Sobre las grullas y los perogrullos

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Enrique Krauze:
     Disfruté mucho el artículo "Divagaciones sobre las grullas" de Gabriel Zaid, como todo o casi todo lo que ha escrito en Letras Libres, inteligente y sabio. Dicho ensayo no tiene desperdicio: como en la poesía (¡qué poeta este Othón!), las zancudas y el Pero Grullo… y las palabras contrarias.
     No que Zaid no lo sepa, pero quiero divagar también sobre la grulla cristiana. Cito: "…la grulla tiene connotaciones positivas en las tradiciones griega y romana […], China y Japón […], cristiana (vigilancia; lealtad, bondad)". Vigilancia. Estos animales en la Edad Media y el siglo XVI tienen connotaciones simbólicas, como el pelícano que da la sangre a sus crías, las lágrimas del cocodrilo, el avestruz que esconde la cabeza en el hoyo; así el grullo, que es el jefe de la parvada, rompe la formación en ye (Y) o ípsilon: pero el jefe, el vigía, está despierto para prevenir un peligro. En la historia medieval el grullo mantiene en la pata flexionada una piedra; si durmiera, soltaría la pata y caería la piedra sobre el agua y el ruido despertaría a toda la bandada y ésta alzaría el vuelo. Así el cristiano vigila el peligro del pecado.
     Todo lo anterior el maestro Francisco de la Maza nos lo contó, y a mi vez yo lo conté a mis discípulos, como el agua del arcaduz. Entre otros ejemplos está la fachada eximia de la iglesia de San Francisco de Acatepec, en Cholula. En los azulejos, en los basamentos de las columnas, de un lado un carnero, símbolo si los hay, y en otro las grullas cristianas, simbólicas y vigilantes. Y yo divago con él, ocioso, sobre las zancudas y la piedra de la pierna. –

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