Sr. director:
Quisiera expresar mi desconcierto ante la publicación, en el número de junio, de una entrevista con ese curioso personaje llamado Peter Singer. El interés ético en los animales es un propósito loable, pero no por eso se puede justificar argumentarlo desde cualquier fuente intelectual. El señor Singer pertenece a una “tradición” filosófica conocida como consecuencialismo o utilitarismo, la cual afirma que el valor último de la ética es la satisfacción de las propias preferencias. Este particular credo ha llevado al señor Singer a justificar prácticas tan cuestionables como el aborto y la eutanasia, y a afirmar, un poco insolentemente, que una sociedad como la de Un mundo feliz, la novela de Aldous Huxley, sería una sociedad ideal. Valgan estos señalamientos como una advertencia ante los valientes razonamientos del señor Singer respecto a los animales. Detrás de su propuesta no hay una postura filosófica sólida, sino una hilera de prejuicios materialistas. Lamento la difusión de este narciso de la radicalidad. ~