Cuando los indios hablaban latín

Quand les Indiens parlaient latin. Colonisation alphabétique et métissage dans l’Amérique du XVIe siècle

Serge Gruzinski

Fayard

París, 2023, 318 pp.

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El papel, la escritura alfabética, la imprenta y los libros llegaron a América con los invasores y sirvieron para “la conquista espiritual” (Robert Ricard) y política tanto de los vencidos como de los aliados. En palabras de Serge Gruzinski, “los verdaderos conquistadores son el papel, la pluma, la tinta, la escritura alfabética, el libro, el castellano y el latín. La escritura alfabética europea inundó al continente como una crecida irresistible, un verdadero tsunami, y revolucionó a sociedades cuyas lenguas no se escribían”. Ese es el tema de su libro Cuando los indios hablaban latín, con el provocador subtítulo de Colonización alfabética y mestizaje en la América del siglo XVI, una obra dedicada a la memoria de Alfredo López Austin y de Enrique Florescano.1

Los recién llegados a América recurren al texto escrito bajo todas sus formas, tanto para convencer a Madrid y justificarse, como para transmitir las órdenes de la metrópolis: registran, describen, pintan los recursos y las riquezas; con los libros venidos de Europa llegan la religión y todos los saberes europeos. Los niños y adolescentes de las elites autóctonas se forman con los valores del humanismo renacentista, de un catolicismo erasmista: no tardan en conocer mejor el latín y la Biblia que las creencias ancestrales de sus padres. Gruzinski matiza su entusiasta descripción al afirmar que logran resistir a la colonización alfabética gracias a su extraordinaria creatividad. Para muestra, la cuarta parte de la obra: “Novi homines: hombres nuevos”, sobre el compromiso político, las influencias recíprocas cuando la pluma se vuelve un arma y estallan las memorias indígenas.

El lector se pregunta ¿quién coloniza a quién?, al observar cómo las ideas se mestizan cuando dos mundos chocan y se encuentran. En 1999, Gruzinski había esbozado ese gran tema en su libro La pensée métisse (El pensamiento mestizo).Como europeo, él puede decir que, “con nuestra escritura, nuestras lenguas y nuestro latín, formas de pensamiento, modos de razonar, modelos intelectuales heredados del mundo antiguo, de la Europa medieval y del Renacimiento, invadieron esa parte del mundo”. De aquí en adelante, todos tendrán l’Europe en tête, a Europa en mente. La escritura alfabética europea, más que una técnica invasora, más que el símbolo de una supuesta superioridad o un instrumento eficaz de comunicación, forma el intelecto y estas formas condicionan el pensamiento de quien escribe y de su lector. Una verdadera revolución. Gruzinski, hombre de vanguardia, enuncia: “Su violencia disimulada, sus efectos paralizantes e irreversibles tienen puntos comunes con la revolución digital a la que nos enfrentamos y sometemos hoy en día.” Y añade: “Esta despedida doble al papel y al libro me incitó a reflexionar sobre su aparición en el Nuevo Mundo […] El papel europeo fue uno de los conquistadores que invadieron el continente americano.” Permitió todas las comunicaciones, registró todo lo que podía captar y facilitó el pensamiento mestizo.

Serge Gruzinski lleva un cuarto de siglo pensando el mestizaje, a pesar de que la palabra se ha vuelto tabú (lean Elogio de la impureza, de Mauricio Tenorio Trillo, sobre el mestizaje biológico), porque la idea, la realidad y complejidad del mestizaje molestan “por falta de imaginación y la trampa de los debates estériles en las ciencias sociales y los medios”.

El libro, que consta de cinco partes y dieciséis capítulos, empieza y termina con “el salterio de los indios”, el libro Psalmodia christiana, del franciscano Bernardino de Sahagún, un libro “excepcional”, impreso en México por Pierre Ochart, francés que hizo toda su carrera en la Nueva España. La Psalmodia está redactada en “lengua mexicana” y “organizada en cantares o salmos”, reza la página del título. Este compendio de cantares en lengua india se destina explícitamente a acompañar las danzas o areitos, que los nativos ejecutan en sus templos en cada gran fiesta del calendario cristiano. Así que no es solo un texto escrito, es el objeto de una performance durante la cual danzantes, cantantes, músicos, pintores, sastres intervienen sobre el texto escrito: una recreación colectiva que moviliza a la comunidad. La alquimia de la Psalmodia no se reduce “a sutiles manipulaciones de creencias e imágenes. La preservación de una forma de acceso indígena al más allá, operada mediante el canto, la danza y la música, es tan decisiva como la cristianización de los contenidos”. La performance transforma los salmos en experiencia vivida y compartida por los ejecutantes y la comunidad que asiste. “Reducirla a la exégesis de los textos es, guardadas las proporciones, como sustituir con la lectura de un libreto de Richard Wagner la representación escénica en una sala de ópera.” Al revivir la Psalmodia, Gruzinski dice: “Poco importan el anacronismo y la distancia. Ese momento efímero y verdaderamente mágico en el que el investigador tiene la ilusión de poder tocar el pasado justifica, a mis ojos, años de inmersión en el siglo XVI mexicano.” (Para compartir tal hermosa ilusión, puede escucharse In ilhuicac cihuapille, Reina del Cielo, que nos dejó el maestro de capilla Hernando Franco, en la versión del Hilliard Ensemble disponible en YouTube.)

