FotografĆ­a: Julieta Ferrario

Los sueƱos liberales se pulverizan en Buenos Aires

Los resultados de las primarias en Argentina han sido un duro golpe para las aspiraciones de reelecciĆ³n de Mauricio Macri. El fracaso econĆ³mico de su gobierno le ha abierto la puerta al peronismo.
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En 2015 el alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, fue elegido presidente de Argentina. Fue una victoria asombrosa. Macri era un candidato bastante convencional de la centro-derecha o liberal en el sentido europeo.

((Los oponentes de izquierda de Macri lo llaman neoliberal pero en este momento en LatinoamĆ©rica neoliberal representa la suma de todos los miedos de la izquierda populista, y como tal resulta mucho mĆ”s Ćŗtil como epĆ­teto que como descripciĆ³n.
 
))

 Pero en tĆ©rminos argentinos era una anomalĆ­a. La polĆ­tica argentina es notoriamente corrupta, a la par con MĆ©xico o Brasil, pero a lo largo de la historia la mayorĆ­a de los presidentes de Argentina y, de hecho, la mayor parte de los polĆ­ticos del paĆ­s se han enriquecido despuĆ©s de entrar en la polĆ­tica. En cambio Macri, el hijo de un inmigrante italiano que hizo una gran fortuna en la construcciĆ³n ā€“las obras pĆŗblicas son un punto tradicional de corrupciĆ³n en Argentinaā€“ y despuĆ©s en la telefonĆ­a y como fabricante de automĆ³viles Peugeot y Fiat en Argentina, ya era rico cuando empezĆ³ su carrera polĆ­tica. Macri tambiĆ©n era distinto, si no a todos, a la mayor parte de sus predecesores polĆ­ticos en un paĆ­s donde la educaciĆ³n pĆŗblica tanto en el nivel secundario como en el universitario siempre se habĆ­a considerado una condiciĆ³n sine qua non de la viabilidad polĆ­tica. Tanto Macri como la mayorĆ­a de sus colaboradores Ć­ntimos en el pro, el partido Propuesta Republicana que ayudĆ³ a fundar en 2005, estudiaron en institutos y universidades catĆ³licas privadas. Fuera pese a ello, como sostenĆ­an algunos observadores, o, como aducĆ­an otros, precisamente por eso, Macri consiguiĆ³ derrotar a su oponente peronista, Daniel Scioli, y no solo puso fin a doce aƱos de gobierno peronista bajo NĆ©stor Kirchner y, tras su muerte, bajo su mujer, Cristina FernĆ”ndez de Kirchner, que segĆŗn la ley argentina no podĆ­a permanecer en el cargo despuĆ©s de haber sido elegida en dos ocasiones consecutivas, sino que se convirtiĆ³ en el primer presidente argentino desde 1916 que no era peronista ni miembro del partido radical ni, por supuesto, un general que hubiera tomado el poder en un golpe de Estado, como ocurriĆ³ seis veces en Argentina en el siglo XX.

((En 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976.
))

Macri llegĆ³ al cargo prometiendo reformar la economĆ­a argentina que habĆ­a florecido bajo los Kirchner entre 2003 y 2011, en buena medida gracias al aumento de los precios de los productos agrĆ­colas ā€“Argentina es ahora menos la RepĆŗblica de la Ternera de antaƱo que la RepĆŗblica de la Soyaā€“, pero eso se estancĆ³ despuĆ©s, lo que trajo consigo sustanciales aumentos en los niveles de desigualdad y pobreza absoluta y produjo un nivel de inflaciĆ³n anual cercano al 25%. Macri tambiĆ©n prometiĆ³ terminar con la asfixiante corrupciĆ³n tentacular que se habĆ­a convertido en la norma bajo los Kirchner, no solo en el terreno de las obras pĆŗblicas sino en todo el sistema, y que era extrema incluso para los estĆ”ndares argentinos.

