La paz que viene

Este aรฑo, Mรฉxico tendrรก una elecciรณn crucial para su todavรญa joven democracia. Ademรกs de la agresiva contienda que se aproxima, preocupa el nivel al que han escalado los retos en el paรญs. Los fracasos continuos en seguridad y combate a la corrupciรณn, en las polรญticas contra la discriminaciรณn y la desigualdad, y en las medidas a favor de la educaciรณn y el medio ambiente, han dejado, no una lista de pendientes, sino de urgencias. Estos temas deberรกn guiar el debate electoral de los siguientes meses.
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Letras Libres ha reunido a un grupo de expertos para que detallen los desafรญos mรกs apremiantes que tiene Mรฉxico hoy dรญa en materia econรณmica, ambiental, educativa, de gรฉnero y seguridad. Si en algo coinciden todas esas voces es en que la voluntad polรญtica se ha contentado con crear instituciones huecas y aprobar reformas mancas que no convocan el apoyo de los sectores clave ni de la ciudadanรญa. ยฟQuรฉ diagnรณsticos tomar en cuenta para poner estos temas sobre la mesa? Este nรบmero es una apretada agenda de malestares nacionales. Pero mรกs que eso: un panorama para empezar a tener una discusiรณn mรกs transparente
 

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Mรฉxico no es Siria, pero tampoco es Suiza. El paรญs luce bien en comparaciรณn con sus vecinos centro y sudamericanos, pero no tan bien cuando la mirada se extiende al resto del mundo. En 2017 unas treinta mil personas fueron asesinadas, el doble que en Estados Unidos; nuestra tasa de homicidio es diez veces superior a la media de la Organizaciรณn para la Cooperaciรณn y el Desarrollo Econรณmicos (ocde) y en Mรฉxico hay mรกs asesinatos en una semana de los que hay en Espaรฑa en un aรฑo. No hay manera, pues, de ocultarlo: nuestro presente es terrible.

Pero nuestro futuro puede ser muy diferente. No el futuro cercano, no el del prรณximo sexenio. Ese se anticipa horrible.

Nos encontramos en medio de una terrible epidemia de violencia homicida. El 2017 acabรณ con un nรบmero absoluto de homicidios nunca visto en la historia reciente del paรญs y con una tasa que no se habรญa registrado desde hace (tal vez) medio siglo. Con ello, se revirtiรณ toda la caรญda en el nรบmero de asesinatos acumulada entre el 2011 y el 2014. Peor aรบn, nada sugiere que ya llegamos al pico de la curva.

ยฟCuรกl es la causa de esta reciente oleada de violencia? Nadie lo sabe con precisiรณn. Entre los posibles motores estรก la creciente fragmentaciรณn de los grupos criminales. En una dรฉcada pasamos de un submundo criminal dominado por seis o siete grandes bandas, dedicadas en lo fundamental al trรกfico internacional de drogas, a uno donde hay docenas de grupos, grupรบsculos y cรฉlulas, orientados no solo a contrabandear drogas, sino tambiรฉn a explotar economรญas locales por la vรญa del secuestro, la extorsiรณn o el robo.

Pero ademรกs hay motores externos, como la explosiรณn del consumo de opiรกceos en Estados Unidos, que ha producido una batalla campal por el control de las zonas de producciรณn de amapola en varias regiones de la geografรญa nacional.

El calendario mismo puede ser una de las causas de la violencia. Pienso, por ejemplo, en la transiciรณn polรญtica simultรกnea que se dio en mรกs de la mitad de los estados del paรญs o en el cambio de personal en decenas de cuerpos policiacos y procuradurรญas, y la consecuente desestabilizaciรณn de las relaciones entre las instituciones estatales y las bandas criminales.

En el fondo hay una debilidad estructural de las instituciones de seguridad y justicia. Bastan algunos datos para comprender la magnitud de esta crisis. Segรบn una encuesta de la organizaciรณn Causa en Comรบn, casi la mitad de los policรญas estatales refiere que su salario mensual es inferior a diez mil pesos; nueve de cada diez dijeron que nunca han recibido una promociรณn o reconocimiento, y dos de cada tres nunca han sido ascendidos de puesto.

Ademรกs de estar mal pagados y no recibir reconocimiento alguno, los policรญas tienen que poner de su bolsillo: el 41% dijo que tuvo que pagar por sus botas; el 38%, por su uniforme; el 26%, por reparaciones de las patrullas; el 12%, por la gasolina; el 20%, por los cartuchos, y el 11%, por sus chalecos antibalas.

De remate, los policรญas son objetos constantes de maltrato dentro de sus corporaciones: el 30% afirmรณ haber sido blanco de humillaciones; el 28%, de discriminaciรณn; el 16%, de acoso sexual, y el 15%, de abuso fรญsico.

Datos similares pueden encontrarse en la procuraciรณn de justicia y en las prisiones. Por donde se le vea, el sistema es un desastre.

