La crisis de los cuarenta de la ConstituciĆ³n

Cinco espaƱoles nacidos en 1978 dan su opiniĆ³n sobre la ConstituciĆ³n que ha regido el periodo democrĆ”tico mĆ”s estable de la historia del paĆ­s y seƱalan los aspectos mĆ”s controvertidos del texto.
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La ConstituciĆ³n EspaƱola lleva los Ćŗltimos aƱos en el divĆ”n. Como si en este Ćŗltimo tiempo hubieran aparecido los traumas de sus cuarenta aƱos de vida. Aquellos con los que ya naciĆ³ ā€“los debates por la cuestiĆ³n territorial estuvieron ya en su fase de gestaciĆ³nā€“ y otros que se han ido acumulando en fechas mĆ”s recientes, como la prevalencia del varĆ³n sobre la mujer en los derechos dinĆ”sticos y el lenguaje inclusivo en el texto fundamental. A sus cuatro dĆ©cadas, la ConstituciĆ³n, que paseĆ³ hasta su treintena con relativa tranquilidad, se ha plantado ahora ante el psicĆ³logo de la sociedad espaƱola.

Los nacidos en 1978 llegaron al mundo en un paĆ­s que gateaba en los albores de la democracia. Compartieron infancia con ese bebĆ© que era entonces la Carta Magna. El parto del texto habĆ­a sido complicado, como relataron sus siete padres ā€“Gabriel Cisneros, Miguel Herrero de MiĆ±Ć³n y JosĆ© PĆ©rez-Llora, por parte de ucd; Gregorio Peces-Barba, por parte del psoe; Jordi SolĆ© Tura, del Partido Comunista; Manuel Fraga, de Alianza Popular; y Miquel Roca, representante de los partidos vascos y catalanesā€“, ya que hubo mucha discusiĆ³n en torno a cuestiones como la territorialidad (por ejemplo, asumir la palabra nacionalidades) y otras de carĆ”cter social como la aconfesionalidad del Estado y la posibilidad de que se pudiera aprobar el aborto, que disgustaba a los conservadores. TambiĆ©n hubo disensiĆ³n con respecto a que la naturaleza del Estado fuera la monarquĆ­a parlamentaria, una fĆ³rmula que fue rechazada por las filas socialistas. Pero al final fue aprobada en el Congreso y entusiĆ”sticamente recibida por los votantes espaƱoles. El 87,78% del censo le dio el ā€œsĆ­ā€.

Los niƱos del 78, que obviamente no la votaron, crecieron con ella. En Letras Libres hemos preguntado, precisamente, a algunos de ellos con respecto a este texto. Todos parten de un consenso bĆ”sico, aunque a la postre haya puntos de vista muy diversos: es lo mejor que nos ha pasado. La primera sesiĆ³n no empieza mal.

ā€œRepresenta un antes y un despuĆ©s en la historia del constitucionalismo espaƱol. Cada vez que se promulgaba una constituciĆ³n de corte liberal y que ampliaba derechos, le seguĆ­a una contrarrevoluciĆ³n que nos devolvĆ­a al momento anteriorā€, comenta Ignacio Urquizu, profesor de SociologĆ­a en la Universidad Complutense de Madrid y diputado socialista. A Ć©l se une Pilar Mera Costas, doctora en Ciencias PolĆ­ticas por la Complutense, quien observa que ā€œhemos tenido la suerte de que toda nuestra vida se haya desarrollado dentro de la etapa de mayor estabilidad polĆ­tica, mayores derechos y libertades, y un desarrollo democrĆ”tico mĆ”s avanzadoā€.

Para el escritor Jordi Amat, autor de libros como La conjura de los irresponsables, sobre el procĆ©s catalĆ”n, y que insiste en que no se reconoce como experto en temas constitucionales, tambiĆ©n es indiscutible su funciĆ³n, puesto que ā€œconstatas que lo excepcional ha sido la normalidad que ha gozado tu generaciĆ³nā€, si bien admite que fue hace diez aƱos cuando empezĆ³ a flaquear: ā€œEs el periodo democrĆ”tico mĆ”s largo de la historia de la EspaƱa moderna, un periodo caracterizado hasta 2008 por la progresiva consolidaciĆ³n del Estado de Bienestar.ā€

Otros, como el periodista IƱaki EllakurĆ­a, coautor del libro Alternativa Naranja. Ciudadanos a la conquista de EspaƱa, junto a JosĆ© MarĆ­a Albert de Paco, se muestran algo mĆ”s beligerantes ante los ataques que a menudo recibe el texto. Para Ć©l, ā€œla ConstituciĆ³n representa normalidad, democracia. Y justamente por eso, porque es algo que para nuestra generaciĆ³n siempre estuvo ahĆ­, somos algo injustos con el texto fundamental: lo desconocemos en su mayorĆ­a, pero afirmamos que nos parece caduco, superado, culpableā€. Entre medias se cuela la voz mĆ”s prĆ”ctica de la profesora de historia contemporĆ”nea de la Universidad AutĆ³noma de Madrid, Nere Basabe, autora de la novela El lĆ­mite inferior: ā€œEs el marco en el que se ha desarrollado toda la vida polĆ­tica que he conocido. Cuando no se ha conocido otra cosa, a veces cuesta imaginar alternativas.ā€

El problema territorial

El balance es bueno, pero eso no es Ć³bice para que tambiĆ©n se reconozca la necesidad de algunos cambios, aunque no deban ser ni bruscos ni inmediatos, ni por supuesto una enmienda a la totalidad. Como quizĆ” nos pasa a todos al llegar a una edad en la que ciertos planteamientos van quedando atrĆ”s. Porque, como todos los consultados afirman, ni 1978 ni la dĆ©cada de los ochenta tienen ya mucho que ver con 2018. Y no solo porque antes no existieran los telĆ©fonos mĆ³viles y las redes sociales. AquĆ­ es donde empieza la verdadera sesiĆ³n para el psicĆ³logo.

El trauma que estĆ” mĆ”s presente ā€“segĆŗn todos los consultadosā€“ es el de la confecciĆ³n territorial, un quebradero de cabeza que ha cobrado mĆ”s protagonismo en los Ćŗltimos tiempos. Es el famoso TĆ­tulo viii, que pasĆ³ al imaginario popular con aquella frase del ā€œcafĆ© para todosā€. SegĆŗn Amat, ā€œla arquitectura constitucional espaƱola se tambalea desde la sentencia del Estatut ā€“porque el Tribunal Constitucional se degradĆ³ā€“ y esos movimientos provocaron una crisis severa en el ordenamiento constitucional durante el OtoƱo catalĆ”n, una crisis constitucional que ha mutado en crisis de Estadoā€.

El problema, para Urquizu, no concierne a ese momento concreto, sino a que ā€œel modelo territorial no estaba definido y se ha ido diseƱando con el tiempo. El TĆ­tulo viii deberĆ­a reescribirse para actualizarse a la realidad de estos Ćŗltimos cuarenta aƱos. Por ejemplo, introduciendo los nombres de las comunidades autĆ³nomasā€. Basabe comparte con Ć©l que es ā€œun aspecto que deberĆ­a quedar mejor recogido, y asĆ­ se evitarĆ­an debates sobre la inconstitucionalidad o no de nuevos estatutos de autonomĆ­a, competencias, referĆ©ndums, etc. Por poner un ejemplo que hoy ya nos suena extravagante: el Ćŗnico referĆ©ndum contemplado en la ConstituciĆ³n es el de la posibilidad de que Navarra se uniese al PaĆ­s Vascoā€.

Entre las reformas que se podrĆ­an contemplar, la profesora Mera Costas sostiene que es necesario ā€œreformular el Senado para convertirlo en una autĆ©ntica cĆ”mara territorial. DeberĆ­a reflejar mucho mĆ”s la representaciĆ³n polĆ­tica autonĆ³mica, quizĆ”s haciendo que la elecciĆ³n de sus integrantes estuviese vinculada a las elecciones autonĆ³micas o convirtiendo la comunidad en la circunscripciĆ³n electoralā€. A esta peticiĆ³n se suman Basabe y EllakurĆ­a, si bien para el periodista el problema se observa desde otro lado, ya que se impulsĆ³ ā€œuna fuerte descentralizaciĆ³n, hasta convertir EspaƱa en un Estado casi federal, sin fortalecer los mecanismos de integraciĆ³n y lealtad institucional. Por eso, urge clarificar esas competencias y convertir el Senado en una cĆ”mara de representaciĆ³n territorial a la alemanaā€.