La reacciĆ³n a la victoria de Macri en Washington y Bruselas, y en el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, cuya benevolencia tenĆ­a una importancia mĆ”s inmediata para Argentina, fue prĆ”cticamente extĆ”tica. Por supuesto, habĆ­a razones ideolĆ³gicas: el genio del peronismo es que puede ser cualquier cosa, algo que el propio Juan PerĆ³n nunca dejĆ³ de subrayar y que su propia carrera polĆ­tica ejemplificaba. Puede ser de ā€œderechaā€, como durante la presidencia de Carlos Menem en los aƱos noventa, o de ā€œizquierdaā€, como bajo la presidencia de Cristina Kirchner tras su reelecciĆ³n en 2011, aunque ambos tĆ©rminos son relativos. A pesar de sus expresiones retĆ³ricas de solidaridad con la Venezuela ā€œbolivarianaā€ y la Bolivia de Evo Morales, quizĆ” resulte mĆ”s convincente seƱalar los impulsos autoritarios de Cristina Kirchner en Argentina, por mucho que sus defensores de la izquierda cultural ā€“como los novelistas Luisa Valenzuela y Mempo Giardinelli, el crĆ­tico Horacio GonzĆ”lez y el activista de los derechos humanos Horacio Verbitskyā€“ prefiriesen que fuera de otro modo. Pero, al margen de la oposiciĆ³n a Bretton Woods (y la administraciĆ³n de Obama), no hay duda de que bajo los Kirchner las estadĆ­sticas econĆ³micas de Argentina se manipularon sistemĆ”ticamente y la oficina estadĆ­stica gubernamental, el INDEC, se convirtiĆ³ con razĆ³n en una fuente de ridĆ­culo internacional, y con Ć©l la credibilidad de los argumentos del gobierno sobre sus Ć©xitos econĆ³micos.

A causa de esta anulaciĆ³n del INDEC es difĆ­cil establecer con todo grado de certeza la verdadera condiciĆ³n de la economĆ­a argentina cuando Macri llegĆ³ al cargo. Pero la visiĆ³n de consenso entre observadores relativamente desapasionados es que la inflaciĆ³n estaba en el 25% y que mĆ”s o menos el 30% de los argentinos vivĆ­an en la pobreza mientras que el 4% vivĆ­an por debajo del nivel de subsistencia.

((MatĆ­as Di Santi y MartĆ­n Slipczuk, ā€œĀæCĆ³mo evolucionĆ³ la pobreza con cada presidente?ā€, Chequeado, disponible en: bit.ly/2KYh46T.
))

En la campaƱa de 2015, Macri prometiĆ³ que su receta de reformas econĆ³micas ā€“que combinaba un programa modesto de privatizaciĆ³n, un intento moderado de aligerar el poder de los sindicatos y un esfuerzo bastante radical de desregulaciĆ³n del transporte subsidiado por el gobierno, la energĆ­a y los precios de la comida bĆ”sicaā€“ era necesaria para una recuperaciĆ³n del paĆ­s y atraerĆ­a la inversiĆ³n extranjera directa a fin de revigorizar la economĆ­a argentina y a largo plazo conseguir los niveles de reducciĆ³n de la pobreza que se habĆ­an alcanzado en Brasil bajo los gobiernos del pt dirigidos por Lula da Silva y Dilma Rousseff, y en Chile tanto con la concertaciĆ³n de la centro-izquierda como con la coaliciĆ³n de la centro-derecha dirigida por SebastiĆ”n PiƱera.

Nada podĆ­a estar mĆ”s lejos de la realidad. La pura verdad es que, segĆŗn sus propios criterios, no de sus opositores peronistas, el gobierno de Macri resultĆ³ ser un fracaso de proporciones monumentales. En 2019, mientras Macri y sus oponentes peronistas se encaminaban a la elecciĆ³n presidencial de octubre, la tasa de inflaciĆ³n interanual alcanzaba el 57.3%,

(( ā€œArgentine inflation decelerates for the second consecutive month with a rate of 3.1%ā€, Buenos Aires Times , disponible en: bit.ly/2TS7V48.
))

 es decir, casi el doble que durante el Ćŗltimo aƱo de la administraciĆ³n de Cristina Kirchner. La tasa general de pobreza, que habĆ­a caĆ­do levemente en los primeros dos aƱos que Macri estuvo en el cargo, estaba mĆ”s o menos en el mismo nivel que durante el Ćŗltimo aƱo del gobierno de Kirchner, pero en algunas partes del paĆ­s, y sobre todo en la ciudad de Buenos Aires y su provincia ā€“que albergan, entre las dos, a mĆ”s del 25% de la poblaciĆ³n argentinaā€“, la pobreza subiĆ³ mucho mĆ”s. En 2015 la pobreza en la ciudad de Buenos Aires estaba en el 13.5%; en la actualidad, la cifra asciende hasta el 20.9%.

