Lecciones de Orwell

George Orwell deseaba โ€œconvertir en un arte la escritura polรญticaโ€. Como periodista rehuyรณ de las formas tradicionales y no quiso ser neutral. La claridad de su juicio polรญtico, inseparable de su prosa clara, depara todavรญa enseรฑanzas para el oficio en la era digital.
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La รบltima vez que estuve en Barcelona fue en 1983. Esta es mi primera vez en treinta y dos aรฑos. En aquel viaje tenรญa veintitrรฉs aรฑos, habรญa pasado dieciocho meses, los meses mรกs duros de mi vida, viviendo y trabajando en รfrica. Me tomรฉ unas pequeรฑas vacaciones en Barcelona. No estaba en la cumbre de mi fortaleza fรญsica y psicolรณgica. En una librerรญa de lengua inglesa, no sรฉ su nombre, cogรญ una ediciรณn de Homenaje a Cataluรฑa โ€“que he guardado como un tesoro desde entoncesโ€“ y empecรฉ a leer:

En el cuartel Lenin de Barcelona, un dรญa antes de alistarme en la milicia, vi a un miliciano italiano delante de la mesa de los oficiales.

Era un joven rudo de unos veinticinco o veintisรฉis aรฑos, ancho de hombros y de cabello entre rubio y pelirrojo. Llevaba la gorra de cuero calada con decisiรณn sobre un ojo. Estaba de perfil, con la barbilla apretada contra el pecho y estudiaba con el ceรฑo fruncido un mapa que uno de los oficiales habรญa desplegado sobre la mesa. Algo en su rostro me conmoviรณ profundamente. Era la cara de un hombre capaz de asesinar y sacrificar su vida por un amigo; la cara que uno esperarรญa ver en un anarquista, aunque lo mรกs probable es que fuese comunista. Habรญa en ella franqueza y ferocidad, y tambiรฉn la enternecedora reverencia que sienten los analfabetos por aquellos a quienes creen superiores. Era evidente que eso para รฉl no tenรญa ni pies ni cabeza y que leer un mapa le parecรญa una enorme proeza intelectual. No sรฉ por quรฉ, pero pocas veces he conocido a nadie โ€“a ningรบn hombre, quiero decirโ€“ que me haya inspirado tanta simpatรญa. Mientras hablaban en torno a la mesa, alguien sacรณ a relucir que yo era extranjero. El italiano alzรณ la cabeza y preguntรณ sin dudarlo: โ€“ยฟItaliano?โ€“ No, inglรฉs โ€“respondรญ en mi mal espaรฑolโ€“. ยฟY tรบ? โ€“Italiano.

Al salir se acercรณ a verme y me estrechรณ la mano con fuerza. ยกQuรฉ raro que se pueda sentir tanto afecto por un desconocido! Fue como si su espรญritu y el mรญo hubiesen logrado salvar por un momento las diferencias del idioma y las tradiciones y se hubiesen unido incondicionalmente. Esperรฉ haberle caรญdo tan bien como รฉl a mรญ. Pero tambiรฉn supe que el รบnico modo de conservar esa primera impresiรณn serรญa no volver a verlo; y no hace falta decir que no lo hice. En Espaรฑa era frecuente establecer relaciones asรญ.

Aludo a este miliciano porque se me ha quedado grabado en la memoria. Con su uniforme raรญdo y su rostro orgulloso y conmovedor, simboliza el particular ambiente de aquella รฉpoca. Estรก ligado a todos mis recuerdos de aquel periodo de la guerra: las banderas rojas en Barcelona, los trenes destartalados y abarrotados de soldados harapientos que se arrastraban hacia el frente, los pueblos grises y asolados por la guerra que habรญa a lo largo de la vรญa fรฉrrea, las trincheras gรฉlidas y fangosas en las montaรฑas.

Cuando leรญ esa pรกgina, de pie en la librerรญa, el efecto en mรญ fue impresionante. Nunca habรญa leรญdo nada asรญ. No sabรญa ni siquiera cรณmo definirlo. En la escuela no leรญamos este tipo de libros. Nos enseรฑaron que la literatura era ficciรณn, poesรญa y teatro. Y de Orwell leรญmos Rebeliรณn en la granja y 1984, sus novelas mรกs famosas, pero nada mรกs. ยฟCรณmo definir este tipo de escritura? Ni siquiera tiene un nombre. Se conoce con una negaciรณn, con lo que no es. Es no ficciรณn. Hoy en dรญa lo denominamos no ficciรณn literaria, o narrativa de no ficciรณn, para distinguirlo de otro tipo de libros. Pero en aquel entonces lo รบnico que sabรญa era que escuchar esas palabras era como beber un trago de alguna bebida fuerte y pura. Me dio fuerzas, y necesitaba fuerzas en ese momento. El sonido de ese โ€œyoโ€ parecรญa no tener un ego. Solo estaba ahรญ para demostrar lo que Orwell experimentรณ y lo que pensaba de ello. Estaba hablando con su propia voz, sin el filtro de la ficciรณn. Esa voz tenรญa un determinado tono y timbre, era desapegada pero en absoluto indiferente. No habรญa pretensiรณn o vanidad, no habรญa notas falsas, porque se entendรญa en un instante. En este tipo de prosa no hay dรณnde esconderse.

Reflexionar sobre la propia vida es un esfuerzo astringente que requiere de lo contrario a la autoindulgencia. Los escritores mรกs autobiogrรกficos creรญan, y cito a Orwell, que โ€œuno no puede escribir nada legible si no estรก continuamente luchando por borrar su propia personalidad. La buena prosa es como el cristal de una ventanaโ€. Este era un โ€œyoโ€ del que te podรญas fiar, que querรญas seguir hasta donde sea. Parecรญa capaz de enfrentarse a lo peor.

En su momento no lo sabรญa, pero haber cogido Homenaje a Cataluรฑa fue el comienzo de mi vida como escritor. Tardรฉ veinte aรฑos mรกs en convertirme en periodista de tiempo completo. Trabajรฉ en diferentes formatos: ensayos, escritura autobiogrรกfica, incluso ficciรณn. Parece una sucesiรณn de fracasos, quizรก de fracasos orwellianos. Pero resultaron ser una buena preparaciรณn para el periodismo, porque al final los gรฉneros no importan tanto como aprender a escribir bien. Esto significa pensar con claridad en la pรกgina, moldear una historia de una manera dramรกtica, aprender cรณmo las ideas y su narraciรณn van de la mano, y cรณmo se refuerzan y amplifican mutuamente.

Orwell ejerciรณ poco el tipo de periodismo en el que pensamos hoy. Pocas veces salรญa a hacer un reportaje asignado. No utilizรณ los formatos periodรญsticos que empleamos. Nunca realizรณ un perfil de alguien ni hizo un periodismo especializado o de investigaciรณn. En cambio, su mejor escritura proviene de su experiencia vital. En Homenaje a Cataluรฑa dice: โ€œHabรญa viajado a Espaรฑa con la vaga intenciรณn de escribir artรญculos para los periรณdicos, pero me alistรฉ en la milicia casi enseguida, porque en aquel momento y en aquel ambiente parecรญa lo รบnico lรณgico.โ€ Me encanta la naturalidad de esa frase. Vine a escribir artรญculos de prensa pero muy pronto me di cuenta de que tenรญa que unirme a la milicia. No conozco a muchos periodistas que hagan este tipo de cosas. Pero de alguna manera en 1936 podรญa parecer natural, al menos para alguien como Orwell. A veces me pregunto: ยฟpodrรญa un extracto de Homenaje a Cataluรฑa publicarse hoy en The New Yorker? Hay algunos aspectos que no encajarรญan, especialmente el โ€œyoโ€. Pero me gustarรญa pensar que sรญ. Aunque, ยฟlos fact-checkers, al ver que llevas un arma, no pensarรญan que eso en algรบn modo va en contra de tu neutralidad? Y la respuesta deberรญa ser: la escritura neutral suele ser mala escritura. La neutralidad no es necesariamente el objetivo que tendrรญa que tener el periodismo. Cuando no me he volcado en un tema, cuando no he sentido casi nada, cuando he hecho solo un encargo, las palabras han muerto en la pรกgina. La neutralidad no es lo mismo que la independencia, la imparcialidad, la honestidad. Esas son las cualidades a las que todo escritor deberรญa aspirar. ยฟPuedes ser un periodista y coger una pistola y luchar con una milicia? Creo que sรญ. Orwell reflexionรณ sobre este mismo problema โ€“la influencia de los sentimientos subjetivos en el trabajo del escritorโ€“ en un ensayo titulado โ€œPor quรฉ escriboโ€. Y en este pasaje se refiere a Homenaje a Cataluรฑa:

Mi libro acerca de la Guerra Civil espaรฑola, Homenaje a Cataluรฑa, es una obra de corte francamente polรญtico, por descontado, pero en conjunto estรก escrito con cierto desapego, y con cierta atenciรณn por la forma. Intentรฉ por todos los medios contar toda la verdad sin traicionar mi instinto literario, pero, entre otras cosas, incluye un largo capรญtulo lleno de citas tomadas de los periรณdicos y demรกs, en las que se defiende a los trotskistas que estaban entonces acusados de haber tramado un complot con Franco. Estรก claro que semejante capรญtulo, que al cabo de uno o dos aรฑos perderรญa su interรฉs para cualquier lector normal, podรญa arruinar el libro entero. Un crรญtico por el que siento un gran respeto me dio una lecciรณn en lo tocante a eso. โ€œยฟPor quรฉ has metido todo eso? โ€“me dijoโ€“. Has convertido lo que podrรญa ser un buen libro en mero periodismo.โ€ Lo que me dijo era verdad, pero yo no supe hacerlo de otro modo. No pude. Me enterรฉ por casualidad de algo que poca gente conocรญa en Inglaterra, y no por no querer, sino porque no se les permitiรณ, y es que se estaba acusando falsamente a hombres inocentes. Si aquello no me hubiera indignado, jamรกs habrรญa escrito el libro.

En otras palabras: si hubiera sido neutral hoy no tendrรญamos Homenaje a Cataluรฑa. El uso que hace su amigo de โ€œperiodismoโ€ es sinรณnimo de โ€œmala escrituraโ€. He de admitir que duele un poco verlo usado en ese contexto. El periodismo es efรญmero, superficial; la literatura es, como dijo Ezra Pound, โ€œnoticias que son noticias para siempreโ€. La literatura flota en el reino elevado de la verdad y la belleza; el periodismo rebusca en el mundo inferior de los hechos. Obviamente esto es cierto en muchos periรณdicos y revistas actuales. Orwell se esfuerza en cumplir con las exigencias del periodismo, y a veces se quejaba de que estaba tan agobiado por el periodismo que no tenรญa tiempo de escribir libros. En 1944, en mitad de la guerra, escribiรณ cien mil palabras. Es una cantidad increรญble de producciรณn: dos o tres piezas periodรญsticas a la semana por las que ganรณ menos de seiscientas libras, lo que hoy serรญan 34,000 euros al aรฑo. No se estaba haciendo rico.

Pero su simple โ€œperiodismoโ€ en 1944 es de lo mejor que ha escrito, como por ejemplo โ€œEl privilegio del fueroโ€, su reseรฑa devastadora de las memorias de Salvador Dalรญ, que comienza con la famosa frase โ€œDe una autobiografรญa solo podemos fiarnos cuando revela algo vergonzoso.โ€ En unas pocas pรกginas, Orwell reflexiona sobre la compleja relaciรณn entre arte y moral. Escribe: โ€œDebemos ser capaces de tener en cuenta simultรกneamente ambos hechos: que Dalรญ es un buen pintor y que es un ser humano repugnante. Una cosa no invalida ni, en cierto modo, afecta a la otra. Lo primero que le pedimos a un muro es que se sostenga en pie. Si se sostiene en pie es un buen muro, y el propรณsito al que sirva es una cuestiรณn independiente. Y, aun asรญ, incluso el mejor muro del mundo merece ser derribado si rodea un campo de concentraciรณn.โ€ Es un buen fragmento para ser simple periodismo. Pienses lo que pienses sobre esta observaciรณn, es provocadora, y se sostiene sesenta aรฑos mรกs tarde, como buena parte del periodismo de Orwell. Todo periodista que no es simplemente un escritorzuelo profesional, o un funcionario, o un francotirador, no solo deberรญa leer literatura sino que deberรญa aspirar a escribirla.

