Las otras vidas del lago de Texcoco

Una exposiciรณn trae a la vida el cรบmulo de indecisiones y proyectos a medias que han marcado el รบltimo medio siglo del territorio donde se construye la nueva terminal aรฉrea de la capital mexicana.
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En los aรฑos noventa, el antropรณlogo Marc Augรฉ propuso el concepto de โ€œno lugarโ€ para referirse a aquellos espacios que no pueden definirse en funciรณn de una identidad, una serie de relaciones ni una historia. Segรบn Augรฉ, esa clase de espacio solo crea โ€œaislamiento y similitudโ€, y no hay cabida en รฉl para la historia โ€œa menos que se le haya transformado en un elemento de espectรกculoโ€. Frente a los lugares, que son los espacios de residencia, de culto, de convivencia, los no lugares son las estaciones de tren, los grandes centros comerciales y los aeropuertos.

El Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de Mรฉxico (NAICM) diseรฑado por Norman Foster recibirรญa, una vez terminado, a 125 millones de pasajeros por aรฑo, que recorrerรญan sus largos pasillos bajo sus techos de vidrio, de camino a alguna de las 96 puertas de abordaje. Su diseรฑo en forma de equis lo harรญa un โ€œno lugarโ€ emblemรกtico. Pero hoy, mientras su construcciรณn avanza en medio de intensos debates, lo que lo identifica es, sobre todo, el sitio donde se asienta: lo que queda de una cuenca lacustre que alguna vez abarcรณ dos terceras partes de la superficie de la Ciudad de Mรฉxico, y que hoy estรก circunscrita a un terreno de catorce mil hectรกreas, propiedad del gobierno federal.

Podrรญa parecer que el lago de Texcoco no es un lugar en el sentido que Augรฉ le da al concepto โ€“un espacio marcado por las relaciones sociales, la identidad y la historiaโ€“, sino apenas el baldรญo donde se erige un edificio. El Museo animista del lago de Texcoco, proyecto de la artista Adriana Salazar (Bogotรก, 1980) que se exhibe en el Museo Universitario de Ciencias y Arte Roma, desmiente esta visiรณn.

En su obra, Salazar ha explorado los lรญmites entre la vida y la muerte, entre lo animado y lo inanimado, con la idea de โ€œrescatar esas partes de la naturaleza que consideramos muertas, no funcionales o no bellas, y hacerlas ver como si tuvieran una segunda vidaโ€. Asรญ, por ejemplo, en โ€œSambaโ€ (2006), un par de zapatos bailan gracias a la acciรณn de hilos invisibles movidos por motores. Algo similar ocurre en la instalaciรณn โ€œPlant #30โ€ (2015), compuesta por flores secas recogidas en un cementerio que, izadas encima de pequeรฑos motores elรฉctricos, giran sobre su propio eje. Este baile lento les devuelve vida y a la vez subraya su condiciรณn inanimada. En โ€œNothing else leftโ€ (2015) reuniรณ pedazos de lรกpidas de tumbas que habรญan sido vaciadas al terminar su periodo de ocupaciรณn en un intento de mostrar โ€œla naturaleza efรญmera del cuerpo y de su descomposiciรณnโ€.

Al reivindicar su Museo como animista, Salazar quiere โ€œponer en acciรณn mรบltiples hibridaciones, intersecciones y borraduras entre lo vivo y lo inanimado, entre naturaleza y cultura, situadas en el contexto del actual lago de Texcocoโ€. El tรฉrmino animista, nos recuerda el texto curatorial, fue acuรฑado por la antropologรญa para distinguir la visiรณn moderna, que separa lo vivo de lo no vivo, la naturaleza de la cultura, de la visiรณn de aquellas culturas que veรญan una conexiรณn entre ambas esferas y que dotaba a los objetos de una existencia mรกs allรก de lo puramente material.

La colecciรณn del Museo animista se encuentra en una sala del primer piso del muca-Roma. Salazar dispuso repisas escalonadas donde pueden verse las piezas que recogiรณ, en una labor de โ€œarqueologรญa experimentalโ€, a lo largo de sus visitas a la zona federal del lago de Texcoco. El montaje es austero, directo, apropiado para un museo que no tiene obras maestras. Es menos fotogรฉnico que otras obras de Salazar, pero mรกs ambicioso.

Los objetos estรกn reunidos en grupos que describen diferentes momentos de los รบltimos 48 aรฑos de la historia del lago. Hay trozos de ladrillo, azulejo y tuberรญa que provienen de construcciones recientes, demolidas para dar paso a la nueva terminal aรฉrea, pero tambiรฉn de edificios que se derrumbaron en 1985, cuyos escombros se usarรญan para rellenar el lecho del lago y permitir nuevas construcciones. Hay hojas con membretes oficiales que, en tiempos tan recientes como 2012, describen acciones de reforestaciรณn mediante vegetaciรณn que puede crecer en aguas de alta salinidad, cuyas ramas secas cuelgan de las paredes. Hay redes de pesca, pilas, refacciones automotrices, envases de refresco, un balรณn de basquetbol o un retazo de pasto artificial.

Mientras tanto, en una sala oscura del segundo piso del local, se proyecta, en una pantalla dividida en cuatro, un recorrido por el lago. La cรกmara se desplaza a nivel de piso y muestra el suelo de Texcoco en distintas coordenadas geogrรกficas: el rojo del tezontle, el gris del concreto triturado, un charco, bolsas de plรกstico negro.

Otra parte del proyecto estรก en lรญnea. Se trata de la Enciclopedia de cosas vivas y muertas: el lago de Texcoco, compuesta por entradas breves que amplรญan la reflexiรณn iniciada en la sala del museo. En una de ellas puede leerse: โ€œArqueologรญa: En los aรฑos ochenta y noventa, dos arqueรณlogos encontraron reliquias prehispรกnicas en el lago de Texcoco, mezcladas con escombros modernos de la ciudad.โ€ La referencia a esos hallazgos suscita preguntas sobre la naturaleza de las 476 piezas recuperadas por Salazar: ยฟson basura?, ยฟson ya vestigios?, ยฟdรณnde empiezan unos y termina la otra?

Por medio de los objetos, los videos, las fichas de sala y distintos materiales de consulta que se encuentran a disposiciรณn del pรบblico, se cuenta medio siglo de historia del lecho seco. Desde mediados de los aรฑos sesenta, un grupo de ingenieros, encabezados por Nabor Carrillo, buscaron rescatar el lago y, en el camino, regular las inundaciones y evitar las tolvaneras que en temporadas de sequรญa asolaban a la ciudad. Sus esfuerzos culminan en 1971, con la creaciรณn de la zona federal del lago.

Si bien a lo largo de los aรฑos se emprendieron exitosos esfuerzos de recuperaciรณn, como el cuerpo de agua que lleva el nombre de Carrillo, en este siglo a Texcoco se le vinculรณ con la construcciรณn de un nuevo aeropuerto. El proyecto Ciudad Futura, de Teodoro Gonzรกlez de Leรณn y Alberto Kalach, contemplaba combinar el rescate del lago y la urbanizaciรณn para propiciar un regreso a la ciudad lacustre que alguna vez fue Mรฉxico. El proyecto que acabรณ por ponerse en ejecuciรณn adoptรณ una visiรณn abiertamente urbanizadora, denunciada de modo reiterado por organizaciones ambientalistas.

Los vestigios y registros del Museo animista permiten al visitante asomarse a cotidianidades que han sido interrumpidas. Salazar trae asรญ a la vida el cรบmulo de indecisiones y proyectos a medias que han marcado el รบltimo medio siglo del lago. Al hacerlo, le da a ese vasto erial salitroso una historia y, en esa medida, una identidad. Para el visitante, el paseo es irreversible: el lago de Texcoco no puede verse mรกs como un lienzo en blanco. Es un lugar que terminarรญa sepultado debajo del trรกnsito incesante de un enorme aeropuerto. ~

 

El Museo animista del lago de Texcoco podrรก visitarse en el MUCA Roma hasta el 6 de enero de 2019. 

Este texto aparece en el nรบmero de noviembre de Letras Libres.

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