(( FermĆ­n Koop, ā€œExtreme poverty rate in ba City has doubled since 2015, new data showsā€, Buenos Aires Times, disponible en: bit.ly/2KTuHnX.
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 De manera aĆŗn mĆ”s horrible, las tasas de pobreza extrema en Argentina han subido hasta casi un 5%.

((ā€œUCA: MĆ”s de 13 millones de argentinos bajo el Ć­ndice de pobrezaā€, Agencia Informativa CatĆ³lica Argentina, disponible en: bit.ly/2zbqJSq.
))

 Durante todo el tiempo que Macri estuvo en el cargo, ni Ć©l ni las figuras mĆ”s importantes de su gobierno dejaron de insistir en que las cosas estaban mejorando o que la mejorĆ­a estaba a la vuelta de la esquina. Como mucho, podĆ­an conceder en privado que tenĆ­a lo que un asesor de Macri me describiĆ³ en 2017 como ā€œun problema de comunicaciĆ³nā€. El mantra personal de Macri era, como dijo en un discurso de 2019, que ā€œlos cambios profundos requieren pacienciaā€.

((Maylin Vidal, ā€œPoverty and destitution in Argentinaā€, The Prisma, disponible en: bit.ly/2ZhhSgC.
))

 El problema con este argumento, por supuesto, era que los cambios en cuestiĆ³n habĆ­an ido, de manera casi uniforme, en la direcciĆ³n opuesta. Incluso la inversiĆ³n extranjera que, segĆŗn reiteraba Macri, fluirĆ­a hacia Argentina cuando los mercados se dieran cuenta de que la era del corporativismo peronista habĆ­a terminado, no solo no se materializĆ³ sino que la inversiĆ³n que seguĆ­a existiendo estaba en buena medida restringida a las esferas de la energĆ­a y los productos agrĆ­colas. Mientras tanto, las quiebras de empresas en Argentina, en especial las que implicaban a pequeƱos negocios, crecieron casi sin respiro en la parte final del gobierno de Macri.

Ante estas circunstancias, a un observador relativamente bien informado y no tan dado a confundir sus deseos con la realidad, la idea de que Mauricio Macri tenĆ­a la menor oportunidad de ser reelegido le resultaba, por decirlo de forma caritativa, algo mĆ”s que un poco aventurada. Y sin embargo esta no era la visiĆ³n de consenso en la propia Argentina. Cada paĆ­s tiene sus apreciadas vanidades nacionales y una de las de Argentina es que las cosas son, de alguna manera fundamental, distintas allĆ­ que en cualquier otro sitio. No se trata de que, frente a los famosos chistes en sentido contrario ā€“ā€œĀæCĆ³mo se suicidan los argentinos?ā€ ā€œSaltan desde la altura de su propio egoā€, etc.ā€“, los argentinos sean mĆ”s egocĆ©ntricos que los estadounidenses, los cubanos, los irlandeses, los turcos o los chinos, a menos que una obsesiĆ³n con el psicoanĆ”lisis baste para asegurarte un lugar preferente en los Campos ElĆ­seos del narcisismo. Pero, tras haber pasado mucho tiempo durante los Ćŗltimos diez aƱos en Argentina, me parece que los argentinos tienen una imaginaciĆ³n particularmente desarrollada del desastre ā€“algo que, teniendo en cuenta la historia de su paĆ­s, no carece de garantĆ­asā€“ y que, de manera menos racional, esa percepciĆ³n se complica con la idea de que las cosas no pueden ser mejores o peores que en tal o cual sitio sino lo absolutamente mejor o lo absolutamente peor, y que en medio no hay nada.

