“El régimen soviético agonizó durante la mayor parte de su existencia”. Entrevista a Mira Milosevich

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Mira Milosevich (Belgrado, 1966) es profesora de la School of International Relations de IE University e investigadora senior del Real Instituto Elcano. Experta en Europa del Este, ha publicado recientemente Breve historia de la Revolución rusa (Galaxia Gutenberg).

Estudia la Revolución rusa como un ciclo de cien años.

Estoy convencida de que la Revolución se debe analizar como un ciclo histórico por dos razones principales. Lo que ocurrió después del hecho revolucionario en sí –el terror, la guerra civil– es más determinante que un momento concreto de febrero u octubre. También me parecía importante comprender cómo era la Rusia prerrevolucionaria. Hay mucho debate sobre cómo era la Revolución, si era inevitable o no. Concurren unos factores históricos que facilitan el régimen colectivista. Entre ellos está la existencia del Estado patrimonial, por usar el término de Richard Pipes, que borra la diferencia entre propiedad privada y estatal, y encaja con la idea bolchevique de nacionalizar y colectivizar las tierras y la industria de Rusia. En segundo lugar, describo el proceso siguiendo la idea de revolución de los marxistas. La revolución comunista no termina con la toma del poder sino que pretende crear un hombre nuevo, una sociedad sin propiedad privada, cumplir una utopía extrema. Esta utopía se llega a realizar con el estalinismo, y para ello requiere un terror implacable.

Entre las influencias de los bolcheviques cita el populismo ruso y el marxismo.

Uno de los grandes debates es si la Revolución es un producto ruso o importado. Creo que fue una mezcla un tanto antinatural del populismo histórico ruso y del marxismo, teniendo en cuenta que el marxismo es una doctrina creada en la interpretación muchas veces equivocada de las ideas de Marx –de hecho, casi hasta el final de su vida Marx pensaba que la revolución no podía ocurrir en Rusia–. Lo que distingue a Lenin, el mejor revolucionario del siglo XX, de todos los gobernantes rusos es que los demás intentaron imitar a Europa y él no. Al contrario, Lenin quería que Rusia fuera el porvenir de Europa. Toma muchas ideas de los populistas. Ahí estaba la línea que podríamos llamar blanda, preocupada por el sufrimiento de los campesinos y comprometida con la justicia social, que viene de la Revolución decembrista, pero lo más importante son los derivados del populismo histórico ruso, el populismo y el anarquismo. Un autor de cabecera de Lenin es Piotr Tkachov, con su idea del revolucionario profesional. Tomó prestado el título de ¿Qué hacer? de Chernishevski. Y también adopta de esa corriente la idea de justicia social para los campesinos (aunque luego los engañaran y colectivizaran). La articulan primero los socialrevolucionarios, pero ya el 26 de octubre su programa de reparto de la tierra es su heredero. Los populistas se convirtieron al marxismo porque no conseguían nada con sus ideas y porque brotaban muchas corrientes distintas. Así, Plejánov se hace marxista y se convierte en la primera autoridad rusa del marxismo.

Son llamativos los fracasos de intentos reformistas anteriores. Y también la consecución del poder por parte de los bolcheviques, cuando eran una facción pequeña.

Las revoluciones anteriores fracasaron en parte porque la tradición autocrática del régimen zarista no permitía el desarrollo de lo que hoy llamamos sociedad civil. No había forma de articular un partido político o una opinión. Por eso los intelectuales tenían un papel más importante que en otras partes del mundo: el arte y la literatura eran la manera de articular una oposición política. Los bolcheviques tienen inicialmente muy pocos seguidores, unos diez mil. Lenin no tiene éxito al principio. Una de las claves de su triunfo es su disposición de usar la fuerza militar y la violencia desde el primer momento. En esto Lenin es alumno de Robespierre. Tenemos un contexto de la guerra mundial, 150.000 reservistas ociosos en Moscú, la Orden número 1 que permite a los soldados no obedecer a los oficiales y que significa por tanto la renuncia del Estado al monopolio de la violencia, la decisión de dar armas a las guardias de las fábricas con la excusa de la defensa de San Petersburgo (entonces Petrogrado), por si el gobierno dejaba la ciudad en manos de alemanes. Fueron muy inteligentes: se apoderaron de infraestructuras como el ferrocarril, el telégrafo. De hecho, la guerra civil se llamó la guerra del ferrocarril. Su éxito se debió por tanto a la violencia, a la pérdida del monopolio por parte del Estado y al implacable ajuste de cuentas con todos los que se oponían. El equipo Trotski-Lenin fue extraordinario. Trotski resultó decisivo: es quien se sube al tren y empieza a ir por toda Rusia. Cuando ven que están perdiendo la guerra acuden a los oficiales y los ponen de su lado, amenazando a las familias. Y eran muy ingeniosos en la divulgación de las ideas, en la propaganda. Hay un talento y una creatividad que no compartían los blancos.

