APAGA LOS ROSTROS EL TIEMPO
Antes de dormir
tocan nuestra puerta las cosas del pasado.
Apaga los rostros el tiempo.
Lentamente se pone el sol resplandeciente de los ojos
y se hace crucigrama
la trayectoria de una vida. ~
Son como las minorรญas.
Rodeadas por la ajena multitud de las consonantes,
viven en la soledad
intensa, duradera.
Sin ningรบn apoyo.
Sin embargo, intelectualmente eficientes,
saben
su papel inevitable
en la historia
de la formaciรณn de las palabras. ~
Todo en algรบn momento,
hasta los combustibles del amor,
todo, al fin y al cabo,
acaba.
Como los barcos que se hunden
sin sentir la necesidad
de justificarse
por haber dejado sin acabar
su derrotero de destino. ~
Todas las noches a las doce
en grupos de tres salen del aljibe
las babosas.
Suben por la pared,
pasan por detrรกs,
van a algรบn lugar a divertirse.
Si no me muevo hoy,
ยฟme dejarรฉis saber? ~
Nuestras tazas son de plรกstico.
Las zapatillas son desechables.
Las lรกmparas son iguales a las de todos los demรกs.
El cafรฉ lo hace el calentador y
no hay ropa en las perchas.
[Este seรฑor detrรกs de mรญ me incomoda
por masticar tan fuerte.
Las anรฉmonas en sus botecitos me parecen
de repente tan vulnerables,
pues si fuera nuestra casa, deberรญamos
dejarlas allรก.] ~
Los รกrboles van escaseando
como las llamadas de telรฉfono.
La tristeza escarcha las violetas.
Un tren roba tu figura
a travรฉs del escaparate
a 271 km/h. ~
โLo que nos gusta es el Manuel y la Carmen que somos cuando estamos juntos. No el Manuel cotidiano ni la Carmen cotidianaโ, le dijo a ella.
El fin de semana pasรณ. Volviรณ a casa. Vacรญa. La Carmen cotidiana se quedรณ mucho rato con la chamarra y el bolso al hombro, no pudiendo creer que el Manuel cotidiano no estuviera allรญ. ~
Versiones de Nikos Pratsinis en colaboraciรณn con Eduardo Lucena