Simplemente, no podĆ­a ser tan sencillo como seƱalar que, salvo en circunstancias muy raras, en todos los sistemas presidenciales una competiciĆ³n electoral donde participa un presidente en ejercicio es un referĆ©ndum sobre la actuaciĆ³n de ese presidente. Y el elemento principal para evaluar esa actuaciĆ³n es valorar cĆ³mo ha manejado la economĆ­a. Y aparte de Macri y su cĆ­rculo inmediato, nadie, ni siquiera sus defensores mĆ”s fieles, pensaba que Ć©l y su equipo hubieran tenido Ć©xito, sino mĆ”s bien que el fracaso no habĆ­a sido culpa suya, ya fuera porque el Congreso ā€“que Macri nunca controlĆ³ā€“ habĆ­a socavado su programa, o por las concesiones que tuvo que hacer a los gobernadores provinciales sin cuyo acuerdo no se puede administrar Argentina, o a los sindicatos dirigidos por peronistas que, obviamente, iban a plantar cara si Macri pensaba restarles poder. Sin embargo, en los dĆ­as previos a las elecciones primarias del 11 de agosto, las primeras de un proceso electoral dividido en tres pasos, los argentinos de todas las orientaciones polĆ­ticas anticipaban un resultado reƱido, y las encuestas parecĆ­an confirmar esta previsiĆ³n.

Al margen de las encuestas, los motivos para el optimismo macrista y la cautela de los peronistas eran por supuesto muy distintos. La gente de Macri pensaba que, aunque estaba en desventaja, tenĆ­a una oportunidad razonable de ganar en la segunda vuelta que ofrece el un tanto excĆ©ntrico sistema argentino para elegir presidentes y vicepresidentes. No se trata de que pensaran que Macri era popular: ni siquiera su pensamiento ilusorio ā€“en esto, parecen haber aprendido del talento olĆ­mpico que tiene su jefe para negar lo obvioā€“ y su capacidad para ignorar lo descontentos que estaban con ellos, no solo los pobres sino gran parte de la clase media, llegaba tan lejos. Lo que parecĆ­an creer, mĆ”s bien, era que esa clase media, cuyos votos habĆ­an llevado a Macri al poder en 2015, estarĆ­a tan aterrada ante la posibilidad del regreso de Cristina Kirchner que ignorarĆ­a su cartera y votarĆ­a por el miedo. La elecciĆ³n, tal como la presentaban en el lado de Macri y sus aliados y medios, era entre demĆ³cratas que miraban hacia el futuro, respetaban el Estado de derecho y luchaban contra la corrupciĆ³n ā€“es decir, ellosā€“ y autoritarios trogloditas kirchneristas que, si podĆ­an, convertirĆ­an Argentina en una versiĆ³n modificada de la Venezuela chavista y saquearĆ­an la economĆ­a en beneficio propio. Desde el principio, esto implicaba concentrar casi todos sus ataques en la figura de Cristina Kirchner, que la gente de Macri veĆ­a con razĆ³n como una figura profundamente divisiva y que, de hecho, aterrorizaba a millones de argentinos comunes y corrientes.

El problema del lado de Macri era que, por odiosa que pueda resultar para muchos, Cristina Kirchner es tambiĆ©n una de las polĆ­ticas mĆ”s perspicaces de la historia argentina reciente. Otro polĆ­tico podrĆ­a haber intentado ir contra Macri, igualando miedo con miedo, juego de suma cero con juego de suma cero. Y, sin duda, algunos kirchneristas de la lĆ­nea dura hicieron exactamente eso. Antes de las elecciones el periĆ³dico PĆ”gina 12 publicĆ³ un artĆ­culo tras otro donde los columnistas proclamaban que el gobierno de Macri habĆ­a sido poco mĆ”s que una nueva versiĆ³n de la dictadura militar de mediados y finales de los aƱos setenta con (apenas) un rostro humano y que reelegirlo significaba un regreso al horror y la injusticia de esa Ć©poca. Pero, por mucho que le gustara esa retĆ³rica, Cristina Kirchner tenĆ­a una estrategia muy distinta en la cabeza. En mayo, cuando faltaban menos de tres meses para las primarias, abiertas, simultĆ”neas y obligatorias (paso), anunciĆ³ que Alberto FernĆ”ndez (con quien no tiene parentesco) serĆ­a el candidato peronista y que ella se postularĆ­a como vicepresidenta. Fue un golpe brillante: Alberto FernĆ”ndez era un peronista de la vieja hornada que habĆ­a sido jefe de gabinete de NĆ©stor Kirchner, y brevemente tambiĆ©n de Cristina, pero que habĆ­a roto con ella para apoyar a figuras del peronismo que estaban mucho mĆ”s a la derecha. Entre ellas se encontraba Sergio Massa, a quien generalmente se consideraba el rival mĆ”s importante de Cristina dentro del movimiento.

