A Marcela Turati (Ciudad de Mรฉxico, 1974) le tomรณ doce aรฑos publicar este libro que inicia en una morgue en la frontera donde la periodista cubrรญa el descubrimiento de decenas de fosas comunes, tragedia que luego serรญa conocida como โel hallazgo de las narcofosas de San Fernandoโ, โla masacre de los autobusesโ o โSan Fernando 2โ. Entonces el conteo oficial de cuerpos era de 193, pero habรญa muchos mรกs. Dice Turati que ahรญ, en ese lugar donde observรณ las bolsas negras sobre el suelo y absorbiรณ el olor a muerte, ahรญ se quedรณ su alma. Desde entonces comenzรณ la tarea titรกnica de indagar en la desapariciรณn de los pasajeros de autobuses en el lugar al que nadie querรญa ir, donde el gobierno habรญa cedido el territorio a grupos criminales y el miedo habรญa silenciado a familiares de vรญctimas.
El municipio de San Fernando en Tamaulipas ya sonaba en la opiniรณn pรบblica porque unos meses antes, en agosto de 2010, se habรญan encontrado en una bodega abandonada los cadรกveres de 72 migrantes (58 hombres y catorce mujeres), arrinconados, maniatados y con tiros en la cabeza: San Fernando 1. La realidad que enfrentan las personas migrantes en su camino desde Centroamรฉrica hacia Estados Unidos pasando por la gran narcofosa que es Mรฉxico conmocionรณ a la sociedad. En ese momento, Marcela Turati se involucrรณ en un altar digital y en la publicaciรณn de 72 migrantes, un proyecto colectivo en el que se honra a cada una de las vรญctimas, incluso a las no identificadas, tratando de recuperar la dignidad de su vida. En ese libro, Turati escribiรณ sobre Gelder Lizardo Boche Cante y su texto empieza asรญ:
Un surco mal trazado de frijol permanece como recuerdo de tu vida en Los Astales, el rancho de veinte casas allende el rรญo Las Tacayas, en El Progreso, Guatemala. Tu aportaciรณn a la milpa familiar parecรญa bigote retorcido, tan gracioso, Lizardo, que tu tรญo pidiรณ que lo dejaras.
Homenajes similares han suscitado los 43 normalistas de Ayotzinapa, de quienes conocemos sus rostros por las fotografรญas que han compartido sus familiares y compaรฑeros, asรญ como por proyectos artรญsticos que se unieron a la exigencia de justicia por su desapariciรณn a manos del โcrimen autorizadoโ. Tambiรฉn sabemos detalles de sus vidas de la boca de quienes los amaron y gracias a obras como Procesos de la noche de Diana del รngel, cuyo hilo conductor es la exhumaciรณn del normalista Julio Cรฉsar Mondragรณn para determinar las causas de su muerte. Contamos sus ausencias, marchamos por ellos, se levantaron antimonumentos en su honor. Pero los nรบmeros no acaban ahรญ, con los aรฑos, la masacre se extiende y se multiplica hasta lo inefable. ยฟCuรกntos son los muertos? ยฟCuรกntos se siguen acumulando? ยฟCuรกntas historias somos capaces de sentir, mรกs aรบn, de narrar?
Conย San Fernando: รบltima parada. Viaje al crimen autorizado en Tamaulipas, Marcela Turati, con su particular sensibilidad, incluso a costa de ella misma, intenta abarcar lo inabarcable. De manera polifรณnica (a lo Svetlana Aleksiรฉvich), despliega los testimonios de sobrevivientes, de familiares de vรญctimas, activistas, muchos de ellos tambiรฉn familiares, trabajadores de la estaciรณn de autobuses, choferes, asรญ como de autoridades, a los que la periodista confrontรณ. Al propio presidente municipal de San Fernando le pregunta: ยฟCรณmo es posible que no se diera cuenta de lo que estaba pasando si todo el mundo sabรญa que bajaban pasajeros en la carretera federal a la altura de San Fernando? ยฟCรณmo no sabรญa de las maletas no reclamadas?
Este libro no es para cualquiera, cada lรญnea retuerce el estรณmago y nos lleva de vuelta a los peores aรฑos de lo que algunos llaman la guerra de Felipe Calderรณn. Sexenio en que explotรณ en los medios la cobertura de las narcomantas, los descuartizados, los desaparecidos: el โcapitalismo goreโ como llamรณ Sayak Valencia a la espectacularidad de la violencia en la frontera entre Mรฉxico y Estados Unidos, donde subyacen importantes intereses econรณmicos.
