Mexicanas bailando danzas urbanas

La revolución de la danza ocurrió durante la segunda mitad del siglo XX en Estados Unidos. En México, nadie tiene la presencia mediática ni el reconocimiento de la comunidad dancística de Paulina Pulido.
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La revolución de la danza ocurrió durante la segunda mitad del siglo XX en múltiples ciudades de Estados Unidos. La aparición de técnicas dancísticas como el breakinglockingpoppinghip hopvoguingelectro y un amplio etcétera hizo que este arte se alejara de la tradición europea para acercarse a los clubes, a la calle y al movimiento afrodescendiente y así tomar al mundo por asalto. En el caso de México, si bien hay representantes de fama internacional, ninguno tiene la presencia mediática ni el reconocimiento de la comunidad dancística de Paulina Pulido, quien tiene más de una década marcando la pauta del house y siendo referente en las danzas urbanas en el país bailando con cantantes internacionales como Anderson .Paak y Mon Laferte o como imagen de campañas de marcas deportivas. Nos vimos en su departamento, siempre abierto para bailarines y artistas, para hablar de la evolución de las danzas urbanas en el país y el papel de las mujeres en este proceso.

Si bien el término más apropiado para referirse a estas expresiones dancísticas debería ser “danzas sociales modernas afrodescendientes”, “danzas urbanas” se usa, por lo menos en México, para agrupar a las culturas que nacen en diferentes años y lugares de Estados Unidos y que coinciden en la socialización y la raíz africana. Dichas culturas, contrario a lo que el término generalizador sugiere, han establecido comunidades diversas.

–Suelen estar separadas –comenta Pulido cuando le pregunto por qué habla de comunidades en plural–. Pero cuando piensas en el crecimiento de la comunidad de bailarines en México, es impresionante. Casi en cada estado hay una concentración importante de personas a las que les encantan las danzas urbanas y que las practican. No solo de manera local: estamos empezando a generar ruido también a nivel internacional.

Si alguien busca en YouTube el show de The Weeknd en el Super Bowl de 2021, por ejemplo, encontrará entre los bailarines a Marisa García, coreógrafa y maestra mexicana. Quien haya ido al Flow Fest del 2021 a ver a Tokischa habrá visto en acción a Annia Ninja, una de las vogueras más importantes del país. Ese impacto internacional es notable, también, en la carrera de Zuce Morales, referente mexicana del locking. Para Morales, salir de México es vital para cualquier danzante porque aquí el entretenimiento está en crecimiento.

–La industria nacional sigue siendo conservadora en cuanto a la apariencia, especialmente de las mujeres –afirma Morales–. Buscan mujeres blancas, o de piel clara, de cuerpos delgados y no tanta diversidad.

El conservadurismo del que habla es, también para Pulido, uno de los problemas medulares de la danza mexicana.

–Los productores contratan modelos antes que bailarinas. He escuchado comentarios como “buscamos chavas con cuerpo triple a”, o “¿quién va a pagar por ver a una gorda en tutú?”.

El tema le molesta porque le ha afectado a ella y a gente que quiere. Desde esa indignación, creó The Sisterhood Series, un taller de danzas urbanas que busca generar espacios seguros para el surgimiento de redes afectivas entre mujeres.

–En un curso en 2016 –cuenta Pulido mientras Pericles, su perro, intenta comerse su quesadilla– grabaron una coreografía donde las chavas salían en tangas sin razón alguna. Eso pasa porque no hay figuras de autoridad femeninas dentro de la danza. Cuando doy clase, el 90% de las asistentes son mujeres y, donde sea que dé clases, el 90% de quienes las imparten son hombres. Cuando me invitan a ser juez soy la única mujer. Me meto a batallar y soy la única mujer. Primero creí que era algo grande decir “soy la única mujer” y de repente dije “espera, soy la única mujer”. Por eso decidí crear Sisterhood. En la primera edición tuvimos alrededor de treinta alumnas. En la siguiente tuvimos cien de todos los estados, niveles socioeconómicos y antecedentes. Además, los lazos de amistad crecieron. Es mi forma de ayudar: compartir lo que sé y cualquier privilegio que tenga. Each one teach one.