Al final, el autor toma vuelo y afirma que la colonización de América, y posteriormente la occidentalización del resto del mundo, explotó la escritura alfabética. Que haya eliminado los otros modos de expresión y de comunicación, o que los haya obligado a coexistir con el modelo europeo, provocó que la imprenta de Gutenberg y el libro se impusieran, como norma, en todas partes. Una de las varias paradojas del mestizaje cultural es que el escrito alfabético, instrumento de la colonización y de la cristianización, permitió también registrar lo que sobrevivía de las sociedades precolombinas; así se salvaron importantes partes del pasado. Además, al engendrar en el seno de las elites indias a los novi homines –con nuevas memorias y nuevas identidades–, creó hombres capaces de usar en provecho suyo algo que terminó siendo mucho más que un instrumento de control.

¿Por qué enseñar a los indios el latín, una lengua “muerta” que se habló en una sociedad tan antigua como la mítica Teotihuacán? No era muerta, sino un instrumento intelectual indispensable, instrumento de poder y signo de distinción. La Vulgata, es decir las Escrituras, estaba en latín, como la teología, el derecho, la filosofía, la medicina, la diplomacia. Era el idioma universal, como el inglés hoy, la lengua de las universidades, de los viajeros, de las elites, de los reyes: en Inglaterra, Erasmo no habló inglés nunca; latín, siempre. El latín permite dialogar con el mundo de los Antiguos, la memoria, el patrimonio europeo. En 1574, el mexicano Pedro Juan Antonio, natal de Azcapotzalco, estudiante en Salamanca, publica en Barcelona El arte de la lengua latina. El gran latinista de Tlatelolco, Diego Adriano, traduce del latín al náhuatl, compone tipográficamente e imprime. Otros lo hacen al purépecha. “Hablan un latín tan elegante como el de Cicerón”, estima Ignacio Osorio Romero en su La enseñanza del latín a los indios (1990), y son capaces de corregir al cura que comete errores en ese idioma; escriben la lengua de Dios y del rey, al cual se dirigen sin pasar por el español: don Pablo Nazareo, cacique de Xaltocan y lector de Ovidio, escribe directamente a Felipe II en latín. Don Antonio Valeriano, “el más insigne de mis colaboradores”, dice Sahagún, casado con una nieta de Moctezuma II, siendo nieto de uno de los hermanos de Moctezuma, es cristiano, humanista, orgulloso de serlo, como los “hombres nuevos” de su generación y comparte con ellos un sentimiento legítimo de superioridad frente a los laicos españoles que los rodean y no dominan el latín. Esos indios letrados no se limitan a la tarea de informantes y escribanos, son colaboradores de Sahagún, escriben Leyenda de los solesAnales de Cuautitlán (Alonso Vegerano y Pedro de San Buenaventura), Coloquios y doctrina cristiana (atribuidos a Sahagún, son de sus colaboradores Martín Jacobita y Andrés Leonardo, de Tlatelolco), Historia tolteca-chichimecaCrónica mexicáyotl (Alvarado Tezozómoc) y Relaciones (Domingo Chimalpahin).

Siempre alerta de lo que pasa en nuestro presente, Gruzinski evoca
en la última página un Brasil en el cual, hoy, líderes indígenas se apoderan de las técnicas digitales para mantener con vida a sus sociedades, es decir, mantenerlas integradas, conectadas pero no sumisas al mundo global. “El Antonio Valeriano del siglo XXI se llama Cristian Wari’u Tseremey’wa… conocido como Guerreiro Digital.” ~


  1. Hace muchos años, el gran Pierre Chaunu (1923-2009) publicó una reseña entusiasta, en el diario Le Figaro, sobre la tesis de doctorado del joven Serge Gruzinski, tesis luego publicada bajo el título Les hommes-dieux du Mexique. Pouvoir indien et société coloniale, XVIE-XVIIIE siècles (1985). En 1988, en la prestigiosa colección Bibliothèque des Histoires, dirigida por Pierre Nora (1931-2025) para la editorial Gallimard, editó su La colonisation de l’imaginaire. Sociétés indigènes et occidentalisation dans le Mexique espagnol, XVIE-XVIIIE siècles. Entre 1990 y 1994, Serge Gruzinski, justamente fascinado por las imágenes, publicó La guerre des images de Christophe Colomb à “Blade Runner” (1492-2019), luego L’Amérique de la conquête peinte par les Indiens du Mexique L’aigle et la sibylle. Fresques indiennes des couvents mexicains. Sin olvidar nunca a la Nueva España y al tema del mestizaje, pasó a otra dimensión: en 2004, Les quatre parties du monde. Histoire d’une mondialisation; en 2008, Quelle heure est-il là-bas?, título de una hermosa película china, subtitulado Amérique et islam à l’orée des temps modernes; en 2012, L’aigle et le dragon. Démesure européenne et mondialisation au XVIE siècle y, en 2017, La machine à remonter le temps. Quand l’Europe s’est mise à écrire l’histoire du monde (otro título de película). En 2021 retomó el hilo mexicano con su Conversation avec un métis de la Nouvelle-Espagne, libro prolongado en 2023 por la presente obra. ↩︎


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