Los yutas se llaman a sí mismos núuchi-u ‘gente’, pero los novohispanos los llamaron yuta, que pasó al inglés como ute (la etnia y su lengua) y como Utah (el estado).
Llegaron como cazadores y recolectores a la Gran Cuenca (medio millón de kilómetros cuadrados, la mayor parte áridos), en el siglo XIV.
Tuvieron grandes territorios de caza en donde hoy están Utah, Colorado, Nevada, Arizona, Wyoming y Nuevo México. Descubrieron a los novohispanos en el siglo XVII. Comerciaron con ellos, y hasta aprendieron algo de español.
De los novohispanos obtuvieron caballos y armas de fuego, que cambiaron su vida. Se volvieron jinetes notables y temidos, ante las tribus vecinas y luego los colonos que fueron llegando.
Los colonos vieron los cotos de caza y recolección de los yutas como tierras vírgenes que podían apropiarse y colonizar. Ambas partes se sintieron amenazadas por intrusos ilegítimos. La tradición cazadora y recolectora se transformó en guerra y pillaje. La colonización, en despojo y guerra de exterminio.
En 1848, los territorios yutas pasaron de México a los Estados Unidos por el Tratado de Guadalupe Hidalgo. Y el gobierno de los Estados Unidos fue imponiendo a los yutas una serie de “tratados” (1849 a 1882) que legitimaron el despojo y los obligaron a confinarse en reservaciones.
Peor aún: ante el descubrimiento de petróleo y gas, el gobierno ignoró las reservaciones “concedidas”, declarándolas tierras de dominio público, abiertas a denuncios mineros y petroleros, vías férreas para sacar lo extraído y derechos de agua, que era escasa y sin la cual los yutas no podían vivir. Muchos se fueron. (Virginia McConnell Simmons, The Ute indians of Utah, Colorado, and New Mexico, Boulder: University Press of Colorado, 2001, capítulo 10.)
Quedan unos 7 mil (y la mayoría no habla yuta), organizados en tres grupos reconocidos por el gobierno de los Estados Unidos: Ute Indian Tribe, con un boletín bimestral en la web y una estación de radio. Southern Ute Tribe, que tiene dos centros culturales con museos y clases de yuta. Ute Tribe of the Mountain, que conserva un parque tribal y organiza visitas guiadas para turistas, por ejemplo: petroglifos de hace siglos (que no pueden ser milenarios, como los anuncian, porque muestran hombres a caballo). Además, tiene un casino.
Celebran la renovación anual de la vida con una fiesta primaveral: la “Danza del oso”, que reúne a yutas de todas partes durante cuatro días y resulta casamentera, por lo que se ve en los videos. También se ve que se han vuelto obesos, porque dejaron su dieta tradicional. Y que les preocupa perder su lengua y tradiciones.
Danny Lopez, de ascendencia yuta, fue campeón mundial de box peso pluma y entró al Salón Internacional de la Fama del Boxeo en 2010.
Buscando ute tribe o ute people en la Biblioteca del Congreso hay docenas de libros (etnia, lengua, historia); dos diccionarios ute-inglés, así como grabaciones de campo de sus cantos, sin transcripciones ni traducciones. En YouTube hay docenas de documentales, muchos bilingües. Las canciones transcritas y traducidas al inglés son pocas.
Danza del oso
Gruñe como los truenos lejanos.
Avanza zigzagueando
y se detiene para rugir.
Su camino
tiene la forma del relámpago.
Fuente: Sally McBeth, “The Bear Is Our Protector: Metaphor and mediation in the Northern Ute (Nuche) bear dance”, en Cathy Covell Waegner, Mediating indianness, East Lansing: Michigan State University Press, 2015, p. 219.
Canto matutino
En la montaña
canta el viento
con una danza extraña.
Fuente: Frances Densmore, Northern Ute music, Whitefish, mt, Kessinger Publishing, 2010 [1922], p. 5.
Chaquira
La chaquira debe tocarse.
La chaquira debe vestirse.
La chaquira debe estar viva.
Fuente: Informante Mariah Cuch, Colorado Commission of Indian Affairs, Cultural Heritage Unit Overview, 2013, p. 240. ~
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.