Tampoco ha habido un gran esfuerzo reciente por atender las carencias de nuestras instituciones. La Policรญa Federal tenรญa el mismo nรบmero de miembros en 2017 que en 2012 y las transferencias de policรญas a estados y municipios se han reducido en tรฉrminos reales en los รบltimos cinco aรฑos. Los cambios legislativos, ya sea en materia de fiscalรญas o policรญas, estรกn atorados por cรกlculos polรญticos de corto plazo.

Entonces sรญ, el futuro inmediato no es muy alentador.

Pero el futuro mรกs lejano, el que nos podrรญa esperar en unas dรฉcadas, en 2042, a una generaciรณn de distancia, parece mucho mรกs promisorio.

ยฟQuรฉ depara ese futuro remoto? En primer lugar, es previsible una caรญda sustancial de los ingresos por la exportaciรณn de drogas ilegales, debida a los cambios en la composiciรณn del mercado de drogas, el fin del trรกfico de la mariguana, la posible sustituciรณn de la heroรญna por opiรกceos sintรฉticos y โ€“mรกs importante aรบnโ€“ por una transformaciรณn en la estructura socioeconรณmica del paรญs: en el largo plazo, es probable que el costo del trabajo y de la tierra crezcan lo suficiente para hacer menos redituables (en tรฉrminos relativos) la producciรณn y el trรกfico internacional de drogas ilegales en Mรฉxico.

Una evoluciรณn similar es previsible en otras formas de trรกfico ilรญcito. El nรบmero de migrantes mexicanos a Estados Unidos ha disminuido en dos terceras partes desde el 2006. En parte, la caรญda fue resultado de la crisis econรณmica que ocurriรณ entre el 2008 y el 2009, y tambiรฉn de sus secuelas. Hasta ahora, la recuperaciรณn econรณmica del paรญs vecino no ha provocado un incremento en el flujo de migrantes.

Lo anterior sugiere que tal vez estamos ante un cambio estructural: la experiencia de varios paรญses europeos demuestra que no se necesita cerrar totalmente la brecha del ingreso con los vecinos ricos para frenar casi por completo la migraciรณn; basta con llegar a cierto nivel absoluto de ingreso, y Mรฉxico podrรญa cruzar ese umbral en algรบn punto durante los prรณximos quince aรฑos.

Con cierto rezago, sucederรก lo mismo en Centroamรฉrica y en otros paรญses que mandan mano de obra a Estados Unidos. Dicho de otro modo, es muy probable que los coyotes pierdan a la mayor parte de su clientela en las prรณximas dos dรฉcadas.

Otros delitos van a subsistir y prosperar. Muchos actos ilรญcitos se trasladarรกn al ciberespacio, lo que incluye muchas formas de piraterรญa (mรบsica, pelรญculas, etc.) pero tambiรฉn diversas modalidades de fraude y robo de identidad. A la vez, es muy probable que los ladrones digitales intenten apropiarse de una multiplicidad de activos virtuales, desde el โ€œdineroโ€ de los juegos en lรญnea hasta las โ€œpropiedadesโ€ de mundos virtuales. Todo esto, por supuesto, ya sucede pero, en la medida en que crezca el componente en lรญnea de nuestras vidas, aumentarรก el porcentaje del delito en que el arma es un teclado y no una pistola.

Entre los delitos violentos es muy probable que el secuestro disminuya de manera radical. En los paรญses desarrollados el secuestro extorsivo es poco frecuente porque, a partir de que las autoridades adquieren cierto nivel de capacidad, este crimen implica demasiado riesgo. Algo similar puede suceder en Mรฉxico.

Hay ademรกs otro fenรณmeno que dificultarรก algunas formas del delito: el efectivo como medio de pago tenderรก a desaparecer; de hecho, los medios electrรณnicos ya estรกn desplazรกndolo en una infinidad de transacciones. Esta transiciรณn se acelerarรก en las prรณximas dรฉcadas. Es muy probable que para el 2042, si no es que mucho antes, no tenga sentido alguno que los bancos centrales emitan billetes y monedas (salvo como souvenirs).

Prosperarรกn las criptomonedas, el bitcรณin o sus sucesores, lo que seguirรก haciendo posibles las transacciones anรณnimas que son indispensables para el secuestro o la extorsiรณn. Pero quienes tengan el nivel de sofisticaciรณn para usarlas quizรก prefieran secuestrar archivos digitales en vez de seres humanos โ€“menos riesgo, menos tiempo y recompensa similar.

La extinciรณn gradual del efectivo ayudarรก a reducir diversas formas de robo, con y sin violencia. ยฟQuรฉ va a robar un carterista cuando ya nadie necesite cartera, cuando toda nuestra informaciรณn financiera estรฉ vinculada a nuestros datos biomรฉtricos? ยฟCuรกntas personas asaltarรกn una tienda de conveniencia solo para llevarse cervezas y cigarros? Probablemente pocas. ยฟY los asaltabancos? Son una especie en extinciรณn. Quienes deseen robar se mudarรกn al ciberespacio.

Otras evoluciones tecnolรณgicas contribuirรกn a prevenir el robo de activos fรญsicos. La masificaciรณn del gps facilitarรก de forma drรกstica la capacidad de rastrear cosas. Hoy en dรญa varios ladrones de celulares han sido detenidos gracias a la geolocalizaciรณn y los automรณviles (incluso las autopartes) empiezan a incorporar de fรกbrica este tipo de tecnologรญa. Si bien es cierto que existen programas para bloquear la seรฑal del gps, eso implica ya un costo y un riesgo adicional para los ladrones y sus clientes. De modo que si se suma la capacidad para rastrear las cosas y la ausencia de efectivo, los mercados de artรญculos robados tenderรกn a volverse riesgosos, caros y de escala reducida.

En resumen, el delito serรก cada vez mรกs invisible, habrรก una distancia creciente entre vรญctima y victimario. Eso necesariamente tendrรก un impacto en la prevalencia del homicidio. La transiciรณn demogrรกfica, por su parte, empujarรก en la misma direcciรณn. Segรบn las proyecciones del Consejo Nacional de Poblaciรณn (Conapo), la poblaciรณn masculina entre quince y veintinueve aรฑos de edad alcanzรณ su tamaรฑo mรกximo en tรฉrminos absolutos a mediados de esta dรฉcada, es decir, ya iniciรณ un declive sostenido y probablemente irreversible. Si las estimaciones del Conapo son correctas, ese grupo de poblaciรณn serรก, en tรฉrminos absolutos, 21% menor en 2040 que en 2010, lo que por sรญ mismo deberรญa conducir a un descenso significativo de la tasa de homicidio.

A esos cambios tecnolรณgicos y demogrรกficos, habrรญa que aรฑadir un factor polรญtico. Aun en condiciones de crecimiento econรณmico moderado, el tamaรฑo de la clase media urbana en Mรฉxico crecerรก en los prรณximos veinticinco aรฑos. Esto incrementarรก la presiรณn polรญtica para mejorar la calidad de los bienes y servicios pรบblicos, como la policรญa y el sistema de justicia penal. En algรบn momento, esa presiรณn podrรญa conducir a una reforma significativa de las instituciones de seguridad y justicia. Y con un cambio legislativo, apuntalado por la evoluciรณn tecnolรณgica, podrรญa venir un incremento notable de la eficacia de las instituciones de seguridad y justicia.

Entonces sรญ, hay razones fundadas para el optimismo. En un plazo suficientemente largo, el arco de la historia apunta hacia la paz.

Acercar ese futuro mรกs prometedor deberรญa ser la tarea esencial del prรณximo gobierno. No se puede hacer mucho para acelerar las transformaciones demogrรกficas, tecnolรณgicas o econรณmicas, pero tal vez se pueda hacer algo para detonar ciertos cambios institucionales. En especรญfico, sugiero promover dos de ellos:

1. Crear un cuerpo nacional de policรญa. Esto no equivale a crear una policรญa nacional, mรกs bien, implica centralizar varios procesos administrativos. Por ejemplo, el reclutamiento; en vez de dejarse en manos de los estados y municipios, se puede hacer a nivel central. Lo mismo es posible en el caso de la capacitaciรณn: se puede establecer una academia nacional con campus regionales para formar a todos los policรญas del paรญs. Tambiรฉn podrรญa haber una unidad nacional de asuntos internos y un solo centro de control de confianza con sedes estatales. Para dotar de prestaciones a los policรญas, se podrรญa crear un instituto de seguridad social para el personal policial y ministerial, a la manera del que existe para las Fuerzas Armadas. Los gobernadores y presidentes municipales seguirรญan teniendo el mando operativo de los policรญas desplegados en sus jurisdicciones, pero ya no serรญan responsables de su gestiรณn administrativa.

2. Rediseรฑar la procuraciรณn de justicia. Las fiscalรญas deben ser organizaciones mucho mรกs compactas y estar orientadas a armar expedientes y procesar casos ante los tribunales, no a recibir denuncias o investigar delitos. Esto supone varios cambios notables: a) las denuncias de los delitos deben ser recibidas directamente por la policรญa (como sucede en la mayor parte del mundo), no por las fiscalรญas, aunque tambiรฉn se debe eliminar la necesidad de ratificar una denuncia; b) la puesta a disposiciรณn de un detenido debe ser ante un juez, no ante el Ministerio Pรบblico (mp); c) el mp no debe ser intermediario entre el juez y la policรญa para solicitar actos de molestia, es decir, un investigador de la policรญa deberรญa poder acudir sin mediaciones a un juez para, por ejemplo, solicitar una orden de cateo; d) las fiscalรญas no deben contar con sus propias policรญas: las funciones de investigaciรณn de las policรญas ministeriales deben ser trasladadas a las policรญas hoy llamadas preventivas.

ยฟCon esto se obtendrรญa la paz deseada? No en el corto plazo. En esta materia, los cambios importantes toman tiempo, exigen paciencia y no arrojan frutos en los tiempos relevantes para los polรญticos. Pero tal vez, solo tal vez, podrรญan acelerar de manera marginal el proceso de pacificaciรณn del paรญs.

Si de algo podemos estar seguros es que la paz viene, pero puede tardar. ~

 

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es analista especializado en polรญticas de seguridad. Es socio consultor de GEA (Grupo de Economistas y Asociados)


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