ยฟQuรฉ deberรญamos hacer los periodistas que intentamos sobrevivir a la era digital para aprender de Orwell? En algunos aspectos, la era digital nos ha acercado y llevado de vuelta a Orwell y su tiempo. Nos ha devuelto el ensayo. Entre la รฉpoca de Orwell y la era digital apareciรณ lo que podrรญamos denominar la era dorada del periodismo objetivo en los Estados Unidos. Era un periodo que vio una profesionalizaciรณn del periodismo. Woodward y Bernstein son los mayores referentes. Y, quizรก, con la revoluciรณn digital esa era estรก acabando. Hoy, con Reddit, Twitter y Facebook cualquiera puede llamarse periodista. Orwell, en cierto modo, fue un precoz bloguero. Escribiรณ una columna titulada โ€œComo yo quieroโ€, que cubrรญa dos o tres temas a la semana, durante tres aรฑos. Hoy, en un espacio sin lรญmites como internet hay mรกs hueco para el trabajo idiosincrรกtico de Orwell, donde puedes escribir de cualquier cosa, que cuando comencรฉ a escribir hace veinte o treinta aรฑos. Tambiรฉn hay una comunidad lectora mรกs grande y joven. The Awl, Medium, Longreads, Guernica, N+1, The Believer, y un tipo de ensayos de profundidad media en webs mรกs populares como Salon o Huffington Post. Esto es algo que hay que agradecer. En cierto modo, y es sorprendente decirlo, en la era digital el periodismo se ha vuelto mรกs literario. Hay mรกs espacio para voces particulares. Hay un periodismo muy bueno, y otro que se pierde en un laberinto de autoindulgencia y trucos artรญsticos, en frases que se alargan eternamente, que se doblan sobre sรญ mismas y realizan volteretas inversas y arabescos en mitad del aire; es el vicio fatal del exhibicionismo y la autocompasiรณn. Como si no existiera ya la sencilla manera de pronunciarse y usar la palabra โ€œyoโ€. Ya nadie sabe lo que significa โ€œyoโ€. Inmediatamente la pregunta es โ€œยฟQuiรฉn? ยฟQuiรฉn eres?โ€. La respuesta a esa pregunta puede ser el tema del ensayo. David Foster Wallace influyรณ mucho a este tipo de ensayos. Muchos jรณvenes escritores lo imitan. Pero siempre me parece que el โ€œyoโ€ se interpone en el camino que intenta seรฑalar. En esta nueva explosiรณn de la escritura de ensayos hay un subgรฉnero: el ensayo sobre la enfermedad, con sus subgรฉneros como el ensayo de la adicciรณn o de la eutanasia. Orwell escribiรณ un ensayo de enfermedad: โ€œCรณmo mueren los pobresโ€, sobre tener fiebre en Parรญs de joven cuando trabajaba de lavaplatos en la ciudad, durante el periodo de su primer libro Sin blanca en Parรญs y Londres. Lo ingresan en un hospital de caridad lleno de pobres parisinos. No es su mejor ensayo, es mรกs un fragmento autobiogrรกfico. Pero tiene un tema: trata de la pobreza, y de cรณmo la pobreza vuelve a la gente pasiva, tan pasiva que acepta vivir en condiciones deplorables y recibir una atenciรณn mรฉdica pรฉsima, e incluso acepta su propia muerte de una manera inaceptable para gente mรกs afortunada. En otras palabras, Orwell enferma y acaba escribiendo sobre la pobreza.

