Diccionario Ernaux

La última premio Nobel de Literatura ha escrito una obra poderosa y singular sobre el tiempo, el cuerpo, la intimidad y la memoria. Estas son algunas de las claves de su mundo.
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A de autosociobiográfico. Así es como Ernaux llama al proyecto que reúne varios de sus libros y que se inaugura con El lugar –el libro dedicado a su padre– y culmina con El acontecimiento –libro sin ficción donde cuenta su aborto clandestino que aparecía ya en su primera novela, Los armarios vacíos–. El proyecto autosociobiográfico es eso de “escribir la vida”. No una vida, sino la vida, es decir: contarse para dar cuenta de algo mucho más amplio, ofrecer la vida propia como muestra de todas las vidas. Con Los años, libro posterior a El acontecimiento, Ernaux dice inaugurar ya otra cosa, más amplia, de escritura más compleja, y adentrarse en la historia. Con respecto a Los años, explicaba Ernaux: “Quería integrar una vida, la mía, sin entrar en los detalles psicológicos, mi recorrido vital, en el interior de la historia general de Francia desde el momento en que tengo uso de razón, es decir, desde los cuatro o cinco años, hasta hoy. […] Y era diferente del proyecto autobiográfico habitual en el que se cuenta la vida propia y aparece el mundo que está alrededor. En mi caso es el mundo y mi vida en el interior, indisociables en cierto modo.” Por eso recorre la historia de Francia, imbricada con su vida desde que tiene recuerdos hasta el momento de la escritura.

B, de bar-tienda. Los dos que tuvieron los padres de Ernaux, cambiando el trabajo en las fábricas por el de comerciantes. Hubo un bar-tienda en Lillebonne y otro en Yvetot. Aparecen en muchos de sus libros: en El lugar, en Una mujer, en La otra hija. La familia vivía en el mismo edificio en el que estaba el bar-tienda, así que los dos lugares, fusionados en uno, son un espacio familiar para los lectores de Ernaux.

C, de cuerpo. El cuerpo ocupa un lugar destacado en la literatura de Ernaux. El cuerpo en el que se practica un aborto clandestino, el cuerpo que es objeto de deseo pero también desea. Muchos libros de Ernaux son autoanálisis de la pasión (Pura pasiónLa ocupaciónPerderseEl uso de la foto), se habla de follar y del deseo del cuerpo del otro sin tapujos ni pudor (ver P). La primera vez resulta chocante: esa mujer de apariencia frágil hablando de penes, detallando encuentros sexuales; pero poco a poco se comprende que responde al proyecto más amplio de Ernaux de usar su experiencia como materia prima de la escritura. El cuerpo tiene otra dimensión: es donde se ven las huellas del paso del tiempo, del envejecimiento y de la enfermedad; los muertos no tienen cuerpo, cualquier reconstrucción que se trate de hacer de ellos a modo de restitución será siempre sin materialidad (ver F, L, M). No he salido de mi noche es el diario que Ernaux llevó durante la enfermedad de su madre, es el diario del deterioro, de un cuerpo que va a desaparecer y que cuando lo hace deja esa nota escrita (lo único material que queda de su madre) con ese mensaje críptico: “no he salido de mi noche”.

D, de Duchesne, apellido de soltera de Ernaux. Así se llamaba la joven retratada en Memoria de chica, la que aborta en El acontecimiento. Ernaux antes de Ernaux, la joven Duchesne a la que su padre llevaba en bicicleta (una sola vez a la biblioteca), la que asistió a una pelea monumental en la que su padre casi mata a su madre (La vergüenza), la joven que acude a un campamento donde lo que iba a ser una gozosa entrada en la vida sexual se convierte en un episodio más que desagradable que la marca para siempre, la que comienza a escribir un diario que no ha abandonado jamás.

D, también, de diario, materia prima de sus textos, a veces convertidos en libros después, tal cual, como No he salido de mi noche o Perderse.

E, de enfermedad, principalmente la de su madre, alzhéimer y cáncer; pero también la suya, el cáncer de mama por el que pasó y del que se curó. Durante el tratamiento, mantuvo una relación con un hombre que quedó registrada en El uso de la foto, que es en parte un libro sobre el sexo como herramienta para vencer a la muerte.