La cuestiĆ³n de gĆ©nero

Cuando se redactĆ³ la ConstituciĆ³n hubo polĆ©mica en torno a si EspaƱa debĆ­a ser una monarquĆ­a parlamentaria o no. El socialista Gregorio Peces-Barba votĆ³ ā€œnoā€ debido al sentir republicano de su partido. Sin embargo, en lo que no hubo ninguna discusiĆ³n fue en que el varĆ³n fuera el legĆ­timo heredero por delante de una mujer, aunque esta fuera la primogĆ©nita del rey. Y asĆ­ quedĆ³ aprobado en el artĆ­culo 57, que ratificĆ³ que la infanta Elena nunca podrĆ­a ser jefa de Estado.

Pero en 2018 esta cuestiĆ³n es una de las mĆ”s acuciantes y de las que menos dudas ofrece. ā€œHabrĆ­a que garantizar la igualdad de gĆ©nero en el acceso a la jefatura del Estado para ser una ConstituciĆ³n propia del siglo XXIā€, sostiene Urquizu. Para Amat ā€œla sucesiĆ³n en el trono no puede depender de si el heredero es varĆ³n o mujerā€. Mera Costas sostiene que tampoco ā€œtiene ningĆŗn sentido mantener la prevalencia del hombre sobre la mujer en la transmisiĆ³n de la Corona. A todos nos parece que rompe el espĆ­ritu de igualdad que ya estĆ” presente en la ConstituciĆ³n de 1978ā€.

La profesora Basabe, por su parte, va mĆ”s allĆ” en el tema del gĆ©nero y de diferentes colectivos. ā€œLa igualdad de todos los espaƱoles tampoco parece satisfacer ya, en su formulaciĆ³n meramente formal, las necesidades de los distintos colectivos que forman hoy una sociedad mĆ”s compleja, y que en los Ćŗltimos tiempos han manifestado sus quejas: desde los discapacitados a las mujeresā€, sostiene. Y aƱade la cuestiĆ³n del lenguaje inclusivo, ya que recuerda que ā€œla ConstituciĆ³n tiene siete padres pero ninguna madre, y en el texto solo se habla especĆ­ficamente de la mujer en dos ocasiones: en lo relativo a sus derechos en el seno del matrimonio y para establecer que en la jefatura de Estado prevalecerĆ”n los derechos del hombre sobre los de la mujer. EstĆ” claro que se redactĆ³ en un momento en el que aĆŗn no se habĆ­a dado plenamente la incorporaciĆ³n de la mujer a la esfera pĆŗblicaā€. Urquizu tambiĆ©n reconoce que el tema del lenguaje inclusivo, que fue una propuesta del gobierno de Pedro SĆ”nchez, es uno de los asuntos ā€œpertinentesā€.

Estado de bienestar, dependencia, medio ambiente

Al hilo de la cuestiĆ³n de gĆ©nero, la tercera pata en una posible reforma tiene que ver con los derechos sociales. En el TĆ­tulo i se refrendan derechos fundamentales como la libertad, la igualdad, la libertad de expresiĆ³n, el derecho a un trabajo ā€“y a no ser explotadoā€“ o los derechos al honor y la intimidad. Pese a que se aplaude la modernidad del texto al estar reconocidos estos derechos ā€“ā€œSe presentĆ³ ciertamente como muy avanzada en el reconocimiento de derechos fundamentalesā€, afirma Basabeā€“, todos los consultados coinciden en que serĆ­an necesarios algunos cambios, puesto que la sociedad ha avanzado mucho con respecto a 1978.

