JosĆ© MarĆa Portillo ValdĆ©s es uno de los estudiosos de la historia jurĆdica, polĆtica y constitucional del mundo hispĆ”nico mĆ”s leĆdos y debatidos en las dos Ćŗltimas dĆ©cadas. Sus investigaciones sobre las independencias hispanoamericanas, el constitucionalismo en AmĆ©rica Latina y el autonomismo vasco lo han convertido en interlocutor obligado de las nuevas generaciones de historiadores a ambos lados del AtlĆ”ntico.
Su Ćŗltimo libro encara uno de los fenĆ³menos mĆ”s intrigantes de la historia moderna: el colapso del imperio espaƱol en AmĆ©rica, durante el siglo XIX, y la reconstituciĆ³n de la naciĆ³n y los nacionalismos en la penĆnsula, en aquella misma centuria. El concepto que guĆa el ambicioso estudio es āemancipaciĆ³nā, palabra que, como registra el temprano Diccionario (1768) del jurista valenciano Gregorio Mayans y Siscar, se atribuĆa fundamentalmente a la liberaciĆ³n de los hijos y los esclavos de sus padres o amos.
La modernidad, dice Portillo, puede ser definida como āun complejo proceso de emancipacionesā. Desde las primeras dĆ©cadas del siglo XIX, en los antiguos virreinatos del imperio borbĆ³nico, el tĆ©rmino comenzĆ³ a ser aplicado a las corporaciones e individuos, antes sĆŗbditos de la corona, luego a los propios reinos y, ya en medio de la guerra separatista, a las nuevas naciones que surgĆan de aquellas posesiones coloniales.
Una exposiciĆ³n de los diputados de las provincias de Ultramar, en las Cortes de Madrid, en junio de 1821, redactada por Lucas AlamĆ”n, a nombre de los diputados americanos, aseguraba que āBuenos Aires, Chile, Santa Fe (Nueva Granada) y una gran parte de Venezuela estaban emancipados de hechoā. El posicionamiento de los diputados era contrario a que la ātemible revoluciĆ³nā avanzara mĆ”s en la AmĆ©rica hispana, y llegara a MĆ©xico, para lo cual proponĆan crear tres cortes y ventajas comerciales y arancelarias. El uso del participio āemancipadosā en aquel documento ilustra a la perfecciĆ³n el proceso que describe Portillo en su libro.
Las independencias crearon un āuniverso de emancipados, como ciudadanos y como nacionesā, pero āreprodujeron antiguas y generaron nuevas dependencias, como la femenina o la colonialā, dice el historiador. A estas habrĆa que agregar, especialmente en el Caribe, la persistencia de la dominaciĆ³n esclavista hasta fines del siglo XIX. En el Caribe hispano emergerĆan corrientes reformistas, autonomistas, anexionistas e incluso separatistas, que con mucha determinaciĆ³n defendĆan la libertad de la naciĆ³n, mientras preservaban la instituciĆ³n esclavista.
La declaraciĆ³n de naciones o estados ālibres e independientesā se convirtiĆ³ en un āsintagmaā que recorrerĆa todas las constituciones, desde las monĆ”rquicas parlamentarias como la de CĆ”diz en 1812 hasta las republicanas y federales como las de HaitĆ en 1805, las de las Provincias del RĆo de la Plata en 1813 o la mexicana de 1824. Argumenta Portillo que, al fracturarse el imperio, la vieja monarquĆa catĆ³lica quedĆ³ en una suerte de orfandad, que ralentizĆ³ su proceso de reconstituciĆ³n nacional.
Si para los liberales gaditanos, que al fin y al cabo libraban su propia guerra de independencia, eran centrales la naciĆ³n y su soberanĆa, para los reformistas de la regencia de MarĆa Cristina y la primera etapa del reinado de Isabel II, lo fundamental serĆ” la jurisprudencia y administraciĆ³n del reino. La percepciĆ³n, entre las Ć©lites dominantes, parecĆa ser que āal sistema de CĆ”diz le sobraba naciĆ³n y le faltaba Estadoā. Pero, como ha seƱalado TomĆ”s PĆ©rez Vejo, la vieja monarquĆa catĆ³lica de ālas EspaƱasā no transitaba hacia un nuevo Estado nacional, como en AmĆ©rica, sino hacia un imperio colonial disminuido.
Un mapa de 1852, inserto en un tratado cartogrĆ”fico de Francisco Jorge Torres Villegas, desglosaba las diversas EspaƱas de aquel imperio: Castilla, LeĆ³n, Navarra, Vizcaya, Ćlava, GuipĆŗzcoa, Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Marianas, Palaos, Fernando Poo, AnnobĆ³n… Aquella multiplicidad podĆa subdividirse, a su vez, en cuatro tipos de EspaƱas: āla foral, la uniforme, la asimilada y la colonialā. Las emancipaciones de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, en 1898, a pesar de sus nuevas soberanĆas intervenidas por Estados Unidos, mermaron aĆŗn mĆ”s la dimensiĆ³n colonial del imperio y avivaron el conflicto de las diversas nacionalidades dentro del territorio peninsular.
Escrito en diĆ”logo permanente con otros constitucionalistas, como BartolomĆ© Clavero, Marta Lorente y Carlos Garriga, y con historiadores del nacionalismo espaƱol como JosĆ© Ćlvarez Junco, Gregorio de la Fuente y Angel Smith, el libro de Portillo ValdĆ©s evoca varias veces al ideal federalista de Francisco Pi y Margall en el siglo XIX. La ConstituciĆ³n republicana de 1931 y los primeros ensayos de autonomĆa en CataluƱa, PaĆs Vasco y Galicia intentaron saldar aquella deuda histĆ³rica. La vigente de 1978 y los estatutos de autonomĆa, reformados en las Ćŗltimas dĆ©cadas, han logrado la reconstituciĆ³n de EspaƱa como una naciĆ³n de nacionalidades, un dilema heredado por aquella modernidad decimonĆ³nica. ~
(Santa Clara, Cuba, 1965) es historiador y crĆtico literario.