Lenin escribió sobre la utilidad del terror. Aun así, algunos autores han intentado distinguirlo de Stalin, que sería más sistemático y brutal.

Este es un debate que ya solo existe, creo, en España. Hay pruebas de que Lenin demostró inmediatamente la disposición de usar todo tipo de violencia para ajustar cuentas con sus oponentes. La guerra civil es un ejemplo. Crea la cheka el 17 de diciembre de 1917, mes y medio después de llegar al poder. Por mucho que hubiera dicho que la policía, el ejército, etc., iban a desaparecer, se da cuenta de que es imposible sostener un Estado sin aparato burocrático y de seguridad. La cheka tenía poderes mucho mayores que la policía secreta zarista, la ojrana: tenía poder ejecutivo y una arbitrariedad incontrolable. La locura de Stalin quizá todavía no está explicada. Están abiertos los archivos, hay más testimonios pero todavía falta: quizá buscamos una explicación racional y puede que no exista. Entre los factores que podrían citarse están el vértigo del poder, su paranoia personal demostrada y que la lógica de un régimen como el bolchevique era desde el primer momento eliminar a la oposición. El terror empieza cuando Fanny Kaplan intenta asesinar a Lenin, pero la ejecución de toda la familia Romanov sin juicio en un sótano de Ekaterinenburgo es la prueba de que el régimen no tenía intención de adoptar un marco legal que respetar. Y, por otra parte, Lenin realmente es un traidor: le financian los alemanes, acepta la paz de Brest-Litovsk y pierde el 34% del territorio ruso porque le importa más conservar el poder de los sóviets que conservar el territorio de Rusia. Lo que le preocupaba era su poder personal y que su Revolución durase más que la Comuna de París, que duró setenta días.

Eso lo consiguió: sobrevivió setenta años.

En un primer momento tenían muchas dudas: tenían todos los problemas antiguos y además los nuevos. ¿Cómo construir un país socialista si esto nunca había existido? Carecían de planes económicos, porque la comuna de París no los había tenido que hacer. Es un experimento utópico llevado al extremo, y uno de sus aspectos más fascinantes es que tiene un elemento autodestructivo. No sé si es una característica de los rusos creer tanto en las ideas, como señaló Berlin. La fascinación de los rusos por las ideas es extrema. Otros se dedican a jugar con las ideas, los rusos querían aplicarlas y convertirlas en realidad.

Dice que el Estado soviético no habría sobrevivido sin Stalin.

Sin su poder no se habría conservado. Un motivo es que ganó la Segunda Guerra Mundial, con un sacrificio inmenso: 25 millones de muertos. Otra de las razones es el uso del terror: el Gran Terror que eran las purgas, las ejecuciones, la deportación a los campos de concentración, pero también una especie de estado mental. Un ejemplo claro es Shostákovich, que decía que siempre tenía una maleta preparada por si venían a llevarlo a la cárcel. Es un estado mental de un miedo continuo. Es un ejemplo del límite de lo imaginable de la libertad humana, porque la libertad depende también de un estado mental. Se puede ser disidente dentro de un país, como decía Berlin escribiendo de Ajmátova y Pasternak, pero eso exige una fortaleza que no está al alcance de todo el mundo. El uso del terror permanente durante Stalin obviamente conservó al régimen. Y, finalmente, el régimen tenía apoyos populares: por la victoria en la guerra, pero también por la industrialización, por la alfabetización, por logros del régimen. Es difícil imaginar la Rusia rural a principios de siglo. La Guerra Mundial saca al país de un aislamiento en la comunidad internacional. Y la idea de la aspiración a la justicia social era atractiva entonces, como lo es ahora y como siempre lo será.

Una de las promesas del régimen tenía que ver con las minorías y las nacionalidades. ¿Se cumplió?

