DivagaciĆ³n sobre Barba Azul

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Barba Azul, gran seƱor que habita en un castillo, antes de salir de cacerƭa, entrega a su esposa las llaves de unos cuartos con la consigna de que puede usarlas todas, menos una. No puede, por tanto, entrar tampoco al cuarto que abre dicha llave.

Este tipo de prohibiciones son comunes en los cuentos y a menudo sustentan la estructura narrativa. La prohibiciĆ³n se encuentra ahĆ­ para ser desobedecida. Sin la insensata rebeldĆ­a de la esposa no habrĆ­a tensiĆ³n ni drama alguno. AsĆ­ que es ella la que introduce la llave en la cerradura, abre la puerta prohibida, ingresa a la habitaciĆ³n y encuentra los cadĆ”veres de las anteriores esposas de su seƱor. Conmovida y temerosa, sale del lugar y no sabe quĆ© hacer una vez revelada la identidad de su marido como nuevo Monsieur Verdoux, el que ejecutaba a sus parejas. Pero antes que cualquier cosa, es imperioso ocultar la desobediencia. No se puede: la llave culpable ha quedado inexplicablemente manchada de sangre. Hay que eliminar esa mĆ”cula. Procede, entonces, como Lady Macbeth, a lavar la llave con energĆ­a, pero, como debe ser, la mĆ”cula es imborrable y no desaparece. De esa dramĆ”tica manera la pobre mujer entiende con pavor que ha caĆ­do en una trampa tendida por la violenta desconfianza de su marido.

Los cuentos estĆ”n hechos de situaciones dramĆ”ticas, como la anterior. Es un momento particular cuando Barba Azul entrega las llaves y otro muy diferente cuando la esposa transgrede, y otro cuando la reciĆ©n casada advierte que ha caĆ­do en una trampa. AsĆ­ avanzan los cuentos, transitando de una situaciĆ³n a otra.

Es conocido que el personaje Barba Azul no solo figura en el cuento de Perrault, sino que alentĆ³ sobre la tierra. Se llamĆ³ Gilles de Rais y fue un rico y poderoso seƱor feudal francĆ©s. De joven luchĆ³ contra los ingleses en el ejĆ©rcito de Juana de Arco, despuĆ©s degenerĆ³ y se convirtiĆ³ en asesino en serie. No mataba esposas, como Barba Azul, sino niƱos y niƱas (torturĆ³ y matĆ³ mĆ”s de doscientas criaturas). Fue capturado, juzgado y ejecutado. Georges Bataille encontrĆ³ y publicĆ³ las actas de su proceso.

La situaciĆ³n dramĆ”tica del cuento tiene dos elementos: uno que prohĆ­be y otro que, imprudente, desobedece. Puede aƱadirse uno mĆ”s, de mayor complejidad que estos dos. De este tercer elemento puede darse una de dos versiones: instigador, si es malvado, o consejero, si es sabio bienintencionado. El instigador presenta la tentaciĆ³n, el consejero trata de extinguirla.

Yago, el instigador canĆ³nico, es tal vez la criatura mĆ”s enigmĆ”tica y compleja de Shakespeare. No se sabe por quĆ© perturba con esa crueldad a Otelo. Esta falta de motivaciĆ³n es deliberada porque con ella el bardo presenta con mĆ”xima claridad que hay mayor maldad en lo gratuito e inmotivado que en lo que responde a cualquier forma de necesidad o conveniencia.

QuĆ© interesante habrĆ­a sido que el protagonista de la tragedia hubiera sido Yago, y no Otelo, militar sencillamente impecable. El Barba Azul histĆ³rico pierde interĆ©s, tal vez, cuando ā€“segĆŗn lo certifican los documentosā€“ lloraba a gritos y explayaba entre sollozos que no obraba por su voluntad, sino por compulsiĆ³n incontrolable. AsĆ­ tratĆ³ en vano el asesino de ocultarse en la necesidad. Sin embargo, quĆ© duda cabe de que valdrĆ­a la pena una escena del Barba Azul de la ficciĆ³n llorando y gritando que no es culpable de la muerte de sus esposas porque, poseĆ­do por el diablo, actuaba fuera de sĆ­.

Bruno Bettelheim, en su sobreviviente estudio PsicoanĆ”lisis de los cuentos de hadas, critica a este Barba Azul por su sencillez, dice que no tiene magias y parece, mĆ”s que cuento de hadas, comedia francesa de discordias matrimoniales. No tiene razĆ³n, es mĆ©rito de la narraciĆ³n ser tan simple. Luego, psicoanalista a fin de cuentas, Bettelheim pone el acento en la llave manchada de sangre. La llave, penetrando en la cerradura es sĆ­mbolo, ya imaginan, del encuentro sexual, y la sangre imborrable en la llave, de la desfloraciĆ³n de la doncella.

BĆ©la BartĆ³k escribiĆ³ una breve e impecable Ć³pera sobre este cuento. Todos tenemos cadĆ”veres escondidos, es horrible que la esposa insista en descubrirlos. De esa universal reserva trata la Ć³pera. ~

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(Ciudad de MƩxico, 1942) es un escritor, articulista, dramaturgo y acadƩmico, autor de algunas de las pƔginas mƔs luminosas de la literatura mexicana.


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