mucho. Toma uno el lápiz, se pone a recordar cuartetos admirables y, de repente, ya van los diez, pero sólo se deben a dos autores. Está muy bien, pero es lo que se trata de evitar aquí. Dentro de cada lista de diez títulos, el orden es vagamente cronológico o genérico (piano, luego violín, p. ej.), sin la menor connotación valorativa. De ahí que los títulos no vayan numerados.
     Se da el mismo fenómeno que en el caso literario, donde un señor escoge, tan tranquilo, "El dinosaurio" y, acto seguido, "Alfonso Reyes: obras completas". Mejor procurar no caer en esto, que no es sino pereza, desconocimiento o convencionalismo. Si bien me he dejado apuntar, como si nada, la primera mitad del Clave, podría indicar cuál de sus fugas prefiero. También tengo subrayado un intermezzo del op. 118 de Brahms, y cierto Estudio de Scriabin, si nos fuéramos a poner en ese plan. Tampoco insisto, pues sería un tanto ridículo.
     Jamás conocí a Jomi García Ascot. Tanto más lo lamento si era tan agudo, lúcido y ameno como su tío viejo, solterón y diabético, Don Miguel, con quien viví pared con pared algunos años, en los sesenta. Tenía tocadiscos nada más; los discos los llevaba yo. Entraba al atardecer y lo encontraba fumando. Al oírme, alzaba con impaciencia la voz: —¿Qué trae usted hoy de ellos?
     Yo sabía quiénes eran ellos; ¿quiénes iban a ser? Y entonces Don Miguel me hablaba de cuando habían frecuentado su casa familiar Manuel de Falla y Ernest Ansermet, o del estreno de Parade. (O anécdotas divertidas de sus estudios jurídicos en Madrid a principios de siglo.) Pero pasemos de una vez a mis resultados.

Música orquestal:
Beethoven: Sinfonía 5. / Brahms: Sinfonía 1. / Wagner: Preludio y muerte, del Tristán. / Franck: Sinfonía. / Chaikovski: Manfredo. / Debussy: El mar. / Stravinski: Consagración de la primavera. / Ravel: La valse. / Prokófiev: Sinfonía 2. / Bartók: Música para cuerdas, percusión y celesta.
Instrumento solista con orquesta:
Mozart: Concierto 21 para piano. / Beethoven: Concierto 4 para piano. / Brahms: Concierto 2 para piano. / Prokófiev: Concierto 3 para piano. / Bartók: Concierto 2 para piano./ Ravel: Concierto para la mano izquierda. / Berg: Concierto para violín. / Sibelius: Concierto para violín. / Dvorák: Concierto para violonchelo. / Poulenc: Concierto para órgano.
Clave o piano:
Beethoven: Sonata op. 106. / Bach: Clave, libro 1. / Chopin: Fantasía en fa menor./ Schumann: Fantasía en do mayor. / Liszt: Sonata en si menor. / Brahms: Piezas op. 118. / Scriabin: Estudios. / Ravel: Gaspard de la nuit. / Debussy: Estudios. / Prokófiev: Sonata 8.
Música de cámara:
Beethoven: Cuarteto op. 132. / Brahms: Cuarteto 1. / Chausson: Concierto para violín, piano y cuarteto. / Debussy: Cuarteto. / Fauré: Cuarteto op. 121. / Bartók: Cuarteto 3. / Berg: Suite lírica. / Schubert: Quinteto con dos violonchelos. / Ravel: Sonata para violín y piano. / Prokófiev: Sonata 1 para violín.
Música vocal:
Bach: Misa en si menor. / Mozart: Zauberflöte. / Beethoven: Missa solemnis. / Musorgski: Borís. / Debussy: Pelléas. / Monteverdi: Madrigales guerreros y amorosos./ Schoenberg: Pierrot lunaire. / Berg: Lulu. / Janáced: Misa glagolítica. / Stravinski: Sinfonía de los salmos.

En esta década final sucumbo a mi inepcia. Durante siglos no hice caso de la música vocal (más bien ella no lo hizo de mí). Hoy intento lo que puedo. Es muy aparatoso esto de poner óperas enteras. Tengo, cuando menos, idea de lo que digo: así, del Borís, en especial el segundo acto, sobre todo los monólogos. Al igual que en la Misa en si menor conozco el camino al Crucifixus, que es la mera hipófisis. –

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