El “gran rechazo” del mundo moderno

La Escuela de Frankfurt. Una introducción

Giuseppe Bedeschi

Traducción por Traducción de Manuel Cuesta

Alianza Editorial,,

Madrid, , 2024, 261 pp.

AÑADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

La historia de la Escuela de Frankfurt es la historia de uno de los proyectos filosófico-políticos más ambiciosos del siglo XX. Su objetivo principal fue renovar el marxismo para estudiar las nuevas formas de dominación que caracterizaban a la sociedad industrial de masas. Los principales miembros de la escuela –Max Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcuse, Leo Löwenthal, Friedrich Pollock, Karl Wittfogel y Erich Fromm– participaron de la fundación del Instituto para la Investigación Social de Frankfurt a principios de los años veinte del siglo pasado. Y abandonaron Alemania una década después tras la llegada al poder del nacionalsocialismo. La mayoría encontró una tierra de acogida en Estados Unidos. En particular, en la Universidad de Columbia, institución que puso a su disposición los recursos necesarios para dar continuidad a sus estudios e investigaciones.

La producción filosófica de la Escuela de Frankfurt suele reconocerse con el nombre de “teoría crítica”. Bajo tal denominación, no obstante, se esconde una variedad de intereses y enfoques. Desde la vocación de Erich Fromm por fundir psicoanálisis y marxismo al interés de Löwenthal por la literatura, de Adorno por la música o de Pollock por estudiar la economía. En todo caso, como bien destaca el libro de Bedeschi, todos ellos fueron cultivando una serie de ideas comunes que dotaban de una personalidad diferenciada y reconocible a sus investigaciones.

Por ejemplo, la tesis que hacía del fascismo el hijo legítimo del liberalismo; la crítica de la ciencia como instrumento al servicio de la dominación del hombre y la naturaleza; la creencia en que la emancipación total del individuo exigía la liberación de la “personalidad autoritaria” que se predicaba de la cultura occidental; o la convicción de que en los países desarrollados la clase obrera había perdido su potencial revolucionario y debía ser sustituida por los nuevos sujetos oprimidos –por razones sexuales, culturales o raciales–, los jóvenes, los intelectuales no domesticados por el sistema y los pueblos del tercer mundo. En definitiva, todos los descontentos con el sistema.

La mayor parte de la producción de la Escuela de Frankfurt vio la luz en las décadas treinta y cuarenta del siglo pasado. No obstante, fue en los años sesenta y setenta cuando sus ideas alcanzaron su máxima repercusión en la cultura occidental. No solo caldearon el clima revolucionario de 1968, sino que se convirtieron en el verdadero corpus filosófico que nutrió de ideas a la variopinta Nueva Izquierda. En este caso, por tanto, la publicación en 1964 de El hombre unidimensional de Herbert Marcuse es la excepción que confirma la regla. El grueso de sus ideas, por frescas y novedosas que pudiesen parecer a la juventud soixante-huitard,habían salido del taller de la Escuela de Frankfurt décadas antes.

Vale la pena subrayar que el libro de Giuseppe Bedeschi que publica Alianza no es un ensayo cultural sobre la Escuela de Frankfurt o una biografía coral de sus miembros, como la celebrada Gran Hotel Abismo de Stuart Jeffries (Turner, 2018). El libro tiene un corte académico y analiza las principales aportaciones de los miembros de la Escuela de Frankfurt con el rigor escolar y el aparato conceptual y bibliográfico que se esperan del historiador de la filosofía. El autor, profesor emérito de filosofía política en La Sapienza, es un gran conocedor de la tradición marxista y también es autor de las monografías que la prestigiosa editorial romana Laterza dedicó a Karl Marx y Georg Lukács. Se llama a engaño, no obstante, quien crea que el libro es un simple resumen académico.

El ensayo tiene una tesis y se trata de una tesis atractiva. Bedeschi señala que en el marxismo confluyen dos tradiciones filosóficas distintas: una materialista e ilustrado-individualista y otra idealista y romántico-organicista. Según nuestro autor, la Escuela de Frankfurt asume una posición propia ante esta doble herencia filosófica, que no fue la síntesis superadora propuesta por el propio Marx. Al contrario, la condena intransigente de la ciencia y la tecnología como instrumentos de dominación hicieron de la “teoría crítica” una vía para la profundización y radicalización del alma romántico-organicista del marxismo.

La Escuela de Frankfurt cultivó con mimo la idea del “gran rechazo” de la sociedad contemporánea. La tildó de totalitaria, individualista, dominada por la cultura de consumo y sometida a la lógica avasalladora de la racionalidad productiva. Y dio alas a la vieja idea revolucionaria en virtud de la cual solo la ruptura total con todo tipo de autoridad establecida por la civilización occidental –ya fuese política, cultural o religiosa– podía encauzar el nacimiento de un mundo radicalmente nuevo. Para Bedeschi, no obstante, la teoría del “gran rechazo” era el caballo de Troya que la Escuela de Frankfurt utilizó para dar salida a su profunda aversión a la racionalidad científica y tecnológica sobre la que se apoyaba el progreso material del mundo moderno.

En este punto, nos dice Bedeschi, aflora con toda su fuerza el vínculo que une el pensamiento de la Escuela de Frankfurt con la veta romántica, antipositivista y antiilustrada del marxismo. Que no aprecia, por tanto, el Marx que confía en que el desarrollo de las fuerzas productivas permitirá la superación de la escasez natural del mundo, sino que busca su inspiración en el Marx romántico. A saber, el lector atento de Hegel que anhela, sin disimulo, la restauración de la unidad ética y orgánica de la sociedad que la civilización burguesa, con sus valores y principios, ha destruido. ~


    ×

    Selecciona el país o región donde quieres recibir tu revista: