Revisar Wikipedia es una actividad que realizamos millones de personas. La “enciclopedia libre” tiene todo, me han dicho, y es verdad. Mal o bien, contiene casi todo. Para el año de 1976, Wikipedia (en español) marca noventa “Acontecimientos”, muchos nacimientos y varias defunciones. En la sección de “Arte y literatura” nos enteramos de que ese año Jorge Guillén ganó el Premio Cervantes. El Pulitzer de novela fue para Saul Bellow y el de poesía para John Ashbery. Las secciones de “Deportes” ocupan la mayor parte de la página que nos avisa que fue ese año cuando los Juegos Olímpicos se celebraron en Montreal.
El primero de diciembre de 1976, José López Portillo tomó posesión como presidente de México. El 2, Fidel Castro “asciende a la presidencia” de Cuba. Antes, el 6 de noviembre, Wikipedia marca que Julio Scherer funda Proceso. Entre los fallecimientos descubro que André Malraux murió el 23 de noviembre de ese año. Nada dice esa entrada del problema en el diario Excélsior, ocurrido en julio.
Hace cuarenta años, y esto no lo dice Wikipedia, se imprimió un cartel de la librería Gandhi en el que se anunciaban varias actividades: el 18 de octubre un “recital poético-literario” con los ganadores de la beca Salvador Novo. Francisco Segovia y Carmen Boullosa (quien recuperó el cartel y compartió su imagen en Twitter), entre otros, estarían allí. El 7, la entrega de los cuadros que rifó la revista Punto Crítico. Por esas mismas fechas se preparaba otra rifa: la de un cuadro de Rufino Tamayo. Además de esta rifa, muchas otras diligencias entretenían a varios escritores, artistas y amigos que deseaban publicar una revista o apoyar su nacimiento.
El 3 de octubre de 1976, desde Cambridge, Massachusetts, Octavio Paz le escribía a Alejandro Rossi:
La conversación con Gabriel [Zaid] –me imagino que te habrá contado que habló conmigo por teléfono el otro día– me animó mucho. ¡Sesenta mil pesos en anuncios! En cambio, me pregunto si el resultado final de la cifra no será un poco más bajo de lo que nosotros habíamos calculado. Por mi parte: Marie Jo ha vendido algunos billetes y venderemos más –la acogida ha sido muy abierta y generosa; Monegal ha quedado de enviarme esta semana la lista de las personas que en cada universidad podrían hacer una campaña de suscripciones de ayuda: veinte dólares (este debe ser nuestro segundo objetivo: conseguir unas quinientas o mil suscripciones de ayuda); en fin, aún no inicio las conversaciones para obtener la subvención de que hablamos porque estoy en espera de que llegue mi amigo Walter Keiser: ya te pondré al corriente de lo que resulte. ¿Crees que saldremos el 15 de noviembre? Ojalá… Con estas líneas va la presentación de Vuelta (que no será presentación devuelta, espero). Por favor, lee ese texto con ojos críticos y dime qué te parece. Tal vez sería bueno que lo leyeran los demás amigos del consejo de redacción. Espero, con ánimo sumiso, sus críticas. Estoy dispuesto a corregir todo lo que haya que corregir (¡si no es demasiado!).
((Alejandro Rossi Papers, Box 27 Folder 1. Princeton University Library, Manuscripts Division, Department of Rare Books and Special Collections (pul). Agradezco a Marie José Paz la autorización para la publicación de los fragmentos de la correspondencia de Paz y a Ángel Gilberto Adame por compartirme valiosas cartas.
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No puedo dejar de sonreír al leer eso del “ánimo sumiso”. No fue ese el espíritu del primer editorial de Vuelta, en el que Paz inició con el recuerdo del golpe a Excélsior, insistió en las debilidades de la izquierda –“paralizada por una tradición dogmática”– y describió a la “obtusa derecha”, que no tenía “ideas sino intereses”. Quizá hoy, con algunas ligeras variantes, podríamos decir algo similar. ¿Qué pasó en esos cuarenta años con el odium theologicum que Paz denunciaba en esa especie de manifiesto titulado “Estamos de vuelta”? Quizá se ha agudizado.
Ese editorial no fue el primer gesto temerario del poeta contra el poder político. Es casi una consigna, un modo de estar en la cultura mexicana y una insubordinación beligerante, pero también, en la vida de Paz, un acto simbólico similar a su salida de la embajada de la India. El gesto de Vuelta no fue, sin embargo, un gesto solitario. En su nacimiento intervinieron los amigos de Paz, los solitarios/solidarios de Plural y los jóvenes que en esa revista empezaban a formarse.
