¿Tiene futuro la ultraderecha en México?

No es reciente la gestación de un partido de ultraderecha en nuestro país, pero ¿es posible que este crezca y se afiance para las próximas elecciones? Resulta crucial hacer una valoración realista de sus posibles amenazas y comprender qué factores serían capaces de ampliar o reducir su alcance.
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Durante el pasado proceso electoral, la ultraderecha de raíz sinarquista nuevamente hizo acto de presencia en la escena política mexicana de la mano de un exactor que tiene una estrecha relación con la derecha radical norteamericana. Recientemente anunció, para 2025, la creación de un partido de derecha conservadora emparentado con el trumpismo, con los ultraconservadores europeos y el libertarismo argentino. ¿Una opción de derecha radical tendría posibilidades de sobrevivir en el nuevo sistema político mexicano?

Hace casi diecisiete años escribí “La ultraderecha en México: el conservadurismo moderno”,1 artículo publicado por la revista El Cotidiano de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco. Pese a que en el año 2000 se creía que la derecha radical, cristera y sinarquista, estaba finiquitada por varios factores –el cumplimiento de la demanda de libertad religiosa en 1992, la desaparición del Partido Demócrata Mexicano en 1997 a causa de falta de votos, la alternancia política en favor del PAN, así como la creciente secularización y pluralidad religiosa–, en 2008 asistimos al resurgimiento de la derecha conservadora católica, de talante sinarquista, pero con una impronta moderna. Ese año el Movimiento de Participación Solidaria, fundado por Patricio Slim, intentó crear el Partido Solidaridad,2 pero este no obtuvo el registro como partido nacional ante el Instituto Federal Electoral.3 Quedó así latente la intención de construir un partido de raíz sinarquista, católico y conservador.

Desde el sector evangélico se retomó ese discurso, pero sobre una raíz distinta: la derecha conservadora norteamericana que pretendía, desde los años ochenta del siglo XX, deconstruir la cultura católica de América Latina para lograr una hegemonía en el subcontinente mediante la labor misionera de grupos evangélicos que incursionaran en las élites políticas. En este marco, en 2005, el político evangélico Hugo Eric Flores Cervantes creó la asociación civil “Agrupación Política Nacional Encuentro Social”. Al año siguiente, el Consejo Estatal Electoral de Baja California le otorgó el registro como partido político bajo el nombre de Encuentro Social APN que en 2007 contendió en las elecciones locales, extendiéndose a Nayarit, Chihuahua, Tamaulipas y Chiapas. El Partido Encuentro Social (PES) logró su registro ante el Instituto Nacional Electoral (INE) el 9 de julio de 2014 y en las elecciones federales intermedias del 2015 consiguió ocho diputaciones de representación proporcional gracias a que obtuvo el 3.3% por ciento de los votos totales. Pese a coaligarse con Morena y PT en 2018 –una alianza extraña entre un partido casi confesional y la izquierda, después de que no funcionó la posibilidad de candidatear al exactor Eduardo Verástegui para la presidencia de la república–4, el PES no logró el número requerido de votos y perdió el registro como partido nacional en septiembre de ese año.

Sin embargo, su líder Hugo Eric Flores pugnó por la creación de un nuevo partido de corte cristiano. Posiblemente gracias a la cercanía que Flores tiene con López Obrador, el Consejo General del INE otorgó el registro al Partido Encuentro Solidario en septiembre de 2020. En las elecciones intermedias de 2021, el nuevo PES contendió sin alcanzar la votación mínima requerida y perdió el registro en septiembre de ese año.

Viendo esta evolución de la derecha evangélica, del lado católico surgió una propuesta centrada en la candidatura presidencial independiente de quien había sido un prospecto para el PES, el mismo Verástegui, convertido en la cara visible de la nueva ultraderecha mexicana.

Tras una carrera actoral y musical relativamente exitosa en México y Estados Unidos, Verástegui tuvo hacia 2003 una conversión al conservadurismo católico.5 En 2004 fundó Metanoia Films, a través de la cual ha producido, actuado y dirigido una serie de cortometrajes y largometrajes destinados en principio a la reivindicación de la comunidad hispana en Estados Unidos, pero que a la postre se ha centrado en la exposición de los principales temas de la moral católica: la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte, el combate a la paidofilia, el tráfico de personas y el abuso sexual, todo en un tono edificante y de redención a través de la fe. En este mismo tenor, participó en la película Cristiada (2012). Verástegui interpretó el papel de Anacleto González Flores, laico jalisciense, abogado y político, fundador de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) y uno de los primeros mártires de la guerra cristera, beatificado en 2005. Es probable que a partir de esta experiencia se identificase con la lucha cristera. La conversión de Verástegui coincidió con el ascenso de ciertos regímenes autoritarios en países europeos con tradición católica que se radicalizaron antes de que la doctrina cambiara su enfoque de la moral sexual a una visión más moderna de la Iglesia –de la mano del papa Francisco– preocupada por la defensa de los migrantes y la sustentabilidad ecológica y económica del planeta. Dado que no participó de estas más recientes modificaciones, Verástegui puede definirse como un católico muy afín al movimiento tradicional norteamericano que cuestiona la actuación del papa jesuita, pero no ha roto, que se sepa, con la sede petrina.

De cara a lo que percibe como la descomposición de su país natal, Verástegui buscó ser candidato independiente a la presidencia de México en 2024. La idea era usufructuar los votos que Acción Nacional perdiera por su alianza con el centro y la izquierda. El intento falló debido a que Verástegui no reunió el mínimo de firmas para avalar su candidatura.6 Pese a ello, hoy busca construir una candidatura viable para 2030 a través de un nuevo partido de derecha conservadora, lo que anunció durante la reunión de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), efectuada en la Ciudad de México en agosto pasado, cita a la que acudieron representantes de las derechas radicales de Europa, Estados Unidos y América Latina. Líderes como Donald Trump; Giorgia Meloni, primera ministra de Italia; Santiago Abascal, líder de Vox; Javier Milei, presidente de Argentina, entre otros, expresaron vía teleconferencia su apoyo al proyecto político de Verástegui.7

La tercera ola de democratizaciones, fenómeno analizado por el politólogo norteamericano Samuel Huntington, llegó a su fin con alternancias que favorecieron a partidos radicales de derecha. El propio Huntington estableció en su libro La tercera ola (1991) que, entre 1973 y 1990, países de tradición católica transitaron de un régimen autoritario a otro democrático, lo que contradecía el supuesto de Max Weber sobre la incompatibilidad natural del catolicismo y la democracia. Lo que entonces no se esperaba es que, al concluirse las transiciones, hubiese, en algunos casos como Hungría y Polonia, una regresión autoritaria. Por otra parte, en algunas democracias europeas consolidadas, asistimos al crecimiento del conservadurismo, radicalizado desde principios de siglo. Las causas del ascenso de la ultraderecha frecuentemente están asociadas al rechazo a la inmigración, al correlativo crecimiento del nacionalismo y la xenofobia, al desempeño mediocre de los regímenes democrático-liberales, y al corrimiento de la derecha liberal tradicional al centro político.

En Italia, Bélgica, Países Bajos, Reino Unido, Francia y Alemania, los partidos de derecha radical han crecido de manera exponencial, han sido o son gobierno, y son la segunda fuerza en los parlamentos. Además, la extrema derecha cuenta con 187 diputados en el Parlamento Europeo, que podrían crecer a 205, sumando el 28% del total.8

El bipartidismo tradicional cambió tras el surgimiento de la derecha radical como respuesta al ascenso de Barack Obama al poder. El Partido Republicano, en aras de una modernización y de ampliar su clientela, dejó de representar los intereses de la ciudadanía más conservadora. De ahí la aparición de la denominada alternative right o alt-right. Se trata de un movimiento heterogéneo, nutrido ideológicamente de supremacismo blanco, populismo de derecha, racismo, negacionismo antisemita, xenofobia, libertarismo, homofobia, ultranacionalismo, anticomunismo, identitarismo, neonazismo, neofascismo e islamofobia. El líder del movimiento es Richard B. Spencer, supremacista blanco que publica la revista electrónica The Alternative Right, donde se exponen contenidos relacionados con todas las ideologías antes señaladas.9

Las fuentes contemporáneas de Spencer son: 1) la derecha radical francesa de Jean-Marie Le Pen, 2) el paleoconservadurismo WASP (White Anglo-Saxon Protestant) antiinmigrante, antiglobalización, no intervencionista y proteccionista en lo económico, 3) la ilustración oscura o neorreaccionarismo, que lo mismo une a libertarios que a monárquicos, y se caracteriza por su deseo de retorno a las sociedades premodernas (teológicas) y por su énfasis en la contradicción entre libertad y democracia en tanto la inexistencia de la igualdad.

La alt-right se acercó a medios de comunicación afines que diseminaron su ideología. El más importante fue Breitbart News, sitio web de noticias fundado en 2007, que dio cabida a periodistas de derecha radical. Esta plataforma, conocida por publicar noticias falsas y dar crédito a teorías conspirativas, en 2012 se alineó con la derecha alternativa y el populismo europeo de la mano de su entonces director ejecutivo Steve Bannon. Durante la campaña presidencial de 2016, Bannon puso el sitio web a las órdenes de Donald Trump. El resto es historia.

Justo en ese proceso político electoral, Eduardo Verástegui fue fichado por Bannon como un hispano influyente, católico conservador, que podría ser un buen personero entre los latinos. La relación con Bannon y Trump fue fructífera para Verástegui; en 2020 participó en la campaña republicana como miembro de la Comisión Asesora para la Prosperidad Hispana del gobierno de Donald Trump, lo que dio más publicidad a sus causas. Sobra resaltar que su adhesión ideológica a Make America Great Again (MAGA) resulta un contrasentido siendo mexicano.

Entre 2010 y 2023, al paralelo de su carrera fílmica y de su creciente participación política, Verástegui ha sido un ferviente provida y ha desarrollado una amplia labor filantrópica, que le ha hecho acreedor de diversos premios por parte de organizaciones internacionales conservadoras, lo que le ha permitido ampliar su red de contactos políticos con la extrema derecha internacional, y estos vínculos se han solidificado a través de la Conferencia Política de Acción Conservadora.

Con sede en Maryland, esta agrupación fue fundada en 1974 por la Unión Conservadora Estadounidense y los Jóvenes Estadounidenses por la Libertad. Su objetivo original fue vincular a los diferentes grupos conservadores norteamericanos, tipo la Asociación Nacional del Rifle, convirtiéndose, más adelante, en una plataforma para incidir en la elección del candidato presidencial republicano. La CPAC fue crucial en la elección interna de Donald Trump en 2016. A partir de 2017, la CPAC difiere de la alt-right propugnada por Richard B. Spencer y se ciñe más al conservadurismo multicultural, abriendo espacios a las minorías en Estados Unidos y a la experiencia internacional. Es en esta fase a partir de la cual Eduardo Verástegui se vinculó a las actividades de este grupo, de suerte que en 2022 dio inicio a las actividades de la CPAC sección México, siguiendo los ejemplos de Brasil y Argentina.10 Es una alianza claramente funcional para los interesados: el conservadurismo norteamericano busca construir una candidatura presidencial afín en México funcional a sus intereses, no solo para mantener la hegemonía de Estados Unidos en el subcontinente, sino para tener en México un aliado en la lucha contra el marxismo y toda ideología, como el wokismo, que atente contra los valores tradicionales y conservadores que enarbolan la CPAC y también Trump. Por su lado, Verástegui necesita del apoyo internacional para consolidar el movimiento en México y crear un partido político que pueda contender legalmente en las elecciones presidenciales de 2030, con él mismo a la cabeza, de momento.