Las nacionalidades son un tema muy importante. Hay que tener en cuenta la rusificación obligatoria, que llegó sobre todo tras el asesinato de Alejandro II: se produjo en Ucrania, en Polonia; incluía malos tratos a los judíos, a los católicos. Se suponía que en un país comunista no importaba la pertenencia nacional dado que todos éramos camaradas. Esta política fomentó muchos matrimonios mixtos (se produjo en la Unión Soviética, pero también en otros países socialistas: fue una de las razones por las que la ruptura fuera tan dura en Yugoslavia). La idea de Lenin era que cada nación y etnia tuviera sus escuelas y sus teatros. Stalin empezó a centralizar y rusificar. La situación era antinatural. Cada república tenía su propio partido, menos Rusia, que podía denunciar el agravio histórico (aunque luego eso permitiría a Yeltsin hacerse con el poder). Pero Rusia también lo tenía todo en su territorio: Moscú, el Kremlin, San Petersburgo. La idea principal era la igualdad entre las naciones pero la rusa siempre dominó la Unión Soviética y eso se vio tras la desintegración, un proceso en el que la cuestión de las nacionalidades fue un factor muy importante pero no el único.

Otro factor que trata es el antisemitismo.

El antisemitismo es un sentimiento histórico en Rusia, algo que ha estado durante mucho tiempo latente. Los protocolos de los sabios de Sión son un invento ruso. Estados Unidos llegó a aplicar sanciones a la Unión Soviética para castigar al país porque animaba a los judíos a abandonarlo. Eran los únicos que podían irse. Brodsky, descrito como “parásito social”, es un ejemplo de alguien que sufrió este antisemitismo. Antes de morir Stalin acusó a nueve médicos judíos. Hubo persecución de los judíos por ser judíos durante el estalinismo. El destino de Osip Mandelstam (que decía una frase maravillosa: “en ningún país aman tanto la poesía como en Rusia: ¡Hasta fusilan por un poema!”) es un ejemplo. En los años ochenta hubo una gran polémica en Yugoslavia porque Danilo Kiš escribió un libro basándose en la obra de Roy Medvédev: explicaba que los nazis y Stalin tenían campos de concentración y que ambos perseguían a los judíos. Fue muy polémico, y de hecho Kiš emigró tras publicar este libro.

El judío en Rusia siempre fue el chivo expiatorio, y eso por otro lado a veces se mezcla con una extraña admiración. El antisemitismo ha bajado en Rusia y en Europa del Este pero también es verdad que apenas quedan ya judíos, se han ido prácticamente todos. Con todo, Putin es posiblemente el primer gobernante de Rusia que no es antisemita. Cuando era niño en Leningrado, donde su hermano mayor murió de hambre en el sitio, mientras sus padres trabajaban lo cuidaba un matrimonio judío.

¿Mejoraron las condiciones de las mujeres?

En el comunismo la igualdad consistía en trabajar en casa, criar a los hijos y trabajar fuera de casa: tres veces más. Pero aun así, hoy en día, en foros internacionales, ves que los países bálticos y antiguas repúblicas soviéticas tienen muchas más mujeres que otros lugares, por ejemplo Europa del Este. Hay una tradición de una igualdad política que sigue vigente. Hay menos discriminación en estos términos. Pero si pensamos en la igualdad de condiciones vitales, a menudo tenían vidas muy duras.

Dice que los disidentes no tuvieron mucha influencia.

Se ha visto que no tenían efecto. No hay más que compararlos con Havel o Michnik. Havel fue presidente, Michnik rechazó entrar en política porque estaba contento con su periódico. Los disidentes de Europa del Este tuvieron un poder político articulado, mientras que en Rusia, aunque fueran físicos como Sájarov, los podríamos situar en la categoría de los artistas: venerados de una manera artística y si quieres literaria, pero poco política. Son símbolos políticos, pero no tienen repercusión y la prueba es que ninguno ha tenido una influencia o un partido. Limónov lo ha intentado pero es un tipo controvertido, nacionalista, enloquecido. No entra en la categoría de Sájarov. Los disidentes en algunos aspectos recuerdan a los de ahora: a algunos los matan, como a Politkóvskaya, otros están en arresto domiciliario. Pero hoy no hay un disidente que tenga fuerza política…

El intento más claro de reforma fue el de Gorbachov, pero acaba con el colapso del sistema.

