Las cartas de amor de Szymborska

'Escribe si vendrás' tiene mucho más que cartas: hay collages y personajes ficticios, alias que inventan; el conjunto compone el retrato de un amor maduro y juguetón.
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En algún momento de los años cuarenta del siglo pasado coincidieron Wisława Szymborska y Kornel Filipowicz. Veinte años después se reencontraron y se enamoraron. Su relación duró hasta la muerte de él en 1990. Escribe si vendrás reúne la correspondencia que los novios mantuvieron entre 1966 y 1985. Ella es Wisława Szymborska, poeta y premio Nobel de Literatura; él, que en el momento era más conocido y estaba más asentado, es el escritor Kornel Filipowicz, una apuesta de la editorial desde su inicio: inauguraron el sello con Un romance de provincias en 2017 y dos años después publicaron Memorias de un antihéroe.

El volumen tiene mucho más que cartas: hay collages y personajes ficticios, alias que inventan para ellos. Protagonizan aventurillas amorosas que van emergiendo de vez en cuando, con grandes elipsis. Hay humor, juegos de palabras y comentarios sobre pesca: la gran afición de Filipowicz. Y luego están los personajes imaginarios: Heloiza, condesa de Lanckorona, alter ego de Szymborska; Eustachy Tulczyński, alter ego de Filipowicz, y Genia, rival de la condesa. Todo esto, y más cosas, viene detallado en dos prólogos, de los editores polacos y de los editores españoles, una “Breve guía de campo para una correspondencia”, que firman los tres traductores: Teresa Benítez, Katarzyna Mołoniewicz y Abel Murcia, y un epílogo de Tomasz Fiałkowski, uno de los editores polacos.

En el momento en que se conocieron, él tenía dos matrimonios anteriores y descendencia; ella, un exmarido reconvertido en amigo y cuya nueva esposa se convertiría en una amiga íntima (¿cómo no iban a acabar juntos si sus nombres, Adam y Eva, ya los unían?). Él tenía ya cincuenta y ella cuarenta; es un amor maduro. Aunque a veces hablan de su trabajo, muy poco pero con gran respeto y admiración, de lo que más hablan es de su propia relación: muchas de las cartas son pura función fática, otras son avisos de llamada: se escriben para avisar de que llamarán. El tema de las conversaciones suele ser la propia relación, hay una graciosa discusión por entregas sobre qué fecha han de fijar como aniversario: “A lo mejor el día 2 de octubre pasó algo, pero no conmigo. La cosa conmigo empezó un día o dos antes de tu cumpleaños, sin contar un sentimiento indefinido que me invadió mientras me encontraba subida a una escalera y (mucho más tarde) ciertas dificultades, cada vez mayores, a la hora de las despedidas.” Y lo que hay es continuidad, en la conversación pero también en los collages que se mandan. Szymborska empezó a fabricar postales porque no encontraba en Polonia ninguna que le gustara. A veces también hablan del papel de las cartas: “Perdona el repugnante papel de cartas, pero es todo lo que me queda de papelería.” El 14 de agosto de 1968 ella le manda una batería de preguntas que él responde tres días después. El diálogo reconstituido y seleccionado quedaría así (empieza ella):

–¿Cuántos tipos de vodka tienes en casa?

–Actualmente, solo una clase: de ciruela sabática (no incluyo aquí la botella de Martell de 1961).

–¿Por qué te inventas tantas actividades difíciles de determinar cuando en las montañas no hay quien transporte los troncos? ¿Por qué en todo Zakopane no hay nadie que se parezca a ti?

–¡¿Eso mismo digo yo?!

–¿Cuándo acabarás por fin el sexto tomo de la novela El cuñado enamorado?

–No lo sé. Por el momento, busco editorial para el volumen V, que, como sabes, se titula la casita unifamiliar.

–¿Por qué tengo la impresión de que apenas hemos pasado un mes juntos y de que llevamos ya un año separados?

–Porque todavía no nos hemos aburrido el uno del otro; si así fuera, sentirías lo contrario: que llevamos juntos diez años y solo un mes separados.

–¿Se puede saber qué otra filóloga polaca es esa que escribe su tesis de licenciatura sobre ti y por qué nunca se trata de un filólogo?

–No sé.

-¿Seguirás llamándome Wiełswa si algún día vuelvo?

–Ya te he respondido por teléfono.

El año más intenso de esta correspondencia es 1968, pero no hay razones de actualidad más allá de una enfermedad pulmonar que mantiene a Szymborska aislada en un sanatorio. Por costumbre las cartas suelen ser breves, tanto es así que cuando se alargan, ella advierte: “carta larga”. No hablan de política, alguna vez hay alguna mención semivelada, hablan de asuntos cotidianos y del día a día, de salud y del gato de él. Y Szymborska convierte las postales en chistes añadiéndoles texto. Por ejemplo, a un guerrero con espada, escudo y lanza le añade el bocadillo: “Cuando volvamos de Kiev, iremos a pescar. ¡Ea!”

“Acabo de leer una encuesta, ‘¿Estás hecha para el amor?’, y he sacado 8 puntos de 10”, escribe ella. “Las últimas cartas de amor las escribí cuando tenía ocho años por encargo de la criada Karola para un ayudante de fogonero de locomotoras”, escribe ella en otra carta. Desde Wiślica, él escribe: “Querida: 1. Paisaje: Sobresaliente 2. Alojamiento: Aprobado 3. Vodka de limón: Sobresaliente 4. Pesca: Insuficiente.” Desde Cracovia, de nuevo él: “Crónica de actualidad: 1) Como han disminuido las cabezas de felinos y la basura no se recoge (desde hace un mes), las ratas corretean a sus anchas por el patio. 2) Nawoja no responde al teléfono. 3) Me he comprado unos pantalones nuevos por 690 eslotis. Besos. Kornel.” Ella le cuenta una teoría de una amiga: “que una persona del siglo XX debe haber vivido tres experiencias –1) la cárcel, 2) el divorcio, 3) el hospital– y que solo entonces alcanza una conciencia plena.” En este libro está la declaración de amor más bonita y con más gracia que he leído: “En general, iría contigo a cualquier lugar del planeta, menos a los dos polos y a la zona subtropical”; la firma Szymborska. “Dime, querida, si has recibido esa carta. Y si las fresas silvestres estaban comestibles (las compré el sábado).” Ella responde al final de la “Carta larga III”: “Gracias por las fresas silvestres con nata. ¡Me las comeré extasiada! ¡Eres un mirlo blanco!” ~

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(Zaragoza, 1983) es escritora, miembro de la redacción de Letras Libres y colaboradora de Radio 3. En 2023 publicó 'Puro Glamour' (La Navaja Suiza).


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