En el contexto de la construcción de un nuevo sistema político acorde a los intereses de la causa lopezobradorista, el sistema electoral y de partidos sufre una transformación importante debido a tres causantes: el surgimiento de un movimiento que es, a la vez, el partido hegemónico; el dominio que el ejecutivo federal ejerce sobre la autoridad electoral, y la crisis casi terminal de los partidos tradicionales PAN y PRI. Así, la posibilidad de la creación de un partido de derecha conservadora es real, pero depende de varios factores. Primero: en la medida en que el PAN se mantenga en la órbita de la derecha liberal en su proceso de reconfiguración y disminuya los elementos conservadores de su agenda, tendrá posibilidades de concretarse como un partido conservador. Tal parece que a mediano horizonte habrá dos opciones de derecha: una liberal y otra radical.

Segundo: bajo las condiciones actuales, son remotas las posibilidades de triunfo electoral de un partido conservador en 2030 –o siquiera en las elecciones intermedias de 2027– en virtud del voto mayoritario obtenido por Morena y el índice de aprobación de Andrés Manuel López Obrador. En prospectiva tendencial, las posibilidades de que la oposición en su conjunto pueda vencer a la Cuarta Transformación en 2030 son pocas.

Tercero: cualquier partido de oposición –pero particularmente uno conservador de raigambre religiosa– tendría que competir con la narrativa pararreligiosa, nacionalista y paradójicamente conservadora construida por López Obrador. Para ello, tendría que edificar una narrativa propia que rivalice eficientemente con la oferta morenista a través de medios de comunicación y redes sociales, que convoque, organice y movilice a grandes sectores de la sociedad. El problema es que el discurso lopezobradorista ha sido muy efectivo en estigmatizar al conservadurismo –lo que sea que identifique como conservadurismo– y los anticuerpos del sistema van a repeler cualquier propuesta proveniente de la oposición, más si esta es conservadora. Además, carece de los recursos del Estado que avalen la propuesta.

Cuarto: el discurso político-religioso de Dios, Patria y Familia como síntesis de los valores tradicionales que pretende conservar la ultraderecha encontrará poco eco en una sociedad secularizada y laicizada. Es un dato conocido el poco impacto de la religión en la emisión del voto. El ciudadano promedio se mueve por otros intereses y prioridades, aunque crea en Dios, sea nacionalista y prefiera la familia tradicional. A la luz de la aprobación de López Obrador, el mexicano prefiere líderes carismático-tradicionales, caudillos providentes con los que se sienta identificado. Eduardo Verástegui es un personaje que no engancha a las masas simplemente porque se le percibe como parte de la élite, como un personaje excesivamente religioso, incluso violento (recuérdese el video en que sale tirando con arma de alto calibre) y, pese a toda su labor filantrópica, su estilo de vida casi monacal no resuena en una sociedad con tintes hedonistas. Por ello, quizá Verástegui no sea el candidato ideal para un partido conservador y eventualmente tendría que ceder su lugar a alguien con credenciales más populares.

Quinto: la agenda conservadora es corta y un tanto ajena a la realidad mexicana. Más allá del discurso contra el aborto y la inseguridad, las referencias tienen poco que ver con lo que sucede en el país. La oferta de combatir al socialismo/comunismo/marxismo/progresismo, al feminismo, a la comunidad LGBTIQ+, a los medios liberales, a las vacunas, al cambio climático, a personas y organizaciones internacionales liberales y progresistas (el FMI, la ONU, el Foro de São Paulo, Google, Meta, a George Soros) y a la agenda woke, no resuena del todo en el escenario nacional, lo que significa que tendría poca penetración popular.

Sexto: el factor internacional. El futuro de la propuesta de Verástegui y asociados está supeditado al resultado de las elecciones en Estados Unidos de este año, pues el partido conservador mexicano requiere del apoyo del Partido Republicano para allegarse de recursos. El apoyo brindado por los líderes conservadores europeos o sudamericanos no basta para dar aliento a un partido conservador de nuevo cuño que ha abdicado de sus referentes nacionales históricos –el sinarquismo y la Iglesia católica–, que apela a grupos conservadores de élite sin una referencia popular orgánica o reducida a enclaves concretos –el cinturón levítico del Bajío de raigambre cristera– o grupos ultraconservadores católicos equivalentes a los católicos tradicionalistas norteamericanos.