El régimen agonizó durante la mayor parte de su existencia. Ocurrió tanto con Jruschov como con Brezhnev. Andrópov es una figura más interesante de lo que pensamos a veces. Brezhnev había dicho: ¿qué tipo de comunismo es este en el que no hay mantequilla y dulces?, lo que puede ser una crítica elíptica. Pero Andrópov es el que encarga un informe sobre la situación económica y posibles reformas, y el que llamó a Gorbachov. Este, en cierto modo, es como Alejandro II: los dos prometían grandes cosas, la monarquía constitucional y un comunismo democrático respectivamente. Gorbachov quiso reformar y parece que no supo cómo. Pero, en realidad, el comunismo es irreformable. Por detallado que sea el análisis de Gorbachov, llegaríamos a la conclusión de que democracia y comunismo son incompatibles. Parte de su tragedia es que tuvo más apoyo fuera que dentro. Hoy se piensa que Occidente se aprovechó de Gorbachov para reunificar Alemania, sacar las tropas rusas de Europa del Este, reducir la cantidad de armas nucleares. Lo que olvidan es que Gorbachov tampoco tenía muchas más opciones: la Unión Soviética estaba en la ruina. Podría haber usado la fuerza militar y el terror para evitar la desintegración, o hacerlo de la manera más pacífica posible. Y creo que hizo bien, y que con el tiempo los rusos lo reconocerán. Gorbachov nunca habría aceptado lo que aceptó si no hubiera tenido que hacerlo. Es una figura trágica y desde el punto de vista de la Unión Soviética fracasó. Pero culparle solo a él no es justo.

La Revolución rusa fue muy influyente en el siglo XX. Existe una cierta nostalgia, pero ya no es un modelo.

El colapso de la Unión Soviética y del comunismo desacreditaron por completo la idea comunista, aunque siempre queden algunos zombis. Pero el modelo trajo un enorme sufrimiento y fracasó política y económicamente. No es atractivo aunque la idea de justicia social siempre será importante, si bien no debe estar vinculada al comunismo y ni siquiera solamente a la izquierda: está detrás del Estado de bienestar.

Al mismo tiempo, dice que el ciclo revolucionario no ha terminado.

Afirmar que no ha acabado este ciclo es atrevido pero el concepto de la revolución permanente, que se vincula con Trotksi aunque él no fue el primero en utilizarlo, la idea de contagiar toda Europa con la idea comunista y realizar una revolución mundial, tiene que ver con lo que llamo la guerra permanente o la guerra híbrida, muy bien definida por el jefe del Estado Mayor Valery Gerasimov. Ambos conceptos tienen un mismo final: extender la influencia rusa y contagiar a cuanta más gente mejor con su poder e influencia. Los métodos no son los mismos. Por otra parte, el modo de ejercer el poder no ha cambiado mucho: con ciertas interrupciones y esperanzas en los años noventa, Rusia sigue siendo un país altamente centralizado, con un poder personalizado que desde los zares ha tenido elementos de autocracia pura y dura.

Al final del libro habla de la competición entre la democracia pluralista o liberal y la democracia soberana o iliberal.

Lo que va a marcar el futuro de las relaciones internacionales es el enfrentamiento entre democracia liberal e iliberal con el toque geopolítico. Se habla de un desmoronamiento del orden liberal, aunque no está claro de qué hablamos exactamente cuando usamos esa expresión: si de un sistema político, de pensamiento, de libertades, de una determinada visión de las relaciones internacionales. Pero el orden sostenido por Occidente tras la Segunda Guerra Mundial se ha acabado por la anexión de Crimea, la independencia de Kosovo, la guerra de Georgia, la actuación de China en el mar del Sur, por el cambio de la constitución en Japón donde se renuncia al pacifismo. No sabemos si este orden mundial se puede reparar. Pero Rusia, China e Irán son tres potencias revisionistas que han mostrado que no están de acuerdo con este orden y harán lo posible para cambiarlo. Rusia y China son lo bastante grandes como para imaginar que son un orden alternativo. Otra cosa es que sus modelos no son atractivos. ¿Quién quiere emigrar a Rusia? Y cuando hablo del toque geopolítico, creo que Europa es una isla de paz sin seguridad. En cierto sentido, Europa ha decidido solo usar soft power. No quiere saber nada de las guerras, quiere vivir en paz y olvidarse de la geopolítica. Pero lo cierto es que los intereses geopolíticos han existido siempre. Entendemos la guerra fría como una guerra de dos ideologías, pero fue también un combate geopolítico. ¿Por qué Rusia anexiona Crimea? Por razones geopolíticas. Considera Crimea de interés vital para su seguridad nacional. Rusia, China e Irán piensan en términos geopolíticos. ~

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Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) es escritor y editor de Letras Libres. Su libro más reciente es 'El padre de tus hijos' (Literatura Random House, 2023).


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