F, de foto. “Las fotos desempeñan un papel disparador de la escritura. En la foto hay ese lado raro del pasado/presente de los seres que ya no están aquí o ya no son así. La presencia/ausencia. La foto, además, es muda. Son esas características las que hacen que tenga ganas de tomar como punto de partida o apoyo de la escritura lo que siento delante de una foto. La foto para mí es lo real. […] La fotografía me parece más del lado de la muerte que del de la vida, o más bien, es la vida contemplada del lado de la muerte, de la desaparición. La foto no es otra cosa que el tiempo detenido. Pero la foto no salva. Porque es muda. Creo, al contrario, que ahonda el dolor del tiempo que pasa. La escritura salva, y el cine. La pintura también, quizá. No lo sé. Pero sobre todo la escritura.” Está El uso de la foto, escrito a cuatro manos con Marc Marie: fotografiaban la escena poscoito y después escribían a partir de esa foto sin que el otro lo leyera, no podían comentarlo. El resultado es un libro donde el erotismo va cediendo su lugar a la muerte, por eso la cita inicial de Bataille: “El erotismo es la aprobación de la vida hasta en la muerte.” El asunto del cáncer de Ernaux está presente: aún lleva el catéter durante gran parte de la relación, a su compañero le sorprende el pubis sin pelo, como el de una niña, de la escritora. Pero el uso de las fotografías que hace Ernaux en sus libros es anterior (viene de la escritura de El lugar); las utiliza para escribir y a veces las incluye, o incluye su descripción. En Los años, por ejemplo, las fotos sirven como marca que el paso del tiempo deja en la “ella”, que escribe. “Cuando escribo no soy la misma. No solo físicamente, también en mi cabeza. Sobre todo lo que cambia, en el interior de cada foto, en la descripción de cada foto, hago un esfuerzo por mostrar cómo veo el pasado en ese momento y cómo veo el futuro.” Ofrecen además otra dimensión: “La foto es muy elocuente sociológicamente, da información sobre el cuerpo, sobre la postura, sobre la decoración, sobre cómo se vestía… es al mismo tiempo un signo del tiempo y un signo metafísico, porque siempre es el pasado.”

G, de gatos. Annie Ernaux tiene dos gatos, gato y gata, según le dijo a su traductora al español, Lydia Vázquez Jiménez. A lo largo de su vida Ernaux ha tenido siete gatos. Tres de ellos eran completamente negros. Dos de los gatos negros los recuerda de su infancia en el campo, donde estaban mal vistos y se los tenía por gatos diabólicos.

H, de hija. En 1950, la niña Annie Ernaux, aún Duchesne, descubrió que tuvo una hermana a la que nunca conoció porque murió dos años antes de que ella naciera. Oyó cómo su madre se lo contaba a una mujer joven que estaba con su hija, en Le Havre: “Dice: murió como una pequeña santa […] dice de mí no sabe nada, no hemos querido entristecerle. Al final, dice de ti era más buena que esa Esa soy yo.” Annie Ernaux le dedicó un libro, La otra hija. Está escrito como si fuera una carta a la falsa-hermana, a la que no conoció, con la que no jugó, con la que en realidad no compartió a sus padres, lo que hizo fue sustituirla: de ahí el título. La otra hija es Annie, no el bebé gordinflón de la única foto que hay de la hermana muerta.

I, de intimidad. El proyecto de Annie Ernaux consiste en buscar una forma de escritura, y la vida propia es el material más a mano para emprender la búsqueda. Ernaux ofrece su intimidad, sus pensamientos, con la honestidad con que uno la plasma cuando escribe como si nadie fuera a leerlo, o mejor, como si todo eso de lo que habla le sucediera a otra. Lo que logra al abrir su intimidad es, paradójicamente, la posibilidad de universalizar su experiencia. Dice: “No creo que haga escritura íntima. Me sirvo de mi experiencia, de cosas de mi vida, como un tipo de materia a explorar, es una especie de exploración, pero no sé…”

También I, de inacabado: Annie Ernaux puede volver sobre un mismo tema en diferentes libros, como si no agotara el tema de una sola vez, “La vida vivida es inagotable, porque la memoria cambia sin parar también. El presente transforma siempre el pasado”, explicaba en Letras Libres.

J, de joven. El último libro de Annie Ernaux se llama Le jeune homme (apareció esta primavera en Gallimard, Cabaret Voltaire publicará la traducción en noviembre) y ahí recupera una historia de amor que mantuvo con un joven al que sacaba treinta años cuando ella tenía 54. Entre otras cosas, la relación con él le trae a la joven que ella fue, a la que en Memoria de chica llamaba “la chica del 58”, sin todo lo malo de entonces. “Me parecía ser de nuevo la chica escandalosa. Pero esta vez, sin la menor vergüenza, con un sentimiento de victoria.” Memoria de chica, un libro que “va primero en el orden de la vida”, era el descubrimiento traumático del sexo. Es bastante común que los libros de Ernaux traten de recuperar a la joven que fue: va con la naturaleza de su trabajo, y tiene que ver con la memoria (ver M) y con el tiempo (ver T). Le jeune homme cuenta cómo escribió El acontecimiento.

K, de kilómetros. Los cuarenta que separan Cergy-Pontoise, donde vive, de París. Los suele recorrer en rer, el cercanías francés. En Journal de dehors recoge lo que ve y lo que oye a su alrededor en sus viajes entre 1985 y 1992. “Quería practicar un tipo de escritura fotográfica de lo real, en la que las existencias cruzadas conservaran su opacidad y su enigma.”

