Nikola Tesla: camina hacia la luz

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Nikola Tesla lo tiene todo para ser uno de los personajes más fascinantes del pasado reciente: inventor, vivió entre dos siglos, se anticipó al futuro, un genio incomprendido y con mala suerte en los negocios. No extraña que casi se haya convertido en un icono pop: Christina Rosenvinge le dedicó una canción (“Pobre Nicolás”, en Lo nuestro) y el escritor francés Jean Echenoz se basó en episodios de su vida para la novela Relámpagos (Anagrama, 2012), con la que cerraba el tríptico iniciado con Correr, sobre Emil Zátopek, y Ravel, sobre Maurice Ravel. Caixaforum acoge ahora en su sede de Zaragoza, hasta el 11 de junio y tras haber pasado por la sede de Madrid, la exposición Nikola Tesla. El genio de la electricidad moderna. Hay talleres y actividades y un podcast –Tesla, esa luz– de cinco capítulos en los que en píldoras que no alcanzan los diez minutos se ahonda en algunos aspectos de la muestra. Nikola Tesla. El genio de la electricidad moderna cuenta con el sello oficial del Museo Nikola Tesla de Belgrado, entidad oficialmente depositaria del legado del gran científico serbio.

Tesla nació en 1856 en lo que hoy es Croacia pero entonces formaba parte del Imperio austríaco; dicen que nació durante una tormenta eléctrica, subrayando la idea de que su vida iba a estar ligada a la electricidad de un modo inevitable. Después de estudiar ingeniería y física y seguir sus “visiones” para sus inventos, Tesla trabajó en la Continental Edison antes de embarcarse rumbo a Estados Unidos, donde desarrolló su carrera. Estuvo en la Edison Machine Works y después se estableció por su cuenta, en naves industriales donde hacía sus experimentos. Es la época de la guerra de las corrientes entre compañías, las que apostaban por la corriente alterna (con Tesla a la cabeza) frente a la corriente continua, por cuyo uso abogaba aún la compañía de Edison. Guerra sucia, intentos de desprestigio y escaramuzas para ver quién se quedaba con el negocio, aún incipiente, del abastecimiento eléctrico de las ciudades.

Nikola Tesla fue un pionero en muchas cosas, como la transmisión de la electricidad sin cables, inventó el protomando a distancia y se anticipó en la investigación de lo que luego se llamó rayos x, pero un incendió destruyó su trabajo, lo que hizo que se adelantara el científico alemán Wilhelm Röntgen. Después de conocer cierta gloria y cierto fracaso, Tesla pasó los últimos años de su vida en hoteles, medio arruinado y obsesionado con sus intuiciones e investigaciones: nada podía parar su carrera hacia el futuro. Algunas de sus ideas e inventos le fueron arrebatados a su muerte, como la radio; otras no pudo completarlas en vida, como la Torre Wardenclyffe, en este caso por problemas de financiación. Escribe Jean Echenoz en Relámpagos: “Porque los diez años siguientes le vendrán muchas ideas a la vez, realmente muchas. Pero su manía de concebir sin cesar cosas a toda velocidad tiene la contrapartida de que se detiene en una y se demora en ella. En su mente se atropellan demasiadas perspectivas como para verse capaz de profundizar sobre ellas una a una, de desarrollar sus aplicaciones prácticas y de sacar provecho de su valor comercial. No es que no tenga conciencia de ese valor, antes al contrario, pero no le queda tiempo que dedicarle.”

La muestra de Caixaforum reúne reproducciones de los inventos de Tesla, es una explicación didáctica del trabajo y de la vida del inventor, una reivindicación de su figura y de la importancia de sus ideas en el mundo de hoy. ~

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(Zaragoza, 1983) es escritora, miembro de la redacción de Letras Libres y colaboradora de Radio 3. En 2023 publicó 'Puro Glamour' (La Navaja Suiza).


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