Ilustraciรณn: Josel

Tirar millones

Histรณricamente, al Estado, como editor, no le ha importado el desperdicio de los grandes tirajes demagรณgicos que superan la demanda real. Zaid analiza este problema con sentido prรกctico y aporta soluciones concretas que no solo evitan el dispendio sino que multiplican la oferta de tรญtulos.
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Los grandes tirajes son apetitosos para las imprentas y para los polรญticos. La impresiรณn de millones de libros impresiona. Como si fuera poco, la cultura del pueblo se enriquece, prosperan los talleres, ganan los autores y seadornan los funcionarios.

Los impresores cotizan costos decrecientes (por ejemplar) para tirajes cada vez mayores. Hay economรญas de escala notables cuando se pasa de imprimir cien ejemplares a mil; y todavรญa, aunque menores, si el tiraje sube a 3,000, a 5,000, a 10,000. Sin embargo, arriba de 10,000 la ventaja es pequeรฑa y hasta puede resultar contraproducente, cuando, por ejemplo, hace falta un millar, pero se imprimen diez para “bajar el costo” y los nueve sobrantes se embodegan, hasta que un dรญa se venden a las fรกbricas de papel como desperdicio.

El error se comete una y otra vez. Ejemplos a lo largo de un siglo:

1. El secretario de Educaciรณn Pรบblica Josรฉ Vasconcelos, inspirado en Julio Torri (que creรญa en la importancia de leer a los clรกsicos) y en el comisario soviรฉtico para la educaciรณn Anatoly Lunacharsky (que creรญa en los tirajes masivos), publicรณ una colecciรณn de clรกsicos encuadernados en tela, con tapa dura cubierta de percalina verde. Los legendarios “clรกsicos verdes” se vendรญan a peso, aunque su producciรณn costaba 94 centavos (Rafael Vargas, “El relรกmpago verde de los loros”, La Gacetadel Fondo de Cultura Econรณmica, febrero 2012). Se producรญan de 20,000 a 25,000 ejemplares (carta de Julio Torri, editor de la colecciรณn, a Rafael Cabrera, 21 de diciembre de 1921, en los Epistolarios editados por Serge I. Zaรฏtzeff). El proyecto quedรณ abandonado por razones polรญticas (Vasconcelos renunciรณ para buscar la presidencia), despuรฉs de publicar 13 tรญtulos en 17 tomos: unos 400,000 ejemplares, de 1921 a 1924. Quince aรฑos despuรฉs no se habรญan agotado, segรบn el testimonio de Josรฉ Luis Martรญnez, que los compraba en una librerรญa de Guadalajara (Bibliofilia, Tacรกmbaro: Taller Martรญn Pescador, 2004).

2. El secretario de Educaciรณn Pรบblica Jaime Torres Bodet tuvo la mala idea de estandarizar los libros de texto de primaria en todo el paรญs. En Mรฉxico, hay una gran diversidad de tradiciones locales, estamentales, รฉtnicas, religiosas, lingรผรญsticas. Tanta riqueza cultural quedรณ ignorada por la imposiciรณn del texto รบnico.

Pero estandarizar y centralizar los libros de texto creรณ la oportunidad industrial de imprimir millones, y ha sido un buen negocio para los contratistas, desde que se creรณ la Comisiรณn Nacional de Libros de Texto Gratuitos en 1959, presidida por Martรญn Luis Guzmรกn, compaรฑero de Vasconcelos y de Torri en el Ateneo de la Juventud.

El primer contratista (Editorial Novaro) se dio el lujo de instalar una rotativa para libros, รบnica entonces en Amรฉrica Latina. Para la solemne entrega en la fecha prometida, invitรณ al presidente Adolfo Lรณpez Mateos a conocer la planta y le fue mostrando todo el proceso de producciรณn, desde la composiciรณn: correcciรณn de pruebas, preparaciรณn de ilustraciones, negativos, etc. El presidente se puso nervioso. ¿Apenas estรกn en los preparativos? No, seรฑor presidente: venga usted. Y lo llevaron a la bodega donde ya estaban listos los embarques para todos los puntos del paรญs. Habรญan montado un teatro muy costoso (con todo el personal y hasta la rotativa haciendo como que hacรญa) para la gran visita. Asรญ de bueno era el negocio.

