Se ha escrito sobre el arte de leer libros, pero hay tambiรฉn un arte de no leerlos.
Serรญa tonto, ademรกs de imposible, ponerse a leer todos los libros para decidir cuรกles nos interesan. Lo prรกctico es juzgarlos de antemano, aunque el juicio previo sea injusto.
Hay libros de los cuales llegan malas noticias de lectores respetables. Habiendo tanto que leer, no tiene caso comprobarlas.
Hay portadas, tรญtulos y fajillas publicitarias que llaman la atenciรณn de manera burda, con imรกgenes, palabras o insinuaciones que dan por supuesto un lector pobre diablo, atrapable con tales cebos. Se descalifican solos.
Hay libros disuasivos por su tamaรฑo. Ciertamente hay libros gordos que son maravillosos, como hay libros breves y pรฉsimos. Pero invitar a la lectura de quinientas pรกginas es mucho pedir.
Hay autores de buenos libros que se permiten publicar uno pรฉsimo. No merecen otra oportunidad.
Sucede algo parecido con los buenos sellos editoriales que se venden a un conglomerado. En lo sucesivo, habrรก que juzgar lo que publiquen ignorando el aval que daba el sello.
Hace muchos aรฑos, los editores vendรญan en firme a las librerรญas: sin derecho a devoluciรณn. Cuando empezรณ el derecho a devolver los libros no vendidos, las idas y vueltas los maltrataban y los editores inventaron el retractilado: el forro transparente que los protege, pero impide hojearlos. Las buenas librerรญas aceptan que el lector rompa el forro para ver el interior. Si no lo permiten, hay que descartarlos.
La tipografรญa es decisiva. Si es buena, despierta el apetito de leer. La letra desgarbada, pequeรฑa, ilegible o en renglones que bailan porque son muy largos, desanima.
Las ilustraciones tienen que ser excelentes para que justifiquen el costo adicional.
Las solapas son fundamentales. No siempre el tรญtulo deja claro si se trata de una novela o un libro de cuentos o de ensayos o de texto. Puede ser bueno, pero sin interรฉs para el lector no interesado en eso.
La solapa se agradece si describe el contenido con claridad y honestidad. Hay solapas que ofenden. ยฟQuiรฉn se cree el editor para decir que esta es la obra cumbre del mejor novelista de habla espaรฑola en este siglo?
Los anuncios y reseรฑas sirven para saber que el libro existe. No es poca cosa. De la mayor parte de los libros nadie se entera. Si, ademรกs, la reseรฑa es informativa y atractiva por sรญ misma, mejor.
Una sola reseรฑa de un crรญtico que inspira confianza induce a buscar el libro o ignorarlo. Pero no muchos crรญticos inspiran confianza.
Un libro recomendado por un amigo inteligente estรก en otro nivel. Segรบn las encuestas, los libros se leen sobre todo por recomendaciรณn personal.
El otro gran motor es la curiosidad. Descubrir un buen libro del cual no se habla hace feliz a un lector conocedor.
Buscar un libro del cual se tienen noticias puede ser divertido o frustrante. Los recursos bibliogrรกficos en espaรฑol estรกn poco desarrollados. Muchos editores no tienen lo mรกs elemental: su catรกlogo en lรญnea, al dรญa y con amplia informaciรณn sobre cada libro. Ya no se diga una lista de ciudades y librerรญas donde se consiguen sus libros. Ante tamaรฑas omisiones, se comprende que Amazon se haya vuelto la mayor librerรญa del mundo.
Finalmente, se tiene en la mano un libro digno de ser leรญdo. ยฟPor dรณnde empezar? Parece obvio: por la primera pรกgina. Pero no es lo mejor. Hay que leer el รญndice, ojear los รญndices complementarios y la bibliografรญa, leer la introducciรณn y las conclusiones. Pocos libros merecen ser leรญdos de la primera a la รบltima pรกgina, ya no se diga releรญdos.
Un gran lector puede leer dos o tres mil libros completos a lo largo de su vida. Hay que escogerlos bien y aprender a no leer el 99% restante. ~
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.