El huerto de Emerson
Luis Landero
Barcelona, Tusquets, 2021, 240 pp.
Quizรก lo autobiogrรกfico conduzca a pensar que El huerto de Emerson, el nuevo libro de Luis Landero, es una continuaciรณn del celebrado El balcรณn en invierno. Pero es solo una apariencia. Lo que en el anterior constituรญa el eje del texto, con una narraciรณn que avanzaba de manera progresiva cubriendo algunos episodios importantes en su vida, ahora no es mรกs que una excusa para hablar de toda una serie de asuntos inconexos que a Landero le gustan: Kafka, el Lazarillo, las mujeres, los personajes estrafalarios, los hรกbitos de otros tiempos, algunas palabras bonitas.
Mรกs que una novela, El huerto de Emerson es un compendio de cuentos o crรณnicas. Por una parte, esta fragmentariedad es la mejor expresiรณn de la facilidad de Landero para construir historias alrededor de pequeรฑos eventos, de minucias. Tal y como enseรฑaba en sus clases de escritura, โla memoria y la imaginaciรณn convierten nuestro pasado en un mundo inagotable donde todo estรก por descubrir. Pero recordad que, para descubrirlo, debรฉis huir de las vaguedades y de las abstracciones y laborar en lo concretoโ. Pero por otra, uno tiene la impresiรณn de que hay ideas o situaciones de poco recorrido que se han alargado para conseguir llenar un capรญtulo.
En los protagonistas de sus anรฉcdotas, descritos con cariรฑo y atenciรณn a los detalles, hay cierta proyecciรณn universal que los hace cercanos. El relato de Manuel Pache, el campesino que โempezรณ a sentir nostalgia de todo cuanto no conocรญaโ y se hizo comerciante para saber del mundo, presenta en tรฉrminos aparentemente sencillos ese sentimiento trรกgico de โdesacuerdo con la vidaโ. Landero juega muy bien con la melancolรญa, y las alusiones a la abuela Frasca y los usos de la รฉpoca constituyen algunos de los mejores pasajes: โEn los dรญas de invierno de mi infancia, mi pueblo encogรญa, se encerraba en sรญ mismo, como los pรกjaros y los gatos, y tambiรฉn encogรญa la gente.โ
Aparecen tambiรฉn muestras de un sentido del humor que quizรก en el contexto resultan inesperadas. A propรณsito de frases que se le han quedado para siempre grabadas, menciona una que escuchรณ en una tienda de ultramarinos: โaquรญ no trabajamos el mejillรณn pequeรฑoโ. Y el descubrimiento de la sexualidad queda sintetizado en las palabras โa mรญ lo imposible se me apareciรณ el dรญa en que vi a una mujer orinar en cuclillasโ.
Ocurre sin embargo que algunos de esos personajes, costumbres y frases caen en la repeticiรณn, en los lugares comunes, y restan frescura a la colecciรณn. Desde el primer momento aparece el problema de la pรกgina en blanco, del escritor permanentemente frustrado con su obra โun motivo que se trataba con mรกs delicadeza en El balcรณn de inviernoโ, y todavรญa a mitad del libro tendremos que asistir a ocho pรกginas de plegaria al โseรฑor de la invenciรณnโ: โMira mi mano, poderoso seรฑor, mira mi pluma cerniรฉndose sobre el papel: hazme ver y sentir el dinamismo y la tensiรณn que hay en cada frase, su pequeรฑo y secreto argumento.โ
Junto a este clichรฉ aparecen otros como el del viaje literario โโde todos los viajes, los que he vivido con mรกs emociรณn e intensidad [โฆ] los he hecho con Julio Verne, con Defoe, con Homeroโโ o el de nuestro recorrido vital โโla vida no es un remanso sino un caminoโ; โยกquรฉ extraรฑa y cรณmica es la vida!โโ, que contrastan con la originalidad de su mirada en otros lugares.
Un recurso desde el que contemplar estas dos facetas, la de lo concreto y la de la vaguedad, es la enumeraciรณn. La acumulaciรณn de objetos o imรกgenes es sin duda uno de los rasgos que mรกs aprecio de su escritura, porque cuando aparece toda la descripciรณn queda supeditada a su fuerza: โhabรญa viejas sentadas con sus ropones ante una cesta en la que habรญa pipas, regaliz, palulรบ, caramelines de menta, tabaco, chicles y piedras de mecheroโ. Uno se hace una idea perfecta de la escena sin necesidad de minuciosas descripciones fรญsicas o psicolรณgicas. Pero puede ocurrir todo lo contrario, que sea precisamente la acumulaciรณn la que extienda una frase hasta el punto de hacerla extraรฑa a la lectura. En el capรญtulo โEl viejo marinoโ se encuentra la siguiente secuencia: โSon dรญas intensos, irrepetibles, perdurables, de no parar de contar, de escuchar, de preguntar, y de un continuo y deleitoso asombro que todos querrรญan que no acabara nunca. Pero luego, sin embargo, lento pero seguro, pasa el tiempo, haciendo su oficio, y llega el dรญa en queโฆโ En pasajes asรญ, y hay bastantes, uno tiene la impresiรณn de que la frase estรก estirada hasta darse de sรญ, y llama la atenciรณn que sea tan poco preciso en algunos lados y tan contundente en otros: โComo tantas cosas, aquellos tiempos tambiรฉn se han extinguido.โ
Estos elementos componen una obra desigual, con bastantes altibajos en sus pocas pรกginas. Pero quizรก el proyecto consista en evidenciarlo. El huerto de Emerson es un libro sobre el acto de contar historias, un ejercicio de escritura que incluye estas narraciones pero podrรญa incluir otras, y en el que mรกs que la exactitud de la escritura importa el hecho de hablar de algo. El espรญritu de Landero es el de lo inexplorado, tanto hacia atrรกs, donde estรก la memoria y lo que se pierde con ella, como hacia delante, donde se abre el universo de posibilidades de la elaboraciรณn literaria.
De ahรญ esa doble faceta de la consciencia del escritor, con sus referentes y sus recetas, y la de lo autobiogrรกfico como material bruto de las historias. Y por eso ese aire nostรกlgico, ese remitirse constantemente a un tiempo en el que no habรญa noticias inmediatas del mundo, y en el que a falta de historias uno se las inventaba sentado delante del fuego: โLa casa entera se llenaba de ruidos y de susurros misteriosos. Y asรญ, poco a poco, รญbamos entrando sin querer en la noche.โ ~
Manuel Pacheco (Villanueva de los infantes, Ciudad Real, 1990) es mรบsico y filรณlogo. Es autor de 'Las mejores condiciones' (Caballo de Troya, 2022).