Para escribir sobre la experiencia personal, ayuda haber vivido. Esto no significa que hayas tenido que luchar en la Guerra Civil espaรฑola. Pero tienes que haber vivido fuera de tu propia cabeza el suficiente tiempo como para ganar una distancia crรญtica de tu โ€œyoโ€, y tener algo que decir que pueda apelar a todos nosotros. Lo mรกs conocido de Orwell, su juicio polรญtico claro, es para mรญ una pieza mรกs de su prosa clara, y estos dos aspectos fueron forjados en el firme yunque que fue la vida que eligiรณ vivir. Escribiรณ una vez que tenรญa el โ€œpoder de enfrentarse a hechos desagradablesโ€.

Otro de los motivos por los que tenemos una nueva explosiรณn del ensayo es porque es barato. Los hechos son caros. La era digital, en el lenguaje de mi ciudad natal, Silicon Valley, en California, ha provocado una โ€œdisrupciรณnโ€ en el mundo del periodismo. Esto significa que lo ha destruido, y no se ha encontrado un modelo alternativo sobre cรณmo pagar por reportajes. Estamos en una situaciรณn terrible: los ciudadanos tienen menos idea de lo que pasa, especialmente en su propio barrio, a pesar de que tenemos toda la informaciรณn del mundo al alcance de nuestros dedos. Puedes informarte de noticias nacionales o internacionales si te suscribes a la ediciรณn digital del New York Times. Pero es muy difรญcil informarse sobre la reuniรณn del consejo de educaciรณn que discutiรณ la semana pasada sobre la construcciรณn de un nuevo colegio. No hay periodistas locales ahรญ. Conocรญ a un reportero, que aparece en mi libro El desmoronamiento, en Tampa Bay, Florida, que trabajaba en uno de los pocos buenos periรณdicos regionales que todavรญa sobreviven a duras penas en Estados Unidos. Me dijo: โ€œNo veo medios digitales, como Daily Kos o Red State, en el ayuntamiento, no veo a Google o Facebook en la comisiรณn del condado.โ€ En 2008 estuve en un pequeรฑo pueblo decadente y pobre de Ohio durante la campaรฑa de las elecciones entre Obama y McCain. En la cafeterรญa Bonnieโ€™s Diner, en la calle principal, que estaba en muy mal estado, todo el mundo desayunaba y citaba las frases con mรกs gancho de la noche anterior en Fox News y cnn. Su comprensiรณn de la polรญtica venรญa de los canales de cable a nivel nacional, que dan mรกs opiniones que hechos y empujan a la gente a elegir un bando u otro. No habรญa un periรณdico local que informara de los temas de interรฉs locales. La desapariciรณn de los hechos en el periodismo y en la polรญtica es un desastre, porque ya no tenemos un marco comรบn con el que todos estemos de acuerdo antes de empezar nuestras feas discusiones.

Las fronteras de la escritura importan menos de lo que pensamos. Pero hay una frontera que se ha debilitado con los aรฑos y que no deberรญa derribarse: la que hay entre los hechos y la ficciรณn. Hay todo un gรฉnero de libros en el que el autor juega con sus lรญmites. Creo que esos libros pueden ser muy peligrosos. Estรก de moda decir que todo es un constructo, especialmente nuestros recuerdos. Y hay una fuerte tentaciรณn en la literatura de no ficciรณn de querer ser artรญstico, y lo artรญstico normalmente conduce a la invenciรณn, porque el escritor no ha encontrado aรบn lo que tiene que decir. Pero, a no ser que seas un psicรณpata, sabes cuรกndo te estรกs inventando algo. Sรญ, la memoria es falible, pero sabemos cuรกndo simplemente nos estamos inventando algo.

Recientemente, Janet Malcolm, que tambiรฉn colabora en The New Yorker, reseรฑรณ una biografรญa del famoso periodista neoyorquino Joseph Mitchell, que escribiรณ en los aรฑos cuarenta, cincuenta y sesenta. Se descubriรณ que algunos de los personajes de sus reportajes eran inventados. Janet Malcolm lo defendรญa, decรญa que formaba parte de su genialidad y que la รบnica razรณn por la cual otros periodistas no inventan es porque no tienen la imaginaciรณn para hacerlo. Quizรก no es una coincidencia que Janet Malcolm, hace aรฑos, en un caso muy famoso, fuera demandada por haber mentido. Por eso los colaboradores de la New Yorker tienen que dar sus libretas a los fact-checkers, que llaman a todas y cada una de las fuentes que aparecen en el texto para preguntarles si han dicho lo que aparece en las citas, incluido el trabajador de Laos o el miliciano chiita en Iraq.

Creo que esta distinciรณn es importante. Simplemente porque los hechos son demasiado valiosos como para descartarlos con tanta facilidad. Existe la duda de si realmente Orwell matรณ al elefante en su ensayo โ€œMatar a un elefanteโ€. Hay alguna prueba de que quizรก ni siquiera habรญa un elefante. Ese ensayo es uno de sus mejores ensayos: Orwell es un policรญa colonial en un pueblo birmano. Hay un elefante que se ha escapado y ha matado a alguien. Una masa enorme de birmanos sale a la calle y Orwell, un policรญa britรกnico, se da cuenta de que tiene que hacer algo. Es un gran retrato de lo que ocurre cuando estรกs en el poder. Asรญ que coge un rifle alemรกn y persigue al elefante, y se da cuenta de que ya no es una amenaza, no quiere dispararle. Pero tiene que hacerlo, porque una multitud detrรกs de รฉl lo espera. Si no lo hace, lo dejarรกn de respetar. Y le dispara, pero no sin antes darse cuenta de que โ€œcuando el hombre blanco se vuelve un tirano, es su propia libertad lo que destruyeโ€. Creo que parte de la fuerza de una frase epigramรกtica como esa proviene del hecho de habรฉrsela ganado ahรญ fuera en un mundo de rifles alemanes para elefantes y arrozales birmanos. La autoridad del escritor depende de ello, forma parte del contrato que tiene con el lector. El placer particular que produce leer sobre cosas que han ocurrido realmente es un hechizo que no sobrevive si existe la sospecha de que no es real. Para hacerse una idea de cรณmo piensa y escribe Orwell es esencial saber que no altera los hechos para que encajen en una idea ya digerida o un concepto elegante. Seguir ese camino nos lleva a dos cosas que Orwell rechazaba: la propaganda deshonesta y el arte por el arte. En polรญtica, la nociรณn de que los hechos son desechables y la verdad depende de la orden de alguien se llama totalitarismo. Esa es una de las grandes verdades de Homenaje a Cataluรฑa.

A lo largo de su carrera Orwell escribiรณ sobre gente de otras clases โ€“clases bajas, como las solรญan llamarโ€“. Y tuvo que enfrentarse a dificultades particulares. Es algo central en su libro sobre la Guerra Civil espaรฑola, porque estaba entre la clase baja espaรฑola. Y no puede evitar cierta condescendencia; despuรฉs de todo es un inglรฉs educado en Eton. Habla del espรญritu de โ€œvuelva usted maรฑanaโ€, habla de la falta de disciplina y orden en la milicia, de la mala punterรญa de los soldados espaรฑoles. Pero la clave es que es consciente de sus sesgos de clase. En su libro El camino a Wigan Pier escribe cien pรกginas sobre lo que significaba ser un miembro de la โ€œparte baja de la clase mediaโ€ e intentar hacer causa comรบn con los mineros del carbรณn. Este duro esfuerzo de expulsar de sรญ mismo su prejuicio de clase le permite escribir directamente y con admiraciรณn de los milicianos espaรฑoles junto a los que luchรณ. Si no hubiera hecho ese esfuerzo su admiraciรณn podrรญa haberse considerado fingida. Una de las razones por las que fue capaz de superarlo y crear ese retrato indeleble de solidaridad entre personas que no podรญan ser mรกs diferentes a รฉl fue que todos tenรญan una postura compartida en la que apoyarse, que era el socialismo. Fue la idea de que el socialismo era mรกs grande que todos ellos lo que permitiรณ a Orwell ser aceptado.