3. En 1971, la UNAM anunciรณ con bombo y platillo una serie antolรณgica de Lecturas Universitarias con tirajes de 30,000 ejemplares, en gruesos volรบmenes casi regalados a $15 pesos. El pรบblico respondiรณ a tan noble iniciativa comprando muchos, pero eran demasiados y la ediciรณn se eternizรณ en las bodegas. Imprimirlos de mil en mil, conforme se fueran vendiendo, habrรญa sido igualmente noble y mรกs econรณmico, pero no tan impresionante en las declaraciones a la prensa.

Se dirรก que los grandes tirajes son necesarios para bajar los precios. Pero esas cuentas son las del impresor, que tiene vendido de antemano todo el tiraje; no las del editor, que no lo tiene vendido, que se arriesga a no venderlo nunca, que tiene costos de almacenaje y dispone de recursos limitados. Nada impide a la UNAM bajar los precios, aunque imprima de mil en mil ejemplares, ahorrรกndose el desperdicio.

[Fernando Benรญtez, director de La Cultura en Mรฉxico, donde publiquรฉ lo anterior, me contรณ que un alto funcionario de la UNAM le reprochรณ el “ataque”. ¿Cรณmo se puede criticar una medida progresista en momentos tan difรญciles para la Universidad? ¿Cuรกl es la verdadera intenciรณn?]

4. En el mismo sexenio de Luis Echeverrรญa (1970-1976), la Secretarรญa de Educaciรณn Pรบblica tirรณ millones de pesos con su colecciรณn popular Sep-Setentas, que publicรณ unos 300 libros tambiรฉn casi regalados a $10 pesos. La tirazรณn no estaba, naturalmente, en vender barato, sino en hacer tirajes demagรณgicos, mayores que las ventas posibles a ningรบn precio. Si Paul Petrescu, autor de La habitaciรณncampesina en Rumania, hubiese regalado su libro a todos los mexicanos que se lo pidieran, ¿cuรกntos habrรญan sido? ¿Dos, 20, 200? ¿Quรฉ estaba haciendo en una colecciรณn popular? ¿Para quรฉ imprimir 10,000?

[Aรฑos despuรฉs de que escribรญ lo anterior, uno de los funcionarios de Sep-Setentas me reprochรณ la afirmaciรณn, asegurรกndome queel tiraje habรญa sido de 3,000 ejemplares (que tambiรฉn era excesivo). Un buen dรญa descubrรญ que Josรฉ Luis Martรญnez tenรญa la colecciรณn de Sep-Setentas completa, y comprobรฉ el tiraje de 10,000 en el colofรณn. ¿Imprimieron 3,000, pero cargaron 10,000?]

5. En el sexenio de Josรฉ Lรณpez Portillo (1976-1982), la SEP anunciรณ la publicaciรณn de 20 a 25 tรญtulos anuales con “tirajes de 400,000 a 450,000 ejemplares de cada obra” (unos 10 millones de ejemplares), como regalo a los alumnos que terminaran la educaciรณn bรกsica. Eran los tiempos de la “administraciรณn de la abundancia”, y el secretario de Educaciรณn pensรณ en tรฉrminos grandiosos mรกs que en tรฉrminos de lectura. No pensรณ, por ejemplo, en regalar veinte libros dando a escoger entre 2,000. Los libros escogidos personalmente interesan mรกs (y, por lo mismo, tienen mayores probabilidades de ser leรญdos) que una colecciรณn escogida por otros, absurdamente idรฉntica para todos los alumnos (y sus hermanos, y sus amigos, y sus vecinos: sin posibilidad de prรฉstamos mutuos). De escoger libremente, es imposible que la demanda hubiera sido exactamente de 400,000 ejemplares para esos veinte tรญtulos y de cero para todos los demรกs.

La demanda no es un concepto limitado al comercio. Los libros que se prestan en una biblioteca tienen mayor o menor demanda. Los que se regalan tambiรฉn. Imponer la oferta y negarse a escuchar la demanda es absurdo. No es lo mismo regalar a fuerza que regalar sobre pedido. La cifra total de interesados en recibir un libro gratis constituye la demanda mรกxima de ese libro. Nada justifica imprimir 400,000 o 450,000 ejemplares en todos los casos, en vez de respetar la demanda en cada caso.