San Fernando se encuentra en la Cuenca de Burgos, la reserva de gas natural mรกs importante del paรญs que, a su vez, beneficia a toda la regiรณn. A dos horas de la frontera, es una ruta clave para el trรกfico de drogas y personas hacia Estados Unidos y, a la inversa, de armas desde el norte hacia nuestro paรญs. Una zona controlada por los Zetas, entonces en pleno enfrentamiento con el Cรกrtel del Golfo.
La primera parte del libro es la mรกs difรญcil de digerir porque es un aluviรณn de casos. A travรฉs de los testimonios, se describen las torturas psicolรณgicas y fรญsicas, asรญ como la revictimizaciรณn por parte de la burocracia, el mal manejo de los restos que volvรญa imposible que las familias dieran con el paradero de sus seres queridos.
De la mano de los entrevistados, Turati se adentra en el sadismo de los Zetas e insiste en la pregunta de por quรฉ matar asรญ, con la saรฑa que caracteriza a este grupo. Sin embargo, ella cuestiona que, de los involucrados en estas masacres, los รบnicos investigados y perseguidos han sido los propios Zetas. Nos recuerda que la trama es mucho mรกs compleja y turbia que la lucha entre buenos y malos, si se piensa, por ejemplo, que los Zetas fueron entrenados en la famosa Escuela de las Amรฉricas para militares de รฉlite en Estados Unidos. O que la operaciรณn Rรกpido y Furioso โque lanzรณ en 2009 la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de aquel paรญs para develar las rutas de trรกfico de armasโ terminรณ otorgando mรกs de dos mil armas al crimen organizado y con ellas posibilitรณ el asesinato de cientos de personas.
Turati denuncia la corrupciรณn remitiรฉndose a los datos: la pgr informรณ que diecisiete policรญas municipales de San Fernando fueron detenidos por colaborar con los Zetas en actividades desde halconear hasta entregar a los pasajeros. Pero omitieron que todos ellos fueron absueltos y puestos en libertad. La colusiรณn llega hasta los altos mandos: el superpolicรญa Genaro Garcรญa Luna, secretario de Seguridad Pรบblica en el sexenio de Calderรณn, fue declarado culpable por narcotrรกfico, delincuencia organizada y falsedad de declaraciones, aunque su sentencia en una corte en Brooklyn fue aplazada a marzo del 2024.
La segunda parte del libro intenta dejarnos con la esperanza agridulce que solo puede hallarse en la movilizaciรณn social. Es particularmente conmovedor leer sobre la labor de las madres buscadoras que se enfrentan a todo, incluso a la propia muerte, con tal de conocer el paradero de sus hijos. Emociona adentrarse en el trabajo de la abogada Ana Lorena Delgadillo y la antropรณloga forense Mercedes Doretti, creadoras del Proyecto Frontera. Un banco genรฉtico a travรฉs del cual intentan tejer una telaraรฑa para cruzar informaciรณn regional sobre los desaparecidos. Este proyecto se acompaรฑa del trabajo de familias que buscan a sus hijos en Centroamรฉrica y en Mรฉxico y surgiรณ como reacciรณn a la ineficacia cruel de las instituciones.
Turati contagia el cariรฑo por las vรญctimas y por el periodismo como el recurso para combatir la rabia. Dan ganas de abrazar a la periodista que tiene que recordarse a sรญ misma que no estรก loca, que las seรฑales de que la han estado espiando son reales y constan en el archivo judicial donde la acusan de sospechosa para intimidarla. Ella busca su alma perdida frente a las pilas de expedientes donde observa el lenguaje de los huesos. Mientras tanto elige como epรญgrafe un verso de Joan Manuel Serrat: โme irรญa de aquรญ. Pero los muertos estรกn en cautiverio y no nos dejan salir del cementerioโ. ~
(Ciudad de Mรฉxico, 1986) es ensayista y periodista. Obtuvo el Premio Nacional de Periodismo en 2015
en la categorรญa de crรณnica. Ha sido becaria del Fonca y de la Fundaciรณn para las Letras Mexicanas. En 2017 la UNAM publicรณ su libro Aunque la casa se derrumbe.