Hay un gran problema hoy cuando hablamos de clase. Es algo sobre lo que he pensado mucho, porque El desmoronamiento es bรกsicamente un libro sobre las estructuras de clase en Estados Unidos. En los aรฑos treinta era diferente. Escritores como John Dos Passos o Edmund Wilson podรญan meterse en una huelga de mineros de carbรณn en el este de Virginia o una reuniรณn de trabajadores en Kentucky y eran mรกs o menos aceptados. Era normal encontrarse intelectuales de Nueva York en mitad de los Apalaches. Eso es asรญ por el socialismo, habรญa algo que lo hacรญa normal. Los trabajadores, despuรฉs de todo, eran el motor de la historia. Eran los intelectuales los que tenรญan que justificarse delante de los trabajadores, los que tenรญan que decir: โ€œsomos parte de este movimiento tambiรฉn, necesitas intelectuales junto a los trabajadoresโ€. Algunos libros recientes sobre la crisis econรณmica en Estados Unidos tienen un problema con este asunto. A veces el escritor pretende ser uno de ellos, uno de los desplazados y oprimidos, y se intenta desprender de todas las diferencias que tanto hicieron reflexionar a Orwell. Eso da una sensaciรณn de falsedad. En otras, el escritor no puede superar la incomodidad de acercarse al tema, cree no tener permiso para escribir. Y la razรณn es que ya no tenemos ninguna idea, como el socialismo, que establezca un lugar comรบn en donde apoyarnos juntos. No existe el romanticismo en el empleado con sobrepeso de Walmart que tiene diabetes y un hijo con asma: la clase trabajadora ya no es el motor de la historia sino la rueda pinchada que el coche intenta arrastrar. Esto conduce a una mirada ombliguista que piensa que no hay nada mรกs importante que la relaciรณn entre el escritor y su tema. Si tuviรฉramos una idea amplia como el socialismo no habrรญa esa incomodidad entre el escritor y su tema. Pero ya no existe nada tan grande como eso. Es difรญcil para el periodista de clase media como Orwell acercarse al pobre o a la persona de clase trabajadora sin verse enredado en nudos de autoindulgencia, incomodidad y disculpas. Cuando escribรญ El desmoronamiento era bastante consciente de esta dificultad. En cierto modo, me separรณ de Homenaje a Cataluรฑa. No aparece la palabra โ€œyoโ€. Fue una decisiรณn muy consciente. Si voy a crear un retrato de mi paรญs de los รบltimos treinta aรฑos (un proyecto demasiado ambicioso e incluso estรบpido) y de cรณmo se ha convertido en un paรญs mรกs desigual y dividido, ยฟquรฉ hago yo ahรญ? Mi presencia solo puede ser una distracciรณn. Eliminรฉ completamente el โ€œyoโ€ y en su lugar escribรญ mรกs como un novelista, usando el punto de vista de mis personajes, su lenguaje, el ritmo de su discurso, para contar sus historias. Pero no en primera persona. Intentรฉ salirme del problema de cรณmo los conocรญ, quรฉ pensaron de mรญ y quรฉ pensรฉ yo de ellos, los momentos de tremenda incomodidad, como por ejemplo cuando Tammy Thomas, la empleada negra de una fรกbrica en Ohio, me dice que le estoy haciendo demasiadas preguntas personales. Son momentos potentes para un periodista. Algo se pierde, pero tambiรฉn hay algo que se gana. El personaje habla directamente al lector, sin que yo estรฉ en medio. Fue un gran cambio para mรญ.

Homenaje a Cataluรฑa es un gran libro porque le contรณ a la gente cosas que no querรญa oรญr. Es la definiciรณn orwelliana de libertad: el derecho a decir lo que otro no quiere oรญr. Enseรฑรณ a la izquierda la represiรณn comunista de los anarquistas catalanes, a quienes Stalin acusรณ de ser espรญas fascistas. A la derecha le enseรฑรณ una imagen del socialismo que era honesta y atractiva. Orwell escribe:

Por mucho que protestara en esa รฉpoca, mรกs tarde me resultรณ evidente que habรญa participado en un acontecimiento รบnico y valioso. Habรญa vivido en una comunidad donde la esperanza era mรกs normal que la apatรญa o el cinismo, donde la palabra โ€œcamaradaโ€ significaba camaraderรญa y no, como en la mayorรญa de los paรญses, farsante. Habรญa aspirado el aire de la igualdad. Sรฉ muy bien que ahora estรก de moda negar que el socialismo tenga algo que ver con la igualdad. En todos los paรญses del mundo, una enorme tribu de escritorzuelos de partido y astutos profesores se afanan por โ€œdemostrarโ€ que el socialismo no significa nada mรกs que un capitalismo de Estado planificado, que no elimina el lucro como motivaciรณn. Por fortuna, tambiรฉn existe una visiรณn del socialismo completamente diferente. Lo que lleva a los hombres hacia el socialismo, y los mueve a arriesgar su vida por รฉl, la โ€œmรญsticaโ€ del socialismo, es la idea de la igualdad; para la gran mayorรญa, el socialismo significa una sociedad sin clases o carece de todo sentido. Precisamente esos pocos meses me resultaron valiosos, porque las milicias espaรฑolas, mientras duraron, constituyeron una especie de microcosmos de una sociedad sin clases. En esa comunidad donde nadie trataba de sacar partido de nadie, donde habรญa escasez de todo pero ningรบn privilegio y ninguna necesidad de adulaciones, quizรก se tenรญa una tosca visiรณn de lo que serรญan las primeras etapas del socialismo. En lugar de desilusionarme, me atrajo profundamente y fortaleciรณ mi deseo de ver establecido el socialismo. Ello se debiรณ, en parte, a la buena suerte de haber estado entre espaรฑoles, quienes, con su decencia innata y su tinte anarquista, estรกn en condiciones de hacer tolerables las etapas iniciales del socialismo.

Homenaje a Cataluรฑa vendiรณ setecientos ejemplares mientras viviรณ Orwell. Fue uno de sus libros menos exitosos. Solo se hizo popular aรฑos despuรฉs de su muerte. Nunca tuvo una audiencia de seguidores. Si Orwell tuviera una cuenta de Twitter tendrรญa menos seguidores que Glenn Greenwald o Sean Hannity. Hoy en dรญa, todo conspira para evitar que los escritores estรฉn solos: las redes sociales, la necesidad de crear una base de seguidores, el tono bajo del periodismo web que te impide sacar el cuello fuera, el partidismo ideolรณgico extremo que se ha extendido a todos los aspectos de la polรญtica en mi paรญs. En su ensayo sobre Dickens, Orwell denomina esto โ€œtodas esas pequeรฑas y malolientes ortodoxias que estรกn ahora compitiendo por nuestras almasโ€. De alguna manera son tan malas ahora como eran entonces, en la era del totalitarismo. Conducen a un instinto tremendo de autocensura. Pero, por supuesto, para escribir algo que sobreviva, tienes que estar dispuesto a no recibir un โ€œme gustaโ€ o un โ€œretuitโ€.

Despuรฉs de ese momento en una librerรญa en Barcelona hace treinta y dos aรฑos pasรฉ casi toda la siguiente dรฉcada, mi veintena, aprendiendo del trabajo de Orwell. No me convertรญ en un periodista de tiempo completo hasta veinte aรฑos despuรฉs โ€“es una larga historia que contarรฉ en otro momentoโ€“, pero por entonces ya habรญa aprendido las cosas esenciales. Las palabras no deberรญan llamar la atenciรณn sobre sรญ mismas, deberรญan llevar al lector directamente a la realidad. Los grandes temas se iluminan mejor con pequeรฑas historias. La buena escritura surge de la pasiรณn y de tomar partido. Sรฉ consciente de tus propios sesgos para no ser gobernado por ellos. No tengas miedo a estar solo. Enfrรฉntate a los hechos y cuenta la verdad. ~

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Traducciรณn del inglรฉs de Ricardo Dudda.

Texto de la conferencia celebrada en el cccb el 8 de junio de 2015, en el marco de la celebraciรณn del Dรญa Orwell.

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(Santa Clara, California, 1960) es escritor y periodista. Es staff writer de la revista The New Yorker desde 2003. Su libro mรกs reciente es El desmoronamiento (Debate, 2015)


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