(( La frase, usada por la comunidad afrodescendiente en Estados Unidos durante los años de esclavitud, fue retomada por el hip hop para hablar de la responsabilidad que tiene toda persona de enseñar algo a otro miembro de su comunidad. ))

Esa mentalidad caló hondo entre las asistentes a Sisterhood. Dos de ellas, Paola Cerecedo y Karen Alarcón, han puesto todo a su alcance para crear espacios más seguros y, al mismo tiempo, difundir las técnicas dancísticas que aman.

Para Cerecedo, pionera del dancehall en México, bailar es una responsabilidad. Conoció la cultura y sus raíces de lucha social en Nueva York hace nueve años y desde entonces ha buscado difundirla en las academias mexicanas. En este tiempo, ha pasado de regalar sus clases a trabajar con la embajada de Jamaica, lo cual le ha permitido obtener reconocimiento en la comunidad dancística. Si bien son mujeres las mayores representantes del dancehall en el país, Cerecedo cree que el mundo de la danza no es equitativo para ellas.

Para Alarcón, por otro lado, la enseñanza de la cultura afro, base de muchas danzas urbanas, la ha llevado a reflexionar sobre cómo se construyen los ambientes didácticos en la danza y su conclusión no es alentadora: está marcada por una amplia preferencia hacia los hombres.

–Así me tocó desde el inicio –dice–. La mentora que tenía insultaba, humillaba y agredía físicamente a las mujeres de su compañía, aun cuando ella era mujer. Y al contrario, todo era felicitaciones y preferencia por lo que hacían los hombres, aunque nuestro trabajo fuese mejor.

Dichas prácticas parecen replicarse cuando esos mismos alumnos hombres se convierten en docentes. Así lo muestran las numerosas denuncias realizadas en el marco del MeToo.

{{ Estas pueden encontrarse en la cuenta de Twitter MeTooDanzaMX.}} Para Pulido, cada historia es muestra de mujeres mucho más valientes.

–Sin embargo –añade mientras prepara la playlist para la clase que dará en unas horas–, me entristece vivir en una sociedad con memoria corta. Al inicio, todos dicen “ya no vamos a aceptar a este abusador”. Al mes él va a dar un curso en otro lugar. Incluso he visto a personas que supuestamente están en las trincheras del feminismo trabajando con abusadores.

Esas prácticas se eliminan, cree ella, formando docentes empáticos y conscientes. Ahí el origen del diplomado en pedagogía en danzas urbanas. Con un plan de estudios enfocado en la multiplicidad de herramientas didácticas aplicadas a diversas técnicas dancísticas, el programa arrancará su segundo año en agosto;

{{Las bases de la convocatoria, que se cierra este mes, están en el Instagram de Grassroots Dance Collective.}}

 sin embargo, sus frutos ya se están dejando ver, sobre todo fuera de la Ciudad de México. Es el caso, por ejemplo, de Tefa Malagua y Ady en Guadalajara; Alma Fierro y Saraí Pérez en Tijuana; Estefanía Gutiérrez en Tampico, Yesi Flores en Toluca y Joy Rodríguez en Celaya.

Pérez es directora de 664 in the Groove y Rodríguez de N’Joy Dance Studio. Se conocieron en el diplomado y pronto se dieron cuenta de que algunas de sus experiencias eran similares.

–Me creen incapaz de dirigir grandes proyectos, más cuando el trabajo lo comparto con un hombre –dice Pérez desde Tijuana–. Las coreografías más difíciles o atléticas, aunque las monte yo, se las adjudican a los hombres.

–En Celaya no existía una directora de un espacio de danzas urbanas, así que imagínate –comenta Rodríguez–. Esos espacios eran “para hombres”, así que todo se cerró más cuando abrí mi academia. Antes era por ser mujer, ahora es por ser mujer y dirigir un espacio. Fue en un Sisterhood donde caí en cuenta de la importancia de abrir posibilidades para otras chicas y para otros estudios.

Esa creación de oportunidades, el each one teach one, es el camino para una comunidad de danzas urbanas más equitativa, sana y con mayores posibilidades de explotar su potencial. Pulido lo deja claro antes de salir al Parque México, convertido en academia de danza.

–Creo que vamos por buen camino. Hemos generado espacios entre nosotras para nosotras donde hemos encontrado unión y apoyo. Eso nos ha funcionado más que esperar a que quienes ya cuentan con espacios y poder decidieran abrirlos para nosotras. ~

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es escritor. En 2019 Textofilia publicó Se abren los caminos, su primera novela.


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