Macri intentĆ³ responder enrolando a un senador peronista, Miguel Ɓngel Pichetto, como candidato a la vicepresidencia, una decisiĆ³n que hizo que el politĆ³logo argentino Sergio Berensztein publicara un libro breve de entrevistas titulado ĀæSomos todos peronistas? y dio apoyo a la visiĆ³n ampliamente compartida en Argentina, una idea que precede a la actual competiciĆ³n polĆ­tica, de que el peronismo es sencillamente el partido natural de gobierno en Argentina o, en su versiĆ³n mĆ”s extrema, que a fin de cuentas los peronistas son los Ćŗnicos capaces de gobernar el paĆ­s. Pero el esfuerzo de Macri era fĆŗtil: Pichetto no podĆ­a hacer nada para quitarles votos a Alberto FernĆ”ndez y Cristina Kirchner. Entretanto, FernĆ”ndez lograba convencer a peronistas antikirchneristas como Massa para que se unieran a su coaliciĆ³n que se llamaba a sĆ­ misma, y no sin justificaciĆ³n, el Frente de Todos. En la Argentina de 2019, que es un lugar donde la gente habla rutinariamente de ā€œla grietaā€ (y no en el sentido que le da Leonard Cohen cuando canta que hay una grieta en todas las cosas y que es ahĆ­ ā€œpor donde entra la luzā€), una divisiĆ³n fundamental en la sociedad argentina entre peronistas y no peronistas que es esencialmente infranqueable, resulta imposible exagerar el atractivo de trascenderla, algo que Alberto FernĆ”ndez ha prometido hacer en repetidas ocasiones. En cambio, teniendo en cuenta lo perjudiciales que muchos de los cambios que trajo el gobierno de Macri ahora resultan a una mayorĆ­a de los argentinos, el nombre de la coaliciĆ³n encabezada por Macri, Juntos por el Cambio, parecĆ­a tan desafortunado como inspirado parecĆ­a el Frente de Todos.

Ese es sin duda el veredicto que emitieron los votantes el 11 de agosto cuando le dieron a la coaliciĆ³n de Alberto FernĆ”ndez y Cristina Kirchner una victoria abrumadora. Por supuesto, como hablamos de Argentina, hay trampa: las paso fueron unas primarias, no unas elecciones generales, fue solo una especie de concurso de belleza polĆ­tica. TĆ©cnicamente, Macri podrĆ­a seguir en el cargo tras las elecciones generales del 27 de octubre, e incluso, si es segundo y se acerca lo bastante, podrĆ­a ganar la ronda final que bajo la ley argentina se debe realizar si ningĆŗn candidato obtiene mĆ”s del 45% de los votos, o mĆ”s del 40% si tambiĆ©n hay una diferencia del 10% entre los candidatos ganador y perdedor. Pero esto es muy poco probable. La mayor parte de los argentinos considera a Mauricio Macri el hombre de ayer y a Alberto FernĆ”ndez el presidente electo de facto. La pregunta que se plantea ahora no es si Macri ganarĆ” a FernĆ”ndez sino mĆ”s bien si Alberto FernĆ”ndez serĆ” capaz de ejercer el poder, frente a la posibilidad de que, tras haberlo hecho todo salvo instalarlo en la presidencia, Cristina Kirchner intente gobernar desde las sombras. ~

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TraducciĆ³n del inglĆ©s de Daniel GascĆ³n.

Copyright Ā© David Rieff

 

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David Rieff es escritor. En 2022 Debate reeditĆ³ su libro 'Un mar de muerte: recuerdos de un hijo'.


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