Por último, si bien el apoyo de los conservadores norteamericanos pudiera ser un activo en términos de recursos, esto sería mal visto por una sociedad que mayoritariamente rechaza la injerencia de Estados Unidos en la política nacional, más cuando la soberanía y el nacionalismo han sido ejes del discurso lopezobradorista y lo serán al menos en el corto horizonte. La desconfianza sería un factor en contra de las aspiraciones de Verástegui por haber hecho abiertamente campaña, incluso con un rap, en favor de Donald Trump.11 Queda algo por desentrañar: ¿Verástegui tiene doble nacionalidad? Al final, ¿el anunciado partido conservador será más trumpista que católico tradicional sinarquista o será una versión posverdad del Partido Demócrata Mexicano con idéntico destino? ~


  1.  Mónica Uribe, “La ultraderecha en México: el conservadurismo moderno”, en El Cotidiano, núm. 149, 2008, pp. 39-57. ↩︎
  2. Enrique Galván Ochoa, “Dinero”, en La Jornada, 7 de mayo de 2008. ↩︎
  3.  “Frena el IFE a sinarquistas y panistas de extrema derecha”, en Proceso, 26 de junio de 2008. ↩︎
  4. “PES: sin coalición con Morena, vamos solos. Proponen a Eduardo Verástegui para la Presidencia; Hugo Éric Flores dice que aún faltan cosas por negociar”, en El Universal, 9 de diciembre de 2017. ↩︎
  5. A modo de hipótesis, es posible que la conversión de Verástegui tenga relación con los Legionarios de Cristo a través de Regnum Christi. Un indicador es que el tipo de espiritualidad que manifiesta Verástegui es muy semejante a la de la Legión. En un post subido a la plataforma X, el 24 de mayo de 2024, Verástegui asegura que solo vio una vez a Marcial Maciel durante una audiencia con Juan Pablo II en noviembre de 2004. En el post sostiene que no sabía que la persona junto al papa era Maciel, lo que resulta poco creíble. Lo cierto es que, el 30 de noviembre de 2004, Juan Pablo II recibió a un grupo de mexicanos, tanto de la Legión como de Regnum Christi y con la presencia de Maciel, por lo que casi inquívocamente esa fue la ocasión en la que Verástegui tuvo oportunidad de saludar al papa. Santa Sede: “Discurso del Santo Padre Juan Pablo II a los Legionarios de Cristo con ocasión del 60° aniversario de la ordenación sacerdotal de su fundador”, martes 30 de noviembre de 2004, disponible en vatican.va. ↩︎
  6. Segob, Acuerdo del Consejo General del Instituto Nacional Electoral por el que, en acatamiento a la sentencia dictada por la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en el expediente SUP-JDC-643/2023, se da respuesta al escrito presentado el 27 de octubre de 2023 a nombre del ciudadano José Eduardo Verástegui Córdoba, aspirante a candidatura independiente a presidente de los Estados Unidos Mexicanos, en Diario Oficial de la Federación, 9 de febrero de 2024, disponible en dof.gob.mx. ↩︎
  7. Zedryk Raziel, “El ultraderechista Eduardo Verástegui anuncia la creación de su partido político en 2025”, en El País, 24 de agosto de 2024. ↩︎
  8.  Sergio Sangiao, “Tres grupos parlamentarios y 200 eurodiputados de extrema derecha: así es el nuevo Parlamento Europeo”, en Público, Madrid, 14 de julio de 2024. ↩︎
  9.  Adam Volle, “alt-right”, en Encyclopaedia Britannica. ↩︎
  10. La CPAC apoyó al régimen de Jair Bolsonaro y actualmente apoya al libertario Javier Milei, presidente de Argentina. Milei fue el principal orador de la CPAC celebrada en Río de Janeiro en 2019. ↩︎
  11. P. Jiménez, “Eduardo Verástegui lanza rap en apoyo a Donald Trump y divide opiniones”, en Excélsior, 18 de septiembre de 2024. ↩︎
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es politóloga y doctora en historia (UIA). Especialista en historia política de la Iglesia católica. Es miembro de la Comisión para el Estudio de la Historia de las Iglesias en América Latina y el Caribe (Cehila) y del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).


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