El proyecto pretendรญa “retomar la gran tradiciรณn” de Josรฉ Vasconcelos, multiplicando el error de 1921 con tirajes veinte veces mayores. Ademรกs, resultaba anacrรณnico, porque en 1921 se editaba poco. Todavรญa en 1937-1939 (que es el perรญodo mรกs antiguo del cual la UNESCO ha recogido estadรญsticas: Book production, 1937-1954), la producciรณn mexicana era en promedio de 600 tรญtulos anuales. Seguramente fue menor en 1921. Pero en los tiempos de Lรณpez Portillo ya existรญan buenas colecciones populares. Habrรญa sido mejor repartir vales canjeables en las librerรญas por libros de Nuestros Clรกsicos de la UNAM, Colecciรณn Popular del Fondo de Cultura Econรณmica, Sepan Cuantos de Porrรบa, etcรฉtera.

[El proyecto quedรณ en proyecto porque el secretario fue despedido y su reemplazo desarrollรณ otro mejor: El Correo del Libro, una especie de Book of the Month Club para maestros, que ofreciรณ miles de tรญtulos para escoger. Sus ventas reflejaron lo que saben los editores, libreros y bibliotecarios: la inmensa variaciรณn de la demanda de unos tรญtulos a otros.]

6. En el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988), la SEP tuvo la buena idea de enviar libros a las bibliotecasmunicipales. El director de Publicaciones y Bibliotecas de la SEP(entrevistado en Siempre!, 1o de agosto de 1984) hablรณ de un presupuesto mayรบsculo. Cada “biblioteca debe tener 10 mil volรบmenes”. Con dos ejemplares de 5,000 tรญtulos “por 2,500 municipios, mรกs o menos, da 25 millones de libros”.

Lo que parece un detalle y es un error costoso es darle dos juegos idรฉnticos de 5,000 tรญtulos a cada biblioteca. Eso implica un supuesto errรณneo: que todos los tรญtulos tienen la misma demanda. La experiencia universal de los bibliotecarios y los anรกlisis estadรญsticos disponibles (por ejemplo, en Philip M. Morse, Demand for library materials. An exercise in probability analysis) indican de manera contundente que, para la mayor parte de los tรญtulos, basta un ejemplar. Solo una parte del acervo total (digamos, el 10%) requiere dos ejemplares y solo una parte mรญnima (digamos, el 1%) requiere tres o mรกs.

Surtir dos ejemplares de todos los tรญtulos era un despilfarro de miles de millones de pesos. Era mejor enviarles un solo juego de 5,000 y una lista de 15,000 otros tรญtulos posibles, con dos derechos: decidir, de acuerdo con su experiencia, despuรฉs de un tiempo, de cuรกles pocos tรญtulos vale la pena tener mรกs ejemplares; y completar su acervo de 10,000 escogiendo de la lista, de acuerdo con los gustos y necesidades locales.

7. En el sexenio de Salinas de Gortari (1988-1994) creciรณ el negocio de los libros de texto, no solo porque la poblaciรณn escolar era mayor, sino porque el presidente decidiรณ rehacerlos sin escatimar gastos, para fortuna de los impresores y de los editores encargados del proyecto. Pequeรฑo detalle:el de historia desembocaba en su sexenio como punto culminante de la historia de Mรฉxico, sin pudor y sin prever las consecuencias: molestias del ejรฉrcito y los expresidentes Echeverrรญa y Lรณpez Portillo. Soluciรณn: mandar a la bodega los libros de texto ofensivos y producir otros, corregidos, para felicidad del impresor.

8. En el sexenio de Felipe Calderรณn (2006-2012) reapareciรณ la mala idea de regalar libros sin permitir escogerlos, pero en escala cinco veces mayor. El 7 de julio de 2011, en el Boletรญn 11/AFSEDF de la SEP y en un boletรญn paralelo de la Comisiรณn Nacional de Libros de Texto Gratuitos se anuncia el “Programa Termina un Ciclo, Inicia un Hรกbito” con “un gran regalo para los jรณvenes de Mรฉxico”: 2 millones 272 mil ejemplares de una novela para los niรฑos que terminan la primaria y 2 millones de otra para los que terminan la secundaria.

¡Quรฉ bonito es imprimir! ~

 

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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