El individuo frente al sistema

Con las armas de la crítica, Guillermo Sheridan ha demostrado que se pueden propiciar cambios benéficos al país desde cualquier posición. Su perseverancia representa una lección importante para los ciudadanos.
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Una columna de tanques se dirigía a la Plaza de Tiananmén el 5 de junio de 1989. El Ejército, el Partido, el Sistema querían terminar de tajo con las manifestaciones que sacudían a China exigiendo libertad. Un hombre, sosteniendo dos bolsas, una en cada mano, se plantó frente a los tanques. El tanque que iba frente a la columna giró para sortearlo, pero el hombre –de un valor extraordinario– una y otra vez se interpuso en su camino. Finalmente unos agentes lo quitaron del paso y los tanques prosiguieron su marcha. Esa tarde se consumó la matanza de Tiananmén. Pero la imagen del hombre frente a los tanques sigue perviviendo en la memoria, como ejemplo del individuo enfrentando a un sistema autoritario.

Recordé esta imagen al repasar lo sucedido con la ministra Yasmín Esquivel y su malogrado intento de convertirse en la presidenta de la Suprema Corte de Justicia para favorecer, desde esa posición, al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Convencidos de que ese nombramiento representaba un daño enorme a nuestra democracia, porque implicaba la supeditación del poder judicial frente al ejecutivo, partidos, columnistas, intelectuales y ciudadanos a través de las redes sociales se manifestaron en contra de las pretensiones de la ministra Esquivel, esposa de uno de los contratistas consentidos por el gobierno federal. La columna de tanques avanzaba hacia la plaza. De pronto, un hombre se plantó frente a ellos. Guillermo Sheridan publicó un breve artículo en el portal de Latinus demostrando que Yasmín Esquivel había plagiado enteramente su tesis de licenciatura. El plagio es un robo. Una persona deshonesta, una ladrona de ideas, estaba a punto de convertirse en la presidenta del máximo órgano de justicia de nuestro país. Al día siguiente, desde su púlpito mañanero, el presidente se dedicó a calumniar al hombre que se había atrevido a enfrentar al sistema. De inmediato, las redes se llenaron de insultos y amenazas contra el individuo que detuvo la marcha de los tanques de la opresión. No había para dónde hacerse: la ministra había robado, era indigna de su investidura, ya no se diga del puesto al que aspiraba. El hombre con las bolsas frente a los tanques. El hombre con su texto frente al sistema.

La ministra Esquivel y el presidente López Obrador que la impulsaba fracasaron en su intento por postrar a la Suprema Corte de Justicia. No los detuvieron los partidos, ni la clase política, los frenó un individuo armado de valor civil. Ese es el peso del individuo frente al sistema.

Muchas veces, lectores interesados en que nuestro país no se siga hundiendo me han preguntado: ¿qué podemos hacer? Se trata de personas a quienes no les interesa sumarse a un partido y a las que no les basta con votar cada tres o cada seis años.

¿Qué podemos hacer?, me repito yo mismo, acomodado en la impotencia. Mi respuesta suele ser: organicen, entre sus amistades, pequeñas células donde discutan los asuntos públicos más relevantes; organícense para denunciar cuando la injusticia sea patente; participen en marchas y plantones; y, llegado el momento de la elección, convenzan a sus conocidos de salir a votar. También les digo: que cada quien, desde su respectiva trinchera, vea de qué forma puede debilitar a un gobierno corrupto que amenaza con perpetuarse en el poder.

Guillermo Sheridan no es un político, es un notable escritor y crítico literario, un académico al que le duele lo que ocurre en el país. Desde hace muchos años, interesado en que la verdad salga a flote, se ha encargado de desenmascarar a plagiarios, con escasa fortuna. Recuerdo ahora, pero hay muchos más, los casos en los que dio a conocer los plagios de José María Pérez Gay, Guadalupe Loaeza y Fabrizio Mejía Madrid. A pesar de haber demostrado palmariamente que estas personas se robaban ideas y frases de otros autores, nada pasó. Los medios en los que escribían estos deshonestos personajes no los sancionaron (despidiéndolos) a pesar del robo sistemático que practicaban. La sociedad siguió aceptando “sus” artículos y ensayos. Como si no nos importara la verdad, premiando sus desaseadas prácticas.

En un país donde impera la corrupción, pedir sanción social contra ladrones de ideas parecía desmesurado. Esto no desanimó a Sheridan, que prosiguió señalando plagios. Como ciudadano interesado en que la mentira no prevalezca, desde su muy modesto mirador, con las armas que tenía a la mano (Google y poco más), decidió poner en evidencia a la ministra Esquivel. Esta vez no se trataba de exhibir a un escritor sino de frenar la imposición que fraguaba el presidente de la república, hombre rencoroso y vengativo. Desde su respectiva trinchera (un espacio de opinión en los medios), con los recursos que tenía a la mano (su pasión por cotejar textos), pudo enfrentar al sistema.

El hombre frente al tanque. El pequeño individuo frente al poderoso aparato. El ciudadano frente al poder. Desde esta perspectiva todos aquellos que se preguntan ¿yo qué puedo hacer? tienen en el ejemplo cívico de Guillermo Sheridan la respuesta. Actuar desde la posición en la que uno se encuentre para enfrentar la opresión. Con coraje, con algo de miedo, con emoción. Un solo individuo puede frenar al sistema. ~

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