El 19 de julio de 1976, apenas diez días después de que los cooperativistas de Excélsior acordaran la expulsión de Scherer, en el Hotel María Isabel se reunió una multitud convocada para anunciar el nacimiento de Proceso y entre el tumulto podía divisarse el rostro de los integrantes de Plural. Al salir de la reunión, en los elevadores del hotel, Paz y Rossi comentaban el asunto y un muy joven Enrique Krauze ofreció los servicios de la imprenta de su padre a los amigos que discutían la urgencia de publicar –ellos también– una revista. A la postre no se aceptó tal propuesta, pero Krauze fue invitado a una reunión en casa de Ramón Xirau para planear la nueva publicación y una declaración. El 28 de julio apareció en Siempre! ese documento en el que se destacaba el propósito con el que había nacido Plural: convertirse en “un sitio de reunión de la imaginación creadora y del pensamiento crítico”. Se recordó que, desde el gulag hasta Chile, Plural había descrito la realidad de nuestra época. Lo ocurrido en Excélsior con la complicidad del Estado era “un signo de que avanza hacia México el crepúsculo autoritario que ya cubre casi toda nuestra América”.
“Cuando los escritores quieren salvar al mundo, siempre se les ocurre fundar una revista”, le escribió Paz a José Bianco en agosto de 1954.
((Citado por Guillermo Sheridan en Habitación con retratos (Ediciones Era, 2015), p. 129.
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Aquel “salvar al mundo” significaba también salvarse él, pero pasarían casi veinte años antes de que pudiera cumplir un sueño acariciado desde que el poeta llegó a París a mediados de la década de los cuarenta e intentó de mil modos fundar una revista: desde El Pobrecito Hablador hasta la publicación que, otra vez en París y en compañía de Geneviève Bonnefoi y Maurice Nadeau, quiso realizar en México a principios de los sesenta. En ese lapso fueron muchas las desafortunadas tentativas de Paz por publicar una revista, aunque Emmanuel Carballo dijera que era el “director de directores” de la Revista Mexicana de Literatura.
De sus numerosos intentos, el de más largo plazo fue el que emprendió en 1965 con Tomás Segovia y al que invitó a Carlos Fuentes en 1966. En “Historia y prehistoria de Vuelta”, Paz narra brevemente las circunstancias que dieron al traste con aquel proyecto que había incluido también a Arnaldo Orfila e incluso a André Malraux. No cuenta allí otras particularidades que podemos imaginar gracias a la correspondencia del poeta y de otros escritores que se cruzaron a propósito de Libre, la revista que nació en 1971 y cuyo anuncio leyó Paz en Le Monde el 12 de septiembre de 1970. El título era elocuente: “Creación en París de una revista de lengua española”. El breve contenido no podía ser más afrentoso para él. La nota advertía que, reunidos en Saignon el 15 de agosto, Julio Cortázar, José Donoso, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Juan Goytisolo habían decidido crear una revista que se publicaría en París, a partir de 1971. La nota agregó que el consejo de redacción estaría compuesto, además de los ya mencionados, por Paz, Severo Sarduy, Jorge Semprún y Plinio Apuleyo Mendoza como secretario de redacción.
Dos meses después de aquella fecha, el 19 de noviembre, Paz se animó a escribirle a su gran amigo, Carlos Fuentes:
Si he de creer a Le Monde, se me invita a participar en una revista que no es otra que la que a mí se me ocurrió hacer, hace algunos años, contigo y con Tomás Segovia. Es como si se me invitase a comer un plato que yo mismo preparé […] ¿Cómo es posible confiar la secretaría de la revista –es decir: el centro nervioso de cualquier publicación– a un desconocido? Prefiero no pensar en la reacción de Segovia si, como temo, ha leído la noticia de Le Monde. Por último, aunque creo que los escritores pueden vivir en donde quieran o puedan (todo es exilio), me parece lamentable que se diga que la revista se publicará en París para “escapar a las presiones políticas de América Latina”. Una revista se publica para afrontar las presiones […] es la obra de un grupo pequeño, unido por afinidades realmente profundas: amores y aversiones, comunidad de gustos y de propósitos y, en fin, ese conjunto de afirmaciones y negaciones […] que definen a los movimientos literarios e intelectuales.
((Carlos Fuentes Papers, Box 306 Folder 2, pul.
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Sabemos qué pasó con Libre al año siguiente, pero, el 7 de diciembre de 1970, Cortázar le escribió a García Márquez: “Recibí una carta de Octavio, diciéndome que ya se le ha pasado la bronca, pero que a lo mejor quién sabe si en una de esas no saca ‘su’ revista en México.”
((Julio Cortázar, Cartas 1969-1976 (Alfaguara, 2012), p. 182.
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Esa revista fue Plural y su nacimiento es el resultado de un larguísimo deseo; la respuesta a una afrenta dolorosa y la defensa de la poesía, avasallada por la fama del boom y el inicio de la mercantilización de la literatura. En 1976, Paz no podía permitir que ese sueño concluyera.
Las primeras cartas que siguieron a ese suceso fueron enviadas a suscriptores y amigos de Plural con una misma redacción en la que explicaban las razones del fin de la revista, se agradecían las colaboraciones y se anunciaba una posible y futura publicación. Al margen de cada una de ellas, Paz escribía algunas líneas a mano: “Querido Guillermo [Cabrera Infante]: América, la nuestra, la que ‘aún reza a Jesucristo y habla en español’, sacó de nuevo las uñas. Te escribiré. Un abrazo fuerte.”
((Guillermo Cabrera Infante Papers, Box 12 Folder 23, pul.
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O: “Querido Mario [Vargas Llosa]: Te escribo dentro de unos días. Con estas líneas te envío un artículo (¿publicable en Lima?) y la declaración de Plural. Procuraremos seguir con la revista –con otro nombre y de una manera independiente. Te pondré al tanto de lo que ocurra. Un abrazo.”
((Mario Vargas Llosa Papers, Box 90 Folder 9, pul.
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El 15 de noviembre se presentó el primer número de Vuelta en la Galería Ponce, dos semanas antes de su circulación oficial.
Para saber de la importancia de una revista pensamos en quienes formaron parte de su consejo o en sus grandes colaboradores. Sur es Bianco, Borges, Bioy y Ocampo; Orígenes es Lezama, Diego, García Marruz o Piñera; Plural está compuesto por los solitarios/solidarios: Paz, Kazuya Sakai, José de la Colina, Salvador Elizondo, Juan García Ponce, Alejandro Rossi, Tomás Segovia y Gabriel Zaid. Vuelta son estos mismos, más nuevos nombres que poco a poco fueron formando una familia intelectual: Enrique Krauze, Guillermo Sheridan, Adolfo Castañón, Ulalume González de León, Aurelio Asiain, Fabienne Bradu, Christopher Domínguez Michael, Julieta Campos… Una amplia familia que durante un cuarto de siglo (si sumamos los años de Plural) conversó y discutió con nosotros, los lectores.
Los hijos de una revista son también sus escritos. En Plural y Vuelta nacieron libros como Manual del distraído, de Rossi, o Camera lucida, de Elizondo; en Vuelta creció el vasto trabajo crítico de Castañón, Domínguez Michael y Sheridan. Seguimos los pasos de Paz siguiendo los de sor Juana o los ensayos de La otra voz. Leímos a Vargas Llosa, Berlin, Kołakowski, Steiner, Brodsky, Enzensberger… Atestiguamos la historia de la lucha por la democracia en el mundo y en México. Son inolvidables “El diálogo y el ruido” o “pri: hora cumplida”, de Paz; los artículos que dieron origen a El progreso improductivo, de Zaid, y sus necesarios “Sobre los títulos profesionales como capital curricular”, “Colegas enemigos”, “Muerte y resurrección de la cultura católica”, por ejemplo. Allí vieron la luz “Por una democracia sin adjetivos” o “La comedia mexicana de Carlos Fuentes”, dos artículos de Krauze obligatorios para entender qué pasa aún en la democracia mexicana y en su literatura. Difícilmente podría citar los artículos esenciales de la revista, mencionar todos los poemas y poetas que Vuelta publicó y que constituyen el árbol de nuestra poesía (Rojas, Lizalde, Juarroz, Segovia, Vitale, Varela) o recordar los pormenores de su actividad cultural, como los Encuentros Vuelta.
Vuelta es ejemplo de una ética basada en el amor por el lenguaje. Hoy, cuando leo revistas que no tienen respeto por la edición de los textos que publican, recuerdo las veces que en Vuelta se avisaban las erratas y, por carta, Paz ofrecía disculpas al autor víctima del atropello. Hay revistas que hoy dicen amar la literatura pero publican textos con un lenguaje eunuco y burocrático: olvidan que para un escritor la primera de sus pasiones debe ser el lenguaje.Vuelta vivió cuando los escritores aún se sentían orgullosos de pertenecer a una publicación. Hoy es difícil encontrar quien sea capaz de combatir por defender una revista, es decir, una idea de mundo. Las revistas ya no son tu casa. Vuelta fue la última casa intelectual del tamaño de Hispanoamérica en el siglo XX. Una casa para la disidencia, dijo Krauze, pero también la casa de la primera rebeldía: la poesía. Sin ella, sin los poetas como eje rector del pensamiento crítico no puede concebirse Vuelta. Las últimas palabras de su primer editorial son un recordatorio que quizá deberíamos frecuentar, aunque no esté escrito en Wikipedia: “Un pueblo sin poesía es un pueblo sin alma, una nación sin crítica es una nación ciega.” Contra esa ceguera luchó Vuelta durante veintidós años. ~
(Ciudad de México, 1961) es poeta, ensayista y editora de poesía en Letras Libres. Este año su libro Estrella de dos puntas. Octavio Paz y Carlos Fuentes: crónica de una amistad (Ariel, 2020) recibió los premios Mazatlán de Literatura y Xavier Villaurrutia.