ā€œLos derechos humanos han seguido avanzando y la ConstituciĆ³n deberĆ­a desarrollarse en ese sentido. El TĆ­tulo i incluye ademĆ”s una jerarquizaciĆ³n de derechos, entre aquellos que son susceptibles de amparo constitucional y los que son solo meras formulaciones de carĆ”cter programĆ”tico, como, por ejemplo, el derecho al trabajo o a la vivienda, que no parece tener mucho sentido si no es aplicableā€, indica Basabe. Para Mera Costas tambiĆ©n se hace necesaria una reformulaciĆ³n en cuanto a ā€œderechos vinculados al Estado de Bienestarā€, entre los que incluye la sanidad, la dependencia, la educaciĆ³n universal; la igualdad y la no discriminaciĆ³n entre mujeres y hombres, en temas de conciliaciĆ³n familiar, pero no solo; la igualdad de derechos con independencia de la orientaciĆ³n sexual, o temas medioambientales, entre otros. Es obvio que hace cuarenta aƱos eran asuntos que ni siquiera se contemplaron y posiblemente a casi nadie se le pasĆ³ por la cabeza que pudieran incluirse cosas que sonaban mĆ”s a ciencia ficciĆ³n que a temas perentorios. Se hace difĆ­cil pensar que en aquellas reuniones que tuvieron los siete padres de la ConstituciĆ³n pudiera siquiera hablarse de conciliaciĆ³n u orientaciones sexuales.

ĀæEs posible una reforma?

Hasta la fecha, la ConstituciĆ³n solo ha tenido una reforma de calado en el artĆ­culo 135, referente a la estabilidad presupuestaria, objeto de un agrio debate en agosto de 2011. Y, en cuanto a los cambios, una cosa es el deseo y otra la realidad, como ya decĆ­a el poeta Luis Cernuda, porque ninguno de los preguntados reconoce que serĆ” fĆ”cil o temprano.

Entre los mayores obstĆ”culos se encuentran la disensiĆ³n polĆ­tica, la falta de cultura de pactos y la fragmentaciĆ³n que ha surgido en los Ćŗltimos aƱos. En las propias respuestas obtenidas para este artĆ­culo se observan ya las confrontaciones.

Urquizu entiende que ā€œno es sencillo en un escenario de polarizaciĆ³n donde los conservadores parecen abrazados a uno de los extremos y una parte de los nacionalistas quiere quebrar sus comunidades por razones identitariasā€. Para EllakurĆ­a, ā€œabrir un proceso de reforma constitucional sin la existencia de unos consensos previos me parece un error. Con el actual clima de polarizaciĆ³n polĆ­tica, de deslealtades institucionales, lo considero casi suicida. SerĆ­a un grave error abrir el melĆ³n constitucional como medida de urgencia para contentar al independentismo catalĆ”n y vascoā€. Por su parte, Amat insiste en que ā€œaĆŗn no ha aparecido una cultura polĆ­tica que asuma como nuevo escenario de deliberaciĆ³n el multipartidismo. Y aquĆ­ es donde estamos y de aquĆ­, en mucho tiempo, no vamos a movernosā€.

Las respuestas de Nere Basabe y Pilar Mera van en el misma lĆ­nea. ā€œEl debate sobre quĆ© debe ser reformado y en quĆ© sentido se harĆ­a a dĆ­a de hoy es bastante imposible, dada la situaciĆ³n polĆ­tica, con mayorĆ­as insuficientes en el Congreso y la crisis de CataluƱaā€, manifiesta la primera. ā€œLo primero que hace falta es que el sistema de partidos se asiente un poco y que sus integrantes asuman que las mayorĆ­as fuertes de un solo partido estĆ”n lejos y que, por tanto, hay que negociar. Y es algo que al menos de cara a la galerĆ­a no parecen entender los cuatro grandes partidos, ni los que estaban ni los reciĆ©n llegadosā€, resume la segunda.

AsĆ­, los problemas de la ConstituciĆ³n para aquellos que han vivido siempre bajo su paraguas parecen estar claros, pero no parece que se solventen fĆ”cilmente con unas cuantas sesiones de psicoanĆ”lisis. ~

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es periodista freelance en El PaĆ­s, El Confidencial y Jotdown.


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