L, de lugar. El lugar es como se llama el libro de Ernaux que inaugura uno de los periodos de su escritura: es un libro sin ficción, pero donde el “yo” pretende ser borrado. Es un retrato del padre pero sin sentimentalismo, buscando la objetividad en la escritura, de ahí que llegue a ese estilo seco. Lo curioso es que es emocionante. Pero el lugar hace referencia, en este caso, no a un lugar físico sino al lugar social, al sitio que le fue asignado por nacer en la familia en la que nació, y el sitio al que llegó gracias a sus estudios, a su trabajo. El lugar tiene que ver con ese desajuste entre esos dos sitios, el de origen y el de llegada, y atraviesa toda la obra de Ernaux. A eso se refiere cuando habla de “traición de clase”: en su caso, el ascensor social funcionó. Estudió, hizo todo lo que tenía que hacer, tal y como le recomendaban sus padres. La paradoja está en que al conseguir la vida que sus padres soñaban para ella, una vida burguesa, se estaba alejando de ellos y de su mundo. Annie Ernaux aceptó la invitación de Michelle Porte para hacer un libro de entrevistas, Le vrai lieu, “convencida de que el lugar –geográfico, social– en el que se nace y en el que se vive ofrecen sobre los textos no una explicación, sino el trasfondo de la realidad a la que en mayor o menor grado se anclan”. “El mundo en el que nací es fundamentalmente diferente de ese al que llegué gracias a los estudios. […] Esa alteración sigue todavía en mí, incluso físicamente… Hay situaciones en las que me siento… no es timidez, ni malestar. Es del lugar. Como si no estuviera en mi verdadero lugar, como si estuviera ahí sin estar realmente ahí.”

M, de memoria. Annie Ernaux trabaja con la memoria. Es raro que escriba de los acontecimientos cuando están pasando, eso lo hace en sus diarios, a los que vuelve luego para escribir el libro. Así que por un lado está la memoria como herramienta de trabajo, y al mismo tiempo, sus libros forman una especie de memoria, de archivo, de cosas salvadas; a veces esa memoria es colectiva (en Los años de manera evidente). A veces, íntima y a veces las dos a la vez (Una mujer o El lugar). Le dice Ernaux a Michelle Porte que algunos de sus libros los escribe para salvar: algo de su madre, el presente. “Salvar, sí, por la escritura, pero no salvarme sola, no salvar mi vida como suma de acontecimientos personales. No se puede. Hay que salvar a la vez la época, el mundo en el que se ha estado, en el que se está.” Y un extracto más: “Cuando escribo, no tengo la impresión de mirar en mí, miro en una memoria. En esa memoria, veo gente, calles. Oigo palabras y todo eso está fuera de mí. Solo soy una cámara. Simplemente, registro. La escritura consiste en ir en busca de lo que se ha registrado para hacer algo. Hacer un texto. A veces, cuando está acabado, me pregunto cómo se ha podido hacer el texto.”

También M, de mujer: “Nunca he pensado ‘soy una mujer que escribe’. No soy una mujer que escribe, soy alguien que escribe. Pero alguien que tiene una historia de mujer, diferente de la de un hombre […] La experiencia que tiene una mujer del mundo cotidiano no es la misma que la de un hombre. En realidad, la dificultad para una mujer –incluso aunque yo no la haya sentido– es la de hacer admitir la legitimidad de escribir su experiencia de mujer.”

N, de niños. Ernaux tiene dos hijos. Cuando nació el primero, ella aún no había publicado pero ya sabía que quería escribir. Cuenta que pensaba que podría escribir en las siestas del niño. Al choque entre las expectativas y la realidad le debe el impulso para escribir La mujer helada, libro puente entre sus primeras novelas y ese otro camino que se inaugura con El lugar.

Ñ. Ver N, de niños.

O, de olvido. Contra el olvido, ver M.

P, de Perec. Uno de los escritores cuyas huellas se ven más claramente en su escritura. Los años es un proyecto pe- recquiano, como lo es Journal de dehors (ver K); el libro que dice Ernaux que más le influyó fue Las cosas, de Perec. También hay cierta inspiración perecquiana en Mira las luces, amor mío, un libro de encargo, un diario de sus visitas al hipermercado.

Y P, de pudor: el pudor cuando Ernaux escribe brilla por su ausencia. “En la escritura tengo la impresión de ser otra.” En la vida, es pudorosa: detesta que la miren, detesta ir a la tele, que hablen de su cuerpo. En la escritura el pudor desaparece.

Q, de Quarto, Gallimard. Sello en el que está publicado el volumen Écrire la vie, que contiene extractos de su diario, fotos de su álbum personal (algunas descritas en sus libros), diez libros, dos diarios y artículos sueltos, como el dedicado a Pavese (“Lo terrible en la obra de Pavese es que lo trágico parece nacer del funcionamiento natural de la vida”, escribe). La Biblia Ernaux.

R, de ruso. Ernaux tuvo un amante ruso que le dio bastante mala vida. Sobre esa relación escribió Pura pasión, una novela. Años después, recuperó el diario que mantuvo durante esa época y se convirtió en libro: Perderse; el ruso es el mismo. En ese volumen de Quarto, Gallimard aparece un texto, “Images, questions d’urss”. Se publicó en 1989. El viaje de escritores a Moscú en el que Ernaux conoció a su amante ruso fue en 1988. Tiene que ser el mismo viaje. Quizá en ese texto haya alguna pista del amante ruso, quizá esté ahí la lentilla que contaba Ernaux que perdió haciendo el amor con él.

S, de sexo. El sexo es un pilar de los libros de Ernaux. Lo es de manera evidente en Pura pasión y Perderse, en La ocupación y en El uso de la foto, donde el deseo y el sexo son los asuntos de los que aparentemente hablan. Pero lo es también en Memoria de chica y en Los armarios vacíos. Annie Ernaux escribe de sexo porque el sexo es la manera más radical de decirnos que estamos vivos, el sexo vence a la muerte. En El uso de la foto, un libro que es un conjunto de encuentros sexuales, el tema principal es la enfermedad.

T, de tiempo. “Me pregunto si el tema de todo lo que escribo desde hace veinte años no es sobre todo el tiempo. El tiempo y la memoria”, dice Ernaux. Ella es una escritora del tiempo, más que del deseo. Los años es un registro del paso del tiempo, todos sus libros cumplen también una función similar a la de las fotos, solo que en la escritura se añade el elemento de la memoria. Es su manera de darle la razón a Proust en esta frase: “la verdadera vida, la vida por fin descubierta e iluminada, la única vida por tanto realmente vivida es la literatura”. Para ella, dice, es evidente. “La literatura no es la vida, es o debería ser la iluminación de la opacidad de la vida.”

U, de una cronología: Los armarios vacíos (1974), Ce qu’ils disent ou rien (1977), La mujer helada (1981), El lugar (1983), Una mujer (1987), Pura pasión (1991), Journal de dehors (1993), La vergüenza (1997), No he salido de mi noche (1997), La vie extérieure (2000), El acontecimiento (2000), Perderse (2001), La ocupación (2002), El uso de la foto (2005), Los años (2008), La otra hija (2011), L’atelier noir (2011), Mira las luces, amor mío (2014), Memoria de chica (2016), Hôtel Casanova (2020), Le jeune homme (2022).

V, de vejez. Ernaux se ha acercado a este tema en libros como No he salido de mi noche, donde la huella física del paso del tiempo en el cuerpo de su madre estaba más que presente, también en la mente: su madre era enferma de alzhéimer. “Hay algo que no pensaba que pudiera influir, voy a usar el término, la vejez. Ahora sé lo que es. Sé lo que es y no es solo el cuerpo, que tiene un lugar importante, es otra cosa. Y es esa otra cosa… me pregunto si no tengo la necesidad de hablar de eso”, dijo Ernaux en una entrevista la pasada primavera.

W (contiene la w), la cámara Super Belle et Howell. La cámara que el matrimonio Ernaux compró a finales de 1972 y con la que grabó momentos familiares, vacaciones, etc. Esas cintas mudas y recuperadas años después constituyen el metraje de Les Années Super 8, película firmada por Annie Ernaux y su hijo David. Ernaux mira a esa época de aparente felicidad familiar en la que ella escribía a escondidas. Las imágenes le sirven también para recuperar vivos, dice, a los que ya no están.

X, ver S (sexo).

Y, de Yvetot. Ernaux nació en Lillebonne, la familia se trasladó luego a Yvetot, allí estaba el segundo bar-tienda, un poco más grande, sin salir de la alta Normandía, el terreno en el que creció Ernaux. Evreux, Rouen, Yvetot, Lillebonne son los lugares del principio, a los que se unen Burdeos, Annecy, Cergy-Pontoise, cerca de París.

Z, de Zaragoza. Siguiendo la tradición inaugurada en esta misma revista por el escritor Félix Romeo de demostrar que todos los escritores del mundo son aragoneses, Annie Ernaux es aragonesa por la vía zaragozana. De Zaragoza es su traductora, su voz en español y de Zaragoza es quien escribe esto, infatigable lectora y recomendadora de los libros de Ernaux.~

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(Zaragoza, 1983) es escritora, miembro de la redacción de Letras Libres y colaboradora de Radio 3. En 2023 publicó 'Puro Glamour' (La Navaja Suiza).


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