La democracia no termina cuando los ciudadanos depositan sus votos en las urnas, la democracia apenas comienza cuando los ciudadanos depositan sus votos en las urnas.
Escribo esta reseña a unas horas de que se anunciaran los resultados preliminares de las elecciones de junio de 2024. Los cómputos arrojan una ventaja considerable de Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez. Estos mismos resultados permiten suponer que Morena y sus aliados habrían alcanzado una mayoría calificada en el Congreso. De confirmarse esta situación –los números definitivos se conocerán varios días más tarde–, la mayoría de los mexicanos le habría dado a Morena una señal inequívoca de apoyo y de confianza a su proyecto. Una especie de mandato: la mayoría del pueblo de México te ordena, gobierno de Morena, que cumplas tu compromiso de transformar al país.
La historia de México puede verse como la historia de nuestros sucesivos intentos de modernización y de los fracasos consiguientes. La victoria de Morena debe verse como una nueva tentativa de modernizar el país. Su proyecto no se restringe a reducir el nivel de pobreza, acortar la brecha de la desigualdad y acabar con la corrupción; se entiende que se trata de modernizar el país sin dejar de lado –al contrario: colocándolo en el centro– el factor social. El proyecto neoliberal ofrecía crecimiento y desarrollo, y aparejado con esto vendría la reducción de la pobreza. El de Morena se plantea en cambio como un proyecto de desarrollo con el acento puesto en lo social. A esto le llaman “economía moral y humanismo mexicano”.
Modernización (trenes, refinerías, aeropuertos, T-MEC) con rostro humano. Por este proyecto votó mayoritariamente el pueblo de México el pasado 2 de junio.
Todo esto parece bien: un proyecto modernizador con énfasis en lo social y un voto mayoritario respaldándolo. Pero si uno se asoma al contenido de Los puntos sobre las íes, el libro más reciente de la académica y directora de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, María Amparo Casar, todo se vuelve confuso: todas las promesas de desarrollo fueron incumplidas, el acento social se quedó a nivel de propaganda. El voto mayoritario no fue solo para respaldar el proyecto de Morena, tuvo otras motivaciones: el reparto de dinero en efectivo, el resentimiento social, el apoyo a un proyecto autoritario.
Me detengo en este punto: ¿es posible que la gente vote a favor del autoritarismo? Sí, es posible. Étienne de La Boétie describió la situación en su breve Discurso de la servidumbre voluntaria (trad. José de la Colina, ed. Aldus, 2001). Ejemplo más cercano es el de Singapur, donde las personas estaban a favor de un gobierno dictatorial en virtud de que este los modernizaba. ¿México estaría ahora votando a favor de un proyecto iliberal que cancela la posibilidad de elecciones libres, de un gobierno sin contrapesos, con los poderes legislativo y judicial supeditados al Ejecutivo? ¿México votó ahora a favor de un proyecto de modernización autoritaria?
¿Es la llamada “cuarta transformación” un proyecto modernizador? Apostar por energías fósiles, cuando el mundo camina hacia las energías limpias, parece no ir en ese sentido. Talar miles de hectáreas, afectar ríos subterráneos para poner a funcionar un tren de diésel en medio de la selva, no parece que modernice nada. ¿Pasar de una incipiente economía abierta a un capitalismo “de cuates” (en el que el 80% de los contratos se da por asignación directa) es modernizar el país? ¿Suprimir –recortando draconianamente el presupuesto, imponiendo a figuras mediocres sin conocimiento en la materia al frente de importantes institutos, negándose a realizar nombramientos para su correcto funcionamiento– los organismos autónomos de vigilancia no va en sentido opuesto a la modernización?
¿Se votó a favor de un modelo de desarrollo más incluyente, autoritario pero eficaz, sin los obstáculos que representa la negociación en el Congreso y los amparos concedidos por la Suprema Corte de Justicia, o simplemente se votó por un modelo autoritario sin que importara mucho el aspecto modernizador?
Los puntos sobre las íes es un contundente alegato contra el (des)gobierno de López Obrador. Pasa revista a su proyecto económico, social, de seguridad y de salud. La revisión es implacable porque en la mayoría de los casos contrasta la información que brinda el propio gobierno con la realidad. El retrato es estremecedor. Un gobierno destructor de instituciones, antidemocrático, irrespetuoso de la ley, ineficaz ante los grandes problemas nacionales, corrupto, opaco, incompetente.
Tan demoledor resultó el retrato crítico que ofrece María Amparo Casar que el presidente violó repetidamente la ley con tal de exhibir las supuestas ilegalidades en que habría incurrido Casar en el cobro de su pensión de viudez. López Obrador exhibió documentos reservados, amenazó y difamó valiéndose del enorme poder de difusión del Estado. La venganza política autoritaria en contra de una ciudadana que critica. Todos los males asociados al autoritarismo que Casar expuso en su libro fueron puestos en marcha para perjudicar a quien se atrevió a señalar la evidente desnudez del mandatario.
Nadie después de haber leído este libro podría haber votado a favor de la continuación de este proyecto político. De los muchos libros recientes que ofrecen un análisis de lo que este gobierno hizo y dejó de hacer, sin duda es el más completo, el que mejor información ofrece, el más claro en su crítica y en sus planteamientos. El libro de Casar es un duro golpe a la visión fantástica que nos ha ofrecido el presidente en sus cotidianas conferencias matutinas. Un duro revés al propósito de defender la necesidad de ponerle un segundo piso a un edificio tan mal hecho.
La gente votó mayoritariamente por la continuación de este desastre. El 64% de los que reciben uno de los programas sociales del gobierno (de un universo de 27 millones de personas) se manifestó a favor de Claudia Sheinbaum, por miedo a que le quiten sus apoyos. El clientelismo funcionó. La gente votó por un proyecto que ha reivindicado la negligencia criminal frente al covid. La propaganda funcionó. La gente votó a favor de más mediocridad. Quizá haya quien me diga: no comprendes la razón profunda de que la gente se identifique con este gobierno. Lo que sí entiendo es que Los puntos sobre las íes no deja lugar a duda: se votó a favor de que continúe la corrupción, la ineficacia, la impunidad, la incapacidad, la ilegalidad. Por eso se votó. Esto es lo que